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El huracán Mitch en Honduras
Secretaría de Salud de Honduras
Organización
Panamericana de la
Salud
El huracán Mitch, uno de los huracanes más violentos del siglo, se presentó en el nordeste de Honduras el 26 de octubre de 1998 y recorrió la costa norte con vientos destructivos de aproximadamente 250 km por hora y lluvias torrenciales que duraron cuatro días debido al lento desplazamiento del huracán (a razón de 3 a 9 km/hora). El 30 de octubre el Mitch, después de afectar las islas de la Bahía, se dirigió súbitamente al sur, penetrando en el territorio hondureño y transformándose rápidamente en tormenta tropical. Esta tormenta, igualmente imprevisible, desató lluvias torrenciales superiores a 600 mm durante cinco días consecutivos, que llevaron al desborde masivo de los ríos y provocaron severas inundaciones en los 18 departamentos del país, afectando en particular toda la costa atlántica, la zona central -incluyendo a Tegucigalpa, la capital de Honduras- y la zona sur.
El terrible meteoro dejó un saldo de casi 1.500.000 damnificados, entre ellos 5657 muertos, 8058 desaparecidos, 12.272 heridos y 285.000 personas que perdieron sus viviendas y tuvieron que refugiarse en más de 1375 albergues temporarios. Se estima, además, que resultó seriamente dañado el 60% de la infraestructura vial del país, pues quedaron inutilizados 424 caminos y 107 carreteras, y destruidos 189 puentes, incomunicando en mayor o menor grado a 81 ciudades. Por otra parte, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), quedaron destruidos o seriamente afectados un 70% de los cultivos, fundamentalmente de café, banana y piña (ananá), pérdidas que representan un monto superior a los US$ 800 millones solo en el sector agrícola.
La Secretaría de Salud, el Servicio Autónomo Nacional de Agua y Alcantarillado (SANAA) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) informaron de averías en 1743 acueductos del país que afectaron a más de 3,4 millones de habitantes. Asimismo, se estima que resultaron inutilizadas por completo más de 53.000 letrinas en todo el país. Los sistemas de alcantarillado de Tegucigalpa, en particular las cloacas máximas, sufrieron averías graves, y las aguas servidas llegaron directamente a los ríos que cruzan la ciudad contaminando el agua del río Choluteca, que alcanzó concentraciones de bacterias coliformes de origen fecal superiores a 100.000 por 100 ml.
En materia de infraestructura asistencial, 23 de los 28 hospitales sufrieron daños parciales o totales en sus sistemas de distribución de agua. Quedaron seriamente dañados 123 centros de salud, de los cuales 68 no pudieron seguir funcionando al tiempo que más de 100 000 personas requerían atención médica.
También fueron significativos los daños en la infraestructura educativa: aproximadamente el 25% de las escuelas de todo el país (más de 2000 aulas) resultaron averiadas, es decir que más de 100.000 niños del ciclo primario quedaron sin escuela. Y al menos 30.000 estudiantes secundarios no pudieron continuar sus estudios, pues cerca de 2.000 maestros no pudieron dictar clases, cuya suspensión afectó en conjunto a casi 150.000 alumnos.
La respuesta del sector de la salud pudo activarse gracias a las medidas previas de preparativos para desastres y a la instalación de Centros de Operaciones. Todo ello permitió coordinar las actividades de acuerdo con el entrenamiento recibido y con la funcionalidad permanente del sistema de salud, a pesar de los limitados recursos disponibles. En muchos casos hubo que improvisar la atención sanitaria en iglesias, colegios, estadios, carpas y otras instalaciones, movilizando brigadas de atención médica.
Después del Mitch se notificó un incremento del 20% de casos de diarrea en menores de 15 años. Hasta el final del año 1998 se acumularon aproximadamente 50.000 casos de diarreas agudas, cantidad mayor que la registrada en 1997. Asimismo se denunció un total de 306 casos de cólera en 1998, aunque de ellos solo se registraron tres casos clínico-epidemiológicos con posterioridad al huracán. Como secuela del Mitch hubo un brote epidémico de 172 casos de leptospirosis (siete de ellos mortales), de los cuales se diagnosticaron 28 por laboratorio y el resto en forma clínica y epidemiológica. Hasta el final de 1998 se habían acumulado y confirmado por laboratorio 75 casos de dengue hemorrágico, y otros cuatro casos en las primeras cinco semanas de 1999. Las cinco primeras causas de morbilidad como consecuencia del huracán fueron las infecciones respiratorias, las enfermedades diarreicas agudas, las infecciones dermatológicas, la conjuntivitis y el asma bronquial.
Las necesidades principales para atender, aliviar, ayudar y rehabilitar a la población damnificada consistieron en: agua y saneamiento (almacenamiento, distribución, control de calidad y reparación de los sistemas de agua potable y alcantarillado); alimentos para todas las víctimas durante seis meses; equipos y suministros para control vectorial, especialmente de paludismo y dengue; infraestructura (reparación de carreteras, caminos y puentes); reconstrucción y reparación de viviendas; ropa, mantas, colchones y camas; cocinas y utensilios; logística: combustible y vehículos para la distribución de ayuda humanitaria; en la agricultura: semillas, herramientas, reparación de sistemas de riego.
Fue preciso establecer mecanismos de coordinación en todos los niveles, y para ello se creó una Comisión Nacional de Emergencia con jerarquía ministerial, que reemplazó en el manejo del desastre a la Comisión Permanente de Contingencias (COPECO) cuando esta fue superada por la magnitud de los daños. Posteriormente se constituyó el llamado Gabinete de Reconstrucción, integrado por altos funcionarios del gobierno, para conducir no solo la fase de transición sino también el seguimiento de los proyectos nacionales e internacionales emprendidos.
La cooperación Internacional no se hizo esperar: rápidamente los organismos de las Naciones Unidas, países amigos y organismos bilaterales y no gubernamentales movilizaron ayuda humanitaria consistente en recursos humanos, logísticos y económicos, que sin embargo resultaron insuficientes para cubrir las necesidades de los centenares de miles de víctimas. Pronto se adoptaron programas específicos para afrontar los problemas críticos no resueltos o que representaban amenazas secundarias en lo referido a agua y saneamiento, manejo de albergues temporarios, distribución de alimentos, vigilancia epidemiológica y control vectorial, rehabilitación y reconstrucción de la infraestructura vial, reordenamiento territorial para identificar nuevas áreas de desarrollo, manejo de cuencas, educación e información pública.
Este capitulo tiene por objeto describir los daños, las necesidades planteadas, las acciones cumplidas y las lecciones aprendidas tras el paso del huracán Mitch por Honduras, uno de los más destructivos en lo que va del siglo. Los datos presentados proceden en su mayoría de fuentes oficiales o de organismos internacionales como la CEPAL, y, en el caso específico del sector de la salud, se originaron en gran parte en la Secretaría de Salud y en la Organización Panamericana de la Salud.
Mapa de Honduras.
Según lo estimado por las instituciones financieras internacionales, se calcula que los perjuicios sufridos por la economía hondureña sobrepasan los US$ 5 000 millones. Las autoridades nacionales declararon que el país ha retrocedido en sus expectativas de desarrollo unos 30 años. Asimismo se estableció que el Plan de Gobierno tendría que reorientarse en función de la rehabilitación y reconstrucción del país, y en esta misma dirección debería canalizarse la cooperación internacional. El proceso de implantación de La Nueva Agenda para la Salud no escapó a los efectos del huracán y hubo de ser pospuesto para cuando se hayan superado las condiciones de riesgo inmediato para la salud de la población y para los establecimientos de salud.
Gracias al trabajo de la Secretaría de Salud, y de muchos otros organismos e instituciones, fue posible controlar los problemas que se presentaron en el sector o que potencialmente pudieron surgir. No obstante, hay aspectos que luego de un análisis técnico habrá que atender, corregir o reforzar en el futuro, para reducir aún más los efectos adversos de otras catástrofes naturales, aplicando medidas de mitigación y mejorando la capacidad de respuesta del sector de la salud en los niveles local, regional y central.
La evaluación de los efectos del Mitch en el sector de la salud y de las necesidades de apoyo e inversión resultantes deben ponerse en el contexto del estado sanitario del país. Ya antes del huracán. Honduras presentaba indicadores de salud insatisfactorios. Consciente de ello, el gobierno había emprendido una importante reforma sectorial. Por esas razones, la fase de reconstrucción del sistema fue considerada simultáneamente como una oportunidad de ajuste ante el nuevo panorama planteado y no como un mero intermedio de retorno a la situación anterior. En tal sentido se elaboraron también algunos proyectos que facilitaran esta evolución, desde una situación que se estaba procurando modificar en Honduras antes del huracán hacia los objetivos previstos en la reforma del sector de la salud.
A continuación de los antecedentes, se describen el desastre y los daños causados, para seguir luego con temas propios del sector como lo son el saneamiento ambiental, el control de vectores, la vigilancia epidemiológica y el control de enfermedades. Asimismo, por su relevancia, se incluyen apartados relacionados con el manejo de suministros, la coordinación, los aspectos administrativos y logísticos, y la asistencia internacional, para exponer, finalmente, las conclusiones y recomendaciones generales.
Antes del Mitch, Honduras tenía un ingreso anual por habitante de US$ 713, con lo cual aproximadamente el 77% de la población se hallaba en condiciones de pobreza. Había un gran déficit de vivienda, el 53% de la población era rural, y el 27% de los hogares tenían como jefe de familia a una mujer. La mayor parte de las poblaciones periurbanas estaban asentadas en zonas de alto riesgo de aludes e inundaciones.
La inversión en salud era significativa: se estima que el gasto total en ese sector durante 1997 constituyó el 8,3% del presupuesto del gobierno nacional y representó el 26,1% del gasto social. Sin embargo, ese mismo año el 30% del presupuesto de salud fue financiado con fondos externos.
El sistema de salud hondureño está compuesto de dos subsistemas: uno público y otro privado. Los servicios públicos los ofrecen fundamentalmente la Secretaría de Salud (con un 60% de cobertura), que funciona como institución proveedora y reguladora, y el Instituto Hondureño de Seguridad Social (con un 10 a 12% de cobertura). En menor grado, existen también servicios de salud de las Fuerzas Armadas, la Junta Nacional de Bienestar Social y el Departamento de Medicina, Higiene y Seguridad Ocupacional del Ministerio de Trabajo, entre otros. Bajo la dirección del subsistema público de salud se encuentra además el Servicio Autónomo Nacional de Agua y Alcantarillado (SANAA), el Instituto Hondureño para la Prevención del Alcoholismo y la Drogadicción (IHADFA) y el Patronato Nacional de la Infancia (PANI). El subsistema privado lo constituyen alrededor de 56 hospitales y clínicas privadas, además de un número no bien establecido de consultorios privados, algunos de ellos financiados y administrados por congregaciones religiosas.
Los servicios públicos de la Secretaría de Salud están organizados en seis niveles de atención, articulados por un débil sistema de referencia. Para la conducción y gerencia de los servicios, la Secretaría de Salud está organizada en nueve regiones sanitarias que a su vez se dividen en 41 áreas de salud. Esta división no coincide con la división político-administrativa del país.
En 1998 la red de servicios de la Secretaría de Salud contaba con 1050 establecimientos, distribuidos en 28 hospitales, 8 clínicas materno-infantiles, 213 CESAMOS (Centros de Salud con Médico y Odontólogo) y 796 CESARes (Centros de Salud Rural). De los 28 hospitales, 6 son considerados de referencia nacional, 6 regionales y 16 de área. En relación con la capacidad hospitalaria, el subsector público produce alrededor del 70% de los egresos hospitalarios.
La morbilidad en adultos representa por lo menos el 70% de los egresos hospitalarios de la Secretaría de Salud. La demanda por embarazo, parto y puerperio ocupa el primer lugar, con un 46,1%, seguida por las enfermedades del aparato respiratorio, con 8,62%, y por los traumatismos, con un 8,28%.
En la estructura de mortalidad según los egresos hospitalarios de 1996, el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) ocupó el primer lugar, con el 5% del total de defunciones. En segundo lugar figuran las causas externas accidentales y ambientales no especificadas, con el 4,5%.
Honduras se caracteriza por coberturas de vacunación mayores del 90%, alcanzadas en 1997, que garantizan la prevención y control de las enfermedades inmunoprevenibles. Sin embargo, en un 27% de los municipios las coberturas aún se mantienen por debajo del 80%.
La conducción superior de la Secretaría de Salud está a cargo del ministro de Estado y de tres subsecretarías: de Riesgos Poblacionales, de Redes de Servicios, y de Política Sectorial. Cuenta además con un Departamento de Emergencias Nacionales, encargado de coordinar las acciones de mitigación y los preparativos para emergencias y desastres.
El huracán Mitch frente a la costa
de Honduras, el 27 de octubre de
1998.
El huracán Mitch, uno de los más violentos del siglo, se presentó en el nordeste de Honduras el 26 de octubre de 1998. El ojo de la tormenta recorrió lentamente la costa atlántica desplazándose entre las islas de la Bahía y permaneciendo estacionario en las inmediaciones de la isla de Guanaja, con un área de mayor afectación de unos 150 kilómetros a la redonda.
Del 26 al 30 de octubre se manifestó con vientos destructivos de aproximadamente 250 km/hora y precipitaciones inicialmente de 450 mm de lluvias torrenciales, que alcanzaron a 600 mm a partir del 28 de octubre y cuyos efectos se agravaban por el desplazamiento inusualmente lento del huracán, de 3 a 9 km/h, saturando los suelos, haciendo henchir los ríos hasta inundar todas las zonas bajas y produciendo graves deslizamientos de tierra.
Trayectoria e intensidad de
huracán Mitch en Centroamérica. Octubre-noviembre, 1998.
Fuente: Boletín Epidemiológico/OPS, Vol. 19, No. 4 (1998)
También se informó de grandes daños por inundaciones en los departamentos de Colón, Atlántida y Cortés. Decenas de ciudades quedaron aisladas por la caída de los puentes y la destrucción de carreteras y caminos. Se suspendió el suministro de electricidad y de agua corriente en casi todas las comunidades de Gracias a Dios, Colón, Yoro y Atlántida.
El 30 de octubre el Mitch cambió su rumbo este a oeste para dirigirse inesperadamente al sur, ingresando en el territorio continental y transformándose ese mismo día en tormenta tropical. Su trayectoria siguió siendo imprevisible mientras se desplazaba por el centro del país en dirección norte-sur, recorriendo en un solo día los departamentos de Colón, Olancho, Yoro y Francisco Morazán. Luego siguió hacia el sudeste acercándose al departamento de El Paraíso, colindante con Nicaragua.
Cuando todo hacía suponer que se alejaba definitivamente del territorio hondureño, regresó con fuerza destructora pasando nuevamente por la capital del país, con rumbo oeste, hacia los departamentos de La Paz, Intibuca, Lempira y Ocotepeque, todos ellos fronterizos con El Salvador, para salir finalmente de Honduras el 1° de noviembre.
Durante esos días, ya transformado en tormenta tropical, Mitch desató lluvias torrenciales que excedieron de 600 mm en cinco días consecutivos, causando el desborde generalizado de los ríos y provocando graves inundaciones en los 18 departamentos del país, afectando seriamente a toda la costa atlántica, la zona central, incluida la ciudad de Tegucigalpa, y los departamentos de Choluteca y Valle, en la costa pacifica.
En los aeropuertos más importantes se suspendieron las operaciones, y todas las grandes ciudades quedaron aisladas, pues el transporte terrestre se hizo imposible tanto por la destrucción de los caminos como por la gran extensión de territorio inundado con más de un metro y medio de agua. El suministro de agua potable quedó interrumpido para más del 90% de la población, y se restringió drásticamente el suministro de energía eléctrica en todo el país.
Mitch desató lluvias torrenciales
causando el desorde generalizado de los ríos y provocando graves inundaciones en
todo el país.
Fotografía: Banco Interamericano de Desarrollo, D. Mangurian
1Descripción resumida del informe publicado por la CEPAL: Naciones Unidas. Comisión Económica para América Latina y el Caribe. CEPAL: Honduras: evaluación de los daños ocasionados por el huracán Mitch, 1998, enero, 1999.
La prolongada permanencia de lluvias torrenciales debidas al huracán afectó en la práctica a la totalidad de la población del territorio de Honduras, estimada en poco más de 6,2 millones de habitantes, y dañó con distintos niveles de gravedad los 18 departamentos del país.
La consecuencia más señalada del paso del huracán Mitch por Honduras fue el cobro de 1,5 millones de damnificados, la cifra más alta no sólo entre los países afectados por el huracán, sino también entre los antecedentes registrados en la historia de desastres naturales en Honduras. El departamento con mayor número de muertes declaradas fue Choluteca, si bien en la zona metropolitana de Tegucigalpa (departamento de Francisco Morazán) la incidencia de casos fatales también fue cuantiosa. Incluso diez días después se contaban aún 8.000 desaparecidos en todo el país, además de 12.000 heridos. El saldo en pérdidas humanas fue, pues, muy grave.
Cuadro 1 | |||||||
Sector y subsectores |
Daño total |
Daño directo |
Daño indirecto |
Costo de la reconstrucción |
Efecto sobre el balance de pagos | ||
Total nacional |
3.793,6 |
2.004,7 |
1.788,9 |
2.472,0 |
1.256,9 | ||
|
Sectores sociales |
439,3 |
273,4 |
165,9 |
592,6 |
126,2 | |
| |
Vivienda |
344,1 |
221,0 |
123,1 |
484,8 |
76,1 |
| |
Salud |
62,2 |
25,6 |
36,6 |
66,9 |
34,7 |
| |
Educación |
33,0 |
26,8 |
6,2 |
40,9 |
15,4 |
|
Infraestructura |
665,4 |
343,6 |
321,8 |
687,8 |
428,7 | |
| |
Transporte y comunicaciones |
579,1 |
282,8 |
296,3 |
465,4 |
394,1 |
| |
Energía |
28,4 |
9,9 |
18,5 |
26,3 |
6,9 |
| |
Agua potable y saneamiento |
57,9 |
50,9 |
7,0 |
196,1 |
27,7 |
|
Riego y drenaje |
24,7 |
24,5 |
0,2 |
39,9 |
17,8 | |
|
Sectores productivos |
2.617,5 |
1.316,5 |
1.301,0 |
1.151,7 |
684,2 | |
| |
Agricultura |
1.722,7 |
1.044,8 |
677,9 |
675,2 |
448,5 |
| |
Ganadería |
258,7 |
139,7 |
119,0 |
163,0 |
- |
| |
Pesca |
46,6 |
39,7 |
6,9 |
12,3 |
27,5 |
| |
Silvicultura |
3,4 |
2,0 |
1,4 |
- |
- |
| |
Industria |
376,6 |
15,8 |
360,8 |
63,2 |
125,2 |
| |
Comercio |
209,5 |
74,5 |
135,0 |
238,0 |
83,0 |
|
Medio ambiente |
46,7 |
46,7 |
- |
- |
- | |
| |||||||
FUENTE: Estimaciones de la CEPAL con base en información oficial. |
Se estima además que entre 600 y 700.000 personas (alrededor del 10% de la población) hubieron de desplazarse por haber perdido sus casas o por haber tenido que abandonarlas, para buscar refugio en casas de familiares o amigos, o en alguno de los 1375 albergues que se habilitaron (en escuelas, instalaciones deportivas, campos improvisados en parroquias, etc.). Los elevados niveles de hacinamiento en esos albergues dieron lugar, previsiblemente, a la presencia de enfermedades respiratorias, intestinales, de los ojos y de la piel, aunque se pudo evitar la presencia de otras más serias. Para 4,2 millones de habitantes (casi el 70% del total) Mitch también supuso la pérdida del suministro de agua.
Un grupo importante de la población sufrió la pérdida de su fuente de subsistencia, tanto en zonas rurales como urbanas. Para muchos de ellos las posibilidades de rehabilitación a corto plazo son escasas o nulas. Esta situación crítica con respecto al empleo podría generar mayores migraciones del campo a la ciudad, al exterior del país e incluso un creciente debilitamiento del tejido social.
Según datos provisionales provistos por el FOSOVI y por otros entes y gobiernos locales, se calcula que alrededor de 35.000 viviendas fueron destruidas y otras 50.000 fueron parcialmente afectadas con daños que varían entre el 10 y el 50% (estas cifras seguramente aumentarán una vez concluidos los trabajos de campo). Dichas viviendas estaban ubicadas tanto en zonas residenciales urbanas como en áreas rurales, y sus características de construcción y calidad eran muy variadas. Se estima que el monto total del daño al sector vivienda asciende a 4.646 millones de lempiras (344 millones de dólares - el cambio de moneda en el momento del desastre era L13.4 por US$ 1). Sin embargo, el costo de la rehabilitación y la reconstrucción del sector será más elevado, dada la presencia de nuevos factores como la inflación. Se estima que dicho costo ascenderá a no menos de 6.545 millones de lempiras, o su equivalente de 484,8 millones de dólares.
