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Manual para Simulacros Hospitalarios de Emergencia (Pan American Health Organization (PAHO) / Organización Panamericana de la Salud (OPS) - WHO - OMS, 1995, 62 p.)

Capítulo 1: Aspectos generales de los simulacros hospitalarios

Conceptos básicos

Definición de términos

Antes de entrar en el tema propuesto para este documento, es necesario definir el término "simulacro" como la representación de situaciones de la manera más aproximada posible a la realidad del hecho o acontecimiento propuesto para ser simulado. No sobra decir que la mejor simulación es la realidad misma, de la cual y a partir de su análisis y evaluación se pueden extraer conclusiones valiosas. Tales conclusiones deben ser utilizadas, como en el caso de las simulaciones hospitalarias de desastres, para determinar el grado de preparación de la institución y de las personas involucradas para hacer frente al hecho simulado y por generalización a situaciones semejantes; evaluar el comportamiento de acuerdo con el plan preestablecido; tomar medidas correctivas ante las fallas detectadas, y continuar el proceso teniendo siempre presente la necesidad de mejorar y superar constantemente las metas fijadas.

Para llevar a cabo la simulación, es necesario contar con las personas, edificios, equipos y otros elementos cuya interacción en el contexto de la situación nos permite llevar a cabo la representación deseada.

La representación puede ser dramatizada y práctica, incluyendo la acción como el elemento más importante. El simulacro incluye la participación de grupos numerosos de personas que actúan de acuerdo a un libreto o plan preestablecido; en el caso de los simulacros hospitalarios, un grupo previamente entrenado representa o dramatiza una situación de desastre intra, extrahospitalario o mixto, frente a un público que no es pasivo, representado por los funcionarios hospitalarios y de las demás instituciones participantes en el ejercicio. Estas personas deben responder de acuerdo con otro libreto (o libretos en el caso de coordinación interinstitucional), el cual responde a los planes de cada institución para hacer frente a la situación planteada y cuya práctica, evaluación y actualización son en última instancia el objetivo del simulacro.

En otros casos el ejercicio es más de tipo intelectual y analítico, resolviendo individualmente o en grupos pequeños y de manera teórica problemas presentados por escrito, poniendo a prueba la certeza del juicio en la toma rápida de decisiones. Estos ejercicios se denominan "simulaciones de escritorio" y son muy útiles para pequeños grupos de personas, principalmente del nivel directivo y podrían ser recomendables para el Comité Hospitalario de Preparativos para Desastres y otros grupos operativos, en especial de las áreas de emergencias, cirugía, ayudas diagnósticas y apoyo administrativo. Siempre se deben considerar las simulaciones como una excelente preparación para actividades más complejas, como los simulacros.

En el simulacro se mezclan, en proporciones diversas, elementos reales y ficticios para dar origen a una realidad artificial que permite, también en distintos grados, recrear aspectos tales como reacciones, actitudes, toma de decisiones, grado de coordinación, capacidad de improvisación frente a situaciones imprevistas, liderazgo, nivel de preparación, trabajo en equipo y colaboración bajo situaciones de crisis. Además, la práctica repetida permite que se vayan condicionando las respuestas hasta hacerlas adecuadas a un plan preconcebido: el Plan Hospitalario para Situaciones de Desastre.

Aspectos generales

Es común que a los directivos hospitalarios motivados a trabajar en este campo se les presenten dificultades al iniciar el proceso de preparación de sus instituciones. Muchas veces encuentran, sino el rechazo, la resistencia pasiva de muchos colegas y empleados que ven en las diferentes actividades propuestas una pérdida de tiempo del director y del comité de preparativos para desastres; peligro de pánico en pacientes, visitantes, funcionarios y comunidad en general; riesgos imaginarios y de magnitudes aún superiores a los mismos desastres que se pretende simular y, en fin, múltiples y disímiles argumentos en contra, los cuales unidos a la sensación de seguridad y de que "a nosotros no nos ocurrirá ningún desastre" o "ya tuvimos uno y no volverá a ocurrir", se convierten en los enemigos más importantes del programa y son causa de tener que afrontar situaciones catastróficas sin la preparación necesaria.

Finalmente, es preciso hacer referencia a "la negación", mecanismo de defensa de cualquier persona que procura olvidar o negar la posibilidad de la ocurrencia de hechos que hayan generado o puedan ocasionar grandes traumas.

En el caso de los desastres, este mecanismo es responsable en gran parte de la aparente apatía o de la resistencia percibida en las personas cuando se menciona la necesidad de colaboración para desarrollar las actividades de preparativos para hacer frente a situaciones de este tipo, por lo cual es necesario hacerlo consciente, con el fin de poder neutralizar su efecto negativo.

