Las noticias de un desastre natural de gran magnitud a menudo llegan a la comunidad internacional pocos minutos después de que ocurre. En las horas siguientes, los organismos públicos, las instituciones voluntarias y la ciudadanía comienzan a movilizar recursos en una notable demostración de solidaridad humana e internacional. Cuando la asistencia internacional se destina a atender las necesidades prioritarias, alivia el sufrimiento y acelera el proceso de rehabilitación. Sin embargo, cuando va mal dirigida a causa de la percepción infundada que tienen los donantes de lo que "deberían ser" las necesidades sanitarias, solo agrava los problemas contribuye al caos.
Lamentablemente, durante el último decenio, esta última ha sido la norma observada después de los terremotos y huracanes ocurridos en las Américas, pese a los constantes esfuerzos de organismos como UNDRO, la Liga de Sociedades de la Cruz roja y la OPS/OMS para influir en esas prácticas.
En este articulo se analizarán varios factores que llevan a la asistencia internacional a crear un "segundo desastre" y se recomiendan posibles soluciones.
Una dificultad compleja y de solución delicada
El deseo de la comunidad internacional de contribuir en la fase inmediata y más critica de las actividades de socorro crea una compleja dificultad para los países que afrontan una situación de emergencia. En la etapa inmediatamente posterior al desastre, los países afectados a menudo se muestran renuentes, quizá por temor a comprometer la soberanía nacional o su sentido de auto-responsabilidad, a indicar exactamente qué clase de asistencia se necesita y, quizá más importante, qué no se necesita.
La multiplicidad de portavoces del gobierno que hacen declaraciones oficiales contradictorias o aceptan ofertas de ayuda sin ningún criterio crea confusión durante los primeros días después del desastre, que son los más críticos. La información conflictiva o infundada sobre las necesidades tiene tan poco valor como la falta de información.
Además, la asistencia extranjera para fines de socorro sirve para fomentar una compleja gama de intereses de los donantes. Si bien se presta con intención generosa y altruista, lamentablemente, a veces se enreda en la política interna, las relaciones públicas o la competencia desleal y queda neutralizada por estas en el afán por "llegar primero al lugar de los hechos". Por ejemplo, la asistencia en forma de envíos de suministros recogidos apresuradamente y despachados por vía aérea para que los donantes tengan la oportunidad de destacarse en una de las primeras conferencias de prensa programadas, puede ser inapropiada desde el punto de vista técnico y contraproducente en sentido político.
Por último, el temor de romper el protocolo diplomático o de ofender a posibles países donantes evita a menudo que las naciones afectadas por un desastre sean francas en lo que respecta al valor de la asistencia internacional proporcionada, perpetuando con ello errores tradicionales en administración de desastres. Afortunadamente, parece que esa tendencia comienza a desaparecer en América Latina y Europa a medida que los países luchan por acabar con el ciclo contraproducente de expresar profunda gratitud por asistencia no solicitada e inapropiada.
Respuesta inmediata frente a respuesta acertada
En América Latina se ha exagerado a menudo la necesidad de recibir una respuesta internacional inmediata y la pertinencia de ésta. Cabe afirmar que esa clase de respuesta si desempeña una función importante al complementar los recursos locales existentes o proporcionar personal y equipo especializados. Sin embargo, la utilidad de la asistencia internacional depende de su pertinencia para resolver las necesidades reales en el momento en que se recibe y no en el momento en que se solicita o se ofrece.
Es lamentable que la conveniencia política y la presión del público lleven a veces a algunos países donantes a despachar apresuradamente suministros y personal médicos antes de que el país afectado pueda evaluar sus necesidades más apremiantes. Son un buen ejemplo de ello el reciente terremoto ocurrido en México y los deslizamientos posteriores a la erupción volcánica registrada en Colombia. El tamaño extraordinario del Distrito Federal de México (17 millones de habitantes) y sus vastos recursos hicieron innecesaria cualquier asistencia sanitaria internacional inmediata excepto técnicas muy especializadas como las de rescate y salvamento. No se necesitaron hospitales de campaña, personal de salud, medicamentos ni voluntarios. Pese a las declaraciones oficiales de las autoridades nacionales a esos efectos, de todos los puntos del hemisferio salieron vuelos de rescate con destino a México que llevaron a la Asociación Médica Americana a indicar en su Boletín del 4 de octubre de 1985 que aunque el gobierno no lo solicitó, los médicos respondieron a la tragedia causada por el terremoto.