El sector educativo resultó gravemente afectado por el huracán; se estima que cerca del 20% de los centros educativos resultaron dañados. De acuerdo con la información disponible, en 1996 Honduras contaba con casi 10,000 aulas en las escuelas públicas correspondientes a los niveles preescolar, primario y secundario, de las que 2.800 han acusado distintos tipos de daños, además de los registrados en el resto de la infraestructura educativa (baños, cocinas, etc.). También se registraron daños o destrucción en diversas instalaciones de educación superior, incluida la Universidad Autónoma de Honduras. La estimación de daños totales en el sector educativo alcanza los 446 millones de lempiras, o su equivalente de 33 millones de dólares. Cabe señalar que el costo de la reconstrucción será aún más elevado, estimado en alrededor de 552 millones de lempiras.
A los daños aquí evaluados habría que agregar el impacto humano que la tragedia puede significar para la educación hondureña, tanto para sus docentes como para sus estudiantes. La desmotivación y la desmoralización que una tragedia de estas magnitudes acarrea tendrían un costo mucho mayor que los que aquí se pueden estimar.
· Carreteras. Como consecuencia del paso del huracán, los caminos que componen la red vial nacional sufrieron enormes daños. El impacto sobre las carreteras y caminos - tanto en las redes de caminos primarios y secundarios como vecinales - es de grandes proporciones, lo que afecta de manera sustantiva a las comunicaciones y al transporte terrestre. Concretamente, se destruyeron total o parcialmente 9.198 metros lineales de puentes de material sólido, y se perdieron 2.045 metros lineales de aproximaciones. Además del perjuicio en los caminos, se produjeron pérdidas en el parque automotor, originadas por las crecidas e inundaciones. Por otra parte, la magnitud del daño en la infraestructura del sector es tal, que incide de manera notable en el aumento de los costos de transporte tanto de carga como de pasajeros, así como en los mayores tiempos de transporte. Se calcula que esta situación se mantendrá por un período aproximado de cuatro años. Se estima que el daño total sufrido en el transporte carretero hondureño asciende a 7.090 millones de lempiras, o su equivalente de 525 millones de dólares.· Aeropuertos. El huracán produjo daños en los equipos de comunicación y control de aeronaves, en tanto que las pistas de aterrizaje, despegue y las áreas de estacionamiento en los aeropuertos no han mostrado señales de deterioro. El monto total de los daños en el rubro de aeropuertos se ha estimado en 41,5 millones de lempiras (3,1 millones de dólares).
· Puertos. La infraestructura portuaria del país, en general, no acusó daños de consideración; sin embargo, algunas instalaciones menores si sufrieron deterioro de grado diverso. Se ha estimado que el costo total de los daños en este rubro ascendió a 36 millones de lempiras (2,7 millones de dólares).
· Comunicaciones. Los daños en este rubro corresponden principalmente al rubro telefónico, en el que se registraron dos tipos de daños. El primero se refiere a la afectación de una parte importante de las redes de multipares y de fibra óptica, y el segundo a daños importantes en algunas de las plantas, como por ejemplo La Vega en Tegucigalpa. Quedaron temporalmente fuera de servicio 26.341 líneas, de un total nacional de 237.291 (11% del total). Los daños estimados para este subsector suman 651 millones de lempiras (48 millones de dólares).
· Ferrocarriles. De acuerdo con la información proporcionada por las autoridades del ferrocarril nacional, no se habrían producido mayores daños. No se han consignado daños directos ni indirectos en este subsector.
· Recapitulación. La estimación total de daños en el sector de transporte y comunicaciones asciende a 7.818 millones de lempiras o 579 millones de dólares. De dicha suma, el 91% (7.090 millones) corresponde al sector carretero, sin duda el más afectado. Los costos de reconstrucción alcanzarán 6.324 millones de lempiras (468 millones de dólares) debido al incremento de los costos unitarios.
· Electricidad. Los deslaves e inundaciones causados por las fuertes y continuas lluvias afectaron gravemente al sistema eléctrico en su conjunto en todo el territorio, particularmente en las redes de distribución y en las plantas de generación. La capacidad total de generación de energía eléctrica se redujo temporalmente en un 6,7%. Varias de las centrales hidroeléctricas en funcionamiento, estatales y privadas, se vieron afectadas, y también se registraron daños en obras civiles de dos centrales hidroeléctricas. Más de 385 kms. de líneas de distribución (el 6,7% de la capacidad instalada) quedaron inutilizadas. El daño total en el subsector eléctrico ha sido estimado en 226 millones de lempiras, o el equivalente de 17 millones de dólares. Los costos de reconstrucción se estiman en 295 millones de lempiras (22 millones de dólares).· Hidrocarburos. Se reportaron daños importantes en estaciones de servicio en Choluteca, La Lima y Tegucigalpa. Las empresas importadoras de petróleo reportaron daños menores en sus instalaciones físicas. El total de los daños sufridos por el subsector se estima en 158 millones de lempiras (12 millones de dólares).
· Recapitulación. Los daños totales en el sector de energía se cifran en 384 millones de lempiras (28.4 millones de dólares). De ellos, 134 millones corresponden a daños de infraestructura, cuya reconstrucción requerirá, debido a que el costo de reposición del acervo perdido es más elevado que su valor actual, una inversión de 355 millones de lempiras.
Se han producido daños en los sistemas de riego tanto estatales como privados, producidos por sedimentación, erosión y colmatación, especialmente en los canales de drenaje. Se estima que los daños totales sufridos por los sistemas de riego y drenaje ascienden a 77 millones de lempiras (5,7 millones de dólares).
Los sistemas naturales de drenaje sufrieron daños de importancia. Como resultado de las elevadas e intensas precipitaciones, deslaves de laderas y erosión de los suelos, los cauces de los principales ríos acumularon gran cantidad de sedimentos, piedras, árboles y otros materiales, que han reducido su capacidad de acarreo. Se estimó en alrededor de 256 millones de lempiras o 19 millones de dólares la suma requerida para completar los trabajos de descolmatación de los cauces de los ríos y de dragado de las desembocaduras.
a) Agricultura, ganadería, pesca y silvicultura
En términos del monto de daños, la actividad productiva basada en la explotación de recursos naturales (no minerales) fue la más afectada por el huracán. La estimación de daños en los primeros días del temporal alcanzó el 70% de la producción agropecuaria y de la camaronicultura.
· Agricultura. El subsector agrícola fue el más afectado tanto en la producción para consumo interno como en prácticamente todos los cultivos de exportación. Con respecto a los cultivos de consumo interno, las mayores pérdidas se produjeron en los cultivos de banano, maíz y caña de azúcar. Con respecto a los cultivos industriales y de exportación (banano, café, caña de azúcar y palma africana) experimentaron daños directos cifrados en casi 1,800 millones de lempiras. Por tratarse de cultivos permanentes, a estos daños hay que agregar los costos generados por el tiempo necesario para reponer las plantaciones (entre 2 y 7 años según el cultivo), lo que da un total de pérdidas de 6.000 millones de lempiras. Uno de los efectos más graves del paso del huracán ha sido la pérdida de la capacidad productiva de los suelos. Se estima que el área donde la pérdida de suelo se puede considerar total por su difícil y lenta recuperación cubre alrededor de 17.000 hectáreas en total, daños valuados en 5.200 millones de lempiras por el ingreso neto que se deja de obtener, más las pérdidas en instalaciones y plantaciones que suman otros 6.300 millones de lempiras.· Ganadería. El hato bovino para producción de carne y leche, o de doble propósito, se vio mermado en alrededor de 50.000 cabezas con un valor aproximado de 225 millones de lempiras. A esto hay que sumar la pérdida de peso de los animales, además de daños en las producciones lechera y avícola, en las instalaciones de fincas lecheras y cercas de potrillos, y en el área de pastizales afectada.
· Pesca. En las granjas camaroneras del sur se han verificado daños por 100 millones de lempiras en infraestructura más un daño de 300 millones en la producción. La pesca de litoral, por su parte, tuvo una pérdida de 140 millones de lempiras.
· Silvicultura. La producción maderera ha sufrido por el deterioro de los caminos de acceso a los campos de corte de madera, además de la madera de los árboles derribados por el huracán, estimada en 100.000 m3 de pino (27 millones de lempiras).
b) Industria
El sector industrial acusó daños en infraestructura, maquinaria y producción, al ser afectado por las lluvias, inundaciones, deslaves, y por el absentismo laboral en las semanas posteriores al huracán. Los daños afectaron tanto a la industria de maquila - destinada al mercado exterior - como a la nacional, dirigida al mercado interno y centroamericano. Se estima que los daños totales del sector industrial ascienden a 5.084 millones de lempiras o el equivalente de 376,6 millones de dólares.
c) Comercio
El sector comercial - que incluye el rubro de turismo - fue duramente golpeado por el huracán, cuyos efectos destruyeron incluso una parte de la dudad capital de Tegucigalpa, donde se aloja gran parte del comercio nacional. Se ha determinado que se produjeron daños importantes en infraestructura y existencias, además de la reducción en el volumen de ventas. En el caso del sector turismo, si bien no se registraron daños en la infraestructura (por ejemplo, la isla de Roatán y el centro maya de Copán resultaron indemnes), sí se ha suscitado el problema de cancelaciones por parte de grupos y personas que tenían previsto visitar el país. Las estimaciones realizadas sitúan los daños totales del sector comercio - incluyendo el turismo - en 2.828 millones de lempiras o su equivalente de 210 millones de dólares. La reconstrucción de la infraestructura perdida se calcula en 3.200 millones de lempiras (238 millones de dólares).
La red institucional encargada de la salud en Honduras sufrió daños de consideración en sus instalaciones y equipamiento, que afectaron seriamente la prestación de sus servicios, insuficientes de por sí, en momentos de una demanda extraordinaria. El déficit ocasionado por la situación de emergencia resultó patente, de forma que la masiva ayuda internacional recibida contribuyó a compensarlo, por lo menos de manera parcial. Como en otros países, en Honduras coexisten los establecimientos abiertos de la Secretaría de Salud, de particular importancia en las zonas rurales; los del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), que cubren sólo a afiliados de alrededor de una quinta parte de la población, sobre todo en las ciudades, y los del sector privado, tanto con fines de lucro como con propósitos altruistas - iglesias y ONGs nacionales y extranjeras - que prestan sus servicios en zonas pobres. Más aún, en estas últimas cobra particular relevancia un subsistema informal ampliamente extendido. Con el paso del huracán Mitch todos ellos sufrieron daños, en algunos casos menores y en otros tan serios como la destrucción total de infraestructura y equipo, además de los efectos sobre el personal, que se tradujo en distintos grados de desarticulación.
La red de salud en Honduras sufrió
danos muy importantes en sus instalaciones y equipamiento, afectando seriamente
la prestación de servicios.
Fotografía: OPS/OMS, A Waak
Es evidente que los costos de los daños directos en infraestructura física y mobiliario y equipo varían en cada caso, desde ligeros, de rehabilitación, hasta la reposición total. Por su cuantía, son de destacarse las enormes pérdidas que sufrió el Hospital Médico-Quirúrgico de Tegucigalpa - el principal del IHSS - en el sótano y los dos primeros pisos. No sólo quedaron inutilizados los servicios de apoyo, como cocina, lavandería, bodega, sino servicios de patología, de emergencia, laboratorio clínico, banco de sangre, rayos X, farmacia, ortopedia, otorrinolaringología y otros. Como parte de las acciones de emergencia, algunos de sus servicios debieron trasladarse a la Unidad Materno Infantil - con el costo consecuente - a fin de atender las necesidades de urgencia de ciertas especialidades. Los daños directos en infraestructura física que sufrió el IHSS en la totalidad de las instalaciones se estiman en alrededor de 80 millones de lempiras, y en 90 millones de lempiras las pérdidas de equipo (en total, unos 12,6 millones de dólares).
Pero no sólo las instalaciones de tercer nivel sufrieron daños, sino también las pequeñas unidades de la Secretaría de Salud, así como algunas de las mayores, que representan un 11% de las existentes. En total, se estiman daños directos en sus construcciones por 48 millones de lempiras y pérdidas de mobiliario, equipo y medicamentos por 80 millones (equivalente a 9,5 millones de dólares en total). La región 3 (San Pedro Sula, La Lima, Choloma, El Progreso) y la región 4 (Choluteca en particular) fueron, como ocurrió en otros sectores, las más afectadas.
Hay más de 320 instalaciones del sector privado en todo el país, entre clínicas y hospitales de lucro (280) y humanitarias (40), además de consultorios privados y otros dispensarios y centros menores. Se carece de información acerca de los daños que sufrieron todos ellos, debido a su dispersión; sin embargo, una estimación razonable de los daños acumulados en infraestructura física, mobiliario y equipo perdidos podría apuntar hacia los 47 millones de lempiras (3,5 millones de dólares).
Por lo tanto, el total nacional de costos directos por el huracán Mitch, en pérdidas totales o parciales en las construcciones y en equipo médico, mobiliario, etc., se ubica en una cifra de 345 millones de lempiras, lo que equivale a poco más de 25 millones de dólares. Se estima que los gastos correspondientes de reconstrucción, sobre la base de modernización de instalaciones y equipo, podrían elevarse por encima de los 900 millones de lempiras, es decir, unos 67 millones de dólares, con un componente importado de 35 millones de dólares, debido en mayor medida a la necesidad de traer equipo del exterior. Esta cifra podría elevarse sustancialmente - a alrededor de 100 millones de dólares - en caso de requerirse trasladar por completo de la zona de desastre la Unidad Médico-Quirúrgica del IHSS y construir una totalmente nueva.
Con respecto a los costos indirectos - que incluyen rubros como, entre otros, el mayor gasto de medicamentos durante la emergencia y el posdesastre, gastos en acciones preventivas y de educación comunitaria, el costo atribuible a la menor capacidad de prestación de servicios, y los mayores costos asistenciales por el incremento de la morbilidad - se estiman en un total de casi 495 millones de lempiras, o su equivalente de cerca de 37 millones de dólares. Así, la suma de daños directos e indirectos asciende a 840 millones de lempiras o su equivalente de más de 62 millones de dólares.
Los deslaves e inundaciones originados por el huracán afectaron adversamente a los sistemas de suministro de agua potable y de disposición sanitaria de excreta, en zonas urbanas y rurales.
En los sistemas de acueducto urbano se registraron daños de todo tipo (en las redes y equipos eléctricos, en las obras de toma y estaciones de bombeo, en las redes de distribución, etc.), además de la destrucción de las líneas primarias del sistema en 15 cruces diferentes. Se ha identificado la necesidad de reponer unos 23 kilómetros de líneas primarias de conducción de diferentes diámetros. Por otra parte, el paso del huracán agravó la situación del suministro de agua en la ciudad capital, obligando a tomar medidas de emergencia para reducir los riesgos de epidemias. Para tener una idea de la magnitud del daño en el suministro, considérese que a principios de noviembre el 100% de la población estaba sin servicio.
En el caso de los sistemas de alcantarillado sanitario, los daños fueron igualmente graves por la colmatación o el azolvamiento de las líneas, lo que requerirá períodos relativamente largos de reparación y rehabilitación. La combinación de ausencia o insuficiencia de agua potable y de una disposición sanitaria de excreta eficaz, planteó serios riesgos de salud a la población de los centros urbanos afectados por el huracán. En las zonas rurales, el problema sanitario es similar. Son numerosos (más de 1.600) los sistemas rurales pequeños que sufrieron serios problemas en su infraestructura.
El monto total de los daños al sector de agua y saneamiento ha sido estimado en 781 millones de lempiras (58 millones de dólares). La reconstrucción requerirá una inversión mucho mayor, que se estima en 2,648 millones de lempiras (196 millones de dólares).
A pesar de los daños sufridos, hubo un restablecimiento inmediato de la atención merced a la improvisación de locales tales como escuelas, centros comunales y casas particulares. La pronta evaluación de los daños permitió organizar las acciones para rehabilitar el funcionamiento de los servicios con tres niveles de prioridad: los costos del primer nivel de prioridades se estimaron en 162.000 dólares, cubiertos en forma descentralizada con fondos disponibles en las regiones sanitarias y los municipios; los niveles de segunda y tercera prioridad requieren apoyo adicional y se los estima en 121.000 y 130.000 dólares, respectivamente.
Para atender la emergencia nacional y la demanda de atención de enfermedades infecciosas, la Secretaría de Salud utilizó sus existencias normales de medicamentos, que disminuyeron considerablemente, en especial los fármacos antipalúdicos, y otros medicamentos de primera línea: sales de rehidratación oral, broncodilatadores, antibióticos de uso oftálmico, escabicidas, analgésicos, antipiréticos y antimicóticos.
En febrero de 1999 ya un 80% de la población de Tegucigalpa dispone de agua potable por la red de cañerías. En San Pedro Sula esa proporción llega al 90%. Pero en los barrios marginales la situación es muy distinta: pasará bastante tiempo antes de que puedan recibir agua corriente potable.
En algunas regiones de salud se ha avanzado mucho en la rehabilitación parcial de los acueductos rurales; tal el caso de la Región Sanitaria VI, donde se informa que el 80% han sido parcialmente rehabilitados, y de la Región I, con un 70%. Por el contrario, en otras regiones la rehabilitación va más lenta: en la Región II solo se había reparado el 10% y en la V solo el 20%.
En todas las regiones se siguen necesitando diversos tipos de ayuda para poder ofrecer a la población agua segura (clorada): transporte, viáticos, mayor coordinación de acciones y reparación de pequeños sistemas.
La falta de agua, principalmente en las ciudades, forzó a la población a rehabilitar pozos que daban agua bacteriológicamente impura, sobre todo en Tegucigalpa, donde se encontraron pozos muy contaminados que estaban siendo utilizados sin desinfectar el agua.
En relación con el suministro de agua potable, el SANAA, DIMA y otros sistemas de agua de las poblaciones más grandes obtuvieron cloro para cubrir las necesidades básicas de la población. Los aportes de cloro y de plantas potabilizadoras por gobiernos amigos y organismos como la Cruz Roja y otras organizaciones no gubernamentales fueron significativos, pero se necesitará más ayuda para esto en un futuro cercano.
En la fase de reconstrucción, que debe incluir normas mínimas de vulnerabilidad, harán falta fondos adicionales por un total de 680.000 dólares para reconstruir las ocho UPS destruidas, cuyo costo unitario aproximado es de 85.000 dólares.
Para resolver las necesidades de reequipamiento también se requieren fondos adicionales, que según las estimaciones aproximadas de los grupos técnicos multidisciplinarios ascienden a 2.871.700 dólares, de los cuales 2.761.000 dólares son para el primer nivel de prioridad y 110.700 para el segundo.
En la fase de reconstrucción, que va más allá de sustituir lo que había antes, es necesario considerar la reorganización de los servicios y la readecuación del modelo de atención al nuevo perfil de demanda, y eso también requerirá ayuda externa.
Situación
Las acentuadas características rurales de Honduras explican el uso tan difundido de las letrinas como elemento básico para la eliminación de excretas, pues un 82% de la población utiliza ese sistema. Los desechos domésticos, comerciales e industriales no son tratados de manera adecuada. De las 183 localidades con más de 5000 habitantes, solo 7 cuentan con un sistema de recolección y disposición final de la basura, y los hospitales y otros establecimientos de salud no disponen de un sistema de eliminación de desechos peligrosos, aunque se vienen haciendo intentos por mejorar esta situación con asistencia externa.
Evaluaciones preliminares indican que los sistemas de alcantarillado de Tegucigalpa, en particular los colectores principales, quedaron seriamente dañados, de modo que las aguas servidas domésticas llegan directamente a los ríos que cruzan la ciudad (como ya se señaló, se han observado concentraciones alarmantes de bacterias fecales coliformes en el agua del río Choluteca). Se calcula que se necesitarán alrededor de US$ 33,7 millones para su rehabilitación. En el caso de San Pedro Sula, se estima que en los barrios marginales hay 43 km de alcantarillado azolvados. La misma situación se da en Choluteca, donde también se destruyeron los estanques de oxidación. De acuerdo a las cifras de la CEPAL, se estima que el costo de rehabilitar los sistemas de agua y saneamiento dañados en el país será de US$ 196 millones.
En lo que se refiere al manejo de los residuos sólidos, se estima que la mayoría de los basureros quedaron destruidos o han concluido su vida útil, como en el caso de Tegucigalpa, donde ya no hay espacio debido a la gran cantidad de escombros que se depositaron. Cabe mencionar al respecto que los lodos acumulados en las áreas inundadas se encontraban contaminados por toda clase de organismos patógenos y sustancias tóxicas peligrosas y que la basura no recolectada posibilitó la proliferación de roedores y otros vectores de enfermedades infecciosas.
En cuanto a la contaminación atmosférica, los niveles de partículas suspendidas totales (TPS) y los de PM 10 ya eran elevados antes del huracán, y después del Mitch aumentaron todavía más, especialmente alrededor de las zonas inundadas donde ahora el lodo se ha secado, así como en aquellas donde se está utilizando equipo pesado de remoción, índices tan elevados son sin duda un factor importante en la alta tasa de incidencia de infecciones respiratorias agudas.
Respuesta
El sector de la salud ha movilizado diversos recursos para controlar la calidad del agua para consumo humano, utilizando cloro y entrenando a los voluntarios de salud en la medición del cloro residual. Asimismo se han difundido, por los medios de comunicación, y en folletos, carteles murales y charlas en los albergues de emergencia, medidas de prevención de la contaminación del agua y los alimentos.
