Todos los planes hospitalarios para afrontar desastres deben ser actualizados frecuentemente con el fin de que se modifiquen los cambios que han tenido desde su confección hasta el momento de su actualización, con vistas a que se contemplen las variaciones en personal, medios, técnicos, etc. No sólo debe ser una actualización cualitativa sino también cuantitativa, tanto en recursos humanos como materiales. Si la actualización es posterior a un desastre real, un simulacro u otra forma de evaluación, debe recoger la corrección de las fallas detectadas. Los intervalos de actualización variarán de acuerdo con las condiciones de cada lugar, pero deberá hacerse por lo menos una vez al año y se procurará que siempre esté precedido de una evaluación.
La evaluación periódica de los planes se hace para evitar que éstos se conviertan en documentos estáticos; además no es conveniente dejar a la memoria de los ejecutores del plan todas las medidas que estén determinadas en el mismo, sino que estas medidas y todas las actividades previstas en el plan deben ser del conocimiento de todos los participantes para el cumplimiento exitoso de las misiones o tareas asignadas en el momento del desastre, las cuales se realizan en situaciones adversas.
En una organización, la evaluación consiste en comprobar si todo ocurre conforme al cronograma o plan adoptado. Tiene por objeto señalar las faltas y los errores a fin de que se puedan reparar y evitar su repetición. Se aplica a todo, a las personas, a los medios (incluyendo la reserva), a las acciones y a los métodos.
Mediante la evaluación sistemática se asegura de que existe el plan y de que éste se aplica y se mantiene actualizado, de que está completa la plantilla de personal y recursos materiales, de que se efectúan las actividades previstas en el plan, así como el estado de conservación de los equipos, la rotación de medicamentos de reserva, etc.
La evaluación eficaz es la que se hace en tiempo, oportuno y que va seguida de correcciones de cualquier tipo en base a los errores o fallas detectadas. Por otra parte, si las conclusiones de la evaluación llegan muy tarde para que sea posible su utilización, la evaluación habrá sido una operación inútil.
Por muy bien que esté confeccionado el plan en un hospital, y por correctos que sean sus cálculos y consideraciones derivadas, todo el trabajo estará destinado al fracaso si no se toman las medidas indispensables de evaluación que aseguren su desarrollo con éxito. Por lo tanto, la evaluación necesita de la planificación.; mientras más claros, completos, precisos y coordinados sean los planes, más completa debe ser :la evaluación.
La evaluación es función de todo funcionario responsable, cualquiera que sea su jerarquía. Se ejerce en todos los niveles y funciones y debe ser definida y claramente adaptada a las características de la organización, específicamente a las actividades de la unidad, departamento o sección que se va a evaluar.
La evaluación funciona ampliamente en todos los elementos de la institución: faena de trabajo, medios básicos, materiales, medios operativos, actividades, medicamentos, instrumental; esto es, todos los puntos necesarios contemplados o no en el plan, incluyendo la reserva, logrando que se noten y destaquen los errores o deficiencias, los que deben ser rectificados y corregidos, evitando su repetición con medidas oportunas.
La verdadera función de la evaluación es la de medir la eficiencia y detectar las deficiencias con el fin de corregirlas en todos los niveles. Deberá ser claramente definida y estar bajo la responsabilidad personal de los funcionarios jerárquicos correspondientes. La misma convalida y complementa la planificación.
Constituye de hecho la base para planificar el período que se avecina. Es de vital importancia tener en cuenta que para verificar que todo esté de acuerdo con los planes, órdenes y principios establecidos, estos elementos no sólo se han entendido sino que también se han adoptado intelectual y emocionalmente por los ejecutores.
Existen varios métodos de evaluación, de los cuales pueden señalarse los simulacros y las simulaciones programadas, sorpresivas y en servicio.
La mejor evaluación que puede hacerse de un plan hospitalario en caso de desastre es la que se realiza con posterioridad a una catástrofe real, ya que en ese momento entran a jugar su verdadero papel todos los factores, en condiciones de verdadera tensión.
Esta es la única ocasión en que pueden suceder cosas o situaciones no previstas ni detectadas en los planes, ni en ninguna de las formas de evaluación del plan.
