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Salud mental para victimas de desastres - Manual para trabajadores (Pan American Health Organization (PAHO) / Organización Panamericana de la Salud (OPS), 1999, 90 p.)

Capítulo 2. Contenido básico de salud mental

RESUMEN DEL CAPÍTULO

Descripción:

Introducción a los conocimientos “fundamentales” que guían las intervenciones después del desastre.

Finalidad:

Seleccionar el contenido básico para formular y comprender las reacciones de los damnificados después del desastre (evento traumático).

Contenido:

Concepto básico de salud mental:


· Reacciones a los factores estresantes/estrés.


· Enfrentamiento y adaptación.


· Pérdida y duelo.


· Apoyo social.


· Reacción ante la crisis y resolución de la misma.


· Sistema biopsicosociocultural.

Objetivos didácticos:

· Reseñar las teorías que explican la reacción ante factores estresantes/estrés, enfrentamiento y adaptación, pérdidas y duelo, sistemas de apoyo social, y reacción ante la crisis y resolución de la misma.


· Describir los fundamentos de los conocimientos que guían las intervenciones después del desastre.


· Adquirir los conocimientos para formular y reconocer las reacciones de los damnificados después del desastre.

Reacciones ante factores estresantes/estrés

La finalidad del presente capítulo es transmitir los conocimientos relativos a las reacciones ante factores estresantes/estrés, procesos de enfrentamiento y adaptación, pérdidas y duelo, sistemas de apoyo social, y reacción frente a la crisis y resolución de la misma. Este conjunto de conocimientos se presenta en forma de síntesis, ya que el equipo de socorro opera en condiciones de urgencia y con limitaciones de tiempo para su capacitación, así como para su trabajo después del desastre.

Factores estresantes

Eventos o condiciones (trauma) que provocan reacciones físicas o psicosociales en una persona determinada en condiciones particulares.

Reacciones

Respuestas biológicas o psicosociales de una persona ante factores estresantes, las cuales varían en intensidad, eficacia e idoneidad.

Efectos del estrés

Resultados físicos o psicosociales y consecuencias acumulativas de las reacciones; algunos de ellos son positivos o favorables.

Las reacciones frente a los eventos estresantes dependen de las características de los sucesos, los recursos del individuo, la tarea requerida y las características del ambiente social. El resultado puede ser el crecimiento, una dificultad temporal o un trastorno mental, y depende de la ubicuidad y persistencia del factor estresante. En términos generales, el sistema de estrés puede ser fluctuante, abierto, dinámico y fluido.

Además, el resultado de un evento estresante puede exacerbarse por muchos acontecimientos de la vida como:

· Etapa de la vida.
· Recursos para reaccionar.
· Sistemas de apoyo.
· Oportunidad o capacidad para influir en el ambiente.
· Significado o simbolismo concedido a la vivencia.
· Interpretación de la situación.

El estrés puede relacionarse en un momento dado con el estado psicofísico de la persona. Una variedad de estímulos ambientales pueden producir estrés; diferentes individuos responden de un modo distinto frente a los mismos estímulos.

Algunas personas parecen ser inmunes a los factores estresantes, mientras otras son en particular vulnerables a las condiciones que producen desequilibrio personal. Los estados de estrés producen reacciones psicobiológicas de duración variable, determinadas por el número, frecuencia, intensidad, duración y prioridad de las exigencias a las que se ven sometidos los mecanismos de resolución de crisis del individuo.

Concretamente, las reacciones de un individuo frente al estrés varían según:

· La situación.
· La fuerza del factor estresante (trauma).
· El estado de salud del individuo.
· Los tipos de sistemas de apoyo en la comunidad.
· La red de apoyo familiar.
· Los modos habituales de interacción humana de la persona.

Las respuestas de estrés son estados que se manifiestan por síntomas específicos, los cuales consisten en cambios del sistema biológico inducidos por un grupo de estímulos o factores estresantes. A partir del concepto de la preservación de la vida como mecanismo regulador interno del organismo, se puede colegir que el estrés es resultado de una reacción de autopreservación, cuando dichos agentes externos atacan a la persona.

La teoría del equilibrio considera al estrés relacionado con procesos cognoscitivos cuando se enfrentan amenazas y es preciso evaluar lo sucedido. Cuando el individuo anticipa daños psicológicos o físicos, aumenta la respuesta de estrés; ésta puede inmovilizarlo o causarle una sensación de desesperación, la cual se expresa en forma de impotencia.

