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Lecciones Aprendidas en América Latina de Mitigación de Desastres en Instalaciones de la Salud (Pan American Health Organization (PAHO) / Organización Panamericana de la Salud (OPS), 1997, 116 p.)

Capítulo 2: Costo - efectividad

El modelo costo - beneficio

La literatura tradicional de evaluación de proyectos de inversión recomienda la aplicación del análisis costo-beneficio no sólo a los proyectos privados sino también a los de infraestructura social. De esta manera se estaría contrastando el conjunto de beneficios o rendimientos que harían elegible a una inversión frente a los costos en que se incurre para realizarla.

Sin embargo, en la práctica la aplicación del análisis costo-beneficio presenta limitaciones cuando se aplica a proyectos en los que está involucrado un servicio humano complejo, como es el de la salud. Por otro lado, dado que los recursos económicos serán siempre limitados, estos programas compiten con otros programas de impacto social como son los programas de educación, vivienda, etc., cuya importancia relativa en la región nadie deja de reconocer. Por ello, el impulso tiene que proceder no solamente del sector gubernamental, sino también de sectores sociales en la aportación de recursos, conocimientos y voluntad política para la mitigación de daños por desastres.

Existen también problemas metodológicos para su aplicación8. Por una parte, no todos los beneficios o costos relacionados con preparativos y respuesta ante desastres son cuantificables. Esta dificultad se enfrenta particularmente cuando se trata de expresar en términos monetarios los beneficios sociales, políticos e incluso psicológicos que las obras de mitigación hospitalaria podrían aportar.

8. Véase Anderson, Mary B. Dra., Analyzing the costs and benefits of natural disaster responses in the context of development, Banco Mundial, Mayo 1990.

En segundo lugar, el mayor problema metodológico se encuentra en el intento de descontar los costos y beneficios futuros y en incorporar el riesgo ante desastres naturales en el análisis. Las tasas de descuento son sujetas a un amplio debate en la literatura, tanto como la variedad de caminos para incorporar el riesgo en análisis de costo-beneficio.

Si la evaluación costo-beneficio en materia de proyectos hospitalarios resulta en si compleja, más aún resulta la destinada a proyectos de reestructuración con fines de mitigación. De una parte, se trata de obras tendientes a preservar vidas humanas, lo que introduce una dimensión cualitativa que se contrapone a un intento de medición (son proyectos cuyos productos no son susceptibles de traducir en beneficios expresados en unidades monetarias) y, de la otra, por tratarse de proyectos o programas sociales, que para la evaluación de costo-beneficio nos enfrentamos con un avance metodológico mucho menor de que si se tratara de proyectos económicos, para los que existe ya una metodología de aceptación general.

Es indudable que la vida tiene un valor intrínseco, y aún cuando se reconozca que una evaluación asigna un valor a la vida humana, ello no contesta la pregunta de cuál debería ser ese valor. Por ejemplo, cuando se adaptan decisiones limitando los programas de salud, se está estableciendo implícitamente que las vidas que se podrían salvar tienen menos valor que el costo del proyecto.


Las medidas de mitigación no estructurales representan costos bajos, como por ejemplo asegurar estantería de bodegas, farmacias y oficinas. Hospital Quillota, Chile.

Adicionalmente, para llegar a conclusiones sobre hasta qué punto ha existido una relación costo-efectividad favorable ex post derivada de la aplicación de medidas de mitigación en la infraestructura hospitalaria de América Latina y el Caribe, se requeriría disponer de una muestra suficientemente grande de estudios de casos en los que se hayan aplicado tales medidas.

Debería contarse además, con un período suficiente de tiempo para conocer cuáles han sido los efectos de la aplicación de tales medidas en lo relativo a la eliminación o atenuación del número de víctimas y daños materiales registrados en desastres naturales ocurridos con posterioridad a la puesta en práctica de las mismas.

En este sentido, habría que disponer de datos tales como el costo de reforzamiento en comparación con el costo de las reparaciones estructurales y no estructurales en hospitales, realizadas con posterioridad a un desastre natural, ya sea que hayan aplicado medidas de mitigación previas al mismo o que no lo hayan hecho. Al margen de estas consideraciones, es necesario hacer énfasis en que no siempre un hospital intervenido estructuralmente, dentro de su período de vida útil, enfrentará con certeza un fenómeno de la magnitud para lo que ha sido reforzado. Sin embargo, cuando está en juego la vida humana no cabe ahondar demasiado en la justificación de tales inversiones.

De lo expresado hasta aquí podría concluirse, que si bien el análisis costo-beneficio puede aportar elementos útiles a la discusión, no puede por sí mismo concluir el debate en torno a la aplicación de un programa concreto de mitigación. En efecto, el análisis costo-beneficio es más adecuado para analizar proyectos privados pero no para la evaluación de proyectos sociales, dentro de los cuales se encuadran los de mitigación.

La aplicación de un modelo de costo - efectividad

En vista de lo anterior, es necesario desarrollar un modelo de análisis que, sin dejar de perseguir una asignación racional de los limitados recursos, utilice instrumentos y procedimientos que permitan medir los logros que se espera alcanzar en materia de mitigación, comparándolos con los que se obtendrían por vías alternativas en circunstancias semejantes y contrastándolos con los objetivos buscados.

De esta manera, nos estaríamos aproximando más al concepto de costo-efectividad según el cual no se impone como prerrequisito que los productos del proyecto deban ser traducidos a unidades monetarias.