Cuadro 2 |
|||
Lugar |
Fecha |
Coliformes totales (UFC/100 ML) |
Coliformes fecales (UFC/100 ml) |
Río Choluteca, puente Juan Ramón Molina |
13 nov. 1998 |
>110.000 |
>110.000 |
Río Choluteca, puente Soberanía |
12 dic. 1998 |
|
1.085.000 |
Río Choluteca, puente Carías |
14 dic. 1998 |
|
1.550.000 |
La magnitud del daño en el
suministro de agua fue tan grande que a principios de noviembre del 98, el
100% de la población de Tegucigalpa estaba sin servicio.
Fotografía: Banco Interamericano de Desarrollo, D. Mangurian
Se ha practicado la estrategia de escuelas de salud en emergencia, que han posibilitado la promoción y difusión de normas sanitarias y el entrenamiento de voluntarios en temas diversos, entre ellos los de saneamiento ambiental. En los albergues temporarios se instalaron letrinas y se instruyó a los voluntarios para que vigilaran su uso correcto y aleccionaran a los refugiados en tal sentido.
La formación de una laguna putrefacta en el río a la altura del centro de la ciudad causó preocupación hasta en los más altos niveles políticos. El sector de la salud evaluó el grado de contaminación y decidió usar un producto químico a base de cobre para reducirla a niveles prudentes, debido a que las orillas de esa laguna son frecuentadas por los pobladores de la zona.
El Servicio Nacional de Agua y Alcantarillado solo cuenta con ocho camiones cisterna, de modo que se recurrió al sector privado para aumentar la flota en quince unidades adicionales. La distribución fue muy lenta, condicionada por la disponibilidad de combustible, el estado de los caminos y el tránsito, y en gran medida también por el tipo de recipiente presentado por cada familia. En vista de todo ello, se coordinó con la Oficina de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas el envío de tanques rígidos y flexibles de 20 y 15 metros cúbicos, respectivamente, así como de rampas de distribución simultánea a seis familias, con lo cual se redujo la demora en la descarga de los camiones cisterna y se pudo abastecer a una mayor cantidad de población en menos tiempo.
Situación
La formación de miles de charcos de agua, así como su acopio en recipientes por la población luego de las inundaciones, originó una gran proliferación de insectos vectores de enfermedades, con el consiguiente incremento del dengue clásico, algunos casos de dengue hemorrágico y, en menor medida, de paludismo, debido a las acciones de control efectuadas. También proliferaron los mosquitos no vectores, pero causantes de eritema, prurito y posterior infección secundaria en la piel de millares de habitantes, al punto de constituirse en la segunda causa de morbilidad en las semanas segunda y tercera posteriores al huracán.
Las dificultades financieras por las que atravesaba Honduras antes del desastre habían limitado las actividades antivectoriales, y después del Mitch era preciso hacer frente a corto plazo a la acentuada proliferación de insectos y otros vectores. Estas actividades de emergencia no pueden encararse en forma aislada, sino que deben contribuir a reforzar a mediano plazo el programa de lucha contra las enfermedades de transmisión vectorial haciendo hincapié en la educación y la comunicación a la población en general, así como en la capacitación del personal.
Respuesta
Se movilizó personal para la evaluación entomológica y, entre otras medidas, se procedió a la captura de mosquitos y otros dípteros, para determinar el índice aédico, la cantidad de picaduras por hombre por noche y la elaboración de mapas entomológicos que permitan intervenir más eficazmente. También se adquirieron insecticidas y equipos de fumigación para el control vectorial y se adiestró a los voluntarios de salud. Esos insecticidas no fueron suficientes, y entonces se hizo un llamado de ayuda internacional que tuvo eco en algunos países amigos, que donaron abate, insecticidas y equipos para el control vectorial.
En 1996 la tasa bruta de mortalidad fue de 5,8%. La tasa de mortalidad infantil, de 42 por 1000 nacidos vivos, refleja un descenso en comparación con la estimada para 1989 (50 por 1000). Las principales causas de muerte neonatal son la prematuridad, la asfixia neonatal, la sepsis y el trauma obstétrico, y los problemas respiratorios.
La mortalidad materna (directa e indirecta) estimada para 1997 fue de 155 por 100.000 nacidos vivos, pero en 1990 era de 221 por 100.000. A pesar de esta importante disminución, es una tasa aún alta en comparación con otros países de la región, pues persisten causas prevenibles y controlables como las hemorragias, las muertes maternas no relacionadas, los trastornos hipertensivos del embarazo y las infecciones. Los principales factores de riesgo son la multiparidad, las edades extremas de la vida reproductiva y el corto intervalo entre partos. El 70% de las muertes maternas e infantiles ocurren en el hogar, lo que refleja las altas tasas de ruralidad y dispersión poblacional.
Las enfermedades infecciosas siguen siendo importantes en Honduras. Son la principal causa de consulta y egresos hospitalarios, y seis de ellas figuran entre las diez primeras causas de mortalidad. El 25% de los hondureños recibe atención sanitaria relacionada con infecciones, proporción que se eleva al 50% entre los menores de cinco años.
Específicamente, se registraron 93.000 casos de paludismo y 11.305 de dengue en 1997. Estos casos se concentran en los principales polos de crecimiento económico, como Atlántida, Colón, Cortés, Comayagua y Choluteca, originando una importante disminución de la fuerza laboral. Se estima que en todo el país hay unas 200.000 personas infectadas con la enfermedad de Chagas, principalmente en las zonas más pobres de los departamentos de Lempira, Intibucá, Ocotepeque, Santa Bárbara y Olancho. En 1997 se registró una disminución en el número de casos de cólera, en relación con 1995 y 1996.
El número de casos de SIDA sigue creciendo: en enero de 1998 se registraron 10.731 positivos respecto del VIH. Esta es la primera causa de mortalidad en algunos hospitales de las zonas noroccidental y central del país. Asociado al SIDA se presenta un incremento de enfermedades oportunistas especialmente de tuberculosis.
Se estima que un 10% de la
población perdió sus casas o tuvo que abandonarlas. Se pusieron en marcha 1375
albergues, con elevados niveles de hacinamiento.
Fotografía: Banco Interamericano de Desarrollo, D. Mangurian
En los menores de 5 años las enfermedades respiratorias ocupan los primeros lugares de atención, seguidas por la desnutrición y las infecciones intestinales. Las enfermedades inmunoprevenibles se controlan mediante una alta cobertura de vacunación.
Por el corte de vías y medios de comunicación, la cobertura de informes epidemiológicos oportunos quedó reducida del 70% habitual a menos del 30%. Se preparó entonces un formulario específico para aplicar en los albergues de emergencia de todo el país y que debía comunicarse en forma homogénea al Centro de Operaciones de Emergencia (COE), en el nivel central de la Secretaría de Salud, donde se consolidaba la información recogida. Pero su análisis fue considerablemente afectado por la dificultad de obtener el movimiento diario de la población refugiada en los albergues.
En las primeras seis semanas prosiguió el flujo irregular e incompleto de la información que obligatoriamente debían estar enviando las regiones de salud y sobre todo los albergues. Con todo, se apreció que en general el número de casos de enfermedades de notificación obligatoria en los albergues iba en descenso.
Según la información procedente del telegrama epidemiológico que recopila semanalmente el alerta sobre enfermedades de notificación obligatoria en las UPS de salud de todo el país, el acumulado en la quinta semana epidemiológica de 1999 (es decir, del 3 de enero al 6 de febrero) registra 1059 casos de dengue clásico y 4 de dengue hemorrágico. Esto es preocupante pues indica que la enfermedad está aumentando peligrosamente de nuevo, tras haber disminuido su notificación semanal a casi 200 casos en las últimas semanas epidemiológicas de 1998. Aunque en ningún albergue se confirmaron casos de dengue hemorrágico, hasta fines de 1998 se registraron en todo Honduras 75 casos hemorrágicos confirmados, de los cuales el 70% procedían del Distrito Central.
Durante 1998 se registraron unos 50 000 casos de diarrea, más que en 1997, y 306 de cólera, de los cuales uno fue confirmado clínica y epidemiológicamente en la Región III con posterioridad al Mitch. En el corriente año (1999) se han notificado dos casos de cólera en la Mosquitia, y en todo el país el acumulado a la quinta semana suma ya 23 464 casos de diarrea.
Situación del dengue en Honduras,
1998
Fuente: OPS/OMS, Honduras
Asimismo, se ha denunciado un brote epidémico de 172 casos de leptospirosis, 28 de ellos confirmados por laboratorio y el resto con diagnóstico clínico epidemiológico, que ha dejado un saldo de siete muertes. Se necesita seguir reforzando la capacidad de diagnóstico, especialmente de laboratorio.
Como era de esperar, son las regiones sanitarias III, IV y VI las que han presentado mayor morbilidad por haber tenido la mayor cantidad de damnificados: de hecho, a la Región III corresponde el 59% de toda la morbilidad registrada en los albergues de emergencia del país. El resfriado común, las infecciones dermatológicas y las diarreas son las dolencias más frecuentemente informadas.
Una consecuencia directa de las inundaciones causadas por el Mitch fue la contaminación de los mercados centrales de Tegucigalpa con la presencia de lodo y desechos en los puestos de venta de alimentos, debida a los graves daños al sistema de drenaje de aguas negras por la cloaca máxima de la ciudad, que ocasionaron su reflujo. Sin embargo, el factor de riesgo más importante para la aparición en el país de brotes de enfermedades transmitidas por alimentos (ETA) es en general la deficiente educación higiénico-sanitaria de la población. Las dos situaciones antes mencionadas están fuertemente asociadas al riesgo de aparición de brotes de cólera.
En términos generales, el sistema de vigilancia epidemiológica merece particular atención para contribuir a detectar en forma rápida y oportuna los brotes epidémicos incipientes en todo el territorio nacional.
1Información facilitada por la ONG FUNDESUMA, localizada en San José, Cosa Rica.
SUMA se instaló con el apoyo total de la máxima autoridad nacional de manejo de emergencias, COPECO, y del Ministerio de Salud. Rápidamente se instalaron varias bodegas y unidades de campo en los aeropuertos principales para registrar toda la información de los suministros que llegaban. Fue el único país en el que Unidades de Campo se instalaron en un puerto marítimo. Puerto Cortez, en el Atlántico. Las bodegas instaladas continuaban funcionando a principios de marzo de 1999, con dos administradores principales: COPECO y el Ministerio de Salud; otras estaban también manejadas por organizaciones no gubernamentales, como la Cruz Roja, Fundación María, Cáritas de Honduras, y organizaciones privadas como el Fondo Cafetero.
Uno de los principales problemas encontrados fue la participación de algunas instituciones que nunca habían estado involucradas en las actividades de preparativos, y que precisaron, en medio de la emergencia, realizar cursos cortos de capacitación en manejo de suministros y administración de desastres.
A pesar de todos los problemas económicos y de organización, las autoridades hondureñas tuvieron total voluntad e interés en la transparencia y claridad de la distribución eficiente de los suministros a la población afectada, y lo lograron en gran medida.
Generalmente se ha considerado que el manejo de suministros se inicia algunos días después del impacto, cuando las actividades de búsqueda, rescate y evaluación han terminado o han disminuido en importancia. Sin embargo, las comunicaciones actuales y la disponibilidad instantánea de los medios de transporte hacen que el arribo de suministros comience prácticamente después del impacto, mezclándose con las actividades de rescate y evacuación de heridos. Esto presupone una carga de trabajo para los organismos nacionales tremenda, que generalmente colapsan al no poder abastecer todas las actividades y demandas.
A pesar de que el proyecto SUMA ha capacitado a casi dos mil funcionarios en toda América Latina y el Caribe, es frecuente que no estén disponibles para el momento del desastre en sus propios países. Esto le otorga una importancia crítica a la movilización de equipos de otros países.
La adopción por los países de la región de un sistema de manejo de suministros, como SUMA, que muestre de una manera sencilla y completa la administración de los mismos, es una medida muy clara de la voluntad de los gobiernos de hacer llegar la ayuda a quienes realmente la necesitan.
La coordinación en general funcionó a partir de diversos grupos temáticos constituidos con el propósito de intercambiar información:
· Grupo colaborativo en agua y saneamiento ambiental (COTIAS).· Comité Interreligioso para la Salud (CIS): brindó apoyo psicológico y educativo a los albergues de emergencia y a la población damnificada.
· SUMA en la COPECO para hacer circular la información sobre ayuda humanitaria de los organismos que lo requirieran.
· Red de ONG para la salud: realizaron acciones de desarrollo comunitario para la promoción de la salud.
· Comisión interagencial para el programa ampliado de inmunizaciones.
· Grupos técnicos multidisciplinarios organizados por la Secretaria de Salud para la fase de evaluación y rehabilitación de los daños.
· Elaboración de la página principal del sitio web de la OPS sobre la respuesta de Honduras a los daños causado por el huracán Mitch; incluyó: fotografías y enlaces para los siguientes módulos: vigilancia epidemiológica, red de servicios, albergues, brigadas médicas, medicamentos y suministros, saneamiento ambiental, e informes. El sitio contó con botones de navegación interna, un motor de búsqueda interno y un foro de discusión virtual. Incluyó además la actualización de los enlaces contenidos en Otros sitios de interés dentro de www.paho-who.hn/.
La prolongada permanencia de
lluvias torrenciales debidas al huracán afectó a la totalidad del territorio
hondureño y provocó daños en los 18 departamentos del país. (a)
Fotografía: Diario La Prensa, Honduras
La prolongada permanencia de
lluvias torrenciales debidas al huracán afectó a la totalidad del territorio
hondureño y provocó daños en los 18 departamentos del país. (b)
Fotografía: Diario La Prensa, Honduras
En respuesta al desastre, el gobierno de Honduras movilizó recursos y personal para mitigar el sufrimiento de las víctimas. Debido a sus terribles proporciones, el 2 de noviembre el presidente de la Nación lanzó un llamado de asistencia internacional. El gobierno, así como instituciones religiosas y ONG, no escatimaron esfuerzos en ayuda de los damnificados. Ofrecieron comida, agua, ropa y suministros médicos. Una estimación preliminar indica que las contribuciones del sector privado nacional ascendieron a 5,5 millones de lempiras (aproximadamente US$ 420.000), según datos del SUMA. El valor de los suministros médicos no se incluye en esta estimación.
Las autoridades nacionales establecieron una Comisión Nacional de Emergencia, creada por decreto presidencial, con la función de recoger y compilar la información disponible. Fue dirigida por un ministro de Estado y coordinó la ayuda internacional durante los primeros treinta días.
El Sistema de las Naciones Unidas proporcionó ayuda a las instituciones del gobierno ocupadas en las acciones de respuesta, brindando apoyo financiero y técnico para la provisión de alimentos, agua potable y asistencia médica. La Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) emitió 14 informes de situación para mantener al tanto a la comunidad internacional y movilizar su ayuda.
Un equipo de las Naciones Unidas de Evaluación y Coordinación para Desastres, compuesto de seis personas, fue despachado a Honduras a colaborar con el coordinador residente de las Naciones Unidas y con el Gobierno Nacional en sus actividades de evaluación de la situación y determinación de las prioridades de asistencia, así como en la coordinación de la ayuda internacional. El coordinador residente designó a un asesor especial para facilitar la coordinación entre los organismos de las Naciones Unidas y los donantes internacionales.
Organismos diversos como el PMA, UNICEF y la OPS/OMS desarrollaron planes operativos de contingencia y, con el apoyo de los voluntarios de Naciones Unidas, brindaron ayuda a las víctimas del desastre. Hasta el 29 de noviembre, por los distintos organismos y programas de la ONU se habían movilizado aproximadamente US$ 2,5 millones en efectivo, sin contar las donaciones en especie (alimentos, suministros médicos, agua y logística).
La respuesta de la comunidad internacional a este desastre ha sido masiva, en una cadena de solidaridad sin precedentes: países como México, Cuba, Japón, Perú, Ecuador, España, Francia, Suiza, Alemania, Holanda, Estados Unidos, el Reino Unido, Noruega, Italia, Suecia y muchos otros han proporcionado recursos humanos y materiales para auxiliar a los damnificados por el huracán. El monto global de ayuda ascendía a US$ 38 millones hasta el 1 de diciembre.
La Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios organizó vuelos desde sus depósitos en Pisa, con suministros de emergencia donados por los gobiernos de Italia, Noruega y Luxemburgo, así como del Programa Mundial de Alimentos (PMA). La Secretaría de Salud informó que al 31 de diciembre de 1998 se había registrado oficialmente ayuda directa a esa Secretaría por un monto de 2.394.000 dólares.
Por su parte, la OPS brindó ayuda en las fases de respuesta inmediata y de rehabilitación, bajo las siguientes formas:
· medicamentos y otros insumos críticos, e instalación del SUMA;· protección y control de alimentos mediante la educación y capacitación;
· control de vectores, iniciándolo en algunas zonas de alto riesgo;
· sistemas de adecuada disposición de excretas y de recolección y tratamiento de desechos sólidos, prestando el apoyo correspondiente en algunas municipalidades;
· rehabilitación de los servicios de salud (la reparación de la mayoría de los centros de salud no incluye su reconstrucción);
· educación y comunicación para la salud, capacitación y distribución de guías técnicas en áreas prioritarias;
· evaluación de daños y diseño de proyectos de apoyo a la Secretaría de Salud;
· equipamiento hospitalario esencial;
· agua segura para la población damnificada, cloración y apoyo para su transporte en algunas regiones sanitarias.
Preparativos. A pesar de los esfuerzos realizados en el área de preparativos en las zonas tradicionalmente más afectadas por los desastres, se evidencia la necesidad de ampliar y profundizar el entrenamiento, la organización y la disponibilidad de recursos para mejorar la capacidad de respuesta a todos los niveles.
Alerta temprana. Las características errantes e impredecibles del huracán Mitch demuestran que una alerta localizada sólo en aquellas zonas de probable afectación es insuficiente y será preciso definir claramente los alcances y las actividades específicas que debe tomar el sector salud en casos similares.
EDAN. Con respecto a la evaluación de daños y análisis de necesidades, se concluye que es una tarea multiinstitucional, interdisciplinaria y conjunta. Es necesario, por tanto, ajustar y concertar un instrumento único de aplicación nacional para la evaluación inmediata.
Coordinación. El impacto dramático del huracán Mitch posibilitó el acercamiento de las instituciones y sus dependencias en todos los niveles. Lo que demostró la necesidad de ejecutar la coordinación en forma sistematizada y permanente, obedeciendo a una política nacional.
Manejo de información. La Secretaría de Salud debe constituirse en el organismo oficial que conduzca el manejo y divulgación oficial de la información a nivel nacional e internacional. Los instrumentos deben obedecer a una situación real y deben ser conocidos por los usuarios. Uno de los aspectos críticos identificados en este campo es la carencia de equipos de radiocomunicación y de procesamiento automático de datos, así como de capacidad técnica para el análisis e interpretación de los mismos, para la generación de información útil.
Asistencia médica. La atención médica a través de brigadas nacionales e internacionales deberá orientarse con los criterios de priorización y racionalización de insumos.
Vigilancia de enfermedades transmisibles. Se demostró la necesidad de identificar claramente un mecanismo centralizado y único para el reporte de información epidemiológica en todos los niveles.
Agua y Saneamiento. El agua segura, la disposición de excretas y manejo de desechos sólidos han sido y siguen siendo prioritarios para el sector salud y la población afectada. Es necesario, sin embargo, realizar un análisis de vulnerabilidad de los sistemas de agua y saneamiento con elaboración de planes de prevención, mitigación, respuesta y educación hacia una cultura del agua.
Administración y Logística. Se implementaron una serie de medidas administrativas para la obtención y manejo de medicamentos críticos provenientes del exterior; sin embargo, se apreciaron dificultades o limitaciones en los procedimientos logísticos de rutina y en los recursos disponibles de transportes, combustible, personal y otros.
Es impostergable la conformación de un comité gestor del manejo de suministros, insumos críticos y medicamentos que faciliten la gestión del proceso para la disponibilidad de insumos de manera oportuna.
