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ISSN 0251-4486
¿Es su Hospital Seguro?
Pocas personas olvidarán fácilmente la imagen de los trabajadores de rescate después del terremoto en la Ciudad de México en 1985, escarbando a través de montañas de escombro tratando de rescatar a gente atrapada en el derrumbe del hospital Juárez. En el Hospital General murieron 295 personas a causa del terremoto, y en el Hospital Juárez 561, entre ellas pacientes, personal médico, y visitantes. Cerca de 6000 camas quedaron fuera de servicio y las pérdidas económicas ascendieron a más de $640 millones de dólares.
Durante el huracán Gilberto en 1988, dos hospitales fueron totalmente destruidos. y 11 sufrieron daños considerables. Más de la mitad de las 377 instituciones de salud en la isla sufrieron graves daños.
Se han repetido pérdidas comparables a través de la región. Tales tragedias pueden considerarse como inevitables, o como casos aislados que ocurren debido a la desafortunada convergencia de múltiples factores. Un análisis posterior al desastre indicaría que existían ciertas condiciones del subsuelo, o un error al calcular el curso de una tormenta, la antigüedad del edificio! o al hecho que el terremoto ocurrió durante el periodo más concurrido del horario de visitas. Hoy día se cuenta con datos científicos sobre todos estos factores, y esta información que va en aumento es la que deberá aplicarse al mantenimiento, planificación. y ampliación de instituciones de salud.
Cuando hay numerosos heridos, los centros que proporcionan cuidados intensivos constituyen un elemento clave al afrontar los desastres, en comparación con los centros de salud convencionales, debido a la compleja naturaleza de sus servicios, a el mayor número de usuarios, y a las características de su equipo y suministros, los cuales son más vulnerables. Mientras que una casa, aunque haya sufrido daños en el techo o en sus conexiones de agua y luz, puede seguir siendo habitada, un hospital debe ser auto suficiente si fallan la mayoría de los sistemas que forman la infraestructura de la comunidad. Un hospital que sufre daños estructurales que requieran su evacuación total, pasa a convenirse de una fuente de ayuda vital a una grave inconveniencia. En el peor de los casos, cuando hay un colapso total, lo que fuera el sustento vital de una comunidad se transforma en el sitio más peligroso en que uno pudiera encontrarse.
Se ha comprobado que las normas de construcción establecidas hace 50 años han caducado en cienos zonas de alto riesgo, y que de los nuevos códigos establecidos en muchos países, los más estrictos se han aplicado a la construcción de hospitales. El criterio más eficaz en función del costo consistiría en integrar las medidas de mitigación de desastres durante la etapa de construcción de nuevas instalaciones hospitalarias. Se calcula que aun doblando, o triplicando la resistencia de una estructura, el costo total de un hospital y su contenido aumentaría solamente en un 1%.
Los mapas de las zonas de riesgo identifican las regiones más vulnerables a actividades sísmicas, volcánicas, y propensas a ciclones e inundaciones debiendo tomarse en cuenta tal información en toda planificación de nueva construcción, así como en la rehabilitación de los edificios existentes.
Es muy importante que las autoridades de un hospital participen en la fase inicial, ya sea en su planificación o rehabilitación, ya que el interés sobre preparativos para casos de desastres sería mayor, asegurándose que las actividades normales del hospital se viesen poco afectadas durante la fase de reconstrucción.
Inmediatamente después de un desastre natural, cuando todavía se cuenta con la atención del público, los fondos consagrados a la rehabilitación de edificios e instalaciones de salud son fáciles de conseguir, aún cuando el costo sea excesivo. ¿Se puede disponer, de igual manera, de los recursos necesarios para la inspección y rehabilitación de un hospital que ha estado funcionando por generaciones, y aún sobrevivido a un desastre con daños mínimos? ¿Pueden acaso justificarse los gastos que ocasione un reacondicionamiento cuando no puede determinarse con certeza si tal vez ocurrirá "otro grande"?
El reforzamiento de hospitales es una actividad costosa y difícil de emprender, y cuando los recursos económicos son cada vez más escasos es vital una verdadera dedicación por parte de las autoridades a cargo de la planificación nacional. Es así como en Costa Rica, después de efectuar varios análisis de vulnerabilidad de sus diversas instituciones de salud, la Caja Costarricense de Seguro Social llevó a cabo un proyecto de cinco años de duración a fin de rehabilitar cuatro hospitales principales. Inversiones similares se están llevando a cabo en Chile, Colombia y México.