Sabemos que no es bueno ni bien visto que haya personas que se dediquen a encontrar errores o defectos de un plan en medio de una situación de desastre, pero debemos tener en cuenta que aun en los peores momentos el dirigente tiene que utilizar los principios básicos de la administración, entre los cuales se encuentra el control, que es una actividad ininterrumpida.
En esta situación, los actores son reales y no tienen observadores ni evaluadores como en los simulacros, y estos actores son los que señalan posteriormente las fallas y errores. De su eficiencia y conocimientos depende que se desarrolle el plan previsto, y ellos mismos tienen que ser sus propios evaluadores y darse cuenta cuando existe una falla o cuando se comete un error. Deben indicarlo con posterioridad a la etapa de emergencia, o lo que es mejor aún, después de detectado el problema deben señalarlo para evitar olvidos con el transcurso del tiempo. Es importante también señalar las formas y métodos utilizados para resolver las dificultades encontradas.
Una vez que se regresa a la normalidad, se hace lo mismo que cuando termina un simulacro, o sea que se evalúan los resultados de las actividades realizadas durante el período de emergencia, modificando los errores o deficiencias señaladas y rehaciendo, si es necesario, el plan hospitalario.
En muchos hospitales que actuaron sin planeamiento previo en una situación de desastre tuvieron que abocarse a la confección de un plan para hacer frente a futuros desastres. Es una buena conclusión y una magnífica decisión, pero es preciso tener en cuenta que los desastres no se suceden año tras año en el mismo lugar y que puede pasar mucho tiempo entre uno y otro. Por lo tanto, como los recursos, métodos y técnicas, cambian constantemente, es necesario evaluar y actualizar los planes establecidos para que la acción ante los desastres sea más eficiente y ahorre pérdida de vidas y daños irreparables en la salud.
Los simulacros pueden ser de tres tipos: programados, sorpresivos y en servicio. En los simulacros programados todos los participantes conocen su realización, la idea y los procedimientos, y deben realizar prácticas previas a su ejecución. En cambio, en los simulacros sorpresivos los participantes no están familiarizados con su realización, por lo que deben ser notificados en el momento en que se ejecuta. Para llevar a efecto este tipo de simulacro todos los participantes deben conocer de antemano a cabalidad sus misiones y funciones. No deben realizarse sin haber ejecutado simulacros programados previos.
Sólo se realiza cuando todo el sistema ha efectuado varios simulacros programados y/o sorpresivos y existe un buen entrenamiento del personal. El método consiste en utilizar ese hospital como centro de atención cuando ocurran accidentes masivos. En estos casos es cuando el hospital se transforma en el lugar donde son atendidos los accidentados y donde realmente puede evaluarse el trabajo realizado por la institución en casos de desastre.
1) Adiestrar al personal del hospital (médicos, personal de enfermería, técnicos, etc.).
2) Detectar errores o fallas existentes en los planes.
3) Minimizar el tiempo que se requiere para poner el hospital en funcionamiento.
Los simulacros deben estar bien organizados y coordinados, con el fin de que cada participante represente su papel y conozca las actividades que tiene que ejecutar. Cada uno de los participantes debe dar respuesta a las siguientes interrogantes: ¿Qué hacer? ¿Cómo hacerlo? ¿Con qué hacerlo? ¿Cuándo hacerlo?
Si cada participante puede responder a estas preguntas se habrá logrado dar un gran paso.
En los simulacros programados deben existir varias sesiones de entrenamiento, las que podrían ser las siguientes:
1) Explicación de lo que tiene que hacer cada participante.
2) Prácticas parciales por separado de cada sección o grupo de participantes (incluyendo los simuladores).
3) Práctica general e integrada de todo el sistema hospitalario. Debe asegurarse de que participe todo el personal previsto en los planes, o por lo menos que intervengan los principales jefes, con representaciones de todas las secciones.
Las personas que hagan de víctimas en un simulacro también deberán estar bien entrenadas y sería conveniente que fueran de la comunidad misma a la que se va a asistir. Si se conoce de antemano el tipo de desastre al que está expuesta la comunidad, habrá que tratar en primer lagar que todo el personal esté bien familiarizado, y segundo, que las actividades estén enfocadas hacia los daños que pueda ocasionar dicho desastre. Esto debe hacerse en base al pronóstico que darán los especialistas correspondientes.
