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La educación formal en la prevención
de los desastres en América Latina

 

En educación formal sobre desastres, la que se desarrolla en escuelas, colegios y universidades, se hacía poco en los países latinoamericanos antes de la década de los años 90. Es al final de los 80 e inicios de los 90, cuando se crean programas para escuelas y colegios, orientados mayormente a la preparación del personal y los estudiantes para que respondieran adecuadamente, en caso de tener que enfrentar una emergencia en el plantel educativo.

Actualmente, estos programas han ido creciendo, con logros interesantes como por ejemplo: en la formación de los estudiantes en el área de la prevención y mitigación de riesgos a partir de su propia realidad; se ha evolucionado hacia metas más llenas de contenidos formativos, dirigidos al logro de cambios profundos en las percepciones, actitudes y en la misma personalidad de las y los alumnos, respecto a su participación en la gestión del riesgo; asimismo se preparan proyectos para la formación y capacitación de los docentes en el campo y se está incluyendo el tema en los programas regulares de escuelas y colegios.

Sin embargo, debe reconocerse que la educación sobre riesgos y desastres en América Latina no ha alcanzado el desarrollo que se necesita ni se le ha dado el lugar que merece. En vísperas de un nuevo milenio, la sociedad latinoamericana, sus líderes y sus comunidades deben decidirse por ofrecerle a las nuevas generaciones, la educación que necesitan para crear y construir, en función de una mejor calidad de vida, sostenible, como uno de sus principales pilares, en su propia seguridad ante los riesgos y desastres.

Lic. Manuel Ramírez, Consultor Educación sobre Desastres

 

Universidades en Acción

Las Universidades y los centros educativos juegan un importante rol como agentes de cambios de actitudes y costumbres, incluyendo la acción en el campo de gestión del riesgo en la educación básica, secundaria y superior.

Existe un gran número de Universidades en la región que cuenta con centros o comisiones de desastres, cursos especializados en el tema, trabajos comunitarios para gestión del riesgo o adecuaciones curriculares. Solo para mencionar algunas, sin ser exhaustiva, está la Universidad de Antioquia de Medellín, Colombia con su Centro Colaborador de la OPS/OMS en la Escuela de Salud Pública, para apoyar iniciativas en gestión de desastres en las áreas de salud en la Región y la Maestría en Ciencias Sociales Contemporáneas- Gestión del Riesgo y Desastres de la misma Universidad; la Universidad Central de Venezuela, que ha tomado el liderazgo para el seguimiento al Plan de Acción Hemisférico para la Reducción de Desastres en el Sector Educativo apoyados por varias organizaciones regionales y nacionales; la Escuela Superior de Defensa Civil, Trujillo-Perú: la Maestría Virtual en gestión del riesgo, próximo a iniciar con FLACSO y LA RED, y muchos más.

 

Plan Hemisférico

La Organización de Estados Americanos (OEA) ha apoyado el establecimiento de una red de expertos para evaluar la vulnerabilidad de las escuelas e introducir una cultura de reducción de la vulnerabilidad y mitigación de los desastres en este sector. A través de un programa financiado por ECHO y con apoyo de la ONG –Partners of America y otras organizaciones, la OEA ha conseguido incluir el tema en la mayoría de los ministerios de Educación de América Central. La OEA también proporcionó el impulso para el desarrollo de un Plan de Acción Hemisférico sobre Aspectos Educativos y Reducción de la Vulnerabilidad Escolar, que se concretó en 1997, en una reunión en Venezuela copatrocinada por el DIRDN, la OEA, la Universidad Central de Venezuela y la OPS/OMS. Le han seguido conferencias de Internet sobre el tema, e intercambios entre los programas educativos para la reducción de desastres.

 

Huracán Mitch en Nicaragua y las universidades

Sigue el ejemplo de Nicaragua, entre muchos, como las universidades en la Región son antenas proactivas en la sociedad para el cambio, también cuando se trata de manejo de desastres.

La Comisión de Universidades de Nicaragua para los Desastres Naturales, llevaron acabo trabajos en todo el territorio, desde antes que azotaron el huracán Mitch el territorio nicaragüense al principio del mes de noviembre de 1998.

Las acciones de cada una de las instituciones universitarias, miembros de la Comisión, fueron relativamente diferentes en dependencia de las características y condiciones impuestas localmente por el paso del Huracán «MITCH» en cada territorio del país. En todos los casos, las diversas universidades (profesores y estudiantes) se volcaron desde las primeras horas del desastre a las actividades de búsqueda, salvamento y rescate.

En el caso de León; zona especialmente golpeada por el desastre, la comunidad universitaria en su conjunto se vio actuando en una ciudad totalmente aislada del país. La Facultad de Medicina, la Escuela de Enfermería y la Escuela de Salud Pública, rápidamente se incorporaron a las labores de atención medica directa, en una ciudad en la que los servicios de salud se vieron sobrepasados de forma abrumadora.

León fue escenario de las más altas cifras de muertos y heridos del país, dado que a pocos kilómetros de la ciudad ocurrió un gran deslizamiento de tierra (alud) en las faldas del Volcán Casita, que presentó un recorrido aproximado de 12 Km. y finalmente se abrió en un frente de unos 5 Km. para arrazar totalmente a cinco comunidades campesinas, generando de un solo golpe posiblemente 870 muertos y unos 160 heridos (Traumatismos múltiples con predominio de fracturas, heridas, contusiones y quemaduras por fricción).

De resultados muy eficaces fue la medida que los profesores adoptaron de reproducir pequeñas hojas volantes con las instrucciones precisas y concretas de las medidas de prevención anti epidémicas para orientar el trabajo de los estudiantes y para entregarlas en cada grupo familiar. Asi mismo dió muy buenos resultados la creación de brigadas de 10 a 15 estudiantes cada una para trabajar en albergues, barrios, Centros de Salud y comunidades del Municipio de León.

La Facultad de Farmacia movilizó una buena parte de sus docentes y de sus alumnos para fabricar, desde sus laboratorios, algunos medicamentos urgentes. Esta importante medida ayudó a reducir el déficit creciente de los insumos médicos en una ciudad totalmente aislada. Los docentes y estudiantes de odontología, enfermería y otras carreras de salud se ubicaron en su mayoría en los Puestos y Centros de Salud de los Barrios y Comunidades donde ellos ejercen sus prácticas de trabajo comunitario. La Escuela de Salud Pública apoyó al Ministerio de Salud desde el Comité de Emergencia.

El resto de Facultades se organizaron en Brigadas de apoyo para los albergues, recolección y distribución de ropa y alimentos, así como reubicación de damnificados.

La Universidad Nacional de Ingeniería trabaja tanto en la identificación de riesgo, como en la capacitación a alcaldes y personal municipal en obras de protección.

Para más información: Dr. René Antonio Urroz Alvarez.
Centro de Investigaciones y Estudios de la Salud/CIES, email: urroz@hotmail.com