Los investigadores han descrito el estrés como resultado de la perturbación de las actividades acostumbradas. La fuente de dicha perturbación podrían ser los factores antecedentes, mediadores o de intervención. Estos factores, cuyo efecto es el de aumentar o reducir el estrés, consisten en eventos previos (factores estresantes) que no se han resuelto plenamente, además de limitaciones internas y externas, procesos cognoscitivos de carácter afectivo, así como expectativas y apoyo social con el que cuenta la persona.

Las características sociales y psicológicas son modificadores que definen el contexto en el cual se da la secuencia factor estresante-reacción-consecuencia y producen variaciones individuales en la secuencia de reacciones. Los sistemas de apoyo social facilitan el desarrollo de estrategias de resolución de crisis que ayudan a la gente a manejar los problemas dentro de limites tolerables, mantener su autoestima, preservar sus relaciones interpersonales y satisfacer los requisitos de nuevas situaciones mediante el ensayo.

Enfrentamiento y adaptación

Enfrentamiento

Es aquella conducta que protege a la persona contra el estrés interno y externo. Esta conducta implica adaptación, defensa y control.

Otros conceptos interrelacionados que ayudan a explicar la conducta de los damnificados es el enfrentamiento y la adaptación. En esta sección se analiza el significado del enfrentamiento de la crisis, la relación de la misma con el estrés y los sistemas de apoyo sociales y emocionales, así como los elementos de la conducta de enfrentamiento tendientes a la adaptación.

La conducta de enfrentamiento nos protege de la descompensación psicológica y fisiológica; suele incorporar respuestas de acción, pero también procesos de evaluación cognoscitivos, emocionales y perceptuales. Para resolver la crisis, la persona puede tratar de cambiar la fuente de estrés o redefinir la situación de amenaza en función del significado o gravedad del problema. Además, la persona trata de encontrar la forma de acomodarse y transigir, por ejemplo, mediante la aceptación pasiva, la negación, las creencias religiosas o en el destino.

La conducta de protección por lo general sigue tres caminos:

1. La alteración de las condiciones que producen respuestas de estrés doloroso.

Ejemplo:

“Dr. Brown, si usted insiste en que me quede en el hospital unas horas más, seguiré su consejo, aunque yo creo que debería irme a mi casa para ver qué le hizo el huracán.”

2. La redefinición del significado de la experiencia productora de estrés, a fin de disminuir su importancia.

Ejemplo:

“Tuvimos suerte de que no se muriera ningún miembro de nuestra familia y que sólo unos pocos quedaron heridos cuando se cayó el techo.” O bien, “qué suerte que el terremoto fue a las cuatro y media, cuando las carreteras estaban vacías”.

3. La manipulación de las consecuencias emocionales, a fin de que queden dentro de límites manejables.

Ejemplo:

“Me da vergüenza quejarme de los daños de mi casa cuando otros perdieron mucho más.”

MECANISMOS DE ENFRENTAMIENTO

La conducta de enfrentamiento tiene la finalidad de prevenir, retardar, evitar o controlar la tensión y el estrés. Esta conducta no es inusual o rara; en realidad, toda la gente la emplea en algún momento.

Casi todos aprenden formas peculiares de enfrentar el estrés y si bien éstas varían, es usual que correspondan a pautas de conducta de:

· Evitación.
· Alteración.
· Manejo.
· Prevención.
· Control de la expresión emocional inapropiada.

Los mecanismos de enfrentamiento pueden tomar tres rumbos diferentes:

1. El individuo puede intentar cambiar la fuente de tensión o estrés; esto supone conocimientos y percepción de sus causas. La atención se enfoca en cambiar la situación antes de que surjan tensión o estrés. El objeto de esta estrategia es evitar una situación amenazante.

Ejemplo:

“Ya es hora de que abandonemos la casa.”

2. El individuo puede intentar redefinir las situaciones a fin de controlar el grado de estrés y reducir o amortiguar sus repercusiones. Esta es la manera en que se manejan el significado y la gravedad del problema. Las funciones cognoscitivas y perceptuales son importantes en este proceso. La redefinición le permite al individuo pensar que el problema no es tan importante como para preocuparse. Esto puede hacerse mediante comparaciones que llevan a la conclusión de que la situación podría ser peor o, de manera selectiva, hacer caso omiso de lo negativo y enfatizar lo positivo.

Ejemplo:

“Esta tormenta parece estar amainando y no va a causar daños graves.”