Si en caso de desastre se traslada la unidad hospitalaria a un lugar diferente al que utiliza normalmente, éste deberá ser el lugar que se escoja para el simulacro. Lo fundamental es que se realice conforme a lo que está descrito en el plan. Un simulacro nunca deberá planificarse si no existe un plan escrito y detallado de antemano.
En la planificación del simulacro debe tenerse en cuenta que el éxito del mismo no depende sólo de los organizadores, sino del conocimiento previo, seriedad, disciplina y preparación que tengan los participantes.
Además de fingir en base al tipo de afectación supuesta, los simuladores, dentro de lo posible, deberán estar perfectamente maquillados. Esta preparación deberá coincidir también con el tipo de lesión que supuestamente tiene el simulador, a fin de que el equipo que brinda los primeros auxilios y la clasificación pueda identificar correctamente la afección. Para lograr esto habría que contratar maquilladores profesionales del cine o de la televisión. Deben confeccionarse instrucciones o cartillas de entrenamiento, las que se entregarán a cada participante. Estas cartillas contendrían instrucciones sobre:
a) información general, incluyendo la hipótesis o idea del desastre;
b) organización y desarrollo del simulacro;
c) actividades a desarrollar;
d) plan calendario o cronograma;
e) procedimientos específicos para cada sección o grupo de trabajo (grupo de evaluación, primeros auxilios y evacuación, servicios de urgencia, etc.)
También debe tenerse en cuenta que una unidad hospitalaria sola no puede enfrentarse realmente a los desastres; por lo tanto en caso de simulacros debe preverse la cooperación o coordinación con otros organismos o instituciones (defensa civil, Cruz Roja, fuerzas armadas, bomberos, ministerios del interior, etc.)
Se confeccionarán otros documentos anexos, como:
a) planos del hospital y de la zona del desastre;
b) vías de comunicación, señalando los itinerarios a utilizar según prioridades;
c) población existente por grupos de edades;
d) enfermedades más frecuentes, etc.
En la planificación y realización de un simulacro debe tenerse en cuenta un grupo de evaluación con conocimientos y experiencia en el tipo de actividad que se pretende realizar, y que sea ajeno a los participantes; esto tiene la finalidad de que puedan detectar fácilmente todos los errores y fallas cometidas.
La evaluación del simulacro permite hacer una apreciación crítica del desarrollo y resultados del mismo, y deberá estar dirigido fundamentalmente a analizar:
a) si se cumplieron en tiempo y forma las medidas de organización contempladas en el plan;
b) si la atención en la zona de desastre fue adecuada y eficiente;
c) si la evacuación hacia el hospital se realizó conforme al plan;
d) si la atención intrahospitalaria fue adecuada, oportuna y rápida.
Si se cuenta con equipos de fotografía, película, video, etc., deberán ser utilizados fundamentalmente cuando se cometen errores, a fin de poder explicar mejor y mostrar a los participantes las fallas cometidas.
Después de concluido el ejercicio se reunirá a los participantes para hacer un resumen poniendo énfasis en los errores cometidos.
El término simulación se refiere al uso y desarrollo de un modelo. Modelo es la representación teórica de una realidad. La simulación en desastres es un ejercicio que desarrolla un modelo que representa una situación real que puede ser un terremoto, huracán u otro tipo de desastre, así como las decisiones asociadas al mismo.
Principales atributos de la simulación:
1) Es una técnica orientada hacia la participación activa del docente y los participantes. Asimismo, representa un enfoque o vía de entrada para el entrenamiento de una situación.
2) Es generalmente un caso problema y, por tanto, útil en el desarrollo interdisciplinario del proceso enseñanza aprendizaje.
3) Es una técnica fundamentalmente dinámica, que se sustenta en situaciones cambiantes y que demanda flexibilidad en el pensamiento y respuestas que se deben adaptar a las circunstancias que se plantean en diferentes momentos.
Durante un ejercicio de simulación, los participantes deben tomar decisiones en situaciones cambiantes; las situaciones cambian cada vez que se recibe una nueva información.
1) Presentar una abstracción simplificada de los elementos esenciales de una situación.
