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Protocolos de Evaluación Sanitaria Rápida en Situaciones de Emergencia (WHO - OMS, 1999, 116 p.)

Capítulo 6. Desastres naturales repentinos

Finalidad de la evaluación

Tras un desastre natural debe iniciarse cuanto antes una evaluación rápida para determinar:

- el tipo de emergencia, las zonas y la población afectadas y la evolución probable de la situación;

- sus repercusiones en la salud;

- los efectos inmediatos en los servicios sanitarios; y

- el alcance de los daños en otros sectores importantes para las operaciones sanitarias.

Antecedentes

Además de matar y herir a personas y provocar graves daños ambientales, sociales y económicos, los desastres naturales repentinos crean a menudo un obstáculo inmediato para la intervención, al alterar los servicios vitales (como los de abastecimiento de agua, salud y seguridad) y los sistemas clave de comunicaciones y transporte.

Los desastres naturales repentinos pueden ser ocasionados por:

- ciclones, huracanes, tornados;
- temporales de nieve;
- tsunamis (olas sísmicas marinas);
- mareas de tempestad;
- crecidas repentinas;
- incendios;
- terremotos;
- desprendimientos de tierras y aludes; y
- erupciones volcánicas.

El efecto de cualquiera de esos fenómenos sobre una población vulnerable puede ser desastroso. Sin embargo, los fenómenos naturales siguen pautas bien definidas. Es bastante fácil identificar las áreas de riesgo y, en consecuencia, deben elaborarse planes de emergencia que determinen las responsabilidades administrativas y técnicas y los procedimientos de intervención sanitaria ante cualquier posible desastre natural. Esos planes deben ser multisectoriales y estar ligados a cualquier otro plan de emergencia existente.

Prioridades

Los desastres, las emergencias y la intervención necesaria pueden considerarse como etapas distintas, y el tipo de información recogido debe ser el adecuado para cada etapa de la intervención de emergencia.

Etapa I (Día 1)

La primera reacción en caso de desastre repentino proviene de la comunidad afectada y las prioridades locales consisten en evaluar los daños e intervenir con rapidez. Esto significa que las medidas médicas se aplican por lo general sin contar con información completa. Los recursos locales se reasignan y ajustan de manera espontánea y casi siempre eficaz antes de conocer los primeros resultados de la evaluación rápida.

Durante este período, cuando todavía no han llegado recursos adicionales, la máxima prioridad sanitaria es la intervención médica de emergencia.

En las 24 horas siguientes al suceso deberían prepararse las primeras estimaciones del número de heridos, como orientación para solicitar ayuda. Sin embargo, en muchos desastres repentinos resulta difícil hacer proyecciones de la cifra de víctimas en ese primer momento. Una tarea importante de la preparación para emergencias consiste en examinar la experiencia adquirida en desastres anteriores (como terremotos e inundaciones) y elaborar directrices para estimar el número de víctimas (por ejemplo, en el caso de los terremotos, basándose en la magnitud registrada, la densidad de la población y el tipo de construcciones).

Etapa II (Día 2)

Para entonces, la mayoría de los pacientes graves de las zonas accesibles ya han recibido los primeros auxilios médicos y las medidas de socorro inmediatos son menos importantes.

Durante esta etapa, la evaluación rápida debe determinar:

- lo que se necesita para una intervención médica de emergencia en las zonas menos accesibles;

- los recursos de atención primaria de salud que escasean;

- las necesidades secundarias: atención sanitaria, cobijo, alimentos y agua para la población; y

- la necesidad de otros recursos nacionales e internacionales (para restablecer los servicios de salud esenciales, y reponer los suministros y equipos médicos).

Etapa III (Días 3-5)

En esta fase resulta prioritario restablecer la atención primaria de salud, y la logística de supervivencia y asegurar un cobijo adecuado.

