La creación de una infraestructura temporal compuesta por estructuras humanas que forman enlaces colaborativos entre los trabajadores de salud mental y otros organismos sirve de base para la elaboración de programas en la segunda fase de la atención en un desastre. Los objetivos y actividades ulteriores de los trabajadores de salud mental se identifican en forma progresiva, conforme dichos trabajadores se unen a sistemas más amplios de operaciones de ayuda, que empiezan a crecer y adquirir patrones y estructuras más claros en los días ulteriores al desastre. Es necesario tener en cuenta que ciertos organismos de ayuda en emergencias, como la Cruz Roja, tienen sus propios objetivos, métodos y procedimientos, además de que sus operaciones forman parte de un sistema mucho más amplio en el nivel nacional, del que son "estaciones de campo" en el sitio de desastres.
Procedimientos similares a los empleados en los refugios pueden elaborarse como guía para los profesionales de salud mental en la solución conjunta de problemas con los representantes del gobierno u otros miembros de organismos de ayuda en desastres, que son extensiones de organizaciones mucho más grandes y complejas. Hay variantes sobre la manera en que se formalizan los enlaces administrativos con los grupos de salud mental y la forma en que los individuos acepten la introducción progresiva de los conceptos y métodos de salud mental en sus propios sistemas.
Un ejemplo de la dificultad en el establecimiento de enlaces de comunicación en la intervención de ayuda en desastres surgió en Massachusetts en 1978, cuando gran parte de los datos personales que los trabajadores de la Cruz Roja obtuvieron de los damnificados no estuvieron disponibles para los trabajadores de salud mental en virtud de requisitos de confidencialidad. El personal de la Cruz Roja no había negociado la autorización previa para comunicar nombres y descripciones de episodios personales a los trabajadores de salud mental, que estaban interesados en el seguimiento y las visitas subsecuentes a los hogares de las personas para brindarles orientación en crisis a un plazo más largo que el de la atención en los refugios temporales, que se cerrarían después de varias semanas. Fue imposible que tuvieran acceso a tales datos en virtud de reglamentos regionales o nacionales.
En esta situación, se celebraron actividades y reuniones con el personal distrital y regional de la Cruz Roja para continuar la elaboración de una relación profesional colaborativa y planear la posibilidad de intercambiar información de casos en el futuro. Estas actividades aclararon de manera adicional las complejidades de la legitimación y autorización dentro de los modelos de servicios colaborativos. Este procedimiento puede variar dependiendo de que la atención de salud mental se origine en una clínica satélite cercana, una sola persona que brinda tales servicios, trabajadores de centros o clínicas de salud mental, o representantes oficiales de organismos centrales y regionales de salud mental.
Para los trabajadores de salud mental, la comprensión de los diversos enfoques relacionados con la autorización, poder y número de recursos de salud mental (personal, tiempo, etc.) es importante en la elaboración de un plan utilizable. Esto reviste importancia decisiva, en particular si se considera que los sistemas de salud mental todavía están en las fases iniciales de definición de papeles y funciones, así como de recepción y aceptación de responsabilidades después de desastres. Los sistemas gubernamentales de salud mental tendrán que hacer esfuerzos de importancia para participar, elaborar procedimientos y definir relaciones con los organismos de ayuda en desastres, tanto de manera formal como informal, a fin de prestar servicios profesionales de utilidad en la ayuda en desastres. Las variables importantes para el éxito de dicho esfuerzo al parecer se basan en la premisa de que el personal gubernamental de salud mental tome decisiones con rapidez; debe ser eficaz, con desperdicio mínimo del tiempo de los trabajadores de otros organismos, y aceptar tareas en forma independiente, basándose de manera mínima en la orientación y el apoyo de otros representantes, que están abrumados con sus propias tareas. Las necesidades de todo tipo de ayuda que tienen los damnificados y la falta general de familiaridad con la mayor parte de quienes les brindan ayuda forman la contraparte de dichas variables. Los grupos de trabajadores de salud mental participantes deben hacer frente a dichas variables conforme continúan brindando ayuda en las primeras semanas después de un desastre.