Se quiebra una ventana; una lámpara de techo, mal ajustada, se cae; se voltea un generador eléctrico mal asegurado; estantes atestados de sustancias químicas y suministros se desploman; las escaleras están bloqueadas por escombros que caen; y un tanque de oxígeno causa una explosión. Todas estas situaciones pueden ocasionar accidentes graves o fatales, perturbando por completo el buen funcionamiento de instalaciones hospitalarias en caso de que ocurra un desastre natural. El primer paso encaminado a planear medidas para evitar esos accidentes consiste en determinar la vulnerabilidad de aquellos elementos que no forman parte de las edificaciones y establecer prioridades anticipando los riesgos fatales que pudieran ocasionar, así como determinar los costos que ocasione su reemplazo y el riesgo que implica interrumpir la prestación de servicios.
Otros elementos que forman parte de un edificio, a excepción de los muros que sobrellevan el peso de la estructura, tales como los muros de división, así como los sistemas de electricidad y alumbrado, computación, elevadores, equipo y suministros de laboratorio y todos aquellos elementos que forman parte del equipo hospitalario representan un 75-80% de su costo. Este es menos elevado cuando se implementan medidas de protección en la etapa inicial de construcción. Ciertas modificaciones de este tipo pueden hacerse por parte del personal de mantenimiento en forma simple y económica, mientras que el personal hospitalario puede aprender a prestar atención al estado en que se encuentra el equipo que les rodea.
La seguridad estructural es solo una parte del plan de preparativos que debe tener un hospital.
La seguridad de las edificaciones hospitalarias constituye solo una parte de la serie de medidas preventivas. Es primordial como las personas confrontan un desastre cuando éste se presenta. El personal del hospital debe estar capacitado para hacerse cargo de la situación, para informar debidamente a los pacientes sobre el suceso, comunicarse con los familiares tanto de pacientes como de víctimas, y si fuera necesario, evacuar el edificio. Debe efectuarse un simulacro en los hospitales, por lo menos una vez al año, que incluya ejercicios de evacuación y de atención masiva a numerosos heridos. Cada institución hospitalaria debe contar con un comité sobre emergencias responsable de determinar hasta que punto el equipo está listo para esta eventualidad, y capaz de coordinar la cooperación y comunicación intrainstitucional.
Como se indica en la página 3 de este número, el enfoque del DIRDN para el Día Mundial del Desastre en 1993 es la reducción de desastres en escuelas y hospitales. Se espera que al elevar la conciencia del público sobre los temas de seguridad en hospitales, altos funcionarios en la Región otorguen una especial prioridad a la protección de estas instalaciones vitales.
El hospital Princess Margaret, en
Jamaica, fue uno de los más afectados por el huracán Gilberto en 1988.
(Fotografía: OPS/OMS, C. Gaggero)
DIRDN: Un Papel para Todos
El Decenio Internacional para la Reducción de Desastres Naturales consiste no solamente en una serie de resoluciones aprobadas en los salones de asamblea de las Naciones Unidas, sino que tiene que basarse en una firme adhesión a los propósitos que han sido formulados a nivel comunitario, nacional y regional. Una de las tareas más difíciles que confronta el Decenio es la de modificar el concepto del papel que podemos desempeñar en la prevención y mitigación de los desastres tanto naturales como los causados por el hombre, además de sus consecuencias para la sociedad y su salud. Es necesario hacer del conocimiento público a través de campañas educativas, de una activa participación en actividades de la comunidad, y de fomentar en las fuentes informativas una participación que no se limite a mostrar las funestas consecuencias de los desastres para la salud, sino en informar al público sobre temas de prevención y mitigación para orientar la atención de los funcionarios responsables a que tomen conciencia de estas actividades.
Los comités nacionales del DIRDN desempeñan un papel significativo al hacer un llamado tanto al público en general, como entre los medios políticos. hacia la importancia de tomar medidas preventivas y de actuar para mitigar las consecuencias de los desastres naturales. Una de las metas que se puede alcanzar a corto y mediano plazo es la de aplicar rigurosamente las leyes que rigen la construcción de estructuras adecuadas - sobre todo en hospitales - resistentes a los terremotos y huracanes. Asimismo, pueden adoptarse códigos para que la selección de terrenos y zonas urbanas sean apropiadas para la construcción de instalaciones sanitarias y de escuelas. Cursos sobre prevención de desastres incorporados en los planes de estudio existentes, es otra meta más.
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