Comenzaron a llegar a la ciudad equipo y suministros médicos no solicitados como sangre, plasma y otros artículos enviados de ordinario con ulterioridad a los desastres naturales por creerse erróneamente que escasean, los cuales compiten con la atención inmediata, el espacio y las facilidades de transporte asignados a necesidades mis apremiantes.
En ambas casos, puesto que las noticias dadas en ciertos medios de comunicación sobre los muertos y la destrucción causada por la tragedia implicaban también una urgente necesidad de voluntarios externos, miles ofrecieron generosamente su ayuda. Sin embargo, se sabe que la llegada inesperada de voluntarios extranjeros a América Latina, una región que tiene un número considerable de recursos humanos, representa una pesada carga para el sistema de servicios de atención de salud que ya está sobrecargado. Aunque muchos voluntarios extranjeros o equipos médicos efectuaron consultas previas con organismos conocedores de la situación y, por tanto, resolvieron no viajar, otros se desplazaron a los países afectados por haber recibido mala información o desatendido las recomendaciones recibidas. Solo nos resta reiterar la preocupación de los administradores de situaciones de emergencia que ponen en tela de juicio la motivación de los voluntarios internacionales de salud que imponen sus servicios a un país que desea y puede valerse de sus propios recursos sanitarios.
Evaluación y coordinación de necesidades
Las observaciones anteriores no implican, de manera alguna, que la asistencia internacional no tenga una función y un lugar determinados. En realidad, son pocos los países que pueden movilizar los recursos necesarios para fines de socorro, rehabilitación y reconstrucción con posterioridad a un desastre de gran magnitud. Estas observaciones se ofrecen para recalcar la importancia de evaluar las principales necesidades antes de aceptar o proporcionar ayuda internacional a fin de dirigir las operaciones de socorro a los campos que, según lo revelado por la evaluación, son los que mis lo necesitan. El acopio y la difusión de la información apropiada constituyen la clave de la eficacia de la administración de emergencia y el tiempo gastado en realizar esas actividades no es tiempo perdido sino bien invertido. No causa sorpresa el hecho de que muchos países opten por dedicar sus propios recursos al socorro inmediato para salvar vidas y que, ulteriormente, se dirijan a la comunidad internacional en busca de apoyo para la restauración de los servicios básicos y la atención de salud a las poblaciones desplazadas.
Sea un buen donante Pura gobiernos, organizaciones privadas y las ONG: · consulte a sus propios especialistas en preparativos para desastres y actividades de socorro del sector nacional de salud, al Ministerio de Salud del país afectado y/o a la OPS/OMS antes de enviar suministros o personal de salud; Las personas que deseen ayudar: · deben consultar con las autoridades nacionales de salud, la Cruz Roja o la Oficina OPS/OMS del país respectivo; En resumen, las instituciones y las personas deben ofrecer la misma clase de asistencia que desearían para su propia comunidad en caso de desastre. : La Fundación Panamericana de la Salud y Educación (PAHEF)
es una institución sin fines lucrativos que sirve de eslabón entre donantes
y receptores. Adquirió personería jurídica en 1468 y desde entonces ha sido
reconocida en toda la América Latina y el Caribe por su eficiencia
administrativa, responsabilidad fiscal y apreciación de las necesidades de
salud. PAHEF es una institución colaboradora de la OPS y acepta donaciones para
fines específicos (por ejemplo, las actividades de socorro realizadas en México
y Colombia). Todas las donaciones se destinan a un fondo fiduciario especial
para uso exclusivo en esa actividad. Las personas interesadas en enviar
contribuciones pueden dirigirse a: Fundación Panamericana de la Salud, 525
Twenty-third St. N.W., Washington, D.C. 20037, EE.UU |
Suministros médicos no solicitados
compiten con la atención y espacio asignados a necesidades más
urgentes. Foto:
OPS
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