3. Las respuestas de enfrentamiento pueden ser un intento por controlar el estrés, a fin de que el individuo pueda seguir funcionando con la mayor normalidad posible. En esencia, esta acción es un esfuerzo para mantener el estrés dentro de límites tolerables y producir una adaptación a éste sin sentirse abrumado. Esta tercera estrategia abarca una serie de respuestas, tales como negación, retraimiento, aceptación pasiva, optimismo excesivo, evitación o incluso hasta pensamiento mágico, entre otras.

Ejemplo:

“Dr. Ross, tan pronto se seque el yeso, creo que podría empezar a ayudar a otros heridos; siempre me ha gustado sentirme útil.”

Las finalidades del enfrentamiento son:

· Contener la dificultad dentro de limites que la persona pueda tolerar.
· Conservar la autoestima.
· Preservar las relaciones interpersonales.
· Aceptar las condiciones de las nuevas circunstancias.

Habilidades positivas de enfrentamiento

· Orientar la propia personalidad de manera rápida.
· Planificar medidas decisivas.
· Movilizar los mecanismos de solución de problemas en urgencias.
· Aprovechar la ayuda debidamente.
· Manejar de manera simultánea las dimensiones afectivas de la experiencia.
· Expresar emociones dolorosas de modo apropiado.
· Reconocer el dolor, pero evitar obsesionarse con los sentimientos problemáticos.
· Confeccionar estrategias para transformar la incertidumbre en riesgo manejable.
· Reconocer la necesidad de depender más de lo normal y pedir, aceptar y utilizar la ayuda.
· Tolerar la incertidumbre sin recurrir a la acción impulsiva.
· Reaccionar frente a los desafíos ambientales y reconocer su valor positivo para el crecimiento.
· Usar defensas y maneras de aliviar la tensión no destructoras, a fin de manejar la ansiedad.

La conducta de enfrentamiento de crisis es una reacción frente al estrés y la tensión que sirve para defender al individuo contra daños emocionales incapacitantes.

El estrés abrumador siempre se relaciona con crisis y es el malestar emocional que se siente al experimentar problemas persistentes o demandas excesivas. Emana de las presiones inusuales, poco comunes o inesperadas; por ejemplo, el temor a someterse a una intervención quirúrgica o a los efectos de un desastre natural. El estrés se relaciona con un evento o situación concretos y difiere de la ansiedad o depresión, que también son reacciones ante los eventos traumáticos.

Habilidades negativas de enfrentamiento

· Uso de la negación excesiva, retraimiento, reclusión, evitación.
· Uso frecuente de la fantasía, prueba de la realidad deficiente.
· Conducta impulsiva.
· Furia y venganza en individuos más débiles y chivos expiatorios.
· Conducta excesivamente dependiente (evitando la separación) y contradependiente.
· Incapacidad de la persona de evocar en los demás el deseo de cuidarla.
· Supresión de emociones, lo que produce el síndrome de “desaliento-desamparo-renuncia”.
· Uso de conductas hiperritualistas sin propósito.
· Fatiga y regulación deficiente del ciclo descanso-trabajo.
· Adicciones.
· Incapacidad para utilizar los sistemas de apoyo.

El enfrentamiento se entrelaza con los recursos sociales y emocionales de la persona. El carácter de la matriz social del individuo, es decir, la red de relaciones interpersonales con parientes, amigos, vecinos, compañeros de trabajo y grupos pequeños facilita o, en caso contrario, dificulta e impide la resolución. Es a este sistema social al que las personas recurren en primer término en busca de apoyo, comprensión o ayuda para solucionar sus problemas.

El enfrentamiento también depende de las herramientas emocionales o psicológicas de la persona, es decir, sus características en lo que se refiere a virtudes y defectos. Estos recursos abarcan la aptitud de la persona para transmitir su autoestima y su capacidad para tolerar el desasosiego sin descompensarse ni agobiarse.

La habilidad para comunicarse facilita la expresión del problema y proporciona los medios para pedir ayuda para resolverlo. La autoestima se refiere a la opinión positiva que tiene el individuo acerca de sí mismo; su ausencia indica el desprecio de sí mismo.

Las estrategias de enfrentamiento se basan en un conjunto de estructuras complejas de pensamientos y conductas, a fin de producir reacciones idóneas ante un problema, para evitar que las respuestas internas sigan siendo dolorosas. Si un individuo no puede lograr este fin, la reacción puede ser perjudicial.

Pérdida y duelo

Las reacciones de pérdida, duelo y aflicción son conceptos sumamente útiles en el trabajo con damnificados. Aunque el análisis de las pérdidas suele enfocarse en la muerte, en la etapa posterior al desastre puede abarcar también:

· Destrucción de bienes materiales.
· Desempleo repentino.
· Deterioro de los procesos físicos, sociales o psicológicos.

