Los desastres de gran magnitud crean áreas de gran
densidad poblacional (campamentos para personas damnificadas y centros
de socorro) donde los servicios vitales adecuados pueden faltar
y la carencia de agua y de instalaciones sanitarias básicas puede
disminuir el nivel de higiene existente.
Los sistemas de abastecimiento de agua o de alcantarillado
son vulnerables a los desastres. Las instalaciones pueden dañarse,
las canalizaciones romperse o las operaciones interrumpirse por
falta de corriente eléctrica. Después de un desastre, el agua puede
ser el producto más valioso, por ser esencial para mantener la vida.
Las roturas en las tuberías principales, junto con la baja presión
del sistema, pueden causar contaminación. Los sistemas de alcantarillado
pueden dañarse y desbordarse hacia las calles y las casas, generando
peligros para la salud. La contaminación del agua de inundaciones
por las aguas servidas afecta la calidad del agua en los pozos o
en el sistema de distribución. También los alimentos pueden contaminarse,
ya sea directamente por el desastre o por la falta de corriente
eléctrica que afecta a los equipos de refrigeración.
Las migraciones poblacionales, la interrupción
de los servicios y el aumento de los criaderos de insectos son otros
ejemplos de cambios en el ambiente después de un desastre, que crean
riesgos para la salud.
La presente publicación pretende entregar las pautas
generales a ser tomadas en cuenta por las autoridades y actores
locales encargados de la administración de emergencias en salud
ambiental y aprovisionamiento de agua.