El caso siguiente pone de relieve algunas de estas cuestiones:
Los profesionales de salud mental que colaboraban con un grupo de la Cruz Roja en un centro federal establecido en un pueblo devastado habían establecido un método por el que, cuando los trabajadores de la Cruz Roja veían a un individuo que manifestaba aflicción psicológica, invitaban a los profesionales de salud mental para que participaran en la entrevista. Los trabajadores de la Cruz Roja solicitaron la ayuda en el caso de una mujer caucásica y soltera de 40 años que estaba confundida, perturbada e iracunda ante el hecho de que se le había reubicado, de un refugio en una preparatoria, a una casa con una familia. En ésta, rentaba un cuarto pero no tenía acceso a diversos servicios de la casa, incluido un aparato televisor. había perdido el departamento que estaba rentando en forma previa, ya que la construcción resultó dañada, además de que su carro fue arrastrado por la inundación. Trabajaba como ayudante de contador, pero estaba tn afligida que no había podido regresar a su trabajo. Lo que solicitaba era ayuda de la Cruz Roja para instalarse en un motel y obtener un préstamo a fin de reparar su automóvil.A causa de su aflicción psicológica, esta mujer no podía expresar sus necesidades, por lo que el trabajador de la Cruz Roja solicitó la ayuda del profesional de salud mental a fin de indagarlas. Después de obtener algunos antecedentes necesarios, el resto de la entrevista se dedicó de manera principal a que la mujer ventilara su ira y sensación de pérdida de su ambiente familiar, simbolizado por el hecho de no emplear el televisor a su conveniencia en la habitación rentada. Cuando su ira disminuyó y se sintió apoyada, pudo pensar en forma más organizada y definir con mayor claridad lo que deseaba. Era evidente que seria casi imposible reubicarla en un motel, pero si podía pasar de la habitación rentada a un departamento. Cuando se le planteó esta posibilidad, de nuevo regresó a su posición infantil de dependencia, diciendo que no sabia cómo encontrar un departamento, que no tenía automóvil y que quería que alguien la transportara. Esto precipitó de nueva cuenta otro circulo vicioso de preguntas, negación de necesidades, solicitud de ayuda y renuencia a participar de manera colaborativa en pensar cómo buscar un departamento. Al continuar apoyándola no obstante su ira y desesperación, empezó a hablar de manera concreta sobre la forma en que, mediante lectura del periódico y posiblemente la ayuda de un amigo que la transportara, podría encontrar una vivienda adecuada. Después, la mujer y el trabajador de salud mental hablaron con el personal de diversos organismos dedicados a proporcionar los recursos apropiados.
Este caso muestra la complejidad de la intervención de los trabajadores de salud mental, que deben ayudar a la movilización de los recursos saludables y el enfrentamiento de crisis de las personas traumadas, para que éstas puedan funcionar de manera adecuada en el amplio sistema burocrático establecido para ayudar a cientos de personas al mismo tiempo. Los damnificados con frecuencia se sienten frustrados por el papeleo necesario y quizá se molesten por tener que hacer largas colas esperando su turno para que se les asignen recursos que satisfagan sus necesidades específicas. Los profesionales de salud mental tienen que buscar activamente ayuda en otros organismos y sistemas de apoyo, a fin de elaborar un "plan de acción" que movilice a los damnificados en la búsqueda de la restauración de su modo de vida habitual.
Los trabajadores de salud mental deben observar y aprender la forma en que los organismos locales, estatales y nacionales, como la Cruz Roja, autoridades sanitarias y organismos de defensa civil, distribuyen y organizan su personal. Esta comprensión deben adquirirla en el entorno físico establecido para ayudar a los damnificados. En este punto, los enlaces que establezca el grupo de trabajadores de salud mental deben continuar mejorando la colaboración y coordinación sistemática de servicios iniciada durante las primeras semanas. Surgen nuevas relaciones dinámicas de grupo entre el personal asistencial y se aclaran algunas dificultades personales o conflictos entre organismos. En este punto, también se necesitan conocimientos actualizados sobre cualesquiera reglamentos de autoridades superiores de los sistemas u organismos de ayuda en desastres, mismos que tienen efectos en la asignación de recursos en el nivel local. Estos conocimientos son importantes para que los trabajadores de salud mental puedan movilizarse y ampliar los recursos auxiliares para beneficiar a los damnificados.
En los servicios de salud mental después de un desastre, es improductivo emplear sólo técnicas psicológicas o considerar éstas como un procedimiento que se practica independientemente de todos los demás fenómenos que ocurren en el espacio vital de los damnificados y su entorno. Hay que conocer y movilizar todos los recursos de ayuda disponibles, con inclusión de la interacción psicológica y la ayuda concreta disponible de la Cruz Roja y otros organismos de ayuda en desastres. Los damnificados esperan algo más que la mera interacción personal: necesitan vivienda, alimentos, dinero, ropa y transporte, aspectos de la ayuda que deben estar integrados.