El análisis de costo-beneficio se basa en un principio muy simple: compara los beneficios y los costos de un proyecto particular y, si los primeros exceden a los segundos entrega un elemento de juicio inicial que indica su aceptabilidad, mientras que el análisis costo-efectividad aunque sigue la misma lógica, compara los costos con la potencialidad de alcanzar más eficientemente los objetivos no expresables en moneda, sino en productos.

En este sentido el evaluador en la fase ex ante debería contribuir presentando la gama de alternativas disponibles, lo que exige un diagnóstico basado en un conocimiento concreto de la realidad.

Como es bien sabido, la evaluación es una actividad que tiene por objeto maximizar la eficiencia de los programas (minimización de los costos de los insumos o maximización de los productos del proyecto) o su eficacia (grado en que se alcanzan los objetivos del proyecto). Véase la Gráfica I.9

9. Para realizar la evaluación de un proyecto hay que precisar:

· el universo del proyecto, es decir al conjunto de personas u organizaciones receptoras de los servicios del mismo;

· las unidades de análisis u objeto de la evaluación, (es la primera elección decisiva que es necesario realizar para llevar a cabo la hipótesis que es una afirmación conjetural referente a la realidad que el proyecto pretende modificar y explica cómo es que dichas transformaciones se van a producir);

· el plan de análisis mediante el cual se sintetiza la información, para ello deben tomarse decisiones sobre la cantidad y tipo de información, recolección requerida y la clase de análisis a aplicarse;

· el contexto que puede ser macro (régimen político, actitudes frente al proyecto, influencia de grupos de interés, etc.), y micro, que se refiere al ambiente en que se realiza la evaluación; los instrumentos de la información como por ejemplo, encuestas;

· las formas y pasos del procesamiento de la información (codificación, análisis de consistencia de las variables, y las técnicas de análisis que se refieren a la sensibilidad de las variables utilizadas frente a cambios de grado).

Por ejemplo la efectividad de las inversiones de un proyecto hospitalario (o del reforzamiento de uno existente) podría medirse en función de la ampliación de los servicios (producción) que traerá aparejada la obra, como serían:

a. Número de consultas médicas de urgencia o de medicina general.

b. Número de egresos de medicina interna (también los ingresos o admisiones).

c. Número de camas habilitadas.

d. Número de usuarios (derechohabientes) de los servicios de salud respecto del total de población demandante.


Gráfico 1: Flujo del proyecto y la aplicación del ABC O EL ACE

Es por lo tanto importante considerar en la evaluación no sólo los aspectos cuantificables, ya que la posibilidad de traducir una dimensión del proyecto a unidades monetarias no es sinónimo de su relevancia. Ante esta situación, es recomendable se realice un listado de dichos aspectos y de sus consecuencias, incluyéndolos como parte de la evaluación y permitiendo sean tomados en cuenta en el proceso de decisión.

De aquí que los objetivos de estos proyectos deban ser considerados como fines últimos perseguidos por la sociedad, por lo tanto pertenecen más bien al campo político y no al análisis técnico. Sin embargo, la identificación de alternativas constituye una dimensión central de este análisis. Se podrá así comparar el grado de eficiencia relativa que tienen proyectos diferentes para obtener los mismo objetivos.

En la determinación de los indicadores que se utilicen para medir los beneficios pueden existir limitaciones de información o de operatividad de los sistemas, por lo que se hace necesario emplear métodos indirectos de estimación a través de documentación referencial de otros hospitales de servicio público o privado. El paso siguiente consiste en plantear distintas alternativas de solución, especificando en cada caso la magnitud de los insumos requeridos y los productos resultantes. En México, por ejemplo, en el manejo de las estadísticas de servicios, en cuanto a la cobertura de la demanda, el IMSS emplea el indicador agregado de consultas por cada 1.000 derechohabientes usuarios (DHU) y se refiere al fragmento de la población inscrita que utiliza efectivamente los servicios médicos, la cual representa aproximadamente un 85% de la población total de derechohabientes adscritos a las unidades médicas de la institución10. Los derechohabientes están constituidos por la población asegurada, más los familiares dependientes económicos.

10. Véase Instituto Mexicano del Seguro Social, Indicadores para el Cálculo de Recursos Físicos de las Unidades Médicas, México, 1993.

En las áreas médicas, la producción de servicios comprende una amplia gama de indicadores, diferenciados por el tipo de instalación que se trate. Así por ejemplo, se tiene cinco grandes áreas usuales de atención: Consulta Externa, Servicios Auxiliares de Diagnóstico, Servicios Auxiliares de Tratamiento, Urgencias, y Hospitalización.

Cabe señalar que de la correcta especificación de los indicadores definidos por área depende la correcta estimación de los costos de inversión en remodelaciones, ampliaciones, o reforzamientos estructurales.

Consulta Externa. Los servicios se contabilizan según: Consultas otorgadas en medicina familiar, especialidades, urgencias y dentales. En estos casos y los subsecuentes se estiman indicadores relativos a hora consultorio al año, consultas por cada 1.000 DHU, y población soportada por hora consultorio al año. Estos indicadores se desagregan a su vez por región, instalación médica, o por especialidades médicas.11

11. Las especialidades médicas consideradas son 32, a saber: Cirugía General, Pediatría, Gineco-Obstetricia, Medicina Interna, Traumatología, Oftalmología, Otorrinolaringología, Urología, Cardiología, Dermatología, Cirugía Pediátrica, Neumología, Psiquiatría, Gastroenterología, Medicina Física, Cirugía Plástica, Neurología, Angiología, Endocrinología, Oncología, Proctología, Hematología, Reumatalogía, Infectología, Alergología, Cirugía Cardio-Vascular, Cirugía Maxilo Facial, Genética, Medicina del Trabajo, Nefrología, y Audiología.