ANEXO 1
Secretaría de Salud |
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Municipio |
Nombre de la UPS |
Detalle |
Comayaqüela |
Cmo. Villa Adela |
Destruido |
|
Cmo. El Chile |
Destruido, no existe |
San Juan de Flores |
Cmo. San Juan de Flores |
Daños en paredes, techo, red de agua, sistema eléctrico, cerco, alcantarillado |
Tatumbla |
Cmo. Tatumbla |
Daños en paredes, techo, red de agua potable, alcantarillado sanitario |
San Antonio Oriente |
Cmo. Jicarito |
Daños en paredes, muros, techos, ventanas, pisos, agua, drenajes, sistema eléctrico |
Santa Lucía |
Cmo. Santa Lucia |
Daños en techo, cisterna, agua potable, sistema eléctrico, alcantarillado |
San Jerónimo |
Csr. Plan del Cedro |
Inundado |
Marcala |
Csr. Estancias |
Artesón dañado |
San Pedro Sula |
Cmo. Ebenezer |
Inundado |
|
Cmo. Sabillón Cruz |
Inundado |
|
Cmo. Padre Claret |
Inundado |
|
Cmo. 15 de Septiembre |
Inundado |
|
Cmo. 6 de Mayo |
Inundado |
|
Csr. Santa Martha |
Inundado |
La Lima |
Cmo. La Lima |
Daños en mobiliario, sistema sanitario y de agua |
|
Csr. El Planeta |
Daños en mobiliario, sistema sanitario y de agua |
Choloma |
Cmo. Monterrey |
Daños en mobiliario, sistema sanitario y de agua |
Pimienta |
Csr. Santiago |
Daños en mobiliario, sistema sanitario y de agua |
San Manuel |
Csr. Sabana |
Daños en mobiliario, sistema sanitario y de agua |
Villanueva |
Csr. Dos Caminos |
Daños en mobiliario, sistema sanitario y de agua |
El Progreso |
Cmo. Urraco |
Daños en mobiliario e infraestructura |
|
Csr. Cebu |
Daños en mobiliario e infraestructura |
San Manuel |
Csr. Cowlee |
Daños en mobiliario e infraestructura |
Morazán |
Csr. Nueva Esperanza |
Daños en mobiliario e infraestructura |
|
Csr. Cuyamapa |
Cerrado |
Santa Rita |
Csr. Casiano |
Daños en mobiliario e infraestructura |
Puerto Cortés |
Hospital Puerto Cortés |
Daños severos en el techo |
|
Cmo. Baracoa |
Totalmente inundado |
|
Csr. Caoba |
Totalmente inundado |
|
Csr. Calan |
Totalmente inundado |
|
Csr. Kele Kele |
Totalmente inundado |
|
Csr. Bajamar |
Totalmente destruido |
Ilama |
Csr San José de Oriente |
Daños en mobiliario e infraestructura |
Las Vegas |
Csr. Las Marías |
Daños en mobiliario e infraestructura |
Colinas |
Csr. Laguna de Inea |
Daños en mobiliario e infraestructura |
Tocoa |
Csr. Quebraditas |
Daños en mobiliario e infraestructura |
Quimistán |
Csr. El Sitio |
Daños en mobiliario e infraestructura |
|
Csr. Correderos |
Paredes destruidas |
San Lorenzo |
Hospital San Lorenzo |
Está habilitado en el Lactario, Cruz Roja y Centro de Salud por inundación |
Amapala |
Csr. Los Langues |
Inundado |
Pespire |
Csr. Espinal |
Inundado |
|
San Antonio de Padua |
Inundado |
San Antonio Flores |
|
Inundado |
|
Csr. Jicaro |
Inundado |
Gracias |
Csr. Montaña Verde |
Inundado |
|
Csr. Crucitas Erandique |
Inundado |
La Ceiba |
Hosp. Regional Atlántida |
Daños en techo, ventanas, puertas, pisos, cisterna, sistemas de agua y eléctrico |
La Masica |
Cmo. La Masica |
Sistema de agua dañado |
San Francisco |
Cmo. San Francisco |
Daños parciales en el techo |
Tela |
Csr. Paujiles |
Sin aleros |
|
Csr. Atenas |
Sistema de agua dañado |
|
Hospital de Tela |
Máquina de anestesia dañada |
|
Csr. San Juan Tela |
Sin techo |
|
Csr. Tornabe |
Sin 3 láminas y sin porrones |
Tela |
Mercher 6.5 |
Inundado |
Olanchito |
Hospital Olanchito |
Techo filtración de agua, daños tela metálica y vidrios, daños parciales puertas |
Saba |
Csr. Elixir |
Inundado |
Sonaguera |
Cmo. Isletas |
Inundado |
|
Csr. Sinai |
Inundado |
|
Csr. Sabana de Utila |
Sin techo |
|
Csr. Los Planes |
Inundado |
Tocoa |
Csr. Supaya |
Inundado |
|
Csr. Lerida |
Inundado |
|
Csr. Quebrada de Arena |
Inundado |
|
Hospital Tocoa |
Techo 10%, ventanas |
Trujillo |
Hospital Trujillo |
Techo, 93 láminas, 11 caballetes, una ventana, una puerta |
Roatán |
Cmo. French Harbor |
Ventana, válvulas rotas |
|
Hospital Roatán |
Techo parcial, planta eléctrica dañada |
Guanaja |
Cmo. Guanaja |
Techo, ventanas, puertas |
|
Cmi. Guanaja |
Paredes segunda planta, techo, ventanas, puertas, sistemas eléctrico y de agua potable |
Juticalpa |
Hospital San Francisco |
Ruptura red interna de agua potable, drenaje obstruido |
San Fco. de la Paz |
Csr. El Carbón |
Sin techo |
Ahuasbila |
Csr Wawina |
Inundado |
|
Csr. Paptalaya |
Inundado |
Wanpu Sirpe |
Csr. Wanpu Sirpe |
Inundado |
Juan Fco. Bulnes |
Cmo. Paplaya |
Destruido |
|
Csr. Batalla |
Inundado |
|
Csr. Limonal |
Destruido |
|
La Criba |
Inundado |
ANEXO 2 - Resumen Evaluación Hospitales, 09/11/98
|
Daño instalación de agua |
Daño instalación |
Disp. excretas |
Energía eléctrica |
Planta Elec. Func. |
Equipamiento |
Abast. medicamentos |
Abast. mat. medico qx | |||||||||||||
|
Total |
Parcial |
Ninguno |
Si |
No |
Normal |
Dañado |
Normal |
Parcial |
Ninguno |
Si |
No |
Total |
Parcial |
Insuf. |
Total |
Parcial |
Insuf. |
Total |
Parcial |
Insuf. |
Hospital Escuela |
|
x | | |
x | |
x |
x | | | |
x | |
x | | |
x | |
NC | | |
Hospital Materno |
| |
x | |
x |
x | |
x | | |
x | |
x | | |
NC | | |
NC | | |
San Felipe |
x | | | |
x |
x | |
x | | |
x | |
x | | |
NC | | |
NC | | |
Tórax | |
x | | |
x |
x | |
x | | |
x | |
x | | |
NC | | |
NC | | |
Mario Mendoza |
| |
x | |
x | |
x |
x | | | |
x | | |
x | |
x | |
x | | |
Santa Rosita |
|
x | |
x | | |
x | | |
x | |
x |
x | | |
x | | |
x | | |
Gabriela Alvarado |
| |
x | |
x |
x | | | |
x | |
x | |
x | | | |
x | | |
x |
Santa Teresa |
x | | | |
x |
x | |
x | | |
x | | |
x | | | |
x | |
x | |
La Paz |
x | | | |
x |
x | |
x | | |
x | |
x | | | |
x | |
NC | | |
Mario Catarino Rivas |
|
x | | |
x |
x | | | |
x |
x | |
x | | | | |
x | | |
x |
Leonardo Martínez |
x | | | |
x |
x | | | |
x |
x | | |
x | | |
x | | |
x | |
Progreso | |
|
x | |
x |
x | |
x | | |
NC | | |
x | | |
x | | |
x | |
Puerto Cortes |
|
x | | |
x | |
x |
x | | | |
x | |
x | | | |
x |
x | | |
Yoro | |
x | | |
x |
NC | | |
x | |
x | | |
x | | |
x | | |
x | |
San Lorenzo |
x | | | |
x | |
x | |
x | | |
x | | |
x | | |
x | | |
x |
Sur | |
x | |
x | |
x | | | |
x | |
x | | |
x | | |
x | | |
x |
Occidente | |
x | | |
x | |
x |
x | | |
x | | |
x | | | |
x | | |
x |
Juan Manuel Galvez |
|
x | |
x | |
x | |
x | | |
x | | |
x | | |
x | | |
x | |
La Esperanza |
x | | | |
x |
x | |
x | | |
x | |
NC | | |
NC | | | | | |
San Marcos de Ocot. |
x | | | |
x |
x | |
x | | |
x | |
x | | | |
x | |
x | | |
Roatán | |
x | |
x | |
x | |
x | | | |
x | |
x | | |
x | | |
x | |
Atlántida | |
x | |
x | |
x | | |
x | |
NC | | |
x | | | |
x | | |
x |
Tela | | |
x | |
x |
x | |
x | | |
x | | |
x | | |
x | |
x | | |
Olanchito |
x | | |
x | |
x | | |
x | |
x | |
x | | | |
x | | |
x | |
Tocoa | |
x | |
x | | |
x | | |
x | |
x | | |
x | | |
x | | |
x |
Trujillo | |
x | |
x | |
x | | | |
x |
x | | |
x | | |
x | | | |
x |
San Eco, Juticalpa |
|
x | | |
x |
x | | |
x | |
x | | |
x | | | |
x | |
x | |
Puerto Lempira |
NC | | |
NC | |
NC | |
NC | | |
NC | |
NC | | |
NC | | |
NC | | |
Figure
El huracán Mitch en Nicaragua
Dr. Antonio Urroz Álvarez, Coordinador
Lic. Marta
Aranda de Wong Valle, Investigaciones de Campo
Ing. Carlos Morales
Castillo, Asistencia Técnica
Agradecimientos
Deseamos agradecer la importante colaboración de estas personas e instituciones:
Ing. Arturo Harding
Equipos de dirección de los SILAIS de León, Chinandega, Estelí y Madriz
Directores de áreas de salud de los territorios más afectados
Comisión de Universidades de Nicaragua para los Desastres Naturales
Autoridades municipales de los departamentos de León, Chinandega, Estelí y Madriz
Dirigentes y activistas comunitarios locales
Grupo Técnico de Desastres Naturales, CIES, UNAN
Autoridades locales de ENACAL
Autoriades locales de la Cruz Roja Nicaragüense
Organizaciones no gubernamentales del campo de la salud y del medio ambiente
El paso del huracán Mitch por América Central durante la cuarta semana de octubre de 1998 ha sido el desastre más colosal de los muchos que periódicamente ha vivido esta región. La tragedia ha causado consternación en todo el mundo y la comunidad internacional ha mostrado preocupación por las consecuencias que tuvo para los pueblos centroamericanos.
Para Nicaragua, las pérdidas directas han sido estimadas en más de 1262 millones de dólares, y todavía no han podido precisarse las pérdidas indirectas sobre los flujos de producción ni las pérdidas secundarias sobre los indicadores y comportamientos económicos, ni el impacto ecológico. Pero aun las frías cifras estadísticas nos ayudan a comprender el sufrimiento individual y colectivo del pueblo nicaragüense: 2515 muertos, 885 desaparecidos, 867.752 damnificados y más de 36.368 viviendas afectadas.
En el presente documento se evalúa la respuesta del sector Salud, presentando inicialmente una visión global de su situación previa al impacto del huracán Mitch. Se percibe que, en términos generales, tanto la respuesta gubernamental como la del sector Salud dejan un saldo aceptable, aunque se advierte que resultan imperativos y urgentes la formulación de un Plan Nacional de Emergencias, la creación de un marco jurídico que sustente constitucionalmente la preparación del Estado y la sociedad ante los diversos riesgos de catástrofe en el país, la creación de una instancia de Coordinación Nacional de Salud para Situaciones de Emergencia y Desastres, así como el impulso y fortalecimiento de un proyecto regional de cooperación internacional, para los territorios fronterizos, mediante protocolos previamente establecidos, con atención especial a la vigilancia epidemiológica. También el fortalecimiento del precario sistema de suministros y la necesidad de optimizar la selección y especialización del personal de las brigadas médicas internacionales, con mayor énfasis en la asistencia técnica antiepidémica sobre el terreno, forman parte de las lecciones duramente aprendidas. Hay consenso internacional acerca de que los desastres interrumpen los procesos de desarrollo sustentable de las naciones, y por ello tales riesgos deben considerarse en la planificación económica de los países centroamericanos y deben profundizarse los preparativos para emergencias y desastres, de modo que se reduzca al mínimo posible la cuota de improvisación ante futuras catástrofes.
Mitch representa la catástrofe
natural de mayor impacto ecológico, económico y social de la historia
nicaragüense.
Fotografía: OPS/OMS
El impacto del reciente siniestro hidrometeorológico no debe aventar las esperanzas y expectativas de articular y consolidar el desarrollo regional. Por el contrario, es deseable que el sufrimiento causado por el huracán Mitch se convierta en un punto de inflexión de la ardua labor de reconstrucción y transformación de las sociedades centroamericanas.
Desastres diversos han interrumpido en varias ocasiones el desarrollo de Nicaragua, de modo que puede caracterizárselo como un país muy vulnerable a las emergencias masivas, pero se considera que los daños causados por el huracán Mitch representan la catástrofe natural de mayor impacto ecológico, económico y social de la historia nicaragüense. Las últimas estimaciones indican que la tasa de crecimiento del PIB se reducirá de un 6,0% a un 3,6%.1
1Estimación preliminar de daños ocasionados por el huracán Mitch, Banco Central de Nicaragua.
La extensión y magnitud de sus efectos y la posibilidad de futuros desastres similares en la región de América Central y del Caribe obligan a reflexionar sobre las estrategias de preparación y respuesta para tales eventualidades, con el propósito de señalar los aciertos y limitaciones más relevantes así como de capitalizar las lecciones que hayan dejado las experiencias vividas. Entre las principales preguntas del momento figuran: ¿El sector de la salud estaba adecuadamente preparado? ¿Cómo respondió? ¿Cuáles fueron las principales dificultades de las operaciones de asistencia sanitaria? ¿Qué faltó hacer en esta ocasión? ¿Qué procedimientos y acciones se pueden mejorar en el futuro? ¿Cuáles son las lecciones y enseñanzas que ha dejado lo ocurrido?
Para sistematizar las experiencias actuales e incorporar ajustes estratégicos en la prevención y preparación de las futuras respuestas del sector de la salud a situaciones semejantes es preciso responder a esas interrogantes. Para ello se desarrolló un amplio y abierto proceso de entrevistas con los equipos de dirección de los Sistemas Locales de Atención Integral de la Salud (SILAIS) más afectados, los directores de unidades médicas, la Cruz Roja, las universidades, la Empresa Nicaragüense de Acueductos y Alcantarillados, la Defensa Civil, autoridades del Comité Nacional de Emergencia, dirigentes religiosos, comunales, municipales y otros interesados relevantes.
Nicaragua, país de 130.700 km2 con una población de 4,8 millones de habitantes y una economía agroexportadora, inició en 1990 un difícil y complejo proceso de ajustes sociales, políticos y económicos al dejar atrás más de cuarenta años de enfrentamientos militares internos, con sus evidentes secuelas macroeconómicas. El país ha sufrido históricamente grandes desastres naturales, pues, además de los huracanes del Caribe, los terremotos y las erupciones volcánicas a lo largo de la cuenca del Pacífico (con más de 200 estructuras volcánicas y 27 volcanes activos) son frecuentes en la región. El maremoto (tsunami) de 1991, que afectó a toda la costa del Pacífico, fue sin embargo una catástrofe nueva y singular para Nicaragua. Incendios forestales, sequías e inundaciones, que han acompañado el macrofenómeno climático originado en la corriente del Niño, también han cobrado en 1993-1994 y 1997-1998 un pesado tributo de pérdidas humanas, de recursos naturales, de producción agrícola, pecuaria y pesquera en todo el territorio nacional.
Mapa de Nicaragua.
Desde 1892 hasta 1998 han azotado el territorio de Nicaragua treinta y nueve fenómenos meteorológicos graves originados en el Mar Caribe, contando depresiones, tormentas tropicales y huracanes. En los últimos treinta años, siete importantes huracanes y cinco tormentas tropicales han afectado al país, de los cuales Fifi (septiembre de 1974), Joan (octubre de 1988) y Mitch (octubre de 1998) resultaron especialmente devastadores.2 Ello no obstante, en la mayoría de los casos las características orográficas del territorio nicaragüense, con cadenas montañosas en el centro del país, han contribuido a reducir significativamente la fuerza de esos huracanes, pero las copiosas lluvias desencadenadas causaron extensas inundaciones de graves consecuencias socioeconómicas y ecológicas. Tales antecedentes y las estadísticas meteorológicas demuestran que los países de América Central, junto con los territorios de la cuenca del Atlántico tropical, el Golfo de México y las islas del Caribe, comparten el riesgo de sufrir las consecuencias de depresiones, tormentas y huracanes.
2INETER, Las lluvias del siglo en Nicaragua, diciembre de 1998.
El 21 de octubre de 1998 se informó la formación de una tormenta tropical denominada Mitch que se hallaba aproximadamente a 580 km al sur de Jamaica. De evolución extremadamente rápida y peligrosa, se convirtió en huracán y pasó en solo 48 horas a la categoría V (escala internacional Saffir-Simpson). En los días subsiguientes este sistema favoreció el ascenso de la zona de convergencia intertropical (ZCIT) y la formación de un centro de baja presión frente a la costa nicaragüense del Pacífico.
Trayectoria del huracán Mitch
entre el 21 y el 31 de octubre de 1998.
Fuente: INETER, Las lluvias del siglo en Nicaragua, diciembre de 1998.
Las poblaciones del oeste, del norte y del centro de Nicaragua, sometidas a las condiciones meteorológicas del huracán y del centro de baja presión sobre el Pacífico, fueron azotadas en casi todo el territorio afectado por lluvias equivalentes a un 295% por encima de las marcas históricas, con precipitaciones extremas en el oeste del país hasta de un 504,3% sobre lo normal, especialmente entre el 27 y el 28 de octubre, cuando el sistema se mantuvo estacionario frente a las costas de Honduras (ver mapa más abajo). El 29 de octubre se internó en territorio hondureño, donde pronto se degradó a tormenta tropical desplazándose lentamente a través de Honduras hacia El Salvador y Guatemala y perdiendo intensidad en forma paulatina, aunque sin dejar de llover copiosamente sobre toda la región centroamericana.
Magnitud del daño
En Nicaragua, desde el 24 de octubre las inundaciones empezaron a aislar e inmovilizar a más de la tercera parte de la población. Para el 28 de octubre, más del 60% de la superficie del país había quedado incomunicada por tierra: ríos, lagos y lagunas desbordaron, las aguas del lago Xolotlán, en Managua, subieron 4 metros (de 36,41 m sobre el nivel del mar el 22 de octubre de 1998 a 40,12 m el 30 de octubre de 1998).2 Nuevos y gigantescos cauces de impresionantes caudales alteraron repentinamente la geografía nacional: comunidades enteras fueron arrastradas o sepultadas por grandes corrientes de agua, arena, tierra y árboles abatidos; colosales deslizamientos de tierra barrieron las laderas de montes volcanes y colinas; carreteras y puentes en ruinas, incomunicación, destrucción de los servicios eléctricos, del alcantarillado y los acueductos, contaminación e inutilización de las fuentes de agua, dibujaron un panorama desolador de devastación y muerte en numerosos municipios.
2INETER, Las lluvias del siglo en Nicaragua, diciembre de 1998.
Los daños a la infraestructura, a la producción agropecuaria e industrial, a la ecología, y sobre todo a la gente, habían sobrepasado en mucho las peores previsiones de catástrofe. A pesar de contar con la información meteorológica de una amplia red nacional e internacional (Centro Nacional de Huracanes de Miami, EUA), la magnitud del fenómeno rebasó las capacidades de predicción. Ni los modelos matemáticos, ni los registros históricos pudieron ayudar con efectividad a prever las consecuencias de un fenómeno de tal envergadura y comportamiento3 (ver los cuadros 1, 2 y 3).
3Ingeniero Claudio Gutiérrez. Director del INETER.
Los efectos del huracán se multiplicaron por las diversas formas de degradación ambiental que sufre el país: deforestación por tala y por incendios de bosques, deterioro de las cuencas lacustres y fluviales, expansión creciente de la frontera agrícola, pérdida de la cubierta vegetal, etc. Así los daños causados por las lluvias desencadenaron grandes aludes, desmoronamientos y arrastre de las superficies agrícolas. Como, por otra parte, las dificultades asociadas a la pobreza han obligado a poblaciones rurales y urbanas a asentarse en territorios inseguros a la orilla de cauces, ríos, lagos, laderas y barrancas en condiciones por demás riesgosas, poniendo en peligro sus vidas y sus escasas pertenencias en cada época lluviosa, se agregó otro importante factor al incremento de la mortandad y de los daños generales causados por el Mitch.
Hay consenso en que no es posible evaluar con exactitud los daños provocados por estas catástrofes, pero se pueden alcanzar aproximaciones técnicamente aceptables en cuanto a los daños directos. Sin embargo, deben evaluarse también los daños indirectos sobre la producción de bienes y servicios y la desaceleración del desarrollo nacional, que a su vez se reflejarán negativamente sobre el comportamiento de otros importantes agregados económicos (empleo, PIB, inflación, etc.) para revelarnos la magnitud real de las secuelas del meteoro sobre el desarrollo de Nicaragua, país que, por añadidura, aún no termina de superar otras emergencias anteriores.
Cuadro 1 | ||||||||
Región |
Familias |
Adultos |
Niños |
Población Total |
Heridos |
Muertos |
Desaparecidos | |
I |
21.651 |
68.762 |
50.053 |
118.815 | |
51 |
360 | |
II |
78.800 |
241.604 |
206.605 |
448.209 |
254 |
2.316 |
426 | |
III |
3.350 |
10.087 |
8.252 |
18.339 | |
10 | | |
IV |
6.371 |
21.110 |
17.267 |
38.377 | |
2 | | |
V |
898 |
2.921 |
2.515 |
5.436 | |
7 | | |
VI |
34.670 |
104.097 |
86.498 |
190.577 | |
123 |
98 | |
RAAN |
5.987 |
18.142 |
16.351 |
34.493 | |
| | |
RAAS |
2.106 |
6.322 |
7.184 |
13.506 | |
6 |
1 | |
Total |
153.833 |
473.027 |
394.725 |
867.752 |
254 |
2.515 |
885 | |
| ||||||||
FUENTES: |
Defensa Civil, 28 de noviembre de 1998. | |||||||
|
Cruz Roja Nicaragúense, 29 de noviembre de 1998. |
Alrededor del 50% de los daños directos correspondieron a infraestructura vial y un 37% a pérdidas en viviendas de todo tipo. Hace falta, sin embargo, seguir esforzándose por precisar las pérdidas de viviendas según el tipo de construcción, su localización y superficie.