2) Hacer explícitas las relaciones esenciales y las interacciones fundamentales en una situación.
3) Desarrollar la variante tiempo más rápidamente de lo normal, de manera que las implicaciones que surjan de la acción de una situación dinámica puedan ser claramente experimentadas.
4) Poner al participante en una situación de tensión, de manera que sienta el impacto directo de la toma de decisiones.
5) Ofrecer la oportunidad de participar en el proceso de enseñanza aprendizaje tomando como base las líneas de autoaprendizaje.
No hay duda que una de las ventajas más significativas de la simulación es su habilidad de acelerar el tiempo. Esta es una característica fundamental que hará posible que el participante tome decisiones sobre situaciones que normalmente se desarrollarían en un período de tiempo más largo.
En resumen, un ejercicio de simulación requiere que los participantes se conviertan en "actores de una obra", representen los papeles que son reflejo de una situación o experiencia real, y tomen las decisiones que les corresponden en su actuación.
En el caso particular de las simulaciones de hospitales que tienen que prepararse para actuar en casos de desastre, deben dar respuesta a los siguientes objetivos:
1) Familiarizar a los participantes con el proceso de toma de decisiones en circunstancias de incertidumbre y en presencia de una información confusa e inexacta.
2) Estimular a los participantes a realizar un análisis crítico de la información recibida en relación con el desastre.
3) Dar oportunidad para tomar decisiones en la mayor parte de los problemas relacionados con la emergencia creada.
4) Desarrollar el proceso de toma de decisión relativa a:a) manejo administrativo de accidentes numerosos;
b) recursos humanos y materiales disponibles;
c) capacidad de acción frente a los desastres;
d) ampliación de capacidades hospitalarias (intra y/o extrahospitalarias);
e) preparación para casos de desastres.5) Ayudar al participante a experimentar la tensión que resulta de tomar decisiones importantes con niveles bajos de información, o con información proveniente de fuentes no confiables.
6) Interpretar la relación que existe entre el hospital y los otros factores en una situación de desastre.
7) Fomentar el análisis de costos y de los problemas prácticos de implementación en la situación especial de falta de recursos que sigue a un estado de desastre.
8) Analizar los problemas que surgen en el manejo de voluntarios.
9) Indicar la importancia que tiene, durante un desastre, la toma de decisiones en forma coordinada y cooperativa.
10) Reconocer la necesidad de planificación y preparación previa para casos de desastre.
El método de la simulación se basa en la propia experiencia de los participantes; cada uno de ellos tendrá un papel definido, que deberá ser entregado al comienzo del ejercicio de acuerdo con un programa preestablecido.
Los participantes deben estar preparados para tener un horario extraordinario.
Existirá un coordinador con las siguientes funciones:
a) coordinar la acción;
b) distribuir los papeles;
c) controlar y variar el tiempo y el ritmo de acción;
d) proveer la información;
e) intervenir para producir cambios en la acción del grupo;
f) tener material de consulta o datos que puedan solicitar los participantes y que sean necesarios para la toma de decisiones;
g) observar y analizar todo lo ocurrido durante el ejercicio;
h) presentar un informe final.
El grupo también tendrá un observador que registrará el manejo de las situaciones, las decisiones tomadas y las conclusiones del grupo respecto a cada uno de los aspectos importantes. Ayudará al coordinador en la conducción del ejercicio, en el análisis y discusión posterior, así como en el informe final.
Al terminarse el ejercicio de simulación se hará una reunión de conclusiones donde se expondrán las experiencias y los errores cometidos, así como sus consecuencias y formas de corregirlos. Después se hará un informe final con los aspectos más sobresalientes, el cual se enviará al nivel jerárquico correspondiente.
Significa información y asesoría aplicable a los niveles de ejecución de las distintas tareas que desarrolla una organización, y constituye una responsabilidad inherente a todo dirigente. En ocasiones se ve al supervisor como un inspector, cuyas funciones son vigilar con propósito de sancionar; sin embargo, ello no quiere decir que en determinado momento los resultados de una supervisión no entrañen una sanción. Lo más importante es que el supervisor ponga su amplia experiencia y capacidad al servicio de la institución con el propósito de ayudar a que el trabajo se realice con mayor eficacia.