Situación de desastre

Un desastre es un fenómeno de la naturaleza o provocado por el hombre que puede causar gran destrucción en el sitio donde ocurre e incluso a distancia y compromete la integridad de la vida humana, causando generalmente daños en estructuras físicas y equipos, así como lesiones o muertes en las personas. Tiene, como características básicas, la de exceder la capacidad de respuesta y adaptación del país, región o localidad donde ocurre, y en consecuencia la de requerir de ayuda externa para poder enfrentar sus consecuencias y mitigar sus efectos.

Si bien hasta hace poco tiempo el énfasis estaba puesto en los desastres naturales, hoy día, con la aparición de medios masivos de transporte, las concentraciones cada vez más frecuentes de grandes grupos de personas, el aumento desproporcionado de la accidentalidad, la violencia y por las imprevisiones del hombre para manejar adecuadamente la tecnología, por desconocimiento del impacto de ésta sobre el equilibrio ecológico del planeta, ha surgido la necesidad de tener en cuenta de igual manera los desastres causados por el hombre.

A manera de ejemplo podemos enumerar algunas situaciones de desastre, agrupadas según su origen (véase la figura 1)


Figura 1: Situaciones de desastres

Los aspectos y disciplinas involucrados en el manejo de los desastres, partiendo de su prevención y mitigación y llegando hasta las acciones tomadas para subsanar sus efectos, son innumerables. Sin embargo, únicamente tendremos en cuenta lo relacionado con la salud, tema de nuestra competencia, pero sin desconocer las múltiples relaciones generadas por la complejidad del tema tratado y la necesidad de la coordinación intersectorial y el manejo multi e interdisciplinario que se requiere para hacerles frente de una manera adecuada.

En casos de desastre, los servicios de salud son siempre afectados de diversa forma y en magnitud variable según el tipo e intensidad del evento. También existe una relación directa entre tipo e intensidad y el número de víctimas1. De lo anterior surge la necesidad de realizar una clasificación de los desastres según el efecto que causan en las instituciones prestadoras de servicios de salud.

Hablamos de "desastre intrahospitalario" cuando el evento afecta a un hospital y causa daños en su estructura, equipamiento y/o a las personas que se encuentran dentro de él. Muchas de las situaciones de desastre mostradas anteriormente afectan tanto a la institución hospitalaria como a su entorno, pero podemos enumerar algunas cuyo riesgo de ocurrencia se circunscribe al hospital: Incendio, explosiones accidentales de calderas, gas propano o natural, gases de uso médico, contaminación radioactivo, envenenamiento masivo, pánico colectivo accidental o intencional, atentados terroristas, colapso de estructuras, etc.. En estos casos, además de las medidas necesarias para evacuar parte o la totalidad de la institución, ésta debe estar preparada para el rescate, la atención de las víctimas y/o su traslado a otros sitios.

La mayoría de las veces los desastres, principalmente cuando son naturales, afectan un área geográfica más o menos extensa en la cual está comprendido el hospital, por lo que también sufre los efectos del evento. Por lo tanto, además de tener que resolver los problemas internos, el establecimiento tiene que hacer frente de la manera más eficiente posible a la demanda de servicios de la población, lo cual solo es posible si ha efectuado una preparación previa. Incluso tiene que tener previstas alternativas para el caso hipotético de quedar completamente fuera de servicio.

Finalmente, pódennos hablar de "desastres extrahospitalarios" cuando todos los efectos se presentan fuera de la institución y ésta debe hacer frente a la atención de un gran número de víctimas, las cuales superan la capacidad normal de respuesta, por lo que se debe activar y poner en marcha el plan para atención de desastres y requerir de ayuda externa para hacerle frente. Cabe aclarar que la asistencia externa no sólo hace referencia a la colaboración en la asistencia de las víctimas, bien sea dentro de la institución a través de personal o en sitios alternos de atención, sino también por medio de apoyo representado en suministros de diversa índole que garanticen en todos los aspectos el funcionamiento básico del hospital. Este tipo de ayuda involucra en primera instancia los recursos disponibles en la localidad y que no son parte formal de la institución.

Cuando ocurren daños en la infraestructura de los servicios de salud, la situación se agrava por la responsabilidad directa del sector en la atención de las víctimas, en cuanto a dar respuesta a las necesidades y expectativas de la comunidad en los momentos iniciales y durante los días que siguen al impacto del desastre, brindando una atención eficiente y oportuna de acuerdo con las posibilidades reales.

Esta respuesta adecuada sólo es posible si existe previamente en las instituciones hospitalarias una preparación adecuada, lo que incluye como requisito indispensable la coordinación de todas las actividades en torno a un plan de preparativos para desastres probado con anterioridad y ajustado según las evaluaciones realizadas. Este plan debe estar articulado con los de aquellas dependencias o agencias gubernamentales o privadas que tienen responsabilidad directa o indirecta en la prevención, preparación, mitigación o atención de los desastres y debe ser conocido por la comunidad del área de influencia de la institución hospitalaria con el fin de que pueda hacer un uso racional de los servicios.

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