En el sector de la salud, los daños directos ocupan el tercer lugar, aproximadamente un 6,5% de las estimaciones totales, que se traducen en la pérdida de casi un 35% de sus capacidades instaladas en la red nacional de servicios de atención primaria, de acuerdo con las estimaciones oficiales del gobierno nicaragüense, aunque existen opiniones y datos discrepantes sobre los alcances de los daños sufridos por la infraestructura de salud. Sería muy conveniente proseguir los esfuerzos para determinar con exactitud los daños causados directamente por el Mitch, dado que, por las condiciones de antigüedad y deterioro en las que ya se encontraban las unidades de atención primaria, es probable que haya habido dificultades para una evaluación objetiva de los daños, así como diferencias técnicas en la captura, registro, interpretación y homogeneización de los datos.
Cuadro 2 | |||||||||
SILAIS |
Hospitales |
Centros de salud |
Puestos de salud |
Total de unidades |
Costo en US$ | ||||
|
Dañados |
Destruidos |
Dañados |
Destruidos |
Dañados |
Destruidos | |
| |
Chinandega1 | | |
6 |
1 |
6 |
1 |
14 |
1.470.000 | |
Estelí1 |
1 | |
2 | |
1 | |
14 |
1.640.000 | |
Jinotega1 |
| | |
1 |
1 |
4 |
6 |
900.000 | |
León1 |
| |
5 | |
15 |
2 |
22 |
1.300.000 | |
Matagalpa1 | | |
3 | |
3 | |
6 |
520.000 | |
Nueva Segovia1 | | |
1 | |
9 |
2 |
12 |
610.000 | |
Rivas2 |
| |
1 | |
1 | |
2 |
150.000 | |
Granada2 |
| |
2 | |
3 | |
5 |
340.000 | |
Managua2 |
| |
4 |
1 |
16 |
3 |
24 |
785.000 | |
Masaya2 |
| |
1 |
1 | | |
2 |
10.000 | |
Región Autónoma del Atlántico Sur2 | | |
1 | | | |
1 |
140.000 | |
|
Total |
1 | |
26 |
4 |
65 |
12 |
108 |
8.865.000 |
| |||||||||
1. SILAIS visitados y verificados. | |||||||||
2. SILAIS informados por el Ministerio de Salud, no visitados, no verificados. | |||||||||
FUENTE: Ministerio de Salud/OPS/OMS, diciembre de 1998. |
Las pérdidas cuantitativas en infraestructura de agua potable y alcantarillados sanitarios (1,5% de las estimaciones globales) no indican, desde el punto de vista numérico, la verdadera proporción del desastre. Muchas comunidades no contaban con grandes o complejos sistemas de captación, bombeo, tratamiento, tuberías, etc. El impacto, desde la perspectiva sanitaria de estas comunidades, fue la contaminación e inundación masiva de sus fuentes de agua y de los pozos domiciliarios y comunales, muchos de los cuales quedaron parcial o totalmente inutilizados y otra gran parte anegados por arena y tierra, al igual que las letrinas.
Se ha podido evaluar que, de 2121 obras hídricas situadas en las zonas inundadas, 677 (32% del total) habían sufrido algún tipo de daño, afectando así a unos 114.400 habitantes. Sin embargo, estas cifras son mayores, en realidad, si se consideran también los daños a las obras domiciliarias particulares. En lo relativo a las letrinas, se estima que entre obras privadas y públicas funcionaban unas 10.000 antes del desastre, de las cuales no menos de un 85% han sufrido daños cuantiosos (destrucción y pérdida por arrastre o enterramiento).4
4El sector agua y saneamiento, respuesta después del Mitch. Empresa Nicaragüense de Acueductos y Alcantarillados (ENACAL), 22 de diciembre de 1998.
Cuadro 3 | ||||||
Daños directos |
Cantidad |
Costos |
||||
Infraestructura vial |
|
605,3 | ||||
|
Puentes totalmente destruidos |
42 | | |||
|
Puentes parcialmente destruidos |
29 | | |||
|
Total de puentes dañados |
71 | | |||
|
Kilómetros de carreteras pavimentadas |
1.300 | |
|||
|
Kilómetros de caminos no pavimentados |
11.918 | |
|||
|
Toral de kilómetros dañados |
13.218 | |
|||
Vivienda | |
471,1 | ||||
|
Viviendas destruidas |
21.275 | |
|||
|
Viviendas dañadas |
15.093 | |
|||
|
Total de viviendas dañadas |
36.368 | |
|||
Energía eléctrica |
|
18,0 | ||||
|
Daños a subestaciones |
18 | | |||
|
Daños a plantas geotérmicas |
1 | | |||
|
Daños a plantas hidroeléctricas |
2 | | |||
|
Daños a microcentrales eléctricas |
2 | | |||
|
Daños a torres y líneas de transmisión |
10 | | |||
|
Daños a redes de distribución |
DNC | | |||
|
Daños mayores en represas |
4 | | |||
|
Daños menores en represas y otras obras |
36 | | |||
Comunicaciones |
|
12,0 | ||||
|
Daños graves a planta externa (16.000 líneas) |
1 | | |||
|
Daños estructurales a obras civiles |
DNC | | |||
Agua potable y alcantarillados | |
19,8 | ||||
|
Sistemas de agua potable |
11 | | |||
|
Sistemas de alcantarillado sanitario |
11 | | |||
|
Sistemas de captación |
60 | | |||
|
Estaciones de bombeo |
72 | | |||
|
Sistemas de tuberías |
36 | | |||
|
Letrinas y otras obras sanitarias |
DNC | | |||
Educación | |
51,3 | ||||
|
Total de escuelas afectadas |
343 | | |||
|
Total de aulas afectadas |
1.600 | |
|||
|
Total de pupitres dañados |
64.000 | |
|||
|
Total de textos destruidos |
294.100 | |
|||
Sector de la salud |
|
8,8* |
84,0** | |||
|
Hospitales con daños parciales |
1 |
(1) | | ||
|
Centros de salud totalmente destruidos |
4 |
(90) | |
||
|
Centros de salud con daños parciales |
26 |
(0) | | ||
|
Puestos de salud totalmente destruidos |
12 |
(416) | |
||
|
Puestos de salud con daños parciales |
59 |
(0) | | ||
|
Pérdidas en equipos e insumos médicos |
DNC |
(506) | |
||
|
Total de unidades de salud afectadas |
108* |
507** | |
||
Sector privado |
| | | |||
|
Agricultura (miles de manzanas) | | | | ||
| |
Café | |
1,8 |
1,1 | |
| |
Caña de azúcar |
|
7,6 | | |
| |
Banano | |
0,3 | | |
| |
Arroz de riego |
|
22,5 | |
|
| |
Tabaco | |
0,5 | | |
| |
Maní | |
3,3 | | |
| |
Soya | |
4,9 | | |
| |
Frijol | |
42,5 | |
|
| |
Maíz | |
15,6 | |
|
| |
Sorgo | |
11,3 | |
|
| |
Ajonjolí | |
13,1 | |
|
|
Pecuario | |
| | ||
| |
Ganado vacuno (miles de cabezas) | |
12,0 | |
|
| |
Cercas (miles de varas) | |
3,5 | | |
| |
Pastos (miles de manzanas) | |
35,0 | |
|
|
Forestal | |
| | ||
| |
Daños de áreas boscosas (miles de manzanas) | |
99,0 | |
|
|
Pesquero | |
| | ||
| |
Camarón de cultivo (miles de hectáreas) | |
5,0 | | |
| ||||||
Estimación global de los daños directos | |
|
1262,7 |
FUENTES: |
1. Estimación preliminar de daños ocasionados por el huracán Mitch, gobierno de Nicaragua, 16 de noviembre de 1998. |
|
* Evaluación de daños causados por el huracán Mitch en las instalaciones de salud de Nicaragua. Ministerio de Salud/OPS/OMS. |
|
** Estimación del gobierno de Nicaragua. |
Costos: |
Calculados en millones de dólares EUA |
DNC: |
Datos no confirmados. |
Mitch puso de manifiesto la
vulnerabilidad de las poblaciones asentadas en territorios inseguros y de alto
riesgo.
Foto: Banco Interamericano de Desarrollo, D. Mangurian
Los daños registrados sobre la capacidad productiva de las tierras cultivables aún no han podido cuantificarse por completo. El arrastre de la capa de tierra fértil y el humus ha reducido a superficies pedregosas y capas rocosas extensas zonas, principalmente de las regiones agrícolas occidentales. En cambio, otras zonas han quedado cubiertas de gruesas capas de arena. También en este caso hacen falta algunas precisiones: evidentemente estos daños se han comprobado, pero es preciso distinguir las pérdidas de tierras realmente productivas de las pérdidas en términos estrictamente ecológicos (aquellas que no estaban en explotación). Las apreciaciones generales indican que el sector agrícola sufrió pérdidas de hasta un 13% de la producción nacional: las cosechas de productos anuales (banana, maní, ajonjolí, soya y tabaco) pueden representar hasta un 43% de las pérdidas totales; en los granos básicos (arroz, frijol, maíz y sorgo) se estima una pérdida del 29,6%; en el café y la caña de azúcar, un 13%, y en otros productos agrícolas (hortalizas, frutas y verduras) se llega a un 14,4% de las estimaciones totales.
Las pérdidas humanas asociadas a
factores de degradación ambiental se agigantaron con las dramáticas cifras del
alud en las laderas del volcán Casita.
Fotografía: OPS/OMS
Los datos correspondientes a la población afectada evidencian la vulnerabilidad de la sociedad nicaragüense a tales desastres. Aun aceptando las dimensiones colosales del Mitch, se evidencia la debilidad organizativa en la prevención y preparación de la sociedad para emergencias semejantes, que han demostrado ser fenómenos naturales frecuentes en la región centroamericana y por ende marcan la necesidad de capacitar a la población para proteger el mayor número de vidas posibles y preservar su desarrollo económico.
Las pérdidas humanas asociadas a factores de degradación ambiental se agigantaron con las dramáticas cifras del alud en las faldas del volcán Casita, una corriente de lodo, troncos y piedras de hasta tres metros de altura sobre un frente de casi 2500 metros y una proyección de 15 km de longitud, que fue arrasando rápida y sorpresivamente a su paso a siete comunidades rurales, dejando unos 1200 muertos y más de 130 heridos, sin contar las pérdidas totales en viviendas, tierras productivas, ganadería y otros rubros.
Las palabras del Director Ejecutivo del Comité Nacional de Emergencia pueden servir para sintetizar la dimensión de la tragedia para la gente común: Fue la población más pobre la más severamente afectada. En las primeras 36 horas habrán muerto unas 2000 personas, pero realmente eran unos 300.000 habitantes los que en ese momento estaban en peligro inminente de morir.5
5Ingeniero Arturo Harding L., Entrevista con el Director Ejecutivo del Comité Nacional de Emergencias.
Con sus 4,8 millones de personas, la densidad de población nicaragüense llega a unos 32 habitantes/km2, con una elevada tasa de crecimiento del 2,9% anual y una tasa de fecundidad de más de cinco hijos por mujer. La población rural representa el 39,3% del total; las mujeres, el 52%; un 42,4%, los menores de 15 años; y la edad promedio nacional es de 16,1 años.6 La tasa de analfabetismo es de 26,3%, y la de desempleo total, de 26,7%. El 70% de la población se encontraba en condiciones de pobreza, con un ingreso per cápita aproximado de 462 dólares EUA anuales.7
6Políticas y Estrategias del Sector Salud 1997-2001, Ministerio de Salud.7Políticas y Estrategias del Sector Salud 1997-2000, Ministerio de Salud.
El sector de la salud funciona en un contexto social y económico muy desfavorable y los principales indicadores de salud deben mejorarse significativamente: tasa de mortalidad general de 7/1000, tasa de mortalidad infantil de 53/1000 nacidos vivos, mortalidad materna de 160/100.000 nacidos vivos, esperanza de vida al nacer de 66,2 años. El 45% de la población carece de abastecimiento de agua; en el área rural solo dispone de él el 28%. La eliminación de excretas presenta datos bastante similares: es adecuada solamente para el 74% de la población urbana y para el 24% de la población rural. Estas condiciones han favorecido la aparición y permanencia de una serie de afecciones transmisibles tales como el cólera, las enfermedades diarreicas agudas y las infecciones respiratorias agudas, el dengue y la malaria, que en los últimos años han presentado características endémicas. Es difícil que las comunidades con mayor incidencia de estas patologías puedan mejorar su perfil epidemiológico sin un cambio sustancial en su situación de pobreza.
Tal atraso se manifiesta claramente en la persistencia de los problemas nutricionales que afectan a la niñez y a la mujer: el 12% de los niños menores de 5 años están desnutridos y otro 20% se halla en situación de riesgo; el 67% de los menores de 5 años presentan serias deficiencias de vitamina A, sobre todo en el área rural, sin distinción de edad, sexo, religión o lugar de residencia; esta deficiencia afecta además al 40% de las mujeres en edad fértil. Existen deficiencias de yodo, especialmente en los municipios del sur del país, donde hasta un tercio de los menores en edad escolar presentan bocio.8
8Encuesta Nacional del Nivel de Vida, INEC/BM, 1993.
En los últimos años, con grandes esfuerzos, se han alcanzado algunos progresos importantes:
· se ha disminuido la mortalidad por enfermedades transmisibles, principalmente las que pueden prevenirse mediante vacunas;· no se registra ningún caso de poliomielitis desde 1981;
· el último brote epidémico de sarampión se informó en 1990;
· en los últimos cinco años no se han informado casos de difteria;
· la tos ferina sigue siendo endémica, pero la mortalidad por esta causa ha disminuido notablemente;
· solo se han registrado dos casos de tétanos neonatal en los últimos tres años;
· el 98% del agua abastecida por ENACAL, la Empresa Nicaragüense de Acueductos y Alcantarillados (acueductos municipales), cumple adecuadamente las normas de desinfección;
· los SILAIS capacitan a la población y distribuyen cloro para la desinfección del agua en las comunidades no abastecidas por la ENACAL;
· para mejorar su gestión, el Sistema de Salud ha iniciado recientemente un imprescindible Programa de Modernización del Sector, que posibilite una reorganización tendiente a aumentar su capacidad de respuesta, fortalecer el liderazgo institucional, avanzar en la descentralización y alcanzar mejores niveles de equidad y eficacia.
Las causas más relevantes de restricciones al desarrollo del sistema de salud han sido probablemente:9
· Deficiente e inadecuada producción de servicios: el sistema de salud no produce de acuerdo con su capacidad; por ejemplo, el índice de ocupación de plazas hospitalarias es del 69% y el personal médico trabaja solo el 65% del tiempo contratado.· Serias dificultades en la cobertura y en el acceso a los servicios de salud: la red de atención primaria no penetra en muchas regiones denominadas de difícil acceso y existe escasa disposición del personal médico a hacerse presente en esas zonas. Existe un exceso de demanda en los hospitales para la atención de casos que se podrían resolver en el primer nivel de atención, y la población no aprovecha debidamente los servicios de los puestos de salud.
· Importantes limitaciones en la capacidad de respuesta organizativa: si bien el avance organizativo más importante ha sido la creación de los Sistemas Locales de Atención Integral de la Salud (SILAIS), también es cierto que ha disminuido la capacidad del nivel central para conducir los procesos y que se han perdido continuidad y sistematicidad en las acciones. No hay un Plan de Salud que coordine las actividades del sistema, ni se cuenta con indicadores de seguimiento adecuados ni con un sistema eficiente de información financiera y gerencial.
· Insuficiente disponibilidad de medicamentos e insatisfacción de los usuarios.
· Limitaciones en el financiamiento del sector e inadecuado conocimiento de los costos de la atención sanitaria. El presupuesto del sector está centralizado en el Ministerio de Finanzas y no existe en la práctica un mecanismo de negociación adecuado con el sector de la salud. A los hospitales y SILAIS se los financia por lo que gastan y no por lo que hacen.
9Anteproyecto del Programa de Modernización del Sector Salud en Nicaragua 1998-2002, Ministerio de Salud.
El 30 de octubre de 1998 el presidente de la República declaró Situación de Desastre Natural para los departamentos del occidente (Chinandega y León), del norte (Nueva Segovia, Estelí y Madriz), del centro (Jinotega y Matagalpa) y del sudeste del país (Granada y Rivas). Ese mismo día se instaló el Comité Nacional de Emergencia (creado mediante el Decreto Presidencial 444-98) como máximo organismo de coordinación, compuesto por: el Comité Directivo, la dirección ejecutiva (con cinco centros de apoyo) y cinco comités ejecutivos (ver organigrama). Por el mismo decreto se nombraron Comités de Emergencia Municipales, a cuyas estructuras se indicó incorporar a todas las organizaciones sociales, gremiales, comunitarias, religiosas y no gubernamentales. Fue valiosa la participación en muchos de ellos de los dirigentes y parlamentarios de los diversos partidos políticos, lo cual fortaleció las capacidades de gestión, decisión y conducción de los comités.
Organigrama del Comité Nacional de
Emergencia Decreto Presidencial No. 444-98
Las inundaciones, que en rápido
avance fueron aislando departamentos, ciudades y comunas, terminaron por
bloquear las posibilidades de intervención del gobierno.
Fotografía: OPS/OMS Nicaragua
Como puede observarse, la coordinación a nivel gubernamental contó con una estructura adecuada, configurada por decreto gubernamental, aunque muy retrasada respecto de la cronología del desastre. Las informaciones meteorológicas no motivaron la declaración de un estado de alerta oportuno por parte de las autoridades, y no se adoptaron disposiciones preliminares para las zonas en riesgo, tales como: formación temprana de los comités de emergencia, previsión de los centros de refugio y albergues temporarios, protección de recursos alimentarios, productivos, etc., información a la comunidad y a sus brigadas de defensa Civil acerca de las posibles acciones, elevación de la disposición combativa del ejército y la policía, previsiones de transporte, comunicaciones y otros aspectos logísticos ante la posibilidad de daños e interrupciones de servicios.
Las inundaciones, que en rápido avance fueron aislando departamentos, ciudades y comarcas, terminaron por bloquear totalmente las posibilidades de intervención de las estructuras centrales de gobierno. Las acciones de rescate fueron asumidas localmente, en primer orden por la misma población (lanchas, tractores, camiones, caballos y otros recursos particulares fueron facilitados por sus propietarios); en segundo orden, por las fuerzas del Ejército, la Policía y la Cruz Roja en sus respectivas jurisdicciones. De modo que, en general, la comunidad ya se encontraba organizada y actuando por iniciativa propia al momento en que el decreto presidencial proclamó la Situación de Desastre Natural, por otra parte no contemplada en la Constitución Nacional.
Hubo intervención gubernamental directa en las operaciones de rescate y transporte aéreo al final de la fase de respuesta (especialmente en Posoltega, donde un alud arrasó a siete comunidades rurales causando la muerte de unas 2100 personas y gran cantidad de heridos). Tal intervención fue más clara y activa en la etapa de rehabilitación, particularmente en la reparación de emergencia de puentes y de las vías de comunicación terrestre más importantes, el transporte de alimentos, brigadas e insumos médicos.
El país no cuenta, a pesar de las experiencias anteriores, con planes de emergencia (nacional y municipales) y la improvisación fue nuevamente la regla de oro. Esto influyó en los repentinos cambios de los organismos a cargo de la coordinación y distribución de la ayuda humanitaria urgente (Defensa Civil, Cruz Roja y autoridades eclesiásticas).
Algunas reflexiones útiles sobre estos aspectos podrían ser las siguientes:
· Las fuerzas políticas del país han de priorizar la discusión de las bases jurídicas que sustenten la organización de la respuesta nacional a situaciones de desastre y otras emergencias.· Debe reconocerse la necesidad de formular un plan nacional para enfrentar estas emergencias y de fortalecer todas las acciones encaminadas a la prevención y a la preparación de los organismos del Estado y de la sociedad civil para enfrentar futuras eventualidades similares.
· Los riesgos de diversos tipos de desastres deben incorporarse a los procesos de planificación económica de nuestros países. Hay que replantear las formas de almacenamiento, distribución y desconcentración de algunos recursos, tales como alimentos, medicinas y combustibles, entre otros, para mejorar la capacidad de respuesta local al afrontar una emergencia, con la consiguiente reducción de gestiones, costos, improvisaciones en el transporte y otros aspectos, riesgos de pérdidas, etcétera.
· Aunque los resultados finales de las coordinaciones nacionales y locales presentan un balance positivo, queda mucho por hacer para reducir el espacio de la improvisación. La falta de previsión contribuyó a que muchas comunidades no pudieran contar con el tiempo y las condiciones suficientes para escapar a los daños y atenuar su impacto.
El Ministerio de Salud (MINSA) estuvo representado en el Comité Directivo y en el Comité Ejecutivo de Salud, junto con la Cruz Roja Nicaragüense. A su vez, el MINSA formó un Comité Institucional de Emergencia bajo la dirección de la ministra y la viceministra de Salud, con cuatro comisiones de trabajo (ver organigrama):
· Programación de Abastecimiento, Recursos y Brigadas Médicas.
