
Terremoto en
Colombia, enero 25 de 1999: Lecciones para
la prevención y atención de desastres sísmico
Omar D. Cardona A.
El 25 de enero de
1999 se presentó un terremoto de 6.2 ML en la zona Centro-Occidental de Colombia. Dicho evento causó
graves daños en la ciudad de Armenia (270,000 hab.), capital del Departamento de Quindio;
en la ciudad de Pereira (380,000 hab.), capital del Departamento de Risaralda; el sismo
afectó principalmente a las poblaciones de la zona cafetera de Colombia; 1,230 personas
perdieron la vida y se atendieron 5,300 heridos en los hospitales, el número de afectados
se calcula en 200,000 (perdieron vivienda y espacios de trabajo). El terremoto causó
daños aproximadamente a 50,000 edificaciones en la zona cafetera; el impacto total del
sismo puede ser del orden del 1.5% del PIB del país.
Los daños se concentraron en edificaciones
antiguas, en edificios de mampostería no reforzada ni confinada con elementos de concreto
reforzado y en edificios diseñados y construidos antes de la expedición del primer
código nacional de construcciones sismorresistentes. Este primer reglamento se expidió
en 1984 con fuerza de ley en todo el territorio nacional, como herencia positiva del
terremoto que afectó a la ciudad de Popayán en 1983. Igualmente, el terremoto causó un
número significativo de deslizamientos en las vías que conectan a Armenia con el resto
del país.
Una vez localizado el terremoto por la Red Sismológica
Nacional, se activó el Sistema Nacional para la Prevención y Atención de Desastres;
sistema descentralizado interinstitucional creado por el Gobierno de Colombia
posteriormente al desastre de la erupción del Nevado de Ruiz, haciendo desaparecer a
Armero en 1985. No obstante, la magnitud del desastre en la ciudad de Armenia fue tal que,
tanto el Comité Local como el Comité Regional para la Prevención y Atención de
Desastres fueron superados por la emergencia, teniendo que actuar el nivel nacional de
acuerdo con los procedimientos establecidos dentro del sistema de respuesta
interinstitucional.
Enseñanzas
Del desastre de Armenia en Colombia, quedan varias
enseñanzas importantes para la ingeniería sísmica y la prevención de desastres:
Se comprobó el peligro que representa para una
ciudad contar con un inventario de edificaciones frágiles de mampostería no reforzada de
ladrillo y de edificaciones de concreto reforzado con estructuras deficientes en
dimensiones y en acero de refuerzo, que no cumplen requisitos mínimos de
sismorresistencia.
Se ratificó que la interacción adversa de
elementos no estructurales con las estructuras es la causa de graves daños y que incluso
puede causar el colapso de las edificaciones. Fueron evidentes los efectos de
"columna corta", la torsión por la excentricidad de rigidez causada por la
disposición asimétrica de muros de tabiquería y el mal comportamiento de edificios de
formas irregulares.
Los principales daños en las estructuras de
concreto reforzado se presentaron por esfuerzo cortante, debido al deficiente detallado
del refuerzo y la falta de acero transversal y de confinamiento del concreto en los
elementos estructurales. Las fallas fueron de tipo frágil, lo que demostró una
deficiente capacidad de disipación a absorción de energía inelástica.
Se demostró nuevamente el beneficio del diseño y
construcción con normas sismorresistentes de acuerdo con el estado actual del arte y el
conocimiento, lo que no solamente significa la protección de la vida sino también del
patrimonio de los ciudadanos.
Se ratificó la necesidad de reforzar las
edificaciones indispensables o esenciales para la comunidad en caso de desastre.
Hospitales, departamentos de bomberos y en general las edificaciones de atención a la
comunidad existentes deben ser evaluadas y rehabilitadas desde el punto de vista
sismorresistente.
Se pudo constatar la importancia que tiene el
re-descubrimiento y mantenimiento de la cultura sísmica local, desarrollada en este caso
a través de las edificaciones tradicionales de bambú que desde el siglo pasado
constituyeron una tecnología de construcción que evolucionó y se perfeccionó motivada
por el interés de la comunidad de enfrentar los terremotos.
Se demostró la necesidad de contar con una
capacidad local para responder en caso de emergencia. Las administraciones locales deben
contar siempre con un Comité Local de Prevención y Atención de Desastres fortalecido y
debidamente liderado por la autoridad política de cada municipio.
Se ratificó la importancia de contar, a nivel de
las ciudades, con programas interinstitucionales de mitigación de riesgos que involucren
aspectos técnicos, de planificación, de educación, información pública y de
preparativos para atender emergencias.
Aunque, la respuesta interinstitucional en caso de
emergencia debe iniciarse de abajo hacia arriba, empezando por la reacción del nivel
local y posteriormente por la del nivel regional, en caso de tratarse de un desastre muy
severo que supere la capacidad local y regional, es fundamental contar con una adecuada
coordinación y capacidad de respuesta nacional, que en este caso fue puesta a prueba,
demostrando su debilidad técnica y operativa actual.
Se pudo ratificar la necesidad de fortalecer, en
este caso, la Dirección Nacional para la prevención y Atención de Desastres, la cual
debe volver a contar con la capacidad técnica y de convocatoria que tuvo varios años
atrás. Dicha dependencia de coordinación debe ser parte de nuevo de la Presidencia de la
República en donde fue creada originalmente.
Información preparada por: Omar D. Cardona
A., Director Centro de Estudios sobre Desastres y Riesgos CEDERI, Universidad de los
Andes, Bogotá, Colombia, email: ocardona@uniandes.edu.co |