PROCESO DE DUELO DESPUÉS DEL DESASTRE

La aflicción es una respuesta natural, reflexiva, psicológica que empieza en la infancia después de una pérdida de cualquier clase. Ésta forma parte del proceso de recuperación y depende de la intensidad y carácter de la pérdida, así como de la situación de la persona.

Duelo y aflicción

La reacción que produce la pérdida, en especial si se trata de la muerte de alguien importante o de la destrucción de objetos simbólicos en la vida emocional de la persona.

Las barreras que impiden el proceso de aflicción y duelo son:

· La satisfacción inadecuada de las necesidades básicas de la infancia.

· Múltiples pérdidas anteriores.

· El carácter de la relación con la persona desaparecida; por ejemplo, ambivalencia, dependencia excesiva o conflictos no resueltos.

· Las circunstancias de la pérdida súbita; es decir, si fue violenta o si no se puede recuperar al cadáver.

· Los valores culturales como “hacerse el fuerte, sin llorar”.

Muchos profesionales han llamado la atención hacia el proceso de cinco pasos del duelo por el que pasan las víctimas de los desastres:

1. Negación.
2. Furia/ira.
3. Negociación.
4. Depresión.
5. Aceptación/resignación.

Estas cinco etapas no siempre ocurren, ni lo hacen siempre en un orden determinado. Sin embargo, las etapas y su orden están sujetas a la influencia decisiva de la personalidad y actitud general de la persona hacia la vida. La intervención terapéutica ayuda a la persona en duelo a progresar en el proceso, si “se atasca” o tiene problemas para resignarse.

Los procesos de duelo, aflicción y luto incluyen elementos cognoscitivos que con frecuencia se expresan en forma de síntomas físicos o psicológicos. El proceso empieza con el reconocimiento y aceptación de la pérdida. El individuo necesita aceptar la realidad intelectual y emocionalmente.

Cuando solamente se produce una aceptación intelectual de la pérdida, las probabilidades de desadaptación emocional aumentan.

El proceso de duelo hace que la persona pase sucesivamente por las etapas de choque emocional, aflicción aguda y resignación. En el camino, suele padecer molestias físicas o volverse más susceptible a las enfermedades; quizá se retraiga y se vuelva apático, es factible que se vuelva más hostil hacia los demás o se aísle por completo.

Una reacción predominante es una defensa intensa de negación; es decir, las víctimas parecen preocuparse por actividades o conversaciones que no incluyen la mención de la pérdida. Esta reacción tardía al parecer facilita la resolución de emociones incontrolables.

A fin de comprender la función del luto, es importante examinar la calidad de las relaciones personales interrumpidas por la pérdida. Un alto porcentaje de los dolientes no supera la etapa de impotencia y “resignación”. A su vez, esto precipita diversos grados de depresión, incluida la interferencia en todas las funciones de toma de decisiones necesarias para que el damnificado pueda reorganizar su vida. A raíz de esta incapacidad para afrontar todas las interacciones humanas y burocráticas necesarias para obtener recursos de los organismos de socorro, la sensación de crisis se intensifica. La continuación e intensificación de la aprensión de los damnificados frente a la crisis, da lugar a una espiral descendente que lleva a una falta de energía, depresión, pasividad, pérdida de autoestima y conducta de desamparo.

En última instancia, la forma en que una víctima se enfrenta a los problemas durante un periodo de estrés emocional influye en el hecho de que ésta surja de la crisis con una susceptibilidad más intensa a los trastornos mentales o con mayores probabilidades de mejorar sus habilidades de resolución de crisis después del desastre.

Sistemas de apoyo social

Red social/sistema de apoyo

El grupo de individuos que ejercen influencia mutua en sus propias vidas para satisfacer necesidades humanas específicas. Para el individuo, la red social a menudo es fuente de respeto, aprobación y definición de sí mismo. Los vínculos en una red de apoyo social dependen del tipo y calidad de la comunicación entre sus miembros.

Recursos emocionales

Las capacidades para resolver el estrés que origina un problema, basadas en la experiencia para solucionar problemas. Los recursos emocionales le permiten a una persona soportar las presiones del estrés, angustia y sentimientos depresivos, además de tener confianza en sí mismo para fijar metas y emprender acciones eficaces. Cuando estos recursos no bastan para soportar la tensión, el individuo puede sucumbir al estrés y manifestar conductas no adaptativas.

Recursos sociales

Son la suma de las relaciones de un individuo, que forma una red de vínculos sociales con individuos y grupos para definir y obtener apoyo emocional.