· Vigilancia epidemiológica.
· Cooperación externa.
· Logística.
Organigrama del Comité
Institucional de Emergencia del Ministerio de Salud.
Al igual que en los otros sectores del gobierno, la respuesta del sector de la salud también tuvo retraso. Tanto en el nivel central como en los niveles locales fue evidente la carencia de planes de emergencia o su falta de actualización. En algunos casos (SILAIS de León y Chinandega) se aplicaron adaptaciones a los planes de 1997, diseñados con posterioridad a las erupciones volcánicas de Cerro Negro y San Cristóbal, respectivamente. Fue notoria en todos los SILAIS la ausencia de personal previamente capacitado para tales situaciones.
La atención institucional a los preparativos para emergencias y desastres es todavía una cuestión de tratamiento pendiente, pues las diferentes instancias de coordinación orientan sus esfuerzos a la resolución de los problemas cotidianos. Diversos proyectos no han pasado de la etapa de visitas, propuestas para la elaboración de planes, selección de personal para capacitaciones, y otras acciones que no avanzaron, según relatan algunas autoridades de locales de Salud.
La formación del Comité Institucional de Emergencia del Ministerio de Salud y su presencia en el Comité Nacional de Emergencia facilitó la coordinación con la Cruz Roja Nicaragüense, las organizaciones no gubernamentales, la Defensa Civil y los organismos dependientes de la Organización de las Naciones Unidas, además de una estrecha relación con la OPS. Aunque la coordinación más importante del sector de la salud se ejerció localmente, en municipios y comunidades, no siempre se aprovecharon las formas de organización preexistentes.
Esta experiencia ha dejado algunas lecciones muy importantes para el sector de la salud, en cuanto a preparativos:
· Se hace necesario impulsar un Proyecto Regional que fortalezca los ejes estratégicos del Programa de Preparativos para Situaciones de Emergencias y Desastres, que entre otras cosas promueva la generalización de las experiencias centroamericanas y la colaboración mutua entre los países de la región, para el desarrollo armónico de los preparativos y la cooperación bilateral en las zonas de frontera.· Es impostergable establecer una Coordinación Nacional de Salud para situaciones de desastre, desde la cual se fortalezcan los mecanismos de preparativos, con un adecuado sustento institucional, presupuestario y administrativo.
· Quedó demostrado que en el sector de la salud deben promoverse concepciones de preparativos que incorporen y coordinen a todas las instituciones, organismos y grupos no tradicionales que colaboran con el MINSA en la prestación de servicios de salud (el sector privado, las Fuerzas Armadas, las organizaciones no gubernamentales, etcétera).
· Deben fortalecerse y apoyarse las iniciativas de las instituciones formadoras de recursos humanos (tanto en el ámbito de la salud como en otras carreras útiles a las necesidades y requerimientos del sector), para que incorporen en sus programas educativos los temas relacionados con emergencias y desastres.
· Partiendo de las acciones cotidianas en el campo de la salud, y teniendo en vista la modernización del sector, la formación y capacitación de los recursos humanos y el mejoramiento de la infraestructura y la tecnología, es preciso promover y facilitar la preparación de las unidades de atención primaria y los SILAIS para afrontar eventuales catástrofes futuras.
· Las autoridades y los recursos humanos locales deben estar adecuadamente capacitados y organizados para interpretar la información sobre fenómenos naturales y para adoptar las decisiones y disposiciones previas de alerta.
En ausencia de planes orgánicos preexistentes, la respuesta fue determinada por la presión creciente de las circunstancias. Sin embargo, se lograron aprovechar las aptitudes acumuladas en la capacitación de la comunidad: brigadistas, promotores, parteras y otros trabajadores de la salud aportaron desde sus respectivas áreas las primeras respuestas. El incremento desmesurado de la cantidad de damnificados fue multiplicando la aparición de albergues, en los que los Comités de Emergencia Municipales se vieron en la necesidad de atender en primer orden los aspectos de salud, higiene (agua, alimentos, excretas, basuras) y avituallamiento. Para ello se crearon diversas comisiones de trabajo en las que participaron los agentes comunitarios del sector de la salud.
Las instituciones universitarias representan gran parte de la reserva científica y técnica del país, un incalculable potencial humano con buena capacidad organizativa. Muchas acciones desarrolladas durante la etapa de respuesta inmediata fueron cumplidas eficazmente por el movimiento estudiantil universitario, sus profesores y las autoridades institucionales. Ello no obstante, aún están pendientes acciones que orienten y fortalezcan la cooperación de las universidades en las tareas del sector de la salud y en la atención de otras necesidades del Estado y la sociedad en ocasión de una catástrofe. Asimismo, se requiere también mayor apoyo a los procesos de transformación curricular que posibiliten la incorporación de los temas de desastres en los programas de estudio.
En el marco de la respuesta del sector de la salud, la comunidad universitaria, entre otras instituciones, desempeñó un papel relevante sobre todo en:
· actividades de búsqueda, salvamento y rescate, en diversos lugares del país;· recolección, clasificación, almacenamiento y distribución de ayuda humanitaria;
· incorporación a brigadas médicas en muchos lugares de todo el territorio afectado;
· producción de fármacos en los laboratorios de la Escuela de Farmacia (antitusígenos, antimicóticos, antibióticos, analgésicos y otros);
· organización de brigadas de evaluación rápida de daños y análisis de necesidades (ERDAN), compuestas por profesores y estudiantes de las facultades de Arquitectura e Ingeniería, para reforzar a las misiones del gobierno y la Defensa Civil;
· apoyo a las actividades de educación sanitaria en los albergues de emergencia y en los barrios más afectados de Managua, León y Chinandega, mediante visitas domiciliarias y la entrega de volantes preparados por los estudiantes y sus profesores;
· apoyo organizativo y administrativo en los albergues de emergencia.
Las empresas privadas también cumplieron algunas acciones de apoyo al sector de la salud, tales como la provisión de comunicaciones (telefonía celular y radioaficionados); transportes (vehículos de carga, lanchas, tractores, remolques, animales, etcétera); instalaciones de almacenamiento; combustibles (para transporte terrestre y aéreo); agua purificada y bebidas gaseosas; cloro; alimentos; vituallas diversas y otros elementos.
En el mismo sentido, diversas organizaciones no gubernamentales, grupos y comunidades religiosas no solo brindaron apoyo económica y materialmente, sino que en muchos casos asumieron el manejo de algunos albergues de emergencia, así como actividades de atención médica y la conducción de las medidas higiénicas y antiepidémicas en esos locales.
Los daños en la infraestructura de salud, referidos por las autoridades de los SILAIS y confirmados in situ, fueron moderados o leves, y, según el consenso de las entrevistas realizadas, la red de servicios nunca llegó al colapso. Aunque de manera bastante irregular, se mantuvo un grado aceptable de continuidad y coherencia en la prestación de servicios y la ejecución de las actividades preventivas y antiepidémicas.
Los aspectos que más afectaron la
red de servicios de salud fueron la pérdida de las comunicaciones y las
dificultades de transporte.
Foto: OPS/OMS Nicaragua
Se sabe que algunos centros y puestos de salud quedaron totalmente incomunicados en todos los SILAIS durante los primeros días y que compartieron con los pobladores de sus zonas las graves carencias de agua, alimentos, energía y comunicaciones. Aunque no fue norma general, el volumen de las tareas de atención médica en las unidades de salud y los albergues de emergencia no impidió el cumplimiento, al menos parcial, de los programas de inmunización, control del crecimiento y desarrollo, control prenatal y las tareas de educación sanitaria, principalmente en las zonas que no quedaron aisladas y que contaron con el apoyo de estudiantes de medicina, enfermería y otros agentes comunitarios de salud. La Segunda Jornada Nacional de Salud se pudo iniciar el 1 de noviembre y alcanzó una cobertura de aproximadamente un 70 por ciento.
Los aspectos que más afectaron la integridad de la red de servicios fueron: la pérdida de las comunicaciones en gran número de las unidades de salud, las dificultades y déficit del transporte terrestre y aéreo para la evacuación de heridos y enfermos y el abastecimiento de las unidades en las zonas que quedaron aisladas. Algunas empresas locales brindaron apoyo en radiocomunicaciones y transporte.
La cadena de socorro logró fortalecerse con la intervención de elementos de la Cruz Roja y del Ejército, y en algunos lugares de acceso muy difícil se logró penetrar con la ayuda de grupos de motociclistas que apoyaron la evacuación. La mayor parte de los heridos que requirieron atención urgente fueron evacuados en plazos aceptables, y en todos los casos los hospitales lograron asimilar la carga de lesionados y enfermos sin apoyo externo especializado (nacional ni internacional).
En el caso de Chinandega, el hospital se llenó repentinamente con las víctimas del alud del volcán Casita, pero se solicitó apoyo a la sociedad civil y esta habilitó con camas, colchones, ropas, víveres y otros elementos requeridos un colegio cercano, en el que se hospitalizaron los heridos leves (del alud y de la carga normal del hospital), mientras que en las camas del hospital se dio prioridad a los enfermos y heridos graves.
La cadena de socorro logró
fortalecerse con las intervenciones de elementos de la Cruz Roja y el
ejército.
Foto: OPS/OMS Nicaragua
Hubo alguna renuencia en la disposición de los especialistas a viajar a las regiones afectadas: muchos se quedaron en los hospitales y no donde eran más requeridos, y algunos plantearon problemas de adhesión o de conducción a las autoridades locales. Por otro lado, el apoyo brindado por las universidades sobrepasó en varias ocasiones la capacidad de asimilación y empleo local por parte del MINSA.
Las brigadas médicas internacionales reforzaron algunos albergues y comunidades donde se concentró gran cantidad de damnificados, o fueron enviadas a zonas denominadas de difícil acceso, donde no existía cobertura de atención primaria antes del desastre. En el caso de Nicaragua, las autoridades sanitarias refieren no haber tenido mayores problemas con la información procedente de esas brigadas, aunque no hubo uniformidad en su presentación y se sabe que surgieron algunas pequeñas dificultades de comunicación e interpretación de vocablos y terminologías locales en la descripción sintomática.
Es importante llamar la atención sobre los aspectos siguientes:
· No se tuvieron suficientemente claras las verdaderas necesidades de recursos humanos de apoyo, y en algunas situaciones se perdió la capacidad de asimilarlos y conducirlos. En otras ocasiones generaron una expansión temporaria y artificial de los servicios de salud en las poblaciones sin cobertura.· Para afrontar las situaciones de emergencia, el país requiere una estructura legal que permita al Estado la aplicación de los instrumentos jurídicos adecuados en el empleo de los recursos humanos, económicos, técnicos y de cualquier naturaleza, en función de las necesidades planteadas por desastres.
· Es preciso promover la cooperación con otras instituciones y empresas estatales y privadas locales, para contar organizadamente con el apoyo de sus recursos técnicos, logísticos, humanos, etc., en función de los planes del sector de la salud para catástrofes y situaciones de emergencia.
· En casos muy especiales, deben preverse opciones no tradicionales para mantener la comunicación y para brindar apoyo a comunidades que hayan quedado aisladas, tales como caballos, motocicletas y otros vehículos livianos adaptables a todo terreno.
· Existe consenso entre las estructuras municipales y de salud en que durante la emergencia se puso a prueba el progreso alcanzado en materia de descentralización y autonomía de los territorios y entes del Estado. En todo momento se respetaron y apoyaron las decisiones tomadas por las autoridades locales y por los Comités de Emergencia Municipales. Se pudo confirmar que esta opinión vale también en lo que atañe al área de la salud.
· Aun en medio de las difíciles condiciones de desastre, se pueden y deben recuperar y continuar las actividades y programas de mayor prioridad en el primer nivel de atención.
Las acciones de vigilancia se orientaron casi exclusivamente hacia las afecciones rastreables atendidas con anterioridad: cólera, dengue, malaria y enfermedades diarreicas agudas (EDA). Estas últimas fueron las primeras en aparecer. Al no haberse previsto la selección y acondicionamiento anticipados de albergues de emergencia, se los improvisó espontáneamente en condiciones a veces muy precarias, que favorecieron el rápido desarrollo de las EDA. Todos los municipios presentaron casos de intoxicación alimentaria y su mayor incidencia se dio en León, donde una comunidad cercana a Posoltega presentó 54 afectados.
La educación comunitaria volvió a rendir sus frutos, en la medida en que damnificados, activistas de salud, profesores y personal sanitario controlaron los factores ambientales (basuras y excretas), alimentarios (manipulación de los alimentos y tratamiento del agua para consumo humano) y la disponibilidad de instalaciones sanitarias. Los casos detectados presentaron una remisión aceptable en las dos semanas siguientes. También las autoridades municipales, en su mayoría, desempeñaron un papel importante en la resolución de estos problemas.
Con respecto a la leptospirosis, el último brote en Nicaragua se había registrado en 1995, en la región de Achuapa (Departamento de León), como secuela de inundaciones en la zona, y en los años siguientes no se informaron casos de esa enfermedad. En esta ocasión la leptospirosis sorprendió a los SILAIS del centro y norte del país, sin antecedentes y sin capacitación para su diagnóstico y manejo. El primer caso se presentó en el SILAIS de Estelí pero el paciente murió antes de que se confirmara el diagnóstico. Las presunciones sobre la presencia de la zoonosis cobraron certeza cuando en el SILAIS de León se confirmaron varios casos. A partir de ese momento se orientó específicamente la vigilancia sobre la leptospirosis, se elaboró una guía terapéutica y se organizaron talleres en los SILAIS afectados por las inundaciones, para normar su diagnóstico y tratamiento.
Página de periódico de Nicaragua
previniendo sobre la leptospirosis.
Diversos brotes empezaron a aparecer en las poblaciones rurales de las zonas inundadas de León, Chinandega, Estelí, Matagalpa, Madriz, Carazo y la Región Autónoma del Atlántico Sur. Los primeros casos se denunciaron el 6 de noviembre de 1998 (aproximadamente dos semanas después del inicio de las inundaciones) y tomaron la forma de brotes epidémicos dispersos, llegando a sumar un total de 693 casos y 7 defunciones. Hacia la segunda semana de diciembre se informaron los últimos casos.10 Muchos de estos no fueron realmente confirmados por laboratorio (las muestras se remitieron a la Capital y en muchos casos aún están esperando los resultados), pero a partir de la sospecha clínica se brindó tratamiento a los afectados y se ejecutaron inmediatamente las medidas tendientes a controlar el foco y asegurar el perímetro mediante el control de los animales huéspedes y la educación de la población.
10Consolidado de Información Epidemiológica, Dirección de Vigilancia Epidemiológica, Ministerio de Salud.
Como se sabe, la leptospirosis es una enfermedad de distribución mundial (excepto en las regiones polares) y en Nicaragua toma como huéspedes a diversos animales domésticos y silvestres de la fauna local que le sirven de reservorios. Las comunidades que sufrieron con mayor rigor las inundaciones, la inmersión prolongada y diversas formas de lesiones (de la piel y otras partes blandas) compartieron con esos animales los efectos, al quedar expuestos a la infección en las aguas contaminadas por la orina de la fauna huésped.
Los problemas de saneamiento
ambiental fueron los más difíciles, especialmente durante los primeros días.
Foto: OPS/OMS Nicaragua
Se confirmó que las campañas de control de roedores en el momento mismo de las inundaciones no parecen evitar la aparición de brotes, pues son muchas las especies de la fauna nativa que son reservorios naturales. En cambio, el control de focos y el fortalecimiento de la vigilancia sobre grupos humanos sometidos a inmersión pueden permitir un diagnóstico y tratamiento precoz, con la consiguiente reducción de la mortalidad. El manejo adecuado de los alimentos y el agua de consumo humano, así como el control de roedores, están más encaminados a reducir y controlar la propagación que a evitar el surgimiento de brotes. Estos prácticamente se autocontrolaron al descender las aguas, al mejorar las condiciones de alojamiento de los pobladores, al reducirse la cantidad de roedores y al iniciarse el calentamiento y secado de las zonas inundadas. Se ha confirmado así que la aparición de brotes de leptospirosis está asociada a situaciones de gran perturbación de los recursos acuíferos (sequías e inundaciones).
El cólera y la malaria, según los datos estadísticos, se mantuvieron dentro de cotas bastantes similares a las de los años 96 y 97 para ambas endemias. Las inundaciones acaecidas no parecen haber afectado los datos de incidencia ni la prevalencia en cada región. Esto no deja de resultar llamativo, pues sugiere que las inversiones y las acciones sanitarias preventivas no afectan mayormente la incidencia de estas enfermedades si no se logran otros cambios sustanciales en las precarias condiciones de vida de la población.
El dengue presentó cifras bastante superiores a las de los años 96 y 97, en especial bajo su forma clásica. La forma clínica hemorrágica presentó un brusco descenso en las tres semanas posteriores al huracán y en la primera mitad del año 98 también se registró un fuerte descenso de los datos correspondientes a ambas formas clínicas.
Todas las enfermedades bajo vigilancia epidemiológica mostraron un descenso repentino en sus cifras, inmediatamente posterior a la presentación del huracán en la semana epidemiológica número 43. Es conveniente reflexionar sobre estos aspectos y recordar que durante el primer semestre de 1998 hubo una prolongada huelga nacional del sector de la salud, coincidente con un bajo registro de datos de todas las enfermedades vigiladas. Es muy probable que esta modificación en los perfiles estadísticos no corresponda a la evolución real de esas enfermedades sino a un evidente subregistro o ausencia de registros.
Página de periódico de Nicaragua
previniendo sobre el cólera.
Cabía esperar un efecto bastante similar en los días subsiguientes a la catástrofe. Las instituciones sanitarias sufrieron un desajuste que obviamente afectó también a sus sistemas de registro e información: la captura de datos se dificultó, se perdió y posteriormente fue retomada; todo ello se reflejó en oscilaciones estadísticas que no correspondían a la realidad epidemiológica en el terreno.
En conclusión, si el comportamiento real del dengue durante 1998 se representara con un gráfico un poco más elevado y horizontal, se podría deducir que su incidencia superó significativamente la de años anteriores, tal como sucedió en toda la región centroamericana y del Caribe, pero que probablemente no varió mucho con posterioridad a las inundaciones.
Es conveniente llamar la atención sobre los siguientes aspectos:
· Debe fortalecerse la comunicación y divulgación masivas, seleccionando y recomendando los contenidos técnicos fundamentales más relevantes para la vigilancia epidemiológica. Hay que poner énfasis especial en la modificación positiva de los factores culturales y sociales que promueven creencias, hábitos y prácticas sanitarias indeseables o nocivas.· No fue necesario fortalecer ni simplificar los instrumentos de vigilancia epidemiológica para garantizar la efectividad y calidad del sistema. En efecto, su esquema habitual fue idóneo para garantizar una información completa, continua y oportuna para la toma de decisiones.
· La dispersión y falta de consenso en los requerimientos informativos de las diferentes instancias del nivel central obligaron a procesar los datos en formatos muy diversos, recargando así innecesariamente el trabajo de los niveles locales y aumentando las posibilidades de discrepancias en los datos. Es preciso unificar los formatos, procedimientos, canales y rutas del flujo informativo.
· La actividad epidemiológica demostró alta calidad técnica, aunque fue palpable la necesidad de más recursos locales especializados. La ayuda internacional debe prever y dar prioridad a una asistencia específica al respecto.
· Solamente las Fuerzas Armadas y muy pocos albergues de emergencia recibieron quimioprofilaxis antimalárica.
· Deben reforzarse la capacitación y el completamiento de los laboratorios clínicos que apoyen el diagnóstico y la actividad epidemiológica en los niveles locales.
· Un plan nacional y los planes locales de los SILAIS fronterizos han de fortalecer al máximo la coordinación y cooperación en la vigilancia epidemiológica mediante protocolos previamente establecidos.
Se mantuvo la orientación de vigilar los vectores a los que se aplican regularmente programas específicos de control, tales como a los de la malaria y el dengue, y la ayuda internacional reforzó el abastecimiento de medios para combatir los roedores. Por ende se restableció rápidamente la continuidad de las actividades de fumigación, eliminación y control de roedores.
Sin embargo, se presentó otro problema mayor: los mapas de ubicación de criaderos de insectos (principalmente los de Anopheles y Aedes aegypti) perdieron utilidad pues las condiciones geográficas habían cambiado bruscamente, y fue preciso intensificar las tareas de exploración para actualizar su localización.
Cuatro operaciones se desarrollaron simultáneamente: se dio prioridad a la eliminación de vectores en los asentamientos urbanos, albergues de emergencia y comarcas; se controlaron los focos; se reforzaron las actividades educativas, y se colaboró parcialmente en el manejo y disposición de los cadáveres.
Los mapas de ubicación de
criaderos de insectos cambiaron y fue preciso intensificar las tareas de
exploración para actualizar su localización.
Fotografía: OPS/OMS Nicaragua
Fueron evidentes las limitaciones de equipos y técnicas para el control de vectores en el nivel local, dada la magnitud y extensión del desastre. La ayuda de emergencia debe considerar de alta prioridad el apoyo técnico y humano para estas actividades. Por otra parte, a pesar de los antecedentes, el país no dispuso oportunamente acciones de vigilancia ante la posibilidad de brotes epidémicos de leptospirosis.