Servicios Auxiliares de Diagnóstico. Comprenden los laboratorios de análisis clínicos, y el servicio de radiodiagnóstico. En ambos, las estadísticas se manejan por persona atendida, análisis realizados, y estudios practicados.

Servicios Auxiliares de Tratamiento. Se subdividen en medicina física, radioterapia, banco de sangre, quirófano, y tococirugía. En cada caso, las estadísticas se refieren a sesiones practicadas, intervenciones quirúrgicas, o atención de partos.

Servicio de Urgencias. El catálogo de servicios incluye atenciones de consultas, atenciones en sala de curaciones y atención en salas de observaciones. Si bien, el funcionamiento de Urgencias está condicionado a la disponibilidad de laboratorios de análisis clínicos, radiodiagnóstico, sección de terapia intensiva y quirófano, las estadísticas que se generan son sobre población DHU atendida por consultorio, por sala de curaciones y por cama de observación.

Servicio de Hospitalización. Este es quizás el servicio de mayor empleo en la conformación de indicadores de servicio médico, por estar representado básicamente por las camas censables. De aquí se derivan indicadores más puntuales como son los egresos por cada 1.000 DHU, ingresos programados y urgentes, promedio de estancia de los usuarios, camas por cada 1.000 DHU, días-paciente y población DHU por cama disponible. Con esta panorámica de los indicadores de servicio más frecuentemente utilizados por las instituciones de salud, es posible derivar indicadores técnicos para la estimación del costo-efectividad de los proyectos de inversión en reforzamiento de hospitales.

Como se sabe, el proceso de elaboración y puesta en marcha de un proyecto constituye un ciclo de aproximaciones sucesivas en el que, habitualmente, se diferencia tres "estados" básicos: preinversión (idea del proyecto, estudio del perfil, análisis de prefactibilidad y factibilidad), inversión (diseño y ejecución) y evaluación. Para la identificación de los costos y beneficios del proyecto que son pertinentes para su evaluación es necesario, por otra parte, definir una situación base o situación sin proyecto; la comparación de lo que sucede con proyecto versas lo que hubiera sucedido sin proyecto definirá los costos y beneficios del mismo. Un primer paso de la evaluación es, pues, la prueba "con" y "sin" el proyecto, que consiste en comparar la proyección de las tendencias presentes (prognosis sin intervención) con las modificaciones que ellas sufrirían como resultado del mismo.

Es posible que los resultados de la evaluación de un mismo proyecto sean negativos en la evaluación costo-beneficio (el proyecto da pérdidas) y positivos en la evaluación social (el proyecto incrementa el bienestar de la comunicad)12.

12. Evaluación de Proyectos Sociales, Ernesto Cohen y notando Franco, Siglo XXI Editores, 1992

Como se verá más adelante, los costos de las reestructuraciones son relativamente bajos en comparación con la inversión de un hospital, y la medida de la rentabilidad de esta inversión radica en la comparación de este costo con el monto de las pérdidas tanto económicas como humanas que ocasionaría un desastre.

La importancia del análisis de vulnerabilidad en la aplicación del método costo efectividad

Para acciones eficaces para la mitigación de los efectos de los desastres naturales deben conocerse previamente las características de la amenaza, su ubicación geográfica y su magnitud, tanto en el país como específicamente en el área en que se piensa ubicar una obra de infraestructura o mejorar una instalación existente. Uno de los pasos fundamentales del análisis costo-efectividad es, pues, el de disponer de un diagnóstico de la situación en el que se especifique el problema que el proyecto en cuestión tratará de superar.

La comunidad científica dispone, en la mayoría de los casos, de estadísticas sobre ocurrencia de eventos y magnitud de los mismos, áreas de afectación y períodos de retorno probables. Incluso, se cuenta a veces con esta información procesada en forma gráfica mediante mapas de zonificación y hasta microzonificación, que incluyen además características geológicas y dinámicas de los suelos de la región. Sobre la base de este conocimiento, se pueden estimar las pérdidas probables ante eventos futuros.13

13. Véase Rosales, Vanessa, Políticas generales para incorporación de las amenazas naturales en proyectos de inversión en infraestructura de la salud, Programa Preparativos para Emergencias, Organización Panamericana de la Salud, sept. 1995.

El análisis de la información sismológica existente en la Región, tanto en los catálogos sísmicos, como en las fuentes históricas, junto con la información geológica disponible en cada país, permite elaborar mapas de zonificación o riesgo sísmico, en donde se divide al país en zonas de igual sismicidad. A cada zona corresponden parámetros específicos para la evaluación de las solicitaciones sísmicas.

Existen datos sobre riesgos sísmicos para varias regiones de América Latina que son útiles a este respecto14. Dichos datos aparecen expresados en términos de la intensidad máxima esperada, con 90% de posibilidad de que ésta no sea sobrepasada. Estas zonas aparecen identificadas ya sea como líneas de fallas geológicas o mediante otras características geotectónicas.

14. Nos referimos a los datos conocidos como de Máxima Intensidad Modificada de Mercalli (MMI)

Por ejemplo, el Centro Nacional de Protección frente a Desastres Naturales de México (CENAPRED), elaboró un Atlas Nacional de Riesgos. En el se distinguen los de origen geológico (sismos, vulcanismo, deslizamiento y colapso de suelos), hidrometeorológicos tales como ciclones tropicales, inundaciones, nevadas, granizadas, sequías, lluvias torrenciales, temperaturas extremas, tormentas eléctricas, mareas de tempestad e inversiones térmicas, y otros fenómenos. El Atlas se estructuró en tres apartados:

1. Descripción del fenómeno. Se definieron los fenómenos y se determinaron los elementos participantes en su evolución, describiendo sus alcances en cuanto a los impactos destructivos en el lugar de incidencia.