Los recursos sociales y emocionales de los damnificados guardan relación con sus experiencias anteriores con respecto al estrés y las crisis, la pérdida y luto, así como la resolución de crisis y adaptación. La red de apoyo emocional y social de una persona influye de manera considerable en el resultado de pasar por la experiencia de un desastre. Por tal razón, los consejeros en desastres deben ser muy conscientes de los tipos de recursos sociales y emocionales de que disponen los damnificados. Este conocimiento le permite al trabajador de socorro ayudar a vincular al damnificado con esta matriz social, y aumentar la capacidad de éste para resolver el estrés causado por el desastre.

Los grupos sociales tradicionales, estables y estructurados tienden a promover vínculos estrechos y, por ende, protegen a sus miembros contra las consecuencias patológicas en la etapa posterior a la crisis. Sin embargo, esta infraestructura puede alterarse o desaparecer en un desastre grave. Los profesionales que prestan atención a las víctimas deben estar al tanto de la existencia y uso de los sistemas que proporcionan apoyo social y emocional a los damnificados.

Algunos estudios han revelado que el damnificado logra resolver la crisis muchas veces en relación directa con el uso de los sistemas de apoyo. Inmediatamente después de una calamidad, las personas que dependen principalmente de sus vínculos con familiares y amigos cercanos, y menos de los vecinos y las organizaciones formales o benéficas, suelen resolver eficazmente el estrés que produjo la catástrofe. Incluso años después, los vínculos de estos damnificados con su sistema de apoyo social son más íntimos que antes de la catástrofe.

Al enfrentar un evento estresante, el individuo por lo general apela primero a su reserva de mecanismos emocionales internos, a fin de resolver el problema que tiene ante sí. Cuando estos mecanismos fracasan, el individuo suele recurrir al apoyo de su red social. Esta estrategia de resolución de problemas, que se basa primero en los recursos personales y después en los sociales, es el modelo generalizado de conducta que emplea casi toda la gente.

Sin embargo, quienes están abrumados por el estrés grave, a menudo tenderán a depender primero de los recursos sociales. Si éstos fracasan, emplearán sus propios recursos emocionales, limitados por las circunstancias, o sea, se retraen, expresan su impotencia y se aíslan.

Es evidente que la calidad de la red social de una persona y el contexto sociocultural en que actúa son factores determinantes primordiales de la conducta de resolución de crisis. La red social puede ser una fuerza importante en la conservación de ciertas formas de conducta o en la determinación del grado y dirección de los cambios. Sean cuales fueren los cambios, dicha red de relaciones en el entorno del desastre puede apoyarlos o no y facilitar o no los esfuerzos de adaptación, según los valores sociales y culturales aplicables a la situación.

En periodos de estrés, los individuos pueden emplear sistemas de apoyo formales e informales como ayuda para enfrentar sus problemas. La afiliación de grupo como forma de desarrollar la red de apoyo social de la persona, es necesaria cuando ésta se ve desplazada o reinstalada, así como en caso de quedar completamente aislada. Esta red proporciona a la persona información, asesoramiento, protección y refuerzo de la individualidad y valía personal.

Respuesta ante la crisis y resolución de la misma

Crisis

Periodo crucial o momento decisivo en la vida de una persona que tiene consecuencias físicas y emocionales. Una crisis es un periodo limitado de desequilibrio psicológico precipitado por un cambio súbito y significativo en la situación vital del individuo. Este cambio da lugar a la necesidad de ajustes internos y al uso de los mecanismos de adaptación externa que rebasan temporalmente la capacidad del individuo.

TEORÍA DE LA CRISIS

El modelo de crisis ha revestido importancia considerable para los trabajadores que atienden damnificados. Este modelo transmite el concepto de que ciertos eventos vitales originan la pérdida de las modalidades habituales de conducta, como resultado de la confusión personal, la tensión y perturbación emocional que acompañan al estrés. También plantea que existen periodos cruciales en que el individuo debe tomar decisiones que tendrán consecuencias a largo plazo en su modo de vida y grado de ajuste ulteriores.

Los individuos darán diferente significado a un evento según:

· Su percepción de lo que ha ocurrido.
· Su experiencia anterior en eventos peligrosos.
· El éxito o fracaso al manejar sus repercusiones.

Por consiguiente, una crisis variará según las personas o la sociedad afectadas. Hay grupos que definirán un evento determinado como generador de una crisis y otros no.