En consecuencia, la evaluación rápida debería centrarse progresivamente en las necesidades relativas a:

- la higiene del medio, la seguridad alimentaria y la inocuidad de los alimentos y los servicios de salud pública;

- la protección especial y el cobijo para los grupos vulnerables; y

- el restablecimiento del sistema de atención primaria de salud y la restauración de los establecimientos sanitarios.

Etapa IV (después del día 5)

Después del día 5, los planes de emergencia deben estar en marcha en su totalidad, en lo posible con una operación de intervención y recuperación que abarque todos los sectores.

A partir de este estadio, la evaluación sanitaria deberá:

- basarse en un sistema de vigilancia establecido;

- incluir información sobre la vigilancia de las enfermedades y el sistema de atención sanitaria;

- centrarse en las tendencias sanitarias relacionadas con la propia operación de intervención y recuperación; y

- contribuir a que los recursos nacionales e internacionales se utilicen con la máxima eficacia.

Realización de la evaluación

La información recogida debe destacar la población y las zonas más gravemente afectadas, los daños sufridos por el sistema de salud y la situación de los recursos sanitarios afectados y no afectados. La evaluación ha de incluir la información obtenida anteriormente de otras fuentes (como los departamentos gubernamentales). Las actividades de evaluación rápida deben constituir la base para establecer una vigilancia continua.

Para estimar los efectos del desastre en la población hacen falta información demográfica básica (como la distribución de la población por edades y sexos) y un buen conocimiento de la zona afectada (por ejemplo, mapas que indiquen el emplazamiento de servicios de salud, los manantiales y las comunidades de alto riesgo). Esta información puede obtenerse en muchos casos de los departamentos gubernamentales, las instituciones académicas o las organizaciones de intervención y recuperación.

Evaluación de las repercusiones sanitarias

Traumatismos

Traumatismos primarios: Los tipos de traumatismos y la gravedad varían según la clase de desastre. Por ejemplo, los terremotos están asociados con un alto número de traumatismos, mientras que las inundaciones suelen provocar muchas muertes pero relativamente pocas heridas. Una evaluación rápida debe:

- estimar el número de personas heridas; y

- evaluar la gravedad de los traumatismos (empleando una escala de clasificación sencilla, por ejemplo «quiénes requieren hospitalización en un plazo de 24 horas y quiénes no»).

Otros datos útiles son:

- los tipos de traumatismo (como laceración, fractura o quemadura);

- la localización de las heridas (por ejemplo, brazo, espalda, pierna o cabeza); y

- la distribución aproximada por edad y sexo de las personas afectadas.

Traumatismos secundarios: Pueden producirse durante la etapa posterior al desastre:

- debido a efectos secundarios del desastre, como incendios y emanaciones tóxicas; y

- en relación con las operaciones de rehabilitación y rescate, o cuando las personas vuelven a sus casas. Son grupos de riesgo los residentes, el personal de intervención y rescate, los voluntarios y las demás personas que se encuentran en la área afectada.

Métodos de acopio de información: Entre las posibles fuentes de información se cuentan todos los lugares a los que hayan podido acudir los heridos para ser atendidos. El número de heridos de consideración es más importante que el de enfermos ambulatorios. Así pues, debe recogerse información en los servicios de salud secundarios y terciarios, donde solicitan atención la mayoría de los heridos graves (véase el cuadro 4).

Puede obtenerse información visitando los lugares o contactando a los funcionarios encargados de los servicios. Debe establecerse cuanto antes un sistema de vigilancia de las condiciones sanitarias cambiantes.

Personas desaparecidas

Otro dato crítico para determinar la gravedad de un desastre natural repentino es el número de personas desaparecidas o de paradero desconocido. Para planificar los aspectos médicos de las operaciones de búsqueda y rescate puede hacer falta información sobre su posible localización y estado de salud.

Es esencial hacer un recuento preciso de las personas desaparecidas y de los cuerpos recuperados, por lo menos en una etapa posterior de las operaciones (véase Muertes, p. 51).