Las necesidades vitales primordiales, así como las expectativas que tienen los damnificados en cuanto a ayuda concreta, hacen que la interacción psicológica por sí sola no revista significado para ellos. El conocimiento sobre la forma y el sitio en que se obtienen recursos completos, aunada a la técnica psicológica apropiada para ayudar y brindar los recursos a los damnificados como parte de las actividades de ayuda integrales, define y diferencia la ayuda psicológica en desastres de los servicios de salud mental tradicionales que se prestan en clínicas y hospitales.
La diferenciación entre los grados de actividades de asistencia en desastres, en las redes local o nacional, también es necesaria. La pregunta que hacen una y otra vez los trabajadores es si la persona ha sufrido pérdidas mínimas o importantes. Al parecer, una norma general entre el personal experimentado de diversos organismos es que las personas que han sufrido pérdidas totales necesitan más de todo en las primeras etapas de las operaciones de ayuda. Al plantearse esta cuestión, se empiezan a definir las dos categorías. El extracto siguiente, de una conversación grabada entre un damnificado y un trabajador de salud mental, ilustra con claridad los sentimientos de pérdida, confusión e impotencia del damnificado cuando intenta hacer los arreglos para recibir ayuda en un refugio temporal con el fin de reorganizar su mundo:
Un día, abrieron la iglesia... era martas. Fuimos a dicho sitio" pero nos trataron como si no supiéramos la forma de hacer las cosas. Hicimos cola, recibimos números y ni siquiera nos ofrecieron una taza de café: fue algo espantoso. Después, estábamos totalmente confundidos. No sabíamos a dónde ir primero. Nos daban un número: va usted a este lugar, va usted a este otro lugar... tantos lugares y tantas cosas que hacer...Todavía no quería regresar a la casa. ¿Sabia usted eso? No pudieron hacer que me acercara a la casa durante seis semanas. Cada vez que anduve cerca, me quedaba sentado en el carro y no me acercaba a la casa. No quería regresar a ella porque era la segunda vez que nos tocaba una tormenta. La tercera voy a morir allí.
Me dijeron que fuera al escritorio de vivienda. Supuse que encontrarían vivienda temporal... Me dijeron que fuera al HUD, que es la oficina encargada de la vivienda. No sabia que eso tuviera que ver con una oficina tan grande del gobierno; hasta donde yo sabia, se trataba simplemente de una vivienda. Me dijeron que me iban a ayudar a encontrar una casa. Me tomó 20 años construir mi hogar y sólo bastó media hora para destruirlo. Ya no podía llorar. No tenía más lágrimas. Y me dijeron que nos iban a ayudar con la casa. Después, continuaron preguntándonos si queríamos rentar una casa. No lo recuerdo, la verdad que no lo recuerdo.
Lo siguiente que recuerdo es que mi hijita estaba muy enferma. Pensé que ya no podía resistir más. En ese momento ya no resistíamos mucho; en realidad nos había afectado mentalmente. Vi a mi pobre hija, que tampoco podía acercarse a la casa. También estaba atemorizada. Yo estoy atemorizado. ¿Dónde vamos a ir? No tengo un centavo. Todo nuestro dinero está en la casa.
Continuamos regresando al mismo lugar. Qué van a hacer por nosotros? Cada vez que miraba a la gente, alguien tenía lágrimas. Era como una pesadilla. Recuerdo a mi amigo que estaba sentado: su madre tiene 90 años y la pobre viejita no podía estar donde estaba. Se puso muy grave... Tuvo que irse a vivir a la casa de su hijo, y todo el tiempo lloraba. La pobre mujer no sabía qué iba a hacer. Su hogar estaba inundado.
Todos estábamos en la misma situación en la preparatoria, sentados y sintiéndonos desatendidos, sin saber qué iba a ocurrir con nosotros. Si uno preguntaba, nadie sabia nada. Era algo desesperante. Era como si estuviera uno a merced de los demás. No sabíamos a dónde íbamos a ir y no nos importaba. Lo único que nos importaba era no regresar a nuestra casa inundada. No sabíamos nada. No supimos a dónde íbamos a ir hasta la noche del último sábado, cuando llenamos algunas formas y nos dijeron por primera vez que nos iban a llevar al Ramada Inn. Pero después no nos llevaron, y tuvimos que ir a otro motel. Permanecimos en él una noche, y después nos trasladaron con Howard Johnson. No supimos nada hasta el último momento; nadie nos decía nada. Si uno preguntaba cualquier cosa, ellos decían: "No sabemos nada al respecto". Supongo que a lo mejor no lo sabían... ¿Entiende lo que le quiero decir?