La fase final de la crisis incluye encontrar defensas y maneras apropiadas de dominar la sensación de aflicción durante un estado de conmoción. Este proceso de reconstitución consiste en destinar recursos personales y sociales a conseguir un equilibrio y funcionamiento eficaces. La activación de las aptitudes que la persona necesita para resolver la crisis emergen en esta fase final.

Al resolver una crisis, un individuo puede intentar:

· cambiar, disminuir o modificar un problema;
· devaluar un evento buscando satisfacción en otro sitio; o
· resignarse a lo que ha sucedido y luego tratar de controlar el estrés resultante.

El individuo en crisis puede considerarse como un sistema integral afectado por la acción recíproca de los cambios dinámicos, que, a su vez, están continuamente a merced de los mecanismos biopsíquicos naturales, cuya función es lograr un estado de estabilidad y equilibrio personal. Ésas son las entradas y salidas de información y energía en el sistema.

El punto esencial de crisis es que la intensidad de la energía exceda la capacidad del organismo para ajustarse y adaptarse a ella. El individuo se ve abrumado y el sistema entra en un estado de ritmos biológicos desequilibrados y desorganización temporal.

La fluctuación grave de un individuo frente a un evento crítico resulta de la desorganización de los sistemas psicológico y somático. Las consecuencias de esta fluctuación abarcan la tensión personal y el estrés graves. El desequilibrio puede depender de la muerte de un ser amado, la pérdida de ingresos o bienes materiales, enfermedades, mudanzas u otras vivencias personales importantes.

Los cambios en los papeles personales y en las conductas usuales o previstas suelen producir, como consecuencia secundaria, problemas en las relaciones interpersonales. En la medida en que ocurren esos cambios, el individuo tiende a presentar nuevos estilos de conducta cuya finalidad es manejar el estrés y, por consiguiente, disminuir el malestar y el dolor.

Es probable que si la respuesta de estrés es grave o prolongada, produzca una enfermedad mental. Si se combinan eventos prolongados o graves experimentados durante el desastre, el damnificado puede recurrir a mecanismos de adaptación, psicológicos o conductuales, problemáticos para enfrentar la situación.

La teoría de las crisis se basa en las siguientes hipótesis:

Hipótesis:

Los desastres son factores estresantes que tienen repercusiones en las víctimas, dando lugar a una situación de crisis, la cual afecta a los sistemas biológicos, psicológicos, sociales y conductuales.

Hipótesis:

La integración y síntesis de información fenomenológica compleja conlleva a una formulación integral que conceptúa la situación del damnificado en un momento determinado después del desastre. Esto le aclara la situación al trabajador de socorro y le ayuda a planear una intervención psicológica.

Hipótesis:

En el momento del impacto, la conducta de la víctima dependerá de factores previos de la vida y de la interpretación y definición que dé al evento amenazante.

Hipótesis:

A fin de comprender al individuo que padece de estrés, la situación específica debe incluir las quejas principales y el problema que éste presenta, la relación de dichos problemas con la precipitación de los factores y una descripción de los eventos vitales previos pertinentes como parte de la evaluación y las indicaciones para la intervención en crisis.

El impacto inicial de un factor estresante puede originar un nivel de estrés estimulado por:

· El tipo y duración del desastre.

· Las pérdidas sufridas.

· El papel social del damnificado, habilidades para la resolución de crisis y el sistema de apoyo.

· La percepción e interpretación que el sobreviviente da a la catástrofe.

Cada una de estas reacciones representa diferentes etapas de la resolución de crisis, paralelas a las etapas del desarrollo. Estas reacciones producidas por el desastre, a su vez, pueden sufrir la influencia de otros eventos ambientales de carácter traumático, un “segundo desastre”, producido por todo los problemas del entorno y fragmentación de los sistemas de la comunidad.

ORGANIZACIÓN DE LOS PRINCIPIOS PARA COMPRENDER LA CRISIS

Los damnificados, cuyas vidas se ven interrumpidas por un cataclismo y a los que se ofrece ayuda para que se recuperen de los traumatismos físicos, tienen que desarrollar una conducta de adaptación. Pueden utilizarse las técnicas de observación psicológica y entrevista para comprender estas conductas, a fin de evaluar el grado de aflicción y brindar la asistencia y apoyo necesarios.

A través de observaciones y entrevistas, el socorrista puede identificar las siguientes condiciones:

· Características de la personalidad.

· Tipo de eventos históricos que han llevado a la víctima a su nivel de desarrollo.

· Mecanismos de adaptación usuales y métodos de que dispone la victima para enfrentar las crisis frente a traumatismos físicos y traumas psicológicos.

