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La selección de los medicamentos esenciales es sólo uno de los pasos necesarios para mejorar la calidad de la atención de salud, y debe ir seguida de un uso apropiado de los medicamentos seleccionados. Cada individuo debe recibir el medicamento adecuado, a una dosis y durante un periodo suficientes, con una información y planificación adecuadas del seguimiento del tratamiento, y a un costo asequible. En cada país y contexto influirán diversos factores, como la reglamentación, las alternativas de adquisición, la información, la capacitación y el contexto de prescripción o recomendación de los medicamentos.
Formación, enseñanza y suministro de información sobre los medicamentos
Para poder usar los medicamentos esenciales de forma inocua, eficaz y prudente, se debe disponer de información pertinente, fidedigna e independiente al respecto. Los profesionales de la salud deben recibir adiestramiento en el uso de los medicamentos no sólo durante el periodo de formación, sino también a lo largo de su carrera profesional. Debe alentarse a las personas mejor formadas a que asuman la responsabilidad de enseñar a las menos preparadas. Los dispensadores de atención sanitaria y los encargados de dispensar los medicamentos deben aprovechar toda oportunidad que se presente para informar a los consumidores sobre el uso racional de estos productos, en particular de los automedicados, en el momento de dispensarlos.
Los gobiernos, las universidades y las asociaciones profesionales tienen la importante responsabilidad de colaborar en el perfeccionamiento de la formación universitaria básica, superior y continua en farmacología clínica, tratamiento e información farmacéutica. Se ha observado que la enseñanza de la farmacoterapia basada en problemas2 es una estrategia eficaz en este campo.
2 Guide to Good Prescribing. Ginebra, Organización Mundial de la Salud, 1994. Documento WHO/DAP/94.11.
Una información adecuada y bien presentada sobre los medicamentos asegura que se usen debidamente y reduce su uso inapropiado. Los ministerios de Salud deben asumir la responsabilidad de garantizar que se proporcione esa información. Deben financiarse adecuadamente las actividades de información farmacéutica independiente, si es necesario con fondos de los presupuestos de atención sanitaria. En muchos ámbitos están apareciendo fuentes de información farmacéutica electrónicas, de fácil acceso, que pueden ser la base de sistemas de información farmacéutica fidedigna.
Directrices clínicas normalizadas
Las directrices clínicas de referencia son un instrumento eficaz para ayudar a los profesionales de la salud a elegir el medicamento más apropiado para un paciente dado que presente un trastorno dado. Estas directrices deben desarrollarse en un ámbito nacional y local, y deben actualizarse de manera periódica. No basta con desarrollar unas directrices clínicas normalizadas; debe haber también un programa de formación teórica y práctica que fomente su uso.
Comités Farmacoterapéuticos
Los comités farmacoterapéuticos deben desempeñar un papel importante para facilitar el desarrollo y la aplicación de un programa de medicamentos esenciales eficaz. Debe alentarse a estos comités a seleccionar productos de la lista nacional de medicamentos esenciales para uso local, a cuantificar y vigilar el empleo de medicamentos en sus propios ámbitos, y a emprender intervenciones destinadas a mejorar el uso de los medicamentos. Hay pruebas convincentes de que la intervención de los comités farmacoterapéuticos y los prescriptores en el desarrollo de directrices puede contribuir a mejorar los hábitos de prescripción.
Medición y vigilancia del uso de medicamentos
Los estudios de utilización de medicamentos se centran en los aspectos de desarrollo, reglamentación, comercialización, distribución, prescripción, dispensación y uso de los medicamentos en una sociedad, haciendo especial hincapié en las repercusiones médicas, sociales y económicas de todo ello. Estos estudios pueden examinar cualquiera de los eslabones de la cadena terapéutica, desde el desarrollo de los medicamentos hasta su uso real por las personas. Pueden proporcionar indicadores del consumo en un determinado país, área o institución. El consumo puede cuantificarse mediante el gasto económico (ya sea en términos absolutos, ya como porcentaje del presupuesto sanitario total), mediante el número de unidades o mediante las dosis diarias definidas3 (antigua referencia 31). Los estudios pueden tener como objetivo describir el consumo de todos los medicamentos, o de grupos concretos de medicamentos o áreas terapéuticas. La clasificación ATC (Anatomical Therapeutic Chemical) es un instrumento valioso para las comparaciones internacionales sobre el uso de medicamentos. Los estudios de utilización de medicamentos pueden estar orientados a los medicamentos (sobre el uso de un medicamento o grupo de medicamentos concretos) o a los problemas (sobre el tratamiento de un determinado trastorno o enfermedad).
3 Guidelines for ATC classification and DDD assignment, 5a ed. Oslo: WHO Collaborating Centre for Drug Statistics Methodology, 2001.
El método más fiable para determinar la eficacia de un medicamento consiste en realizar ensayos clínicos aleatorizados, que cuando se llevan a cabo adecuadamente proporcionan las estimaciones más fidedignas del efecto terapéutico de un nuevo fármaco. No pueden realizarse ensayos clínicos en todas las poblaciones o contextos posibles, por lo que el traslado de los resultados obtenidos a la práctica clínica habitual debe hacerse con precaución. Los estudios de utilización de medicamentos tienen por objeto aportar evidencia sobre el uso y los efectos de los medicamentos en las condiciones de utilización habituales, y por tanto pueden aportar datos adicionales para evaluar la efectividad.
Estos estudios son instrumentos de gran ayuda para identificar los factores o elementos de la cadena terapéutica que haya que perfeccionar o modificar. Sus resultados deben tenerse en cuenta a la hora de adoptar medidas de regulación y al seleccionar los medicamentos, la información y la formación teórica y práctica necesarias. Los comités farmacoterapéuticos institucionales y locales deben poner en marcha estudios sobre la utilización de medicamentos y otros métodos para la vigilancia del uso de los medicamentos y sus efectos.
Vigilancia de la inocuidad de los medicamentos y farmacovigilancia
La vigilancia de la inocuidad de los medicamentos forma parte de la vigilancia general sobre su empleo. Los objetivos de las diversas formas de farmacovigilancia son la identificación de nuevos efectos adversos de los medicamentos no detectados con anterioridad, la cuantificación de sus riesgos y la comunicación con los organismos de reglamentación farmacéutica, los profesionales de la salud y, cuando proceda, con el público general. La notificación voluntaria de los efectos adversos de los medicamentos, en la que se basa el Programa Internacional OMS de Vigilancia Farmacéutica, ha permitido identificar eficazmente diversos efectos no descritos con anterioridad. Los sistemas de notificación voluntaria y otros métodos de recopilación de series de casos permiten identificar determinados problemas de seguridad locales y pueden ser la base para emprender intervenciones específicas de reglamentación o formación. La magnitud del riesgo de efectos adversos se evalúa generalmente con métodos epidemiológicos observacionales, como los estudios de casos y testigos, de cohortes, o de casos y poblaciones. Cada país e institución debe establecer sistemas sencillos destinados a identificar los problemas relacionados con la inocuidad de los medicamentos.
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