cerrar esta libroDesastres Preparativos y Mitigación - Boletín No. 84 - Julio, 2001 (Pan American Health Organization (PAHO) / Organización Panamericana de la Salud (OPS), 2001, 8 p.)
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Editorial - Protegiendo la red de servicios de salud

Los logros y conocimientos alcanzados en los países de América Latina y el Caribe en la reducción de la vulnerabilidad de los hospitales frente a amenazas naturales deben ahora extenderse a todo el resto de la infraestructura de salud. En el pasado, infraestructura de salud de menor complejidad, pero no menos importante, como centros de salud, oficinas centrales de las autoridades de salud, laboratorios, bodegas y bancos de sangre nacionales han sido reiteradamente afectados por inundaciones, sismos, huracanes y otras amenazas, provocando graves daños y alterando los servicios.

La respuesta eficaz del sector salud para atender las necesidades generadas por la ocurrencia de un desastre dependerá, en parte, de los preparativos del sector, pero resultará condicionada por el nivel de daños que experimente la infraestructura de salud (hospitales, centros de salud, laboratorios, bancos de sangre, almacenes, oficinas centrales, etc.).

Para planificar una adecuada respuesta del sector salud frente a desastres naturales es necesario conocer la vulnerabilidad física de las instalaciones, ya que no sirve que los hospitales cuenten con magníficos planes de emergencia actualizados y probados durante simulacros, si al momento de un desastre el edificio queda inservible o fuera de uso. No sirve tener programas de vigilancia epidemiológica si los laboratorios que deben procesar la información no pueden funcionar después del desastre. No sirve contar con stock de medicamentos e insumos para casos de emergencia, si las bodegas donde son almacenados se ven afectadas por el desastre. No sirve establecer sistemas de referencia y contrarreferencia entre las diferentes instituciones de salud para la atención de las víctimas del desastre, si la red de servicios de salud se ve colapsada. Tampoco sirve evacuar establecimientos de salud que están bien construidos, sí los daños que presentan no ponen en peligro la seguridad de sus ocupantes ni el funcionamiento del establecimiento. Por lo tanto, la planificación y preparativos del sector salud debe tener como prioridad la vulnerabilidad física de sus edificaciones.


Para que la respuesta a los desastres sea efectiva, los países deben procurar que todos los componentes de la red de salud sean seguros. Daños a laboratorios, como se ven en esta fotografía durante el huracán Keith en Belize, pueden paralizar los sistemas de salud.

Foto: OPS/OMS

Desastres tales como: el Fenómeno del Niño 97-98 que afectó de manera significativa a Ecuador y Perú, donde más de 34 hospitales y 485 pequeñas unidades y centros de salud fueron afectados por las inundaciones, donde muchas de ellas eran el único establecimiento de salud en muchos kilómetros; las inundaciones de 1999 en Venezuela que afectaron indistintamente a grandes hospitales, centros de salud y los accesos a los mismo; el huracán Keith en Belize a fines del 2000 que afectó al Hospital Karl Heusner Memorial de referencia nacional. Aún más importantes fue sin duda la pérdida del contenido del Laboratorio Médico Central y Banco de Sangre (The Central Medical Laboratory and Blood Bank) por ser las únicas instalaciones de este tipo en todo el país; y los recientes terremotos en El Salvador que dejaron en tiendas de campaña a los principales hospitales de los departamentos más afectados. Todos estos fenómenos han demostrado que a consecuencia de un desastre hay un daño global asociado al impacto en el funcionamiento de la red de servicios de salud y unidades de apoyo, viéndose deteriorado la calidad o el acceso de la población afectada a los servicios de salud. Por lo tanto, se hace necesario considerar la vulnerabilidad global de la red de servicios de salud para la planificación de la respuesta frente a desastres.


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Es necesario establecer cómo la red de servicios de salud funcionará durante una situación de desastre, lo cual pasa necesariamente por identificar cuales son los establecimientos de salud y unidades de apoyo claves para atender la emergencia. Podrán ser seleccionados considerando su nivel de seguridad, complejidad, nivel de resolución, recursos humanos disponibles, ubicación estratégica u otras razones. Esta infraestructura deberá seguir funcionando durante situaciones de desastre, si es que se pretende implementar el plan de respuesta del sector salud programado previamente. Su nivel de daño debe ser mínimo para permitir su normal funcionamiento.

No es conveniente seleccionar al azar ciertos hospitales y centros de salud como “target” para implementar medidas de mitigación de desastres. Es necesario seleccionar las instituciones apropiadas. Identificando los "puntos duros" (puntos claves que deben resistir el impacto de un desastre) de la red de servicios a nivel regional y nacional, los países pueden volcar sus esfuerzos en conocer la vulnerabilidad e implementar las medidas de mitigación que aseguren su funcionamiento con posterioridad al desastre, asegurando así la posibilidad de implementar los planes de respuesta planificados previamente.

Debemos asegurar que los planes de respuesta con que cuentan nuestros hospitales y otros establecimientos sean elaborados en base en la vulnerabilidad física de las edificaciones. Sólo así sabremos a ciencia cierta si podremos contar o no con un determinado establecimientos de salud después de un desastre y evitaremos después del desastre evacuar y dejar fuera de funcionamiento establecimientos que a los ojos de sus ocupantes parezcan inseguros, pero donde la ingeniería y arquitectura dicen lo contrario.

Un adecuado diseño y construcción de las nuevas instalaciones de salud, y la realización de estudios de vulnerabilidad en las instalaciones existentes, aportarán la información necesaria para que cada establecimiento de salud y el sector salud en general planifiquen y ejecuten las respuestas durante situaciones de emergencia y desastres.

Ya empezó la temporada de huracanes!

La temporada de huracanes comenzó el primero de junio, y asta ahora hubo solo dos tormentas: Allison y Barry, no habiéndose convertido ninguna de las dos en un huracán.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) selecciona los nombres de las futuras tormentas (que se repiten cada seis años) y retira los nombres de huracanes que han tenido efectos devastadores en el pasado. Los nombres para este año, que serán usados nuevamente en 2007, serán: Chantal, Dean, Erin, Felix, Gabrielle, Humberto, Iris, Jerry, Karen, Lorenzo, Michelle, Noel, Olga, Pablo, Rebekah, Sebastien, Tanya, Van y Wendy.


Próximo curso
Marzo 2002 - Buenos Aires, Argentina

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