Cuadro 4. Acopio de información para evaluar las repercusiones sanitarias de un desastre natural

Cuándo

Dónde: fuentes de información

Durante las etapas inmediatamente siguientes al momento del desastre

· Hospitales (la mejor fuente son los que disponen de servicios de urgencias utilizables y de historiales de los pacientes hospitalizados, incluidos los hospitales móviles)

Durante etapas posteriores

· Farmacias
· Centros de salud de la comunidad
· Centros de evacuación
· Funcionarios y dirigentes locales
· Organizaciones no gubernamentales
· Organizaciones comunitarias

Entre las fuentes de información cabe mencionar las siguientes:

· Las entrevistas con las familias de las personas desaparecidas y la comunidad en general (por ejemplo mediante una encuesta) facilitan indicaciones preliminares.

· Las fuentes más importantes de este tipo de información son las entidades encargadas de la búsqueda y el rescate, es decir, la policía, el ejército y el cuerpo de bomberos.

· En algunos casos, las escuelas y los hoteles, entre otros, pueden tener registros de alumnos y huéspedes que ayuden en la tarea.

Supervivientes en apuros

La mayoría de los supervivientes de la zona afectada, si no todos, aun cuando no estén físicamente heridos, pueden haber quedado sin hogar y privados de todos los sistemas y servicios necesarios para la supervivencia (véanse la sección «Evaluación de las repercusiones en los sectores relacionados con la salud», y el Capítulo 7).

Muchos de los supervivientes también pueden necesitar apoyo psicológico para superar el estrés originado por el desastre o la pérdida de parientes o amigos.

Es fundamental conseguir cifras o estimaciones sobre su número para planificar la intervención y las actividades inmediatas y a mediano plazo.

Pueden obtenerse datos de:

- los funcionarios y dirigentes locales;
- los centros de evacuación;
- las organizaciones no gubernamentales;
- las organizaciones comunitarias.

Otras enfermedades

Raramente se dan brotes de enfermedades transmisibles en los días inmediatamente siguientes a un desastre natural repentino. Pero con la falta prolongada de servicios (por ejemplo de abastecimiento de agua y tratamiento de aguas residuales), la desorganización de los servicios de salud y las condiciones ambientales precarias, el riesgo de que se produzcan brotes de enfermedades contagiosas aumenta.

Hay que prestar mucha atención a la identificación de las enfermedades transmisibles que mayor riesgo plantean en la zona damnificada, puesto que sólo los agentes patógenos presentes en ella pueden originar brotes.

La evaluación rápida debe:

- identificar los agentes patógenos ya presentes en la zona afectada o que puedan ser introducidos desde el exterior (por ejemplo por personal sanitario externo o personas desplazadas o migrantes de otras localidades);

- identificar las mejores medidas para controlar las enfermedades.

Después de un desastre, las campañas masivas de vacunación a menudo son innecesarias y contraproducentes, porque desvían recursos de otros servicios más esenciales. No obstante, hay que prestar atención a la situación de la inmunización infantil contra el sarampión, la tos ferina, la difteria y la poliomielitis en las zonas densamente pobladas.

Muertes

La información acerca de la mortalidad es la primera que notifican las comunidades afectadas, pero al usarla hay que tener presentes algunas consideraciones importantes.

· Para la toma de decisiones inmediatas tras un desastre repentino, los datos sobre la mortalidad son menos útiles que la información sobre los tipos de traumatismo.

· En cambio, para establecer las futuras prioridades de la preparación e intervención en casos de emergencia, es útil determinar las principales causas de mortalidad y los factores de riesgo asociados a determinados tipos de desastre.

Algunas consideraciones básicas al evaluar la información sobre las muertes son las siguientes:

· En un desastre de efectos inmediatos, puede resultar especialmente difícil estimar el número de cuerpos que no se han recuperado: la mortalidad notificada se limita al número de cuerpos recuperados, subestimando así la cifra real.

· Es importante diferenciar entre las estimaciones de mortalidad basadas en recuentos de cadáveres y las que incluyen también a los desaparecidos.