Algunos SILAIS, por ejemplo los del norte del país refieren textualmente: Nunca habíamos experimentado un desastre natural, jamás nos imaginamos lo que esto representaba, empezamos a actuar de acuerdo con las necesidades, pero no comprendíamos la magnitud de lo que estaríamos enfrentando. Este testimonio describe fielmente la actitud general ante todas las tareas y actividades que hubo de encarar el sector de la salud en esos territorios.
La exploración y evaluación de los daños en los sistemas de agua se cumplieron con relativa rapidez; por su parte, los equipos municipales contaban con las principales piezas de repuesto y fueron efectuando las reparaciones y reactivaciones en la medida en que realizaban el diagnóstico de sus estaciones. La Empresa Nicaragüense de Acueductos y Alcantarillados orientó sus respuestas en dos direcciones: la reactivación rápida de los sistemas de captación, bombeo y tratamiento, y la distribución de tanques plásticos de 1100 litros en las comunidades y albergues temporarios con mayores problemas de abastecimiento de agua.
Los daños encontrados en los sistemas rurales de abastecimiento de agua fueron por lo general la destrucción de las fuentes, la contaminación de las aguas y averías que afectaban a las condiciones sanitarias. Las fuentes o manantiales subterráneos, sellados superficialmente con estructuras de concreto, soportaron por lo general el embate de las aguas, pero los sistemas eléctricos de bombeo resultaron dañados. En algunos casos se restableció el bombeo instalando en su lugar bombas manuales accionadas por una manivela o por una soga.
Sin embargo, la falta de energía eléctrica impidió en muchas zonas la operación de los sistemas de bombeo reparados. Durante los primeros tres a siete días algunas ciudades y cabeceras departamentales con sistemas independientes se vieron totalmente desabastecidas; ello obligó a abastecerlas de agua potable por cisternas y posteriormente al empleo de plantas móviles de potabilización/cloración. También las empresas privadas desempeñaron un valioso papel en ese momento, al repartir a los albergues de emergencia sus existencias de agua purificada y bebidas gaseosas, así como cloro líquido para desinfectar el agua.
El empleo de plantas móviles
potabilizadoras representó un aporte clave para paliar los graves efectos del
huracán sobre la disponibilidad de agua potable.
Foto: Banco Interamericano de Desarrollo, D. Mangurian
Al término de la primera semana luego del huracán, las principales estaciones de extracción, bombeo y tratamiento, así como las redes de distribución estaban funcionando en condiciones aceptables. Los esfuerzos se concentraron entonces en la rehabilitación de las fuentes comunales rurales. Se mantuvieron las plantas potabilizadoras móviles y el abastecimiento con cisternas de las zonas con refugios y albergues rurales. Se dio comienzo a la limpieza y el tratamiento de 93 pozos comunales deteriorados y anegados, y de 61 mini acueductos por gravedad, y se perforaron 13 nuevos pozos.
Se importaron e instalaron letrinas, bombas achicadoras para la limpieza y el tratamiento de pozos, se distribuyeron frascos de plata coloidal, hipoclorito de calcio al 65%, hipoclorito de sodio al 13%, y se realizaron talleres de capacitación acerca de su empleo. El monto de fondos externos invertidos ascendió a 57.735,55 dólares EUA, solamente para apoyar a la ENACAL en la fase de respuesta inmediata.11
11El sector agua y saneamiento ambiental, ENACAL 22 de diciembre de 1998.
En Nicaragua, el empleo de plantas móviles potabilizadoras representó un aporte clave para paliar los graves efectos del huracán sobre la disponibilidad de agua potable, en los primeros momentos seriamente afectada. Luego no hubo mayores complicaciones al respecto pues generalmente fueron operadas por personal idóneo.
Los problemas de saneamiento ambiental fueron los más difíciles, especialmente durante los primeros días. La gran cantidad de refugios y albergues improvisados en escuelas e iglesias, con hacinamiento, servicios higiénicos insuficientes, escasa disponibilidad de agua, cambio repentino de ambiente para los damnificados y falta de instalaciones para la elaboración y distribución de alimentos, fue causa principal de los primeros brotes de enfermedades diarreicas y de intoxicación alimentaria.
En todos los refugios y albergues temporarios la comunidad organizó sus comités de coordinación, encargados de sistematizar todas las tareas de limpieza, alimentación, recepción y distribución de vituallas, etc., y por ende componentes importantes en el mantenimiento y mejoramiento de las condiciones higiénicas generales. En algunos albergues rurales el personal de salud y sus activistas tuvieron que ponerse al frente de la organización y conducción, al igual que en otros casos los maestros y los miembros de algunas organizaciones no gubernamentales. Fue una experiencia relevante -y corresponde señalarlo- que en casi todas las escuelas que funcionaron como albergues fue prácticamente constante la presencia de los maestros y las autoridades educativas.
En forma generalizada, en todas las zonas afectadas, albergues de emergencia y comunidades se cumplieron tareas de educación sanitaria impulsadas por personal de salud, brigadas de estudiantes y profesores universitarios, grupos y organismos políticos, religiosos, organizaciones no gubernamentales, etc. Muchas de ellas fueron acompañadas de volantes y cartillas de instrucciones.
Fue bastante común la recomendación de incinerar los cadáveres humanos y de los animales muertos, concepto que prevaleció tanto en las estructuras gubernamentales como entre las mismas autoridades de la Cruz Roja y de salud. Sin embargo, fue patente la ineficacia de este procedimiento, agravada por el gasto de combustible y el esfuerzo desplegado por el personal de salud sin un resultado satisfactorio, pues finalmente esos cadáveres fueron sepultados en fosas comunes. En entrevistas con distintas autoridades de salud, estas refieren que no había normas claras ni experiencia ni recursos suficientes para cumplir adecuadamente la incineración, porque los restos quedaban casi enteros y las recomendaciones técnicas de todos los entendidos eran muy dispares.
Los daños más frecuentes en los
sistemas rurales de agua potable fueron la destrucción de las fuentes y la
contaminación de las aguas.
Foto: OPS/OMS Nicaragua
Situaciones muy difíciles de manejar se presentaron con motivo del alud del volcán Casita, donde muchos de los cadáveres no pudieron rescatarse de las formidables corrientes de lodo, piedras y restos de bosques. Se recuerdan dramáticas escenas en que diversos predadores consumieron los restos de cadáveres insepultos. Otro punto de conflicto fue la presión ejercida por distintas autoridades sobre las estructuras de Salud respecto del manejo de los cadáveres del ganado y de otros animales, por tratarse de una responsabilidad no delimitada históricamente con el Ministerio de Agricultura y Ganadería, y que evidentemente en algunos lugares resultó ser un mal aprovechamiento de los recursos del sector de la salud.
En sitios muy específicos los rellenos sanitarios y de basuras se desmoronaron y esparcieron; asimismo, algunos cementerios quedaron prácticamente al descubierto, con sus cadáveres desenterrados, y esto incrementó la contaminación de las aguas y las cuencas (ríos, lagunas, lagos, etc.), y del medio ambiente en general, obligando a municipios y comunas a redoblar las tareas de recolección y a redefinir apresuradamente los centros de recolección y disposición final de la basura. Además, en diversos lagos y ríos se observaron tanques y barriles de productos químicos arrastrados por las corrientes, cuyo origen y destino nunca logró precisarse.
Se considera conveniente apuntar algunas reflexiones sobre los aspectos siguientes:
· Los recursos acuíferos, y en particular las fuentes de agua potable disponibles para la población, son bastante limitados y muchos de ellos quedaron inutilizados en las zonas rurales. Es indispensable realizar un inventario de las fuentes de agua y en especial una selección de fuentes alternativas de abastecimiento y distribución.· Experiencias anteriores y la educación sanitaria han permitido que los pobladores en general sepan emplear las diferentes presentaciones de los desinfectantes a base de cloro, pero hay que evitar la distribución indiscriminada de sustancias floculantes y otros métodos no usuales a nivel comunitario.
· Debe mejorarse y actualizarse periódicamente el diagnóstico sobre la capacidad nacional efectiva en materia de abastecimiento y distribución de agua, así como sobre la vulnerabilidad estructural y funcional de los diversos sistemas ante los riesgos potenciales de cada región geográfica.
· El manejo de los cadáveres sigue siendo un problema de difícil abordaje, todavía fuertemente condicionado por factores culturales, sociales, jurídicos y de otra índole.
· El magisterio debe ser considerado como una fuerza muy importante en la administración de refugios y albergues de emergencia, así como en la promoción de las medidas de higiene y educación sanitaria.
· Se desconoce el impacto ambiental de la contaminación con productos químicos, especialmente en Managua, León, Chinandega, Granada y Matagalpa, donde se concentran la actividad industrial y el almacenamiento de agroquímicos.
De manera general, los SILAIS refieren que habían reabastecido recientemente a sus unidades, pero cuando requirieron abastecimiento complementario a través de los Comités de Emergencia Municipales, se perdió agilidad y oportunidad. Hubo lentitud y retraso por la excesiva centralización y burocratismo de las autoridades municipales receptoras y distribuidoras, así como por las dificultades atribuibles a los daños en las comunicaciones terrestres.
Es necesario establecer un Sistema
de Manejo Integral de Suministros que posibilite la coordinación y el flujo
institucional con mayor efectividad, agilidad y oportunidad.
Foto: OPS/OMS Nicaragua
Para la respuesta inmediata a algunas necesidades especiales de suministros, se autorizó el empleo de los fondos del programa PROSILAIS, que se destinaron a la lucha antipalúdica, a proveer de medios de protección a las brigadas móviles, motomochilas, implementos, etc. Algunos SILAIS refirieron problemas graves: no había control de los envíos en cuanto a su contenido, cantidad ni relación con las necesidades reales. Hubo verdaderas desproporciones en el abastecimiento de las instancias locales: algunas zonas (según las autoridades entrevistadas) recibieron volúmenes hasta para dos años de algunos suministros, dificultándose así su manejo y almacenamiento, y distrayéndose esfuerzos administrativos de las tareas prioritarias.
En muchos casos, desde el nivel central se dispusieron abastecimientos aéreos directamente a las comunidades, sin previa coordinación local: nadie se responsabilizaba por su recepción, se concentraban suministros en esas comunidades sin las indicaciones de remisión ulterior, dificultándose así su distribución. Posteriormente llegaban las supervisiones del nivel central para controlar las listas de despacho, los requerimientos y las facturas, que no se correspondían con las entregas registradas en los SILAIS.
Se confirmó que no siempre los embarques llegados como ayuda internacional fueron informados a las autoridades de Salud, y pasaron sin mayores controles del sector a las autoridades municipales, agregando otros problemas obvios a la administración de esos suministros. En cambio, hubo pocos problemas con el tipo, calidad y prioridad de los suministros médicos recibidos como ayuda internacional.
Fue notable la ausencia de personal capacitado en el manejo de programas de suministros (SUMA) por la intensa rotación del personal en las instituciones habilitadas. Igualmente se pudo confirmar la falta de coordinación entre los organismos de aduanas, transporte, usuarios, etcétera.
Se advirtieron incongruencias en la elaboración de las listas de medicamentos de emergencia, con confusiones sobre la definición de las necesidades inmediatas, pues se incluyeron mecánicamente los insumos del abastecimiento regular y periódico en las listas de solicitudes a la comunidad internacional. Nunca se logró retroalimentar la información sobre las necesidades particulares de cada SILAIS. Aunque existía una voluntad política de transparencia administrativa, se careció de un programa de apoyo institucional y gubernamental de abastecimiento que garantizara y validara esas operaciones, a pesar del apoyo técnico internacional con especialistas de SUMA.
Las limitaciones observadas en el manejo de los suministros autorizan a puntualizar lo siguiente:
· Debe valorarse en toda su importancia la necesidad de establecer un Sistema de Manejo Integral de Suministros que desde el Gobierno Nacional posibilite la coordinación y el flujo institucional con mayor efectividad, agilidad, oportunidad y continuidad, mejor aprovechamiento de los recursos humanos, transparencia administrativa y financiera, y una verdadera capacidad para respaldar la validación, la auditoría (interna y externa) y la credibilidad de las operaciones (SUMA).· Es necesario incluir a los organismos dependientes de las Naciones Unidas y a las organizaciones no gubernamentales en los programas de capacitación respecto al uso de SUMA, tanto en los preparativos como durante la respuesta a situaciones de desastre.
· Corresponde evaluar alternativas de capacitación de equipos SUMA a partir de instituciones universitarias, empresas privadas, organizaciones no gubernamentales y otras relacionadas con los sectores que requieren atención, a fin de garantizar mayor estabilidad de los equipos de trabajo y disponibilidad de la tecnología básica para su funcionamiento eficaz.
A pesar de los esfuerzos desarrollados, no siempre se contó con el suficiente control sanitario en la elaboración, manipulación y organización de la distribución de los alimentos en los albergues de emergencia, con excepción de las cocinas y comedores de campaña de las unidades militares y de apoyo internacional. Nuevamente se evidenciaron algunas donaciones de alimentos de difícil aceptación por parte de la población, aunque no fue ello la norma general. Sería conveniente tener en cuenta a las organizaciones no gubernamentales y a las estructuras organizativas comunitarias para que desempeñen un papel más activo en la distribución de alimentos, sin duplicar esfuerzos.
Aunque no debe ser una norma, en algunos casos podrían considerarse las conveniencias políticas y sociales de compensar y estimular la participación de la población en tareas de rehabilitación, higiene del medio, control de vectores y otras, con aportes y cuotas de alimentos por el trabajo realizado.
Se han iniciado respuestas de manejo sobre los efectos de los desastres en la salud mental de los sobrevivientes, pero aún se desconoce la verdadera magnitud de su impacto. Algunas entidades han comenzado a trabajar sobre estos problemas, cuyas primeras manifestaciones han sido terrores nocturnos, enuresis, depresión y desmotivación, e incluso brotes de violencia en algunos albergues de emergencia.
Las acciones de los especialistas nacionales se orientan principalmente al fortalecimiento de la seguridad individual, familiar y colectiva y a la asimilación grupal del duelo por las pérdidas afectivas. Prevalece la tesis de que una rápida reinserción socioeconómica debe favorecer la recuperación y la activación de los mecanismos de readaptación. Para ello se han desarrollado talleres para capacitadores y multiplicadores a partir de los propios miembros de las comunidades más afectadas, pues se tiende a evitar tratamientos farmacológicos que puedan hacer crónico el daño y que además son muy costosos. El manejo de los pacientes crónicos sigue presentando las mismas limitaciones y problemas anteriores al desastre, y aun en ciertos casos se ha profundizado su desamparo.
Algunas comunidades no tienen acceso real a los medios de comunicación en masa y esto contribuyó a la desinformación sobre la alerta, los riesgos, los daños en otros territorios, el manejo de las medidas de protección y de sus necesidades inmediatas. El Comité Nacional de Emergencia organizó una oficina de prensa, con sesiones formales de información para los diversos medios y agencias nacionales e internacionales, y designó para ello a los voceros oficiales. Sin embargo, y con las mejores intenciones de ayudar, resultó evidente que algunos medios internacionales presentaron informaciones inciertas sobre falsas epidemias, así como deformaciones de las estadísticas y las estimaciones de los daños. Como consecuencia, esto dio motivo a algunos donativos y manifestaciones de solidaridad inapropiados.
En general, los medios nacionales de comunicación masiva -especialmente la televisión- se mantuvieron dentro de una línea informativa correcta y apoyaron diversas iniciativas de ayuda a las víctimas del huracán. Sin embargo, algunos medios no verificaron adecuadamente sus informaciones, dando pie a especulaciones, rumores infundados, consejos contraproducentes e información incorrecta sobre aspectos sanitarios.
· Las respuestas del Estado nicaragüense y del sector de la salud presentan un balance final positivo. Sin embargo, a pesar de las experiencias anteriores, el país no cuenta con planes de emergencia (nacional y municipales), por lo cual las acciones dentro de un marco de gran improvisación evidentemente restan efectividad y aumentan los costos sociales en las situaciones de catástrofe.· La discusión sobre las bases jurídicas que den sustento constitucional a la planificación de una respuesta organizada de la sociedad no ha contado con la atención y prioridad adecuadas por parte de todas las fuerzas políticas del país.
· El MINSA no cuenta con una instancia de Coordinación Nacional de Salud para casos de desastre, y la sistematización de las experiencias anteriores es aún pobre.
· La evaluación rápida de los daños y el análisis de necesidades presentaron grandes debilidades, y frecuentemente se advirtió confusión entre las pérdidas directas y los daños preexistentes. Fue evidente, asimismo, la dificultad del sistema para adoptar criterios de evaluación de las pérdidas indirectas y las pérdidas secundarias en el sector de la salud.
· En general, las instituciones formadoras de recursos humanos en salud deben avanzar en un proceso de transformación curricular que conduzca a la incorporación de los temas relacionados con la asistencia sanitaria de emergencia para situaciones de desastre.
· El sector de la salud no mostró una cohesión interna que posibilitara las acciones estratégicas de cooperación y colaboración mutua entre todas las diversas organizaciones y actores sociales que participan cotidianamente en las acciones de salud.
· La comunidad demostró ser el aliado estratégico más importante para las operaciones sanitarias, y el magisterio, en particular, desempeñó un papel muy relevante en el liderazgo de los albergues de emergencia. Sin embargo, aún se pueden aprovechar en mayor grado todas las formas, capacidades y posibilidades organizativas preexistentes de las comunidades (rurales y urbanas), en función de los intereses y las tareas de la salud.
· Ni el sector de la salud ni los organismos internacionales tuvieron suficientemente claras las verdaderas necesidades de recursos humanos de apoyo y de configuración de las brigadas médicas internacionales. Esto generó una expansión artificial de la atención primaria y una pobre asistencia técnica antiepidémica sobre el terreno.
· No fue necesario ampliar ni simplificar los instrumentos informativos de vigilancia epidemiológica para garantizar la efectividad del sistema, pero fue notoria la falta de comunicación e interacción informativa entre países y territorios fronterizos.
· Existieron importantes limitaciones en el completamiento de laboratorios clínicos para apoyar el diagnóstico y las capacidades antiepidémicas de los niveles locales, además de un equipamiento precario y obsoleto para el control de vectores.
· No existió un criterio uniforme para el manejo de los cadáveres humanos y de animales; como ya se señaló, su manejo sigue siendo un problema de difícil abordaje, fuertemente condicionado aún por factores culturales, sociales, jurídicos y de otra índole.
· Se desconoce el impacto ambiental de la contaminación de productos químicos que sobrenadaron en diversos ríos, reservas acuíferas y territorios inundados; tampoco han sido cabalmente evaluados los efectos ecológicos, hidrogeográficos y forestales a corto y mediano plazo, ni sus consecuencias secundarias sobre las comunidades y sus condiciones sanitarias.
· La de suministros médicos fue probablemente el área de mayores debilidades organizativas, donde se evidenció la ausencia de un soporte técnico, administrativo y financiero. Hubo problemas para determinar las cantidades y características de los pedidos de ayuda urgente. La mayoría de los equipos SUMA anteriormente capacitados estaban desactivados, y ya no trabajaban para las instituciones de salud, o simplemente no fueron incorporados al trabajo de suministros.
· Asimismo, se presentaron inconvenientes logísticos en la clasificación, almacenamiento, transporte y distribución de alimentos, al igual que en la recepción de donativos inadecuados para los hábitos alimentarios de la población.
· Se desconoce la magnitud de los efectos psicosociales sobre la población directa e indirectamente afectada, no existen preparativos al respecto, ni se cuenta con un enfoque claro para la etapa inicial de respuesta.
· Se ha comentado ya que, en general, los medios de comunicación en masa del país se mantuvieron dentro de una línea informativa correcta, apoyando las recomendaciones sanitarias; sin embargo, algunos no verificaron adecuadamente sus informaciones y así dieron pie tanto a especulaciones y rumores infundados como a consejos contraproducentes sobre temas de salud. A nivel internacional, asimismo, aun con las mejores intenciones de ayudar, algunos medios brindaron informaciones inciertas que motivaron donativos inapropiados.
Se desconoce la magnitud de los
efectos psicosociales sobre la población directa e indirectamente afectada.
Foto: OPS/OMS Nicaragua
· Es imperativa la formulación de un Plan Nacional de Emergencia que garantice la preparación del Estado y la sociedad civil nicaragüenses para responder organizada y concertadamente a situaciones potenciales de emergencia o desastre.· Debe asignarse alta prioridad en las agendas de todas las fuerzas políticas parlamentarias y de los distintos poderes del Estado a la discusión sobre el marco legal y el sustento constitucional de la respuesta organizada del país a eventuales situaciones de emergencia o desastre.
· Como parte de la modernización del sector de la salud, es impostergable la creación de una instancia de Coordinación Nacional de Salud para situaciones de emergencia y desastres, con adecuado sustento institucional, presupuestario y administrativo que garantice la acción concertada de todas las instituciones, organizaciones y actores sociales en la formulación de un proyecto nacional sobre preparación y respuesta del sector ante esas eventualidades.
· Ha de incluirse en los preparativos la cooperación con las instituciones y empresas estatales y privadas que puedan disponer de sus recursos (técnicos, logísticos y humanos) en función de los intereses del sector de la salud.
