Es posible que las mismas instituciones que han sido creadas para brindar respuesta inmediata después de los desastres estén preparadas para promover la reducción de los desastres? La experiencia en América Latina y el Caribe parece indicar que éste no es el caso, y se necesitan mecanismos específicos para la prevención y mitigación (reducción de desastres) de los desastres por un lado y los preparativos y la respuesta a los desastres por el otro.
La respuesta de emergencia a los desastres requiere técnicas de logística, velocidad, acciones decisivas y una estructura disciplinada. Es primordial que el organismo responsable tenga la experiencia operacional y pueda brindar los servicios necesarios rápidamente bajo condiciones adversas. En la mayoría de los países de América Latina estos conocimientos y ventajas se pueden encontrar en las fuerzas armadas, y tradicionalmente, el Ministerio de Defensa brinda los recursos, el personal y el liderazgo en la mayoría de los sistemas de defensa civil. Como extensión de su mandato, las mismas instituciones responsables de la respuesta muchas veces adquieren también la responsabilidad de los preparativos, tanto al nivel comunitario como al nacional; y con todo el derecho, ya que los preparativos para desastres y la respuesta son, efectivamente, dependientes el uno del otro.
La reducción de riesgos, o prevención y mitigación de desastres, presentan retos bastante diferentes. Cualquier acción de desarrollo emprendida por la sociedad puede tanto reducir como incrementar su vulnerabilidad a los desastres naturales. La deforestación, por ejemplo, fue un factor importante del impacto devastador que tuvo el huracán Mitch en Centroamérica. Estándares de construcción mediocres en escuelas, hospitales o viviendas (o no seguir los correctos) han sido la causa principal de pérdida de muchas vidas en terremotos. Usar el terreno apropiadamente y la planificación urbana, especialmente cuando se trata de la ubicación de instalaciones de líneas vitales como hospitales en áreas menos vulnerables, tiene el potencial de salvar muchas más vidas que un esfuerzo de socorro efectivo.
Alcanzar una cultura de reducción de desastres, es decir, introducir el factor de vulnerabilidad a los riesgos naturales en el proceso de la toma de decisiones en todos los niveles, requiere un enfoque y técnicas diferentes a las que se usan para organizar operaciones de búsqueda y rescate, distribuir raciones de emergencia o instalar un hospital de campaña temporal. Los actores en el campo de la reducción de desastres incluyen instituciones financieras y gubernamentales como bancos y ministerios que cuentan con la ventaja financiera y de influir en las políticas. El diálogo sobre prevención de desastres se debe mantener con políticos, planificadores a largo plazo, arquitectos o ingenieros, mientras que si se trata de preparativos y respuesta a los desastres, la comunicación se realiza con los primeros en responder, las fuerzas armadas, policía, bomberos, servicios de salud, Cruz Roja y otros grupos de socorro.
Simplificar demasiado el problema al nivel político, amontonando todo lo relacionado con emergencias y desastres - desde la prevención hasta los preparativos - en un mecanismo único orientado a la respuesta es, en nuestra opinión, un factor importante que contribuye a que el sector de desarrollo tenga poco conocimiento e interés en la reducción de los desastres. La prevención ya no es simplemente mantener un almacén de suministros de emergencia. La participación del sistema bancario, el sector de seguros y las industrias de comercio y fabricación puede activarse más rápidamente por una institución dirigida por sus colegas, que por una donde trabajan planificadores profesionales, arquitectos e ingenieros. Es más, los más indicados para trabajar en temas de reducción de desastres no son definitivamente los más apropiados para dirigir los equipos de búsqueda y rescate y coordinar organizaciones humanitarias fuera de control. En estos casos, la experiencia de las fuerzas armadas es indiscutible.
Si los países de América Latina y el Caribe quieren reducir su vulnerabilidad estructural a los riesgos más peligrosos, primero deben adoptar leyes apropiadas y crear instituciones específicas para la prevención y mitigación de los desastres, y además fortalecer los mecanismos existentes de preparativos y respuesta tradicionales. Si no se toman estas medidas, entonces los sistemas de defensa civil de los países o los comités de emergencia estarán cada vez más ocupados atendiendo a desastres que no debieron ocurrir.
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