· Las fuentes de información sobre la mortalidad que pueden ser útiles en un desastre de evolución lenta, quizás no lo sean tras un desastre de efectos rápidos (por ejemplo, en este último caso el registro de las defunciones puede estar retrasado).

Además de las cifras brutas de mortalidad, tras el periodo de emergencia es posible obtener otros datos que pueden resultar útiles para establecer las futuras prioridades en la preparación para emergencias. Esos datos son:

- las tasas de mortalidad por edad y sexo;
- las causas de mortalidad;
- los factores de riesgo de muerte.

De acuerdo con el entorno y la cultura de las poblaciones afectadas, las posibles fuentes de datos sobre la mortalidad abarcan:

- los hospitales;
- los cementerios y lugares de enterramiento;
- los centros y puestos de salud;
- los líderes religiosos;
- las oficinas de registro de defunciones;
- las organizaciones donantes;
- los funcionarios y dirigentes locales; y
- las organizaciones no gubernamentales.

Evaluación de las repercusiones en los servicios de salud

Servicios médicos

Una evaluación rápida debe proporcionar la información indispensable para determinar el alcance de los daños y el emplazamiento de los servicios que no han sufrido desperfectos y estén atendiendo las necesidades sanitarias.

Inmediatamente tras el desastre, o cuando se dispone de poco tiempo, debe reunirse la información siguiente:

- número, emplazamiento y tipo de instalaciones (de preferencia indicadas en el mapa antes del desastre) y nivel anterior de funcionamiento;

- integridad estructural de las instalaciones de atención sanitaria tras el suceso;

- capacidad actual de los servicios de salud;

- alteraciones de las líneas de comunicación y abastecimiento;

- personal herido o muerto;

- suministro de agua y electricidad en funcionamiento (sí o no);

- lagunas en los servicios prestados por el personal clave; y

- falta grave de suministros y medicamentos básicos.

Si el tiempo lo permite, o en una etapa ulterior, se puede recoger la siguiente información:

- número y tipos de traumatismos o enfermedades señalados en los establecimientos de salud;

- necesidades en lo que respecta a la evacuación de personas heridas o enfermas a otros tipos de establecimiento; necesidades de cuidados especializados (por ejemplo tratamiento de quemaduras);

- número y funciones de las operaciones médicas (por ejemplo tipos de traumatismo que se han tratado y recursos que se han necesitado);

- cantidad y tipo de medicamentos disponibles, vacunas, sangre, equipo de laboratorio y suministros de emergencia básicos más necesarios.

La información necesaria puede obtenerse visitando las instalaciones en la zona dañada o comunicándose por radio o teléfono con las zonas distantes.

Higiene del medio

Debe evaluarse la situación de los servicios relacionados con la salud, como el abastecimiento de agua, el alcantarillado, la lucha antivectorial, la vivienda y el transporte.

También hay que vigilar los riesgos secundarios, como los incendios, las emanaciones químicas o el derrumbamiento de infraestructuras - por ejemplo presas, carreteras o puentes - que pueden producirse tras un daño estructural generalizado en la zona afectada.

Lo principal es determinar la cantidad y calidad de los suministros de aguas sin tratar. Por ejemplo, en los terremotos, asegurar un abastecimiento suficiente de agua es un problema importante cuando las líneas de suministro están cortadas.

Se debe prestar especial atención a:

- los daños estructurales o funcionales sufridos por el sistema de abastecimiento de agua;

- el tamaño y emplazamiento de las poblaciones con suficiente suministro de agua, para identificar los grupos con mayor riesgo de enfermedades transmisibles; y

- los manantiales real o potencialmente contaminados y las poblaciones expuestas a esas fuentes.

Para determinar el estado del saneamiento, se deben examinar los siguientes aspectos:

- la integridad estructural de los sistemas de tratamiento de aguas residuales;
- los signos de daños funcionales (como el desbordamiento de fosas sépticas); y
- la presencia de vectores.