2. Ubicación. Se ubicaron geográficamente los fenómenos destructivos en aquellas zonas o regiones de afectación o incidencia en esta localización, y dependiendo del nivel de agregación que se requiriera, se integró a nivel nacional, estatal o municipal.

3. Vulnerabilidad. Que en el lenguaje del CENAPRED se denomina Afectabilidad. Se plantearon los sistemas expuestos al riesgo (población, bienes, servicios, ecología, etcétera), en función del nivel de protección natural o artificial con que cuentan los sistemas.

Con base en esta información se han podido determinar en México aquellas zonas que presentan un mayor riesgo, así como los efectos que se estima pudieran derivarse, lo cual permitirá alimentar y afinar los criterios de identificación, con el propósito de establecer los mecanismos de prevención de desastres en las distintas regiones del país. Como se sabe, la distancia de una determinada ubicación a los epicentros y las características de su suelo determinan el efectivo riesgo sísmico15.

15. En cuanto a la calidad del suelo, suelen distinguirse 4 categorías: i) roca; ii) grava densa o su equivalente; iii) arenas de mediana densidad o arcillas rígidas; y, iv) arcilla que varia entre media y blanda.

Dentro de un mismo país o región existen marcadas diferencias en cuanto al riesgo sísmico, que pueden llegar a superar 1,5 grados en la escala de Mercalli. A partir de datos como éstos, un proyecto de mitigación podría, por ejemplo, fijar un límite superior al 10% sobre el riesgo máximo Mercalli Modificado durante un período de 20 años.

Con el objeto de evaluar las fuerzas sísmicas, los edificios se clasifican de acuerdo con su uso y sus características estructurales. En cuanto al uso, la mayoría de las normas distinguen a los edificios importantes ya sea porque en ellos existan grandes concentraciones de personas, o porque su supervivencia resulte vital para responder a las situaciones de emergencia provocadas por los sismos.

Conviene subrayar que los hospitales son un buen ejemplo tanto de edificios con una gran densidad de uso, como de centros indispensables para la atención de las víctimas después de un sismo. En general, a los edificios importantes se les asigna un factor de sobrediseño que afecta directamente al cálculo de las fuerzas sísmicas16.

16. Véase Iglesias, Jesús, Normas de Diseño Sismorresistente en América Latina: Limitaciones, presentado al Seminario internacional de Planeamiento celebrado en Lima, Perú, entre el 20 de agosto y el 9 de septiembre de 1989.

De acuerdo con las recomendaciones de la OPS17, se debe tomar en cuenta en la planificación de la construcción y en la remodelación de estructuras hospitalarias, la vulnerabilidad de área en la que se encuentran asentados o en la que se ubicarán.

17. Véase, Zeballos, José Luis, El rol de la OPS en preparativos hospitalarios para situaciones de desastres, Lima, Perú, septiembre de 1989.

Previamente a ello habría que clasificar los hospitales de acuerdo con sus factores de riesgo y vulnerabilidad frente a desastres. Paralelamente habría que desarrollar planes de respuesta interna y externa en hospitales, así como proceder al correspondiente adiestramiento del personal.

Un proyecto de mitigación deberá estar necesariamente referido al número de víctimas y daños materiales, así como la interrupción de los servicios que prestaba, que el reforzamiento de un hospital o la construcción de uno nuevo con coeficientes más elevados de resistencia ante desastres naturales permitirá evitar. Sin embargo, no resulta fácil predecir cuál sería la situación de no haberse realizado el proyecto en referencia. Por otra parte, mientras la ocurrencia de huracanes se puede hasta cierto punto predecir, no ocurre lo mismo con los temblores.

Por otra parte, dado el espaciamiento temporal con que ocurren los desastres naturales y su diferente naturaleza y grado de intensidad, resulta extremadamente difícil, con base en la experiencia pasada, derivar relaciones medianamente válidas para fijar algunos parámetros que relacionen desastre-víctimas o desastre-daños materiales.

Por ejemplo, si el estudio de las amenazas naturales en un sitio específico escogido para ubicar un hospital nuevo demuestra que se trata de una zona de altísima peligrosidad, para la cual las normas vigentes sobre diseño y construcción no pueden garantizar niveles aceptables de seguridad o de funcionalidad ante un evento natural, el proyecto debería descartarse en favor de uno en un sitio más adecuado. Para esta decisión, un factor de peso lo constituye la disponibilidad y conveniencia de las "líneas vitales": accesos, abastecimiento de agua potable y electricidad, y comunicaciones.18

18. Véase Rosales, Vanessa, Políticas Generales ...op cit.

Naturalmente que si las modificaciones son significativas se afectará el presupuesto original del proyecto. En cambio, si se trata de un hospital existente, se parte el hecho de que éste es inamovible y que la inversión que se haga deberá garantizar un nivel mínimo de seguridad y de funcionalidad.

Además, deberán tomarse en cuenta en el Análisis de Vulnerabilidad19 ciertos aspectos asociados a la zona de influencia del hospital en caso de una emergencia, y estimarse los efectos que un probable desastre ocasionarían en dicha zona, tales como la capacidad de acceso de personas al hospital, y la correspondiente demanda emergente del servicio hospitalario que surgiría ante esa eventualidad.

19. Boroschek Krauskopf, R. Establecimiento de un plan nacional para la reducción de los efectos sísmicos en sistemas de salud, Conferencia internacional sobre Mitigación de Desastres Naturales en Instalaciones de Salud, México, febrero 1996.