La función del trabajador de salud mental continúa definiéndose con base en las diversas expectativas, actividades y conducta en evolución que tienen lugar en la cambiante situación de los arreglos de vivienda y refugio temporal, conforme transcurren los días. Estas función se desarrolla de manera ulterior conforme los trabajadores advierten el tipo de ayuda que pueden brindar en coordinación con otra y como complemento de ésta. Los profesionales también interactúan con los grupos de planeación de los programas de ayuda a damnificados y quienes apoyan la expectativa de agregar componentes de salud mental en el diseño y puesta en práctica de tales programas. En el pasado, dichos planes evolucionaban sin incluir conceptos de salud mental. Hoy, los objetivos de salud mental pueden formar parte de los planes globales y procedimientos de ayuda que se organizan y llevan a la práctica. Otros organismos empiezan a esperar que los profesionales de salud mental realicen actividades diagnósticas de problemas de conducta y expresiones emocionales; se espera que dichos profesionales brinden tratamiento y prescripciones a los individuos con problemas, incluido en esto el diagnóstico de abuso de fármacos y alcohol. También consideran al trabajador de salud mental como consultor y colaborador. Se espera que el psiquiatra ejerza a la vez la función de médico, en virtud de capacidad de diagnosticar y prescribir medicamentos. Los profesionales de salud mental serán considerados cada vez más como miembros del grupo de ayuda en desastres en la medida en que se confíe en ellos y se les asignen responsabilidades, participen en la difícil asignación de recursos de los programas y asistan a las reuniones de solución de problemas en todos los niveles de planeación de los organismos correspondientes.
La conducta colaborativa en la asistencia de desastres puede considerarse como la ayuda activa que el profesional de salud mental da a los trabajadores de otros organismos y su asunción de la parte de la responsabilidad que le corresponde en la atención de los problemas individuales o de grupo. Este tipo de conducta permite que los profesionales de salud mental, además de analizar y aconsejar, participen en la puesta en práctica de un plan de atención a los damnificados. Comparten la responsabilidad de resolver situaciones problemáticas en la medida en que ellos y los trabajadores de los diversos organismos actúan de manera conjunta y apropiada según sus funciones y adiestramiento profesional respectivos. Los profesionales de salud mental pueden visitar a las familias con los trabajadores de los diversos organismos, a fin de obtener informes sobre daños y pérdidas. También pueden participar en las discusiones de grupo de un damnificado con dos o tres representantes de organismos. De igual manera, es factible que visiten las familias por si solos y después se reúnan con representantes de organismos para analizar la situación y plantear recomendaciones. En las situaciones de colaboración, tanto los trabajadores de salud mental como los de otros organismos tienen contacto directo y continuo con los damnificados y sus familias, y ambas partes contribuyen al programa de apoyo a los damnificados.
La coordinación incluye las actividades que los profesionales de salud mental realizan cuando sirven de enlace entre los individuos u organismos que participan en la asignación de recursos y el programa de apoyo a los damnificados. Es necesario programar el momento para que esto ocurra. Tiene que haber oportunidades para las reuniones y decisiones de grupo, así como para la discusión entre los diversos trabajadores asistenciales sobre la posibilidad de compartir responsabilidades, si se pretende que haya una colaboración como parte de la intervención después de desastres. Está siempre presente el riesgo de que, a causa de la intensidad y enormidad de las actividades de ayuda, éstas se fragmenten y no se adecúen a la satisfacción de las necesidades múltiples de los damnificados. De tal suerte, se crea una red discontinua de servicios. Los profesionales de salud mental sensibles al diseño de sistemas pueden prevenir algunas experiencias frustrantes con que se topan los damnificados, que se pierden en la maraña burocrática de actividades de ayuda en desastres, maraña en que todos los trabajadores intentan su mejor esfuerzo dentro de sistemas logísticos de difícil control.