Las inundaciones suelen ir acompañadas de problemas relacionados con los vectores. Ello se debe a varios factores, como la aparición de nuevos criaderos, el hacinamiento en los refugios y campamentos y la alteración de las actividades de lucha antivectorial. Una evaluación posterior deberá identificar los tipos de vectores presentes en la zona afectada y las poblaciones con mayor riesgo de contraer las enfermedades de las que son transmisores.

Evaluación de las repercusiones en los sectores relacionados con la salud

La situación sanitaria y, en consecuencia, la intervención sanitaria de emergencia dependen en gran medida de otros servicios básicos. Algunos de los aspectos clave que afectan a la salud son:

- los alimentos;
- el abrigo y la vivienda;
- el transporte y las comunicaciones.

Tras un desastre repentino, evaluar el estado nutricional no es una prioridad, pero es importante tener en cuenta que el desastre puede haber afectado las existencias y líneas de suministro de alimentos, y puede haber escasez.

Ahora bien, si la seguridad alimentaria de la población afectada ya era escasa o marginal antes del suceso debe precederse a una evaluación nutriológica rápida.

Para un examen de los últimos puntos, véanse los capítulos 7 y 8.

Fuentes de error

Las estimaciones de la morbilidad facilitadas por los prestadores de atención sanitaria pueden no ser exactas ni representativas.

Puede que se dé cuenta de menos traumatismos de los habidos, debido a fallos en los registros o porque muchos heridos no pueden llegar a los centros de salud. Por otra parte, también puede notificarse un número excesivo de traumatismos, por haber sido registrados o contados varias veces (por ejemplo en el puesto de la Cruz Roja, el centro de salud y el hospital).

En las etapas posteriores de un desastre natural repentino surgen otros factores que pueden mermar la utilidad de los datos sobre la morbilidad y’ los traumatismos facilitados por los prestadores de atención sanitaria.

Por ejemplo, la disponibilidad de atención sanitaria puede incluso mejorar gracias a la intervención tras el desastre, que aumenta la atención médica no sólo para los traumatismos debidos al suceso sino también para los demás.

Además, al disponerse de equipo de diagnóstico e instalaciones más sofisticadas, en algunos centros se podrán hacer diagnósticos más específicos y exactos que en otros. Esto puede limitar la posibilidad de comparar datos recogidos en diferentes lugares.

Una evaluación rápida que se concentre en los servicios de salud de las zonas más afectadas pero de fácil acceso puede exagerar las necesidades de toda la población afectada. Por otra parte, las necesidades de las zonas aisladas, con carreteras cortadas, transporte aéreo y telecomunicaciones interrumpidos, pueden subestimarse y olvidarse fácilmente.

Presentación de los resultados

Al presentar los resultados de esta evaluación, debe facilitarse la siguiente información.

· Una breve descripción del suceso: lugar, causas y efectos generales, fecha y hora del suceso.

· Una estimación del área y del número de personas afectadas.

· Información sobre:

- el número de muertos;
- el número y tipo de traumatismos;
- el número de desaparecidos;
- el número de personas desplazadas o que deben ser evacuadas.

· Una descripción del alcance de los daños y el estado actual de:

- las instalaciones y servicios sanitarios;
- la logística de supervivencia (agua, energía, comunicaciones);
- las viviendas; y
- la demás infraestructura vital (carreteras, puentes, sistemas de saneamiento, etc.)

· Una descripción de las operaciones de intervención, en curso y previstas:

- por la comunidad;
- por las autoridades locales;
- por el gobierno central;
- por las organizaciones no gubernamentales;
- por los interlocutores internacionales;
- la distribución de tareas y los mecanismos de coordinación;
- las principales dificultades de las operaciones; y
- otros peligros que pueden agravar la emergencia.

· Recomendaciones acerca de:

- las zonas y los grupos de población de interés prioritario;
- las actividades que deben emprenderse inmediatamente o a corto plazo;
- las actividades que pueden resultar necesarias a medio plazo; y
- las necesidades inmediatas de ayuda externa como medicamentos, otros suministros médicos, equipo, personal, ayuda especializada, logística y comunicaciones como financiación.

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