Suponiendo que el área seleccionada, para proyectos de infraestructura nueva es la adecuada y que se conoce el grado de amenaza del entorno en el caso de infraestructura existente, el siguiente paso consistiría en determinar el grado de cumplimiento del diseño propuesto a los requisitos locales de seguridad (como códigos y normas de construcción). En el caso de que los códigos de construcción no ofrezcan los requisitos de resistencia al tipo de amenaza identificada, debe propenderse a su modificación. También podrá considerarse necesario realizar obras de infraestructura preventiva en las zonas de riesgo.

No se cuenta en todos los países de la región con una normativa de soporte, como un código de construcción de cumplimiento obligatorio, que permita cuantificar el nivel mínimo de seguridad o el riesgo aceptable. Así, resulta preocupante que en algunos países con reconocida susceptibilidad al embate frecuente de desastres, como terremotos y huracanes, se carezca de normas propias, adaptadas a su propio contexto. En muchos casos, estas normas o códigos existen, pero no tienen carácter obligatorio, o no se crearon paralelamente a los mecanismos para velar por su acatamiento. En otros casos, la limitación es de orden presupuestal, persistiendo la vulnerabilidad de los hospitales.

Este punto es crítico, ya que deberá definirse un "nivel de riesgo aceptable", lo cual entraña dificultades incluso de orden ético. Por ejemplo, qué grado de pérdidas se puede aceptar; si se desea garantizar únicamente la preservación de vidas o más bien la operatividad del servicio después de que ocurre un desastre; si se considera apropiado que el edificio permanezca en pie, sin colapsar, aunque se dañen equipos e instalaciones valiosas; si es suficiente que el edificio permanezca en pie únicamente hasta evacuar a todos sus ocupantes; si se contará con recursos financieros para recuperar lo que se pierda; y, finalmente si existen otros hospitales o centros de salud en las cercanías a los que se pueda referencias tanto a los pacientes como a las víctimas de un desastre.

En el caso de México, como se verá en el Capítulo III, a muchas de estas interrogantes se ha tratado de dar respuesta en el Programa de Estudios para la Reestructuración de Unidades de Atención Médica de la Secretaría de Salud.

Además, durante la Conferencia Internacional sobre Mitigación de Desastres en Instalaciones de Salud celebrada en dicho país, en febrero de 1996, a cuyas conclusiones ya se ha hecho referenciar, se suscribió el acuerdo de "Hospitales Seguros" entre el Director de la OPS y el Secretario de Salud de México. Este acuerdo está en vías de ser aplicado una vez que el Comité Científico establezca las bases sobre las que operará. Según el mismo se certificará - mediante comités nacionales e internacionales - a los hospitales que cumplan con las normas establecidas a nivel internacional diseñadas para reducir su vulnerabilidad ante desastres naturales. Cabe resaltar, sin embargo, que se registran ya avances en el reforzamiento de los principales centros hospitalarios manejados por el sector público.

La tendencia actual en América Latina y el Caribe es la construcción de servicios de salud para niveles locales, de menor complejidad, o hacia el equipamiento, modernización y ampliación de hospitales complejos en operación. En ambos casos, lo ideal sería considerar el entorno en términos de las amenazas naturales presentes y de las restricciones para el abastecimiento (agua, electricidad, accesos), aunque se hace necesario tener diferentes enfoques para cada caso.

Por otra parte, la información relativa a los riesgos que enfrentan diversas regiones en las que probablemente se asentarán nuevos proyectos hospitalarios puede servir también a las entidades financieras internacionales, donantes y agencias de cooperación para obligar a los países a que ejecuten estudios de amenaza y vulnerabilidad previo al otorgamiento de un empréstito para infraestructura de salud. De esta forma estarían asegurando su inversión y protegiendo a los países de incurrir en mayor endeudamiento por la necesidad de recuperar los servicios de salud afectados por la ocurrencia de un desastre.

Medidas de mitigación cuya aplicación se recomienda

La OPS ha determinado un conjunto de medidas de mitigación para ser aplicadas en edificaciones hospitalarias existentes, clasificadas según se trate de riesgos en la estructura, riesgos no estructurales y los relativos a la conducta humana. Estas aparecen resumidas en el Cuadro 1.

La aplicación de medidas para el reforzamiento estructural, que deben ajustarse a las normas y requisitos técnicos del país, contemplará, entre otros aspectos, el reforzamiento de muros y contrafuertes en el exterior del edificio, muros de relleno de pórticos con diagonales ancladas, encamisados de columnas y vigas y, de ser el caso, la construcción de un nuevo sistema de aporticado.

CUADRO 1

Estructurales

No estructurales

· Diseño

· Elementos arquitectónicos (cielos rasos, fachadas, ventanas, puertas, etc.)

· Calidad de la construccion

· Líneas vitales de funcionamiento (agua, energía, comunicaciones, etc.)