Por lo tanto, la acción de examinar es conocer y juzgar la eficiencia de los planes hospitalarios para afrontar desastres, poniendo al final de este proceso una calificación que no es otra cosa que la evaluación, sugiriendo al mismo tiempo las modificaciones que se estimen pertinentes para mejorar el cumplimiento de los objetivos previamente fijados en el plan.
La realización de la supervisión, que es una función inherente e ineludible de todo jefe, no es nada fácil. Multitud de factores determinan que se realice satisfactoriamente, y sin cuya presencia no es posible llevarla a cabo.
La supervisión no entraña obligatoriamente autoridad jerárquica, pero en cambio exige que la persona a cargo tenga los conocimientos básicos y la experiencia necesaria sobre la actividad que supervisa, y que esto sea reconocido por los otros. Además debe poseer una recia personalidad y reputación; si a todo esto se le suma la autoridad jerárquica, la supervisión cumple seguramente sus objetivos.
El supervisor puede o no ser oído, y la persona supervisada podrá aceptar o rechazar lo aconsejado, aunque deberá asumir enteramente la responsabilidad de su conducta posterior y las consecuencias que de ella se deriven.
Las deficiencias detectadas, así como las sugerencias, deben quedar por escrito inmediatamente que termine la supervisión. Deberán entregarse copias de estos escritos a los supervisados y a los jefes superiores, a fin de que quede constancia de toda la acción y de que los jefes puedan tomar decisiones al respecto.
La supervisión debe realizarse en forma ordenada, de tal manera que rinda los frutos esperados. Para ello es necesario cumplir las cuatro etapas siguientes: a) planeación de la supervisión; b) ejecución de la supervisión; c) evaluación de lo supervisado; d) resolución final.
Las supervisiones siempre deben estar programadas aunque pueden o no ser conocidas por los que van a ser supervisados.
El supervisor designado debe conocer previamente cl plan hospitalario, las responsabilidades del personal y las prioridades a observar. Una vez conocidos estos aspectos confeccionará un calendario o formulario que le servirá de guía para la ejecución de la supervisión, sin que esto signifique que durante la acción no se puedan hacer variaciones de acuerdo con las circunstancias encontradas. El calendario y el formulario pueden ser entregados previamente a los supervisados, dependiendo de que la supervisión sea sorpresiva o declarada.
En ocasiones, cuando existe un buen formulario, éste puede entregarse a los supervisados para que ellos respondan por escrito verificando posteriormente algunos de los aspectos respondidos.
Las actividades de ejecución de la supervisión se realizan por medio de entrevistas, observaciones, demostraciones, etc., y se iniciarán con un intercambio de impresiones entre el supervisor y los supervisados con el propósito de establecer una relación de confianza mutua.
Se pueden intercambiar preguntas y respuestas, y los consejos del supervisor deberán llevarse a cabo sin abusos, lamentaciones ni sarcasmos o demostraciones de autosuficiencia, pero tampoco con indecisión, compasión o paternalismo; es preciso señalar la falla cuando algo sale mal, pero no criticando sino en forma constructiva.
El trato amable con el personal supervisado es una valiosa ayuda en el éxito de las actividades de supervisión. El deseo de ayudar, orientar y enseñar y no de castigar, regañar y amenazar es muy importante; es por esto que en algunos lugares a la supervisión se le llama centro y ayuda.
Con posterioridad inmediata a la ejecución de la supervisión hay que proceder a la calificación de los hallazgos. Esta calificación puede ser cualitativa o cuantitativa, pero lo más importante es que se reflejen los aspectos sobresalientes en cada situación encontrada, y que ello sea aceptado con convencimiento por parte de los supervisados. Dentro de la evaluación es necesario darle a los evaluados un margen de tiempo para superar sus deficiencias o cronogramas de cumplimiento, que debe ser comprobado con posterioridad.
Una vez hecha la evaluación de los distintos factores que determinaron la reiteración de deficiencias se deben identificar con claridad y precisión las causas del problema, señalando el remedio que corresponde a cada situación.
Esta resolución debe ser explicativa y que coincida con las discusiones establecidas con los supervisados.
La resolución se eleva a los jefes con el fin de que el nivel jerárquico superior tome las decisiones correspondientes, entregando copia a los supervisados.
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