· Historia del desastre y cómo afectó al individuo física y subjetivamente.

· Conducta reactiva y habilidades de personalidad para adaptarse a la nueva situación, posterior al desastre.

· Sistemas de apoyo social y comunitario al alcance de las víctimas y uso que hagan de estos recursos a favor de su recuperación.

· Nivel de apoyo disponible en la matriz social, tal y como se mide en función del grado de organización de la comunidad frente a la desorganización de la unidad de urgencia oficial y los organismos de socorro.

· Equilibrio social entre la disponibilidad de los recursos de los sistemas de apoyo e intensidad de los factores estresantes, los cuales aumentan la dificultad para obtener la ayuda adecuada para conseguir atención médica y psicológica.

Todas estas variables empiezan a presentar el equilibrio entre la conducta adaptativa y no adaptativa, y pueden manifestar la vulnerabilidad de los damnificados y sus necesidades especificas antes de poder recuperar el equilibrio psicológico. Estas variables identificarán el conjunto interactivo de respuestas que influye en el curso de la resolución de la crisis, a medida que interactúan con las condiciones de desastre.

Los damnificados recurren primero a sus propias habilidades de personalidad para adaptarse. Si no pueden resolver los múltiples eventos ocasionados por la catástrofe, a continuación tratarán de acceder a las fuentes de apoyo, intentando obtener asistencia del personal de atención en urgencias. Si estos recursos no están disponibles o son insuficientes para satisfacer las demandas de los eventos vitales producidos por el desastre, los damnificados pueden apelar a las creencias, valores y símbolos que se originan en su cultura. En la conducta posterior al desastre, muchos de ellos aprovechan todos los recursos disponibles simultáneamente y de manera complementaria.

Después del desastre y con el transcurso de las horas, algunos damnificados no son capaces de resolver sus problemas y siguen presentando ansiedad, apatía, ira, pesadillas, insomnio y dificultades en sus relaciones interpersonales. En algún momento en la conducta de resolución de crisis del damnificado, el socorrista encontrará una coyuntura que lleve a un punto final sano o patológico. El trabajador de socorro necesita adquirir las aptitudes y conocimientos con los cuales evaluar la situación y tomar en consideración los procedimientos de intervención terapéutica que apoyen y guíen a los damnificados hacia el logro del mejor resultado posible, dada la situación. Este objetivo requiere planificar la logística y capacitar al personal de orientación en crisis.

También en la etapa posterior al desastre, el personal de socorro puede estar expuesto al estrés del desastre y presentar problemas emocionales. Los familiares de los damnificados, los profesionales médicos y los socorristas son vulnerables a las consecuencias del estrés posterior al desastre. Los trabajadores de socorro pueden prever problemas emocionales como repercusión de un peligro natural, incluidas las reacciones como temor, choque, aturdimiento psíquico, ansiedad, depresión y quejas psicosomáticas.

REACCIONES EMOCIONALES

Se han identificado varias etapas de la resolución de crisis después de un desastre. Estas etapas se superponen y los damnificados se regresan sin distinciones claras a otras etapas. Esta capacidad emocional es una reacción normal en los damnificados que experimentan respuestas de estrés, y su estado emocional puede fluctuar durante algún tiempo.

Al principio, el damnificado utiliza la negación de la realidad de la situación o de las repercusiones físicas del trauma. Un damnificado puede verbalizar aceptación de lo que ha sucedido o incluso admitir estar agradecido de que no sea peor. Esta falta de reacción emocional frente a la realidad de las molestias o cambio, señala una necesidad de defenderse de la asimilación plena de las consecuencias del trauma. El nivel de adaptación a las manipulaciones necesarias para la intervención médica puede variar de las quejas leves a las exageradas, a una falta de interés aparente.

Al integrarse en la conciencia la realidad de la nueva situación, puede aparecer en la víctima un conjunto nuevo de síntomas:

· Episodios de reacciones emocionales intensas que sobrecargarán la defensa de negación.

· Inquietud, manifestaciones de ansiedades, habla rápida o disminuida, resistencia pasiva al asesoramiento médico o episodios cortos súbitos de irritación, signos de frustración.

· Reacción desvalida e indecisa a las órdenes.

· Indicios de desorganización psíquica, con el transcurso del tiempo y según la intensidad del traumatismo somático.

· Episodios de temor, fluctuaciones del estado de ánimo sin episodios de llanto y resentimiento por pedidos insignificantes de los profesionales de socorro.