A fin de desarrollar esta función y asimilarla, los profesionales de salud mental deben agregar dos nuevos y valiosos objetivos a su repertorio de habilidades en el trabajo de intervención. El primer objetivo consiste en ayudar, con un enfoque terapéutico "colegiado", a los miembros de otros organismos que proporcionan recursos concretos a los damnificados. El trabajador de salud mental debe ayudar primeramente a que éstos expresen sus necesidades inmediatas. Dado que los damnificados están afligidos, lo cual es comprensible, con frecuencia no pueden expresar sus necesidades en forma adecuada y, de tal suerte, quizá no reciban ayuda suficiente de los diversos organismos. La narración siguiente ejemplifica un doble nivel de intervenciones en que un trabajador de la Cruz Roja, junto con otro de salud mental, pudo observar una intervención y actuar a manera de brindar apoyo al damnificado:
El trabajador de la Cruz Roja vio a una mujer que parecía perturbada y deprimida, y pidió a un trabajador de salud mental que la ayudara. Se trataba de una mujer caucásica, casada y de 35 años de una población que había sido destruida por la inundación, misma que relataba que su esposo había sido hospitalizado con dolor torácico intenso al día siguiente al desastre. Su hija había tenido que irse a vivir con otro vecino porque no había vivienda temporal para la familia completa, al tiempo que un hijo vivía con un amigo y dos hombres maduros en un departamento. A la mujer finalmente le hablan asignado un departamento en una población cercana, y lo había aceptado. Cuando pidió a su hijo que se mudara con ella, él se rehusó y mostró una actitud beligerante y hostil. Era evidente que las relaciones en la familia eran ambivalentes incluso antes del desastre, pero los acontecimientos subsecuentes a éste habían roto los vínculos familiares.El trabajador de salud mental apoyó a la mujer y la ayudó a expresar su dolor, alentándola para que llorara y narrara sus sentimientos. Acto seguido, llamó al supervisor de escuelas, que estaba en el refugio, para que ayudara a elaborar un plan de acción junto con la mujer. En dicho plan se usaría la experiencia del orientador de la escuela a la que asistía su hijo, a fin de explorar más a fondo los problemas. La mujer pudo controlarse, su llanto disminuyó finalmente, su expresión facial empezó a ser más vivaracha y hubo signos de esperanza cuando acepto, por escrito, el nombre y número telefónico del orientador en crisis con el que iba a continuar trabajando. Acto seguido, se dirigió al trabajador de la Cruz Roja y pudo expresar claramente las cosas que necesitaba para su reubicación.
El segundo objetivo importante consiste en que el trabajador de salud mental aprenda la forma de brindar ayuda rápida, eficaz y eficiente según las reacciones psicológicas y fisiológicas de los damnificados, además de colaborar con el personal de otros organismos para auxiliarlos física y psicológicamente. El método rápido de intervención puede ejemplificarse con el caso siguiente:
Una mujer caucásica de 40 años estaba desanimada y perturbada porque su esposo estaba pasando por un episodio de síntomas de abstención de alcohol. Él se rehusaba a que lo llevaran a centro de desintoxicación y su esposa estaba muy perturbada para convencerlo infuyendo en alguna manera para que modificara su posición. Al tiempo que lo atendía un médico, un profesional de salud mental habló con ella y pudo averiguar antecedentes de sufrimiento y dificultades en las relaciones maritales que databan de antiguo, previos al desastre. Hubo varias ocasiones en que se separaron y después se reconciliaron, siempre con la promesa del esposo en el sentido de que dejaría de beber, pero era evidente que la relación se caracterizaba por un lazo masoquista, en que la esposa permitía pasivamente que la relación se deteriorara hasta el punto en que ya no podía soportarla y después se separaba como única forma de ejercer influencia en la conducta de su marido. También fue evidente que la mujer no podía permanecer en el refugio mientras su esposo estaba en el hospital, a menos que los trabajadores de salud mental les permitieran reunirse e hicieran los arreglos para que la transportaran de manera que pudiera verlo al día siguiente. Finalmente, ella aceptó y tomó la decisión de acatar el consejo del médico, misma que una vez puesta en práctica originó un cambio notable en ella, con disminución de sus síntomas de desánimo y tensión por crisis.
La posición que guardan de los profesionales de salud mental empieza a definirse conforme se aclaran todas estas funciones y las mismas son valoradas por los damnificados y otros trabajadores de ayuda en desastres.