· Tipo de materiales

· Instalaciones eléctricas, mecánicas e hidráulicas; muebles, equipos médicos y otros enseres

· Condiciones del suelo


· Localización del terreno


· Características sísmicas


· Cumplimiento y aplicación


de normas de construcción


Funcionales y de organización

· Distribución física espacial

· Información pública

· Motivación

· Planes de contingencias

· Programas educativos

· Entrenamiento al personal de salud

· Realización de simulacros

· Organización de sistemas

En cuanto a las medidas no estructurales, se contemplan las siguientes:

1. Remoción. Alejar materiales peligrosos o retirar revestimientos vulnerables.

2. Reubicación. Elegir sitios seguros para equipos pesados o materiales peligrosos.

3. Restringir movimiento de equipos. Sujetar al piso cilindros de gas o generadores.

4. Anclaje. Asegurar con pernos o cables los equipos pesados.

5. Acoples flexibles. Emplear tuberías flexibles en las uniones con edificios.

6. Soportes. Aplicar sujetadores a equipos ligeros desprendibles.

7. Sustitución. Suplir en techos el material de teja por cubiertas livianas.

8. Modificación. Colocar recubrimientos plásticos a vidrios y materiales frágiles.

9. Aislamiento. Colocar paneles laterales a estantes y puertas.

10. Refuerzo. Colocar mallas de alambre o recubrimientos a muros vulnerables.

11. Redundancia. Almacenar medicamentos de reserva en sitios aislados.

12. Repuesta rápida y reparación. Almacenar suministros y herramientas en sitios accesibles y seguros que permitan su rápida utilización en emergencias.

La mayoría de estas intervenciones para reducir la vulnerabilidad no estructural - así como los trabajos de mantenimiento - pueden ser identificadas y ejecutadas por funcionarios del propio hospital con un mínimo de inversión económica.

Una vez establecidas las medidas de seguridad de estructuras, servicios y personas se recomienda organizar y desarrollar simulacros que midan la capacidad de respuesta del complejo hospitalario ante emergencias.

Algunas medidas no-estructurales, con muy bajos costos para su implementación


Señalización para salidas de emergencia.


Acoples flexibles en las uniones


Respuesta rápida y herramientas como extinguidores en sitios accesibles y seguros

CUADRO 220

ETAPAS

PROCESO DE PREPARACIÓN DEL PROYECTO

ACTIVIDADES EN RELACIÓN A DESASTRES

FASE PRELIMINAR

IDEAS DE PROYECTOS


Determinación de la vulnerabilidad

Generación de ideas de proyectos de inversión

- Recolección de información básica sobre desastres.



- Determinación del valor asignable a los desastres, dentro del estudio integral.

DIAGNÓSTICO

PERFIL DE PROYECTO


Determinación de recursos y necesidades. Identificación de la capacidad institucional frente a problemas críticos.

Preparación de perfiles de proyectos.

- Identificación de situación de desastres naturales en el área.



- Determinación del riesgo social aceptable de cada tipo de desastre.



- Determinación de la información base de riesgo y vulnerabilidad.

FORMULACIÓN Y PLAN DE ACCIÓN

PREFACTIBILIDAD


Formulación de la estrategia local, incluyendo programas de apoyo institucional y legal. Formulación de los proyectos de inversión.

Formulación del proyecto. Revisión de su viabilidad técnica y económica.

- Identificación y análisis técnico de medidas de mitigación en el proyecto.


FACTIBILIDAD

- Evaluación de medidas de mitigación.


Formulación detallada y evaluación final de proyectos seleccionados.

- Evaluación de proyecto (s) al nivel de prefactibilidad.



- Selección de las mejores opciones de proyectos y medidas de mitigación.



- Evaluación económica final considerando el riesgo.



- Diseño final de proyecto (s) incluyendo medidas de mitigación estructurales y no estructurales.

INSTRUMENTACIÓN

INSTRUMENTACIÓN


Aplicación de la estrategia integral: programas institucional, fiscal y legal, y proyectos de inversión.

Instrumentación de proyectos de inversión seleccionados.

- Monitoreo de procedimientos de construcción de acuerdo con diseño ingenieril y medidas de mitigación estructural.



- Monitoreo de medidas de mitigación no estructural .



- Diseño de monitoreo de largo plazo para garantizar la operación de medidas de mitigación instrumentadas.

20. Preparado con base en información de OEA/USAID, Primer on Natural Hazard Management in Integrated Regional Development Planning. Washington, D.C. 1991.

Etapas para la aplicación del análisis costo-efectividad en proyectos de mitigación

Con base en una readaptación de la metodología tradicional para la formulación de proyectos de inversión, es posible identificar las diferentes etapas que habrá de cumplir un proyecto de mitigación. Estas se reseñan en el Cuadro 2.

A continuación se describe con mayor detalle la información requerida en cada una de estas fases:

Estudio Preliminar

En esta fase se definirá la información que será empleada para el estudio del área de riesgo, los objetivos y las características del estudio y se preparará el programa de trabajo.

Diagnóstico

La información sobre desastres naturales, y mapas de riesgo será utilizada en el diagnóstico para la identificación de áreas propensas al riesgo; zonificación de uso de suelo; e identificación preliminar de medidas de mitigación.

Estudios de Prefactibilidad y Factibilidad

La información sobre vulnerabilidad será utilizada para afinar los costos y beneficios del proyecto al nivel de prefactibilidad. Las consideraciones de riesgo serán incorporadas en las diferentes etapas de formulación del proyecto (el estudio de mercado, la localización, aspectos de ingeniería, etc.); además deberán seleccionarse las medidas estructurales y no estructurales de mitigación. En el nivel de factibilidad, la información disponible puede ser complementada por valuaciones de desastres específicos, lo que permitirá afinar cálculos de costo y beneficio. Pueden ser empleados métodos de evaluación probabilística para la generación de indicadores de distribución de riesgo.

Instrumentación

La instrumentación de una estrategia integral y de proyectos particulares de mitigación deberá incluir el monitoreo de los procedimientos de construcción para asegurar su adecuación a los estándares de ingeniería recomendables en la parte estructural. Se programará, asimismo, el monitoreo de largo plazo para asegurar la adecuación de las medidas de mitigación de diseño no estructural.

