La violencia en Colombia ha desplazado a gran parte de la población rural de este país de 40 millones de habitantes. En su búsqueda de lugares más seguros para vivir, esta población desplazada internamente ha perdido sus medios de sustento y ha comprometido su acceso a los servicios de salud. En los últimos cuatro años el número de desplazados ha incrementado de manera alarmente y cada día afecta a un área geográfica mucho mayor. La cantidad de desplazados aumentó de 89.000 en 1995 a casi 288.000 para fines de 1999 (datos de CODHES, Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento).
La equidad es un tema importante en el debate sobre el acceso a los servicios de salud. Dependiendo de la fuente de información, entre 50.000 y 2 millones de personas se han visto privadas de este acceso, un beneficio que el resto de la población colombiana ha podido mantener. Estas cantidades incluyen a aquellas personas desplazadas por la violencia. Para mediados de 1999, la situación había alcanzado tal magnitud que las migraciones forzadas habían saturado los servicios de casi 100 de las 1.092 municipalidades colombianas. Estas cifras incluyen también a aquellos que tal vez no hayan sido desplazados, pero que viven en ambientes tan inseguros que el personal de salud ha abandonado estas áreas, con el consecuente deterioro en los servicios de salud.
Otros tipos de dificultades surgen cuando los desplazados se mudan a áreas que ya tenían otros problemas - falta de acceso a agua potable o alojamientos inadecuados. Esto causa una carga extra para los servicios de salud que no han sido designados para satisfacer tal demanda, que va más allá de sus límites. Además, aunque el Servicio de Salud de Colombia ofrece acceso universal a su población, requiere que cada persona tenga una identificación válida. Esta es una de las razones por las cuales muy pocas de las personas desplazadas se benefician del acceso a la atención de salud - el miedo de convertirse en el blanco de grupos armados ha hecho que el anonimato sea la mejor forma de protegerse.
Las inequidades se agravan cuando las ONG (locales e internacionales), grupos religiosos, universidades, organismos privados, grupos armados y organismo s internacionales son quienes brindan los servicios de salud, con criterios bastante diferentes. Es común que un segmento particular de la población desplazada haya sido designada para recibir ayuda, mientran que grupos vecinos, viviendo en condiciones similares, pero que no califican dentro del enfoque del proyecto, no reciben la misma atención.
Hasta ahora, las áreas donde existía la mayor inequidad se encontraban dentro de las fronteras de Colombia. Sin embargo, está empezando a convertirse en un problema en las zonas fronterizas con los países vecinos: Venezuela, Ecuador, Perú, Brasil y Panamá, donde los colombianos están buscando áreas más seguras para vivir.
El nivel de descontento generalizado causado por la inequidad alimenta los resentimientos en todos los niveles, lo que dificulta aún más el proceso de paz. Si se pudiera cambiar esta situación, la salud definitivamente se convertiría en un puente hacia la salud. No es una tarea imposible, pero requiere, por ejemplo, una reorientación considerable en la forma en que se facilita el acceso a los servicios de salud.
El gobierno, ONG y organismos internacionales han tomado una serie de medidas para reducir las inequidades. Una de ellas es mejorar las condiciones de empleo de los trabajadores de salud en zonas de desplazados, de acuerdo con las pautas creadas por el Comité Internacional de la Cruz Roja. Otra es asegurar que todos los socios de salud trabajen dentro de las mismos lineamientos, de manera que, por ejemplo, el alcalde de una municipalidad pequeña, que se esté enfrentando a una de las situaciones descritas anteriormente, pueda contar, al menos, con un mínimo de recursos humanos para poder brindar servicios de salud básicos. La necesidad de intercambiar información más rápidamente, ya sea por Internet, en reuniones formales, o través de otros medios, es no solamente una manera de brindar acceso a los servicios de salud más equitativamente, sino una parte vital del proceso de paz, ya que fuerza a grupos opuestos a buscar soluciones para las necesidades esenciales y comunes de las personas.
Es inaceptable para cualquier país tener que enfrentarse con el deterioro de su sistema de salud completo. Sin embargo, es aún peor tener que presenciar el rápido incremento de inequidades. Es urgente que todos los actores - nacionales e internacionales - acepten este hecho y hagan el esfuerzo necesario para unir sus fuerzas y poder juntos asegurar que toda la población reciba atención de salud, sin importar a que grupo pertenezca. A través de estas muestras de solidaridad, y con la reducción de las peores inequidades, no solo se mejorará la salud, sino que se creará un sólido puente hacia la paz.
Varios factores conspiran para reducir el acceso a los servicios básicos de salud para los desplazados internamente en Colombia, mientras que el resto de la población no ha sido afectada de la misma manera. Esta inequidad ha incrementado las tensiones entre todas las partes involucradas. Si se mejora la equidad en la salud, se reducirán las tensiones y se creará un puente hacia la paz.
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