Las habilidades de intervenciones en salud mental durante los primeros días que siguen a un desastre deben continuar aumentando y proceder según pautas establecidas, empezando por el enfoque de selección antes analizado, aunado a esto la adición de otros tipos de intervenciones terapéuticas breves. Deben establecerse objetivos para indagar con rapidez la estructura de personalidad, estado mental, necesidades y fuentes de problemas de los damnificados, conforme continúa la vida de éstos y reciben un nuevo hogar. A los factores estresantes después de desastres ya señalados, se aunan muchos problemas nuevos que surgen conforme los grupos de personas deben someterse a programas y procedimientos organizados, que se establecen para satisfacer sus necesidades de vivienda, recursos, cupones de alimentos, etc. Lo que realmente necesitan los damnificados durante esta etapa es participar de manera activa en una parte de esta planeación e interrelacionarse con el sistema de autoridad en forma tal que sus acciones revistan significado para ellas. La respuesta a la pérdida de objetos materiales, estilos de vida habituales y rutinas diarias empieza a surgir conforme los damnificados entran en el sistema burocrático formal de la ayuda después de desastres. Esto subraya de manera adicional las dificultades que enfrentan los damnificados en la adaptación a su nueva vida, que continúa modificándose en forma casi diaria. La pérdida del espacio familiar produce una confusión de "esquema" que obstaculiza los modos acostumbrados y rituales de conducta diaria, lo que a su vez perturba las acciones de planeación y anticipatorias.
Cada una de las habilidades necesarias en los trabajadores de salud mental para que ayuden a las víctimas está sujeta a la influencia de la incertidumbre. La carencia de familiaridad con el entorno físico y los nuevos patrones de relación en el trabajo origina estrés e incertidumbre en los trabajadores de salud mental. Es evidente que la conducta del profesional en un medio que no le es familiar debe reflejar la nueva realidad y adaptarse a ésta. Los nuevos enfoques resultantes ponen de relieve la colaboración con otros organismos de ayuda en desastres para prestar atención psicológica a las víctimas.
A continuación se da un ejemplo. Tras de que un grupo de profesionales de salud mental obtuvo financiamiento para un programa de ayuda de un semestre después de un desastre, les fue necesario establecer enlaces con otros organismos de ayuda en desastres y grupos locales que hablan estado apoyando a los ciudadanos durante meses en la reconstrucción de sus hogares y vidas. Un sistema de derivación a los trabajadores del proyecto se formó, y las reuniones se celebraron con regularidad. Este grupo continuó trabajando con los organismos de ayuda, de modo que todos los trabajadores participantes supieron cuál era el programa de servicios, qué solicitaban los damnificados y qué orientación en crisis podían ofrecerles. Se compartió información cuando terminaron las actividades de ayuda en el refugio temporal.
A fin de realizar las operaciones de ayuda de emergencia en las viviendas temporales dispersas, los trabajadores deben continuar la colaboración con los voluntarios de la Cruz Roja, personal médico y cualesquiera otras personas que participan directamente en la ayuda a los damnificados, sin importar dónde estén ubicadas. Cuando los damnificados precisan ayuda rápida, los aspectos logísticos de la comunicación pueden ser uno de los problemas más difíciles y el uso de los adelantos tecnológicos reviste importancia decisiva.
Las actividades de los trabajadores de salud mental abarcan el diagnóstico de situaciones sociales, emocionales y fisiológicas, así como la determinación de los métodos y procedimientos que deben emplearse en la ayuda a las personas afectadas para que éstas recuperen una conducta funcional e integrada en el marco de su vivienda temporal o de sus propios hogares dañados. Entre los procedimientos a corto plazo que deben emprenderse están los siguientes:
· Ampliar y reforzar los sistemas de apoyo de los damnificados (familiares o de organismos);· Crear enlaces de los damnificados con los servicios de ayuda;
· Coordinar los recursos disponibles para los damnificados;
· Emplear procedimientos psicoterapéuticos, y
· Administrar sedantes leves u obtener medicamentos, después de la hospitalización, para los pacientes con trastornos mentales.
Es importante recordar que los objetivos de colaboración en las viviendas temporales siempre son a corto plazo. Estos refugios no son el sitio para iniciar el tratamiento de crisis o a corto plazo, ya que los cambios casi siempre ocurren de un momento a otro. sólo puede tratarse de una operación breve, y un centro de orientación en crisis que funcione en un ambiente artificial y temporal sirve de base para establecer procedimientos que permitan saber que la persona necesita apoyo, se facilite su expresión de emociones y se la orienta hasta que el inicio de la planeación ulterior para su reubicación a largo plazo. Durante este periodo, hay que indagar dónde vivirá cada víctima en etapas ulteriores, a fin de poder brindarle de manera ulterior la atención psicológica a largo plazo.
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