Rubros a considerar en un proyecto de mitigación y criterios de evaluación

Un proyecto de mitigación comprende, como se ha visto, varias fases que podrían resumirse en:

1) Análisis de vulnerabilidad,
2) proyecto de obra,
3) ejecución de la obra, y
4) pruebas de resistencia.

Ya nos hemos referido a la primera etapa, consistente en la apreciación de la vulnerabilidad del área donde está emplazada o será emplazada la obra, mediante diversos estudios de riesgo, según las distintas regiones del país.

En cuanto al proyecto de obra, este debe contemplar, además del terreno, las inversiones en infraestructura básica (construcción, cancelaría, instalaciones para suministros básicos, acabados), equipamiento (equipo médico, administrativo, comunicaciones y transporte), obra exterior (pavimentación, alumbrado, jardinería). Debe contemplar también los costos indirectos accesorios al proyecto, como son remoción de escombros, demoliciones, instalaciones temporales para suplir la suspensión de servicios mientras dura la obra, y otros gastos corrientes.

La determinación de los costos de mitigación para hospitales existentes requiere la aplicación de una metodología que reúna al menos cuatro condiciones21:

21. Véase Céspedes Mogollón, Julio, Evaluación preliminar del costo de rehabilitación hospitalaria, Universidad Nacional de Ingeniería, Seminario Internacional de Planeamiento, Diseño, Reparación y Administración de Hospitales en Zonas Sísmicas, Lima, Perú, sep. 1989.

1. Criterios para la valorización

Es necesario valorar por separado los aspectos estructurales de los no estructurales. Entre los estructurales están la planta y las instalaciones comprendidas en la edificación. Entre los no estructurales se cuentan los equipos fijos, médicos y complementarios.

2. Valorización del deterioro y la obsolescencia de instalaciones y equipos

Requiere ser aplicada a cada uno de los componentes y partes por motivo de su heterogeneidad. Para ello es conveniente la observación de los índices de rehabilitación, reparación, eliminación, modificación respecto a un equipo nuevo.

3. Indicadores y proporciones actualizadas

Los costos se estimarán en relación a la inversión inicial de construcción y equipamiento de un hospital moderno equivalente al que se proyecta construir. La participación porcentual permitirá conocer la magnitud de inversión en cada sector hospitalario, de manera individual.

4. Flexibilidad

La metodología de valuación no puede ser aplicada de manera rígida a cualquier tipo de hospital. Es necesario considerar las variables condicionantes de cada caso particular, como son la actualización tecnológica, el nivel de financiamiento disponible, los estándares de seguridad locales, la capacidad de operación, entre otros.

Normas para la medición de los costos y efectividad del proyecto

En la formulación de proyectos de mitigación es conveniente una unidad de criterios para definir los costos y los efectos esperados. Para ello, se recomienda la participación de las áreas involucradas para definir los términos de referencia iniciales y los conceptos de costo y beneficio a considerar. Seguiría la enumeración de las condiciones técnicas, administrativas, económicas y políticas de cada caso, que guiarán los parámetros de valoración. Los principales criterios de valuación serían los siguientes22:

22. Naciones Unidas, Manual de Proyectos de Desarrollo Económico, 1958

Valoración

Definición de la unidad monetaria a emplear.

Homogeneidad

Es conveniente definir una fecha fija de valoración de las unidades monetarias, a efectos de salvar diferencias de orden inflacionario, y del tipo de cambio, y hacer comparables los montos de valoración.

Extensión

Cuantificación de las repercusiones económicas del proyecto por el proyecto mismo (efectos directos), y por los recursos empleados y los beneficios resultantes (efectos indirectos).

Al momento de formular el proyecto es posible que se presenten limitaciones técnicas conceptuales o prácticas para configurar los efectos de manera agregada u homogénea, restringiendo las posibilidades de evaluar correctamente los beneficios o los costos.

La evaluación de la rentabilidad o más bien la efectividad de los proyectos de inversión en hospitales, sobre todo cuando pertenecen al conjunto de servicios gubernamentales de atención a la salud, es compatible con otros proyectos de orden social, como las escuelas, y los servicios de alumbrado eléctrico, entre otros. Se considerarán, por tanto, los indicadores de orden social que revelen los servicios otorgados a un núcleo de población claramente determinada, según su ubicación geográfica, posición económica, sexo, o edad.

Así, en el caso de un proyecto de mitigación, los beneficios esperados tienen que ver con los servicios adicionales que el proyecto permite asegurar al disminuir las consecuencias de un desastre natural (por ejemplo: número de consultas médicas de urgencia o de medicina general, número de ingresos y egresos de medicina interna, número de camas habilitadas y, en general, número de usuarios de los servicios de salud respecto del total de población demandante).

Factibilidad de un proyecto de mitigación y criterios para asignarle prioridad

El grado de vulnerabilidad o factor de riesgo de las instalaciones hospitalarias está asociado al tipo de instalación que se trate, a sus condiciones físicas, su ubicación geográfica, su localización urbana, grado de deterioro, obsolescencia, e intensidad de uso. En este sentido, la factibilidad de un proyecto de mitigación depende de las condiciones particulares que rijan en el sector salud del país correspondiente y con los recursos presupuestares de que pueda disponerse para su realización.

Existen también diferencias en cuanto a la factibilidad que tienen que ver con la magnitud del proyecto de mitigación, dado que en la mayoría de los casos, se requiere de la atención de secciones bien definidas dentro de las instalaciones del hospital, o de soluciones arquitectónicas alternas para toda una planta. En la mayor parte de los casos, la factibilidad técnica se basará en los resultados de los indicadores de ingeniería, y la factibilidad financiera en las razones de costo-efectividad del proyecto.