Necesita vigilarse un tipo importante de conducta, a la que se describe como la “culpa del superviviente”. Esta conducta se define como sentimientos ambivalentes de estar agradecido por estar vivo y, al mismo tiempo, sentirse culpable por estar vivo cuando otros han muerto o sufrido lesiones peores. Esta conducta puede anteceder sentimientos de depresión o ideación paranoide y puede ser precursora de depresión paranoide clínica.

Trastorno por estrés postraumático

El trauma psíquico es un proceso que se inicia con un evento catastrófico al que se enfrenta una persona y que es una amenaza abrumadora aguda para la supervivencia. Cuando ocurre el evento, el sistema nervioso central pierde la capacidad de controlar los efectos de desorganización que produce la experiencia y provoca un estado de desequilibrio. El evento sume a la persona en un estado traumático, que dura el tiempo que necesitan los sistemas del cerebro para regresar a un estado organizado. Existe una necesidad de comprender la nueva visión del mundo; o sea, el por qué, el cómo y el significado del hecho de que ocurriera el evento.

La constitución genética, física y de personalidad de un individuo, su estado mental cuando sucedió el evento, el nivel de desarrollo psicológico, los sistemas de apoyo existentes, y el contenido, intensidad y duración del evento, contribuyen a la gravedad del efecto traumático.

La característica central del trastorno por estrés postraumático es la aparición de síntomas típicos después de experimentar un evento psicológico traumático o eventos fuera de lo que por lo general se considera la gama normal de la experiencia humana.

Los síntomas característicos son:

· Reexperimentación del evento traumático.
· Aturdimiento de la capacidad para reaccionar hacia el mundo exterior o de participar en él.
· Síntomas del sistema nervioso autónomo de disforia o cognoscitivos.

Las reacciones frente a los efectos del desastre o de sus consecuencias pueden producir en el damnificado expresiones conductuales y emocionales diversas:

· Recuerdos de tipo obsesivo del evento que se repiten y preocuparse por ellos. Éstos pueden aparecer en sueños o pesadillas.

· Periodos en los que se sienta distante y aislado. Este aislamiento puede perturbar las relaciones sociales de manera intermitente.

· Síntomas de excitación del sistema nervioso autónomo y ser más sensible a ruidos fuertes o situaciones desconocidas que reaparecen varios meses después del trauma psíquico del desastre.

· Problemas de memoria y dificultades para realizar tareas cotidianas habituales.

Estos cambios sutiles en la personalidad y en la sensación de competencia social son difíciles de diferenciar de las características emocionales preexistentes de la persona o la respuesta aguda al impacto del desastre. No obstante, el socorrista debe tener en cuenta estos cambios en el funcionamiento al hacer la evaluación diagnóstica de la calidad de la reacción de estrés, el nivel del trauma psíquico y las secuelas de la resolución de la crisis psicológica.

Sistema biopsicosociocultural

CONCEPTOS FUNDAMENTALES EN QUE SUSTENTA LA COMPRENSIÓN DE LOS DAMNIFICADOS*

* Adaptado de Weiner, H. Perturbing the organism. The Biology of Stress Experience. Chicago Press: Chicago II 1,1992.

· El organismo es un sistema dinámico en evolución de intercambio y procesamiento de información.

· Existe en un ambiente en constante transformación donde se da una transferencia de información dentro del cerebro y el ambiente y entre ambos.

· La relación recíproca entre los subsistemas consiste en una gran variedad de señales de comunicación de una manera rítmica regular o irregular.

· El organismo es un sistema de comunicación complejo del intercambio de información mediante señales que provienen de fuentes externas e internas y afectan el ritmo de estas señales de comunicación (neurológicas, hormonales, endocrinas).

· La experiencia estresante perturba estos ritmos y afecta su función, a veces desorganizándolos.

· La función es un concepto unificante y dinámico que se centra en un enfoque integrado del organismo en su mundo. Los patrones de la fisiología y la conducta son interdependientes.

· Cualquier perturbación en un componente del organismo conducirá a un cambio en su función, lo que sirve de base a la teoría de respuesta de estrés. Casi todas las funciones vitales operan de manera rítmica, a intervalos diferentes. Estos ritmos están perturbados cuando su modalidad operativa usual experimenta un cambio; sufren trastornos por las experiencias estresantes, que se manifiestan en cambios en los sentimientos y la conducta, la cual puede entenderse como indicio de que las funciones biológicas están perturbadas.

· Se presentan determinadas respuestas apropiadas integradas y coordinadas con respecto a cada experiencia estresante. A veces, según las características individuales, estas respuestas son inapropiadas, excesivas o inadecuadas, en cuyo caso surgen los síntomas.

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