Los factores que conducen a dar prioridad a un proyecto de mitigación son, entre otros, los siguientes:

1. Monto de la inversión, (que puede considerarse relativamente modesto en relación a la construcción de un hospital nuevo).

2. Población objetivo. Un proyecto de mitigación frente a desastres naturales, tiene que ser referido a una población objetivo dentro de un área geográfica, a la que se dirigen soluciones de prevención o mitigación de riesgos. La oferta de servicios estará fundamentada en la magnitud de la demanda de esa población objetivo.

3. Tipo de servicios demandados.

4. Localización de las instalaciones y radio de cobertura poblacional.

5. Economías de escala por encadenamiento de niveles de atención.

6. Plazo de realización. Los proyectos de reforzamiento de instalaciones observan distintos períodos, que van desde los 25 hasta los 36 meses.

Magnitud de las inversiones en medidas de mitigación

Son contados los estudios que permiten cuantificar el costo de las inversiones necesarias para llevar a cabo proyectos de mitigación en hospitales existentes. Tampoco se dispone de cifras para un número suficiente de casos que permita establecer con precisión parámetros que relacionen los costos adicionales de aplicar a un hospital nuevo medidas que eleven su resistencia frente a desastres naturales, con los beneficios que aportaría a la población estos mayores desembolsos.

De aquí que a las cifras que se ofrecen en esta sección, por provenir del estudio de un número limitado de casos y de diversas fuentes, debe asignárseles más bien un carácter ilustrativo.

Se estima, por otra parte, que el costo de los elementos no estructurales como son instalaciones eléctricas, guarniciones, o materiales de laboratorio, puede llegar a representar entre el 75% y el 85% de los costos de edificación. Su desprendimiento o colisión ante eventos naturales puede significar una gran pérdida para todo hospital, por lo que la instrumentación de medidas de diseño preventivo y de seguridad pueden ahorrar gastos significativos de rehabilitación. El rubro de equipamiento es sumamente diverso. Como equipamiento médico pueden considerarse el equipo de laboratorio, los quirófanos, además de equipos más o menos sofisticados de análisis clínicos, motivo por el cual su valoración estará sujeta a las condiciones particulares del hospital de que se trate y de su disponibilidad presupuestal.

Se estima a grosso modo que una inversión en mitigación con la que se aumente la resistencia estructural de un hospital cuya construcción se proyecta realizar, puede elevar los costos totales de la obra totalmente equipada entre 1 y 2 por ciento. Este monto no sólo resulta claramente compatible con el beneficio de prevenir la pérdida de vidas humanas, sino que seguramente redituaría en economías de mayor magnitud durante los daños que se sucederían a la ocurrencia de un eventual desastre.

Por otra parte, las consideraciones de la Agencia Federal de los Estados Unidos para el Manejo de Emergencias (FEMA)23 y utilizadas por varios investigadores que "el incremento promedio del costo de las instalaciones de salud debería ser menos del 1,5% del costo de construcción del edificio, el cual, por supuesto, es sólo una parte del costo total del proyecto". El costo de proteger un hospital contra vientos huracanados generalmente es menor que el de protegerlo contra terremotos.

23. Seismic Considerations-Health Care Facilities, FEMA 150.

El análisis de los casos estudiados para el período 1979-1993 en la región de América Latina y el Caribe, revela que el costo de las reestructuraciones llevadas a cabo, teniendo en cuenta la necesidad de reducir los efectos de posibles fenómenos naturales futuros, oscilan entre 4 y 8 por ciento del valor de un hospital ya construido. (Obviamente que esta proporción se elevaría a casi el doble si dicha inversión se relacionara sólo con la parte estructural de un hospital.)


El equipamiento hospitalario y los elementos no estructurales pueden llegar a representar de 75% a 85% de los costos de edificación.

Los trabajos de reforzamiento de estructuras, según las experiencias referidas, han llegadro a representar un costo total que oscila entre el 8 y el 1.5% del costo de la norte estructural de una obra ya construida.24 En la literatura sobre mitigación, se tiene referencia de que la diferencia en los costos entre una edificación construida con elevadas especificaciones contra amenazas naturales como la sísmica, en comparación con una similar que no considere estos estándares de resistencia frente a dichos riesgos, puede oscilar entre 1% y 4% del costo total de la edificación. En otros estudios sobre el particular estos costos se sitúan entre el 1 y el 2% del costo de edificación.25 El costo de reforzamiento traducido a camas hospital oscila entre los 2.000 y los 5.000 dólares. Si se considera que el costo de cama hospital oscila entre 55.000 y 110.000 dólares, puede señalarse que una reestructuración con fines de reforzamiento contra riesgos por sismo, oscila entre el 2% y el 5% del costo por cama. Este costo, sin dejar de ser importante, es redituable si se considera que la eventualidad de un desastre natural puede colocar a las autoridades de salud en condiciones de pérdida total de las instalaciones vulnerables. Todas éstas son estimaciones que deben ser verificadas mediante análisis más detenidos. Considerando el grado de vulnerabilidad de un hospital podría concluirse que es más conveniente realizar esta erogación que contratar un seguro contra riesgo, o asumir los costos de reposición; lo anterior sin considerar las pérdidas humanas y sociales.

24. Según experiencias en México del Hospital Juárez y en Costa Pica del Hospital Nacional de Niños y Hospital Monseñor Sanabria (las dos últimas reportadas por Miguel E Cruz a la OPS).

25. Véase OPS, Mitigación de desastres en las instalaciones de salud, ídem.

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