· Los países centroamericanos deben impulsar un Proyecto Regional que refuerce los ejes estratégicos de los preparativos para situaciones de emergencia masiva, aprovechando el potencial y las capacidades de sus instituciones formadoras de recursos humanos, tanto en la etapa de estudiantes como en la especialización de sanitaristas, epidemiólogos y demás cuadros. Se procurará incorporarlos a los procesos gerenciales de sus respectivos sistemas de salud, brindando atención preferencial a las estructuras y unidades de salud de los niveles locales, así como a la participación comunitaria.
· Es necesario promover y concretar protocolos de cooperación para la asistencia sanitaria de emergencia entre los países y territorios fronterizos, en los diversos aspectos de preparativos y respuesta inmediata, con énfasis particular en los aspectos de vigilancia epidemiológica. Esta vigilancia debe fortalecerse sobre todo en los niveles de capacitación y completamiento tecnológico de las redes de laboratorios locales, para mejorar su eficacia.
· Hace falta optimizar el apoyo internacional de recursos humanos. Proporcionalmente, deben incorporarse más especialistas y técnicos para la lucha antivectorial y antiepidémica en la composición de las brigadas de ayuda internacional para este tipo de desastre. El personal médico ha de orientarse preferentemente hacia la atención primaria.
· Aun en medio de las difíciles condiciones de desastre, pueden y deben recuperarse y continuarse las actividades y programas de mayor prioridad en el primer nivel de atención.
· Impulsar la formulación y fortalecimiento de un Sistema de Manejo Integral de Suministros en todos los niveles del sector de la salud (y también en otras organizaciones gubernamentales, no gubernamentales, y en los organismos dependientes de las Naciones Unidas).
· Es prudente considerar la capacitación de equipos de trabajo SUMA a partir de universidades, organizaciones no gubernamentales y empresas privadas afines al sector de la salud, que garanticen a esos equipos una mayor estabilidad y una mejor disponibilidad de tecnología básica para su funcionamiento.
· Deben orientarse acciones que permitan evaluar más completa y precisamente los posibles efectos sobre la salud y sobre las reservas acuíferas de las perturbaciones y daños ecológicos, hidrográficos y forestales causados por el huracán, así como por la exposición a sustancias tóxicas industriales como consecuencia del desastre. Podrán encararse entonces tareas y programas de vigilancia para paliar esas secuelas.
· Hay que apoyar y actualizar el diagnóstico periódico sobre las capacidades reales del país en materia de reservas, abastecimiento y distribución de agua, así como la vulnerabilidad estructural y funcional de los distintos sistemas ante los riesgos más probables en cada región geográfica.
· Se requiere impulsar programas de preparativos sobre temas de atención psicosocial, nutrición y misiones de los medios de comunicación social, en situaciones de desastre.
· Sería muy oportuno que el MINSA abriera espacios de análisis y estudio comparativo de las diferentes experiencias locales y nacionales, para todas las organizaciones del sector, con el propósito de sistematizar las experiencias y lecciones del sector de la salud en la reciente catástrofe.
· Es preciso darle al MINSA la oportunidad de intervenir y proyectarse vigorosamente en el diseño de los planes y estrategias de reconstrucción y transformación social de Nicaragua.
· Conviene establecer y reforzar mecanismos eficaces de control y verificación de la cooperación externa, con el espíritu de garantizar los mayores márgenes de cumplimiento de las metas de reconstrucción socioeconómica del país, cuidando al máximo los aspectos relacionados con la soberanía nacional.
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La tormenta tropical Mitch en El Salvador: Efectos, respuesta y análisis de las experiencias
Comité de Emergencia Nacional
Ministerio de Salud
Pública y Asistencia Social
Organización Panamericana de la
Salud
El paso del huracán Mitch por el territorio de El Salvador creó una situación de emergencia nacional afectando especialmente a las comunidades situadas en la costa del Pacífico y sobre las márgenes de los ríos Lempa y Grande de San Miguel. El Comité de Emergencia Nacional (COEN) informó de 240 defunciones y más de 10 000 familias damnificadas. Los daños económicos, sociales y ambientales estimados por la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina (CEPAL) ascendieron a US$262 millones, pérdidas que han agravado las condiciones de vida de la población más pobre. Los mayores daños se registraron en el sector agrícola y en la infraestructura: destrucción de puentes, carreteras, sistemas de agua y alcantarillado, pozos y letrinas, escuelas y unidades de salud.
El Sistema Nacional de Emergencias respondió adecuadamente, minimizándose la cantidad de víctimas y dándose atención oportuna a la población damnificada. La coordinación establecida entre las distintas instituciones gubernamentales, organizaciones no gubernamentales, fuerzas armadas, empresas privadas y organismos de cooperación internacional fue importante para la atención de la población afectada.
Las acciones de preparativos para emergencias fueron esenciales para la pronta activación de los planes, la ejecución de las operaciones de evacuación y rescate, la atención a la población en albergues de emergencia y el inicio de acciones de rehabilitación. La administración de los recursos donados por la comunidad nacional o internacional facilitó el control de recepción y entrega durante la emergencia.
La revisión de las experiencias y lecciones aprendidas durante la emergencia permitirá evaluar el trabajo realizado por las diferentes instituciones y organismos, concluir cuáles han sido las fortalezas y debilidades de ese trabajo y plantear recomendaciones encaminadas a desarrollar acciones conjuntas de carácter permanente e integral para dar respuestas más efectivas y disminuir la vulnerabilidad a otros desastres. El análisis de los daños y la priorización de las necesidades para la rehabilitación y reconstrucción han permitido identificar los recursos que han de invertirse así como gestionar su financiamiento para ayudar a las poblaciones afectadas.
El presente documento tiene como propósito describir y rescatar las principales experiencias vividas durante la emergencia nacional, provocada por el paso del huracán Mitch por territorio salvadoreño el 31 de octubre de 1998, con fuertes vientos e intensas lluvias hasta el 3 de noviembre. Los daños causados por el huracán en América Central fueron cuantiosos y graves en términos de pérdida de vidas humanas y de retroceso en el desarrollo económico y social de los países afectados, hasta el punto de marcar dos etapas: anterior y posterior a Mitch.
En El Salvador el fenómeno causó la muerte de 240 personas, dejó más de 10.000 familias damnificadas y originó pérdidas económicas y sociales estimadas en US$ 398 millones. El desastre puso nuevamente en evidencia la vulnerabilidad económica, social y ambiental de los países centroamericanos y particularmente de la población más pobre, entre la que se contó la mayoría de las víctimas.
En la primera parte de esta exposición se abordan los riesgos geográficos, geológicos y meteorológicos a los que está expuesto El Salvador; se describe el desarrollo del huracán, su paso por el país y sus consecuencias atmosféricas; luego se analiza el proceso de alerta e información a la población durante la emergencia, la organización de la respuesta, y la evaluación de daños y necesidades. En la segunda parte se describen los daños a la sociedad y a la infraestructura, así como los perjuicios productivos y ambientales; las pérdidas específicas del sector de la salud, la mortalidad y morbilidad resultantes y la respuesta del sector a la emergencia: organización, estrategias de atención, acciones de vigilancia epidemiológica y control de enfermedades. En la parte final se describen la administración de la ayuda nacional e internacional y la coordinación con países, embajadas y organismos de cooperación internacional.
Dada la importancia de este suceso, es necesario reflexionar sobre las lecciones aprendidas y sistematizarlas, para que puedan ser incorporadas y contribuyan a mejorar los mecanismos organizativos y de coordinación entre las instituciones públicas, las autoridades centrales y locales, los organismos y asociaciones de la sociedad civil, los dirigentes comunitarios, los organismos de cooperación internacional, los países solidarios y la comunidad internacional en general.
En El Salvador, por su situación geográfica y geológica en América Central, son comunes los fenómenos sísmicos y atmosféricos, que causan a veces grandes pérdidas humanas y materiales. Las tormentas tropicales y los huracanes suelen desencadenar intensas lluvias, sobre todo de julio a octubre, que en ocasiones rebasan la capacidad de absorción de suelos y laderas, principalmente en las cuencas hidrográficas de las vertientes del Pacífico. Son una amenaza permanente por los graves daños que provocan los desbordes de los ríos Lempa y Grande de San Miguel en las poblaciones ribereñas. La desforestación, las técnicas inapropiadas de uso del suelo y el manejo desordenado de las cuencas hidrográficas contribuyen a la degradación ambiental en esas zonas.
Mapa de El
Salvador.
La tormenta tropical iniciada el 22 de octubre en el Atlántico colombiano, se transformó en huracán a partir del 24 y alcanzó su máxima intensidad los días 26 y 27 de octubre al estacionarse en el Caribe hondureño con vientos entre 280 y 300 km por hora, con un desplazamiento relativamente lento del sistema (11 km/h), que fue desatando intensas lluvias en la zona norte de Nicaragua y Honduras. El 26 de octubre se decretó en El Salvador la alerta nacional ante la inminencia del meteoro y se informó a cada una de las instituciones que integran el Sistema Nacional de Emergencias, al tiempo que también se restringía la salida de embarcaciones. Según los datos sobre su desplazamiento, se esperaba que el curso del huracán lo llevaría hacia la península de Yucatán.
El día 28 de octubre la fuerza de los vientos decreció a 215 km/hora, y todo el sistema cambió de dirección girando al sur hasta acercarse a unos 50 km de las costas caribeñas de Honduras. El día 30 el huracán se localizó en ese país y se dirigió al golfo de Fonseca, al tiempo que se pronosticaban fuertes vientos y lluvias, entre 75 y 150 mm, con mayor intensidad en el oriente hondureño.
Los ríos Grande de San Miguel y
Lempa recibieron entre 300 y 400 milímetros de lluvia, desbordándose e inundando
tierras agrícolas y ganaderas.
Fotografía: OPS/OMS
El día 31 el huracán se hallaba sobre Tegucigalpa y ese mismo día alcanzó territorio salvadoreño con una trayectoria paralela a la frontera del departamento de Morazán, azotando a Metapán en el departamento de Santa Ana. Las intensas precipitaciones se extendieron a todo El Salvador, y el 1° de noviembre las lluvias cayeron con mayor intensidad en los departamentos de La Unión, San Miguel, Usulután y Sonsonate.
Los ríos más caudalosos, el Grande de San Miguel y el Lempa, recibieron durante esos días 400 y 300 mm de lluvia, respectivamente, que los hicieron desbordar en las zonas bajas hasta inundar y arrastrar las pequeñas cuencas alimentadas por ambos ríos. Las inundaciones cubrieron tierras eminentemente agrícolas y ganaderas devastando también las viviendas en las zonas de alto riesgo. El desastre afectó así a un 40% del territorio salvadoreño.
En toda América Central el huracán Mitch causó pérdidas de vidas humanas, destrucción de viviendas, puentes y carreteras y otra infraestructura, daños a los cultivos, e inseguridad social. El meteoro puso de manifiesto la vulnerabilidad ecológica, económica y social de los países del istmo, principalmente en las zonas habitadas por la población más pobre. También puso a prueba las capacidades organizativas y técnicas, y el compromiso de las instituciones y organizaciones sociales de servicio público.
Declaración de Alerta Verde: El Sistema Nacional de Emergencias decretó la Alerta Verde el 26 de octubre a las 10.30, basándose en informes sobre el desplazamiento del huracán Mitch por el mar Caribe. A partir de ese momento se emitieron ocho boletines de prensa en los que se informaba a la población sobre la continuidad de la Alerta Verde por la evolución del meteoro y se le impartían recomendaciones para su seguridad. También se estableció el Centro de Operaciones de Emergencia (COE) y se activaron los comités departamentales de emergencias.
Declaración de Alerta Amarilla: En el boletín de prensa n° 9, del 30 de octubre, se declaró la Alerta Amarilla, junto con el pronóstico de desplazamiento del Mitch hacia El Salvador y el aviso acerca de una tormenta tropical sobre las costas nicaragüenses del Pacífico.
Declaración de Alerta Roja: En el boletín n° 10, emitido el 31 de octubre a las 9, se declaró la Alerta Roja y el estado de emergencia nacional. Desde ese momento se siguieron difundiendo boletines de prensa para informar sobre la evolución del Mitch y sus efectos sobre el territorio salvadoreño, así como sobre las acciones de respuesta de las instituciones del Sistema Nacional de Emergencias. En total se emitieron 28 boletines de prensa para mantener informada a la población sobre el desarrollo del huracán y sobre las medidas de prevención pertinentes.
Al establecerse el Centro de Operaciones de Emergencia -COE- (en la Tercera Sección del Cuerpo de Bomberos de El Salvador), se puso en marcha el modelo de tres áreas -Análisis, Operaciones y Comunicaciones- como estrategia de manejo y control de las operaciones de emergencia. De acuerdo con ese modelo se instalaron físicamente estas áreas y se organizó al personal que operaría en cada una de ellas. Asimismo, se configuraron áreas complementarias (pero no menos importantes) de informática, relaciones públicas y prensa, coordinación con organismos y países amigos y atención a visitantes distinguidos; cada una de estas contó con el apoyo del personal de las instituciones especializadas y con la organización adecuada.
Este modelo organizativo permitió manejar la información proveniente de las zonas afectadas (comunicaciones) identificándolas en la carta de situación (análisis), incorporar esa información a la base de datos (informática), tomar decisiones al respecto (análisis) y coordinar las acciones interinstitucionales acordes con la situación (operaciones), así como mantener informada a la población del desarrollo de las operaciones (relaciones públicas y prensa) y atender a los funcionarios distinguidos, embajadores y visitantes importantes en general, manteniendo además enlace permanente con los países y organismos amigos y con el personal diplomático extranjero (área de coordinación con organismos y países amigos). El modelo de tres áreas adoptado en el COE le permitió ejercer una amplia cobertura y control en toda la nación, funcionando permanentemente durante las 24 horas del día.
Las acciones de respuesta se desarrollaron mediante una estrategia de trabajo de integración interinstitucional en el que la complementariedad de las distintas especialidades y funciones fue decisiva para el cumplimiento de las operaciones. El COE permaneció activo durante el período de respuesta y durante el comienzo de la rehabilitación, y dio por concluida su labor el 17 de noviembre. Se cuenta con el registro computarizado y un archivo completo de todas las acciones desarrolladas durante la emergencia.
La evaluación de daños directos e indirectos realizada por la CEPAL estima un total de US$ 398.1 millones los costos de los efectos de la tormenta tropical.
En el sector agrícola y de ganadería, el COEN reportó 23.009 animales muertos: 1.697 cabezas de ganado, 71 caballos, 1.161 cerdos y 20.080 aves. El ministerio de agricultura reportó un total de pérdidas en las cosechas de granos básicos (maíz, frijol y arroz) y cultivos de café, caña de azúcar y algodón que ascienden a US$ 86,7 millones (de acuerdo a datos de CEPAL las perdidas llegan a US$ 112,1 millones).
Sumando los daños de agricultura, ganadería y pesca las pérdidas (siempre según la CEPAL) en este sector fueron de US$ 168,3 millones; de los cuales los daños directos son US$ 121,7 millones y los indirectos US$ 46,6 millones.
Los sectores industria y comercio también sufrieron importantes daños, sobre todo daños indirectos sobre la producción, y desperfectos en la infraestructura de muchos establecimientos comerciales. El sector industrial se vio afectado además por la menor producción del sector agropecuario, y por la reducción de materias primas provenientes del Atlántico (por daños en la infraestructura vial). Se estima en US$ 74 millones el daño total en el sector industrial (se trata de daños indirectos).
Se han reducido las ventas de los pequeños y medianos comercios por disminución de la actividad económica y la limitación de la disponibilidad de dinero de la población. El monto total de daños en el sector se estimó en US$ 37 millones. De ellos 8,9 millones corresponden a daños directos en la infraestructura turística y US$ 28 millones por costos indirectos por la disminución de las ventas.
Las estimaciones del cuadro 1 no incluyen los costos de reconstrucción y mitigación, sino específicamente la reposición de los daños y el valor monetario de sus efectos indirectos, por lo que puede haber una subestimación del valor de los daños en algunos rubros, como por ejemplo en el caso del área de agua y saneamiento, en donde no se consideraron los daños a los sistemas domiciliarios, pozos y letrinas.
Con respecto al medio ambiente la valoración económica de los daños generados por el embate del huracán debe considerar la pérdida del beneficio derivado del patrimonio natural. Los servicios ambientales son considerados como beneficios de los ecosistemas naturales, como la madera, plantas medicinales, banco genético, biodiversidad, la captura del carbono o la producción de oxígeno. Se estimaron pérdidas en servicios ambientales directos por US$ 7,0 millones.
Cuadro 1 | ||||
Sector |
Daños directos |
Daños indirectos |
Daño total | |
Total |
179.4 |
218.7 |
398.1 | |
Sectores sociales |
16.9 |
20.6 |
37.6 | |
|
Vivienda |
5.6 |
8.0 |
13.6 |
|
Salud |
1.7 |
9.9 |
11.6 |
|
Educación |
9.7 |
2.7 |
12.4 |
Infraestructura |
24.7 |
49.6 |
74.3 | |
|
Transporte y comunicaciones |
22.1 |
48.3 |
70.4 |
|
Agua y alcantarillado |
1.4 |
1.0 |
2.4 |
|
Riego y drenajes |
1.1 |
.... |
1.1 |
|
Energía |
0.1 |
0.3 |
0.4 |
Sectores productivos |
130.7 |
148.5 |
279.2 | |
|
Agricultura (arroz, frijol, maíz, sorgo) |
112.1 |
6.7 |
118.8 |
|
Ganadería (bovinos, aves, equinos; porcinos e infraestructura) |
6.6 |
38.6 |
45.2 |
|
Pesca |
3.0 |
1.3 |
4.3 |
|
Industria |
0.0 |
73.9 |
73.9 |
|
Comercio |
9.0 |
28.0 |
37.0 |
Ambiente |
7.0 |
0.0 |
7.0 | |
| ||||
FUENTE: Naciones Unidas - Comisión Económica para América Latina y el Caribe-CEPAL-El Salvador evaluación de los ríanos ocasionados por el Mitch, 1998. Sus implicaciones para el desarrollo económico social (Publicación 15 de febrero de 1999). |
Los daños directos a la infraestructura vial corresponden a la destrucción parcial de 10 puentes. Dos de ellos (puentes de tipo bailey sobre el río Lempa) están ubicados sobre la carretera Litoral (Puente de Oro) y carretera Panamericana (puente Cuscatlán), comunican a la zona oriental con el resto del país, y son los más importantes para la economía de El Salvador.
De acuerdo a los datos de CEPAL, 3.959 km de caminos fueron destruidos. Los daños afectaron sobre todo la capa de rodamiento, y no a la infraestructura; en la red pavimentada primaria y secundaria, se destruyeron 1.281 km de un total de 1998 km.
La red no pavimentada, que comprende 7.995 km de caminos, experimentó daños considerables en 2.653 km (el 33% de la misma). Son daños que requieren basicamente la reparación de baches y mantenimiento, con un período de rehabilitación estimado de unos 7 meses.
La estimación de las pérdidas totales ocasionadas en el sector transporte es de US$ 70.36 millones; los costos directos se calcularon en US$ 22.06 millones, los costos indirectos en US$ 48.3 millones.
La rehabilitación de la infraestructura vial se valoró en US$ 6.6 millones y la reconstrucción en US$ 23.1 millones.
En el sector educativo, el 7% de los centros educativos sufrió consecuencias directas. De acuerdo a información del COEN y la CEPAL, 326 centros educativos fueron dañados, 78 escuelas se utilizaron como albergues durante la emergencia, ascendiendo a 405 las escuelas afectadas directa e indirectamente. Las pérdidas causadas por el Huracán, según datos de CEPAL, alcanzan un total aproximado de US$ 12.3 millones (US$ 9.7 daños directos y US$ 2.8 daños indirectos). Los costos estimados por el gobierno fueron menores. La rehabilitación se valoró en US$ 2.3 millones y los costos de reconstrucción de US$ 12.3 millones. El año escolar se declaró finalizado a partir de la emergencia.
Las fuertes lluvias provocaron la
destrucción de 10 puentes, afectando profundamente el transporte y comercio de
todo el país.
Fotografía: OPS/OMS
En cuanto al sistema de salud, las pérdidas materiales no fueron significativamente cuantiosas: ningún hospital sufrió daños en sus instalaciones; solamente se reportaron daños en la infraestructura física, mobiliario y equipo en 22 Unidades Salud.
Las unidades de salud localizadas en las zonas inundadas interrumpieron sus servicios temporalmente, pero gracias a la acción inmediata de las autoridades del sector, pudieron restablecer los servicios. En el departamento de Usulután se registraron pérdidas en seis unidades de salud, y en Ahuachapán en cinco unidades. Otros departamentos afectados fueron San Salvador, La Paz, La Libertad y Sonsonate.
Cuadro 2 | |||||
Conceptos |
Totales |
Daños directos |
Daños indirectos |
Costos de reconstrucción |
Componente importado |
Total |
101.177 |
14.984 |
86.193 |
37.460 |
810.538 |
Destrucción parcial o total en la Infraestructura de saludb |
10.292 |
10.292 | |
25.730 |
6.433 |
Pérdidas en mobiliario y equipob |
4.629 |
4.692 | |
11.730 | |
Mayor gasto de medicamentos durante la emergencia y el posdesastrec |
26.581 | |
26.581 | |
|
Disposición, tratamiento y recuperación de víctimas |
1.044 | |
1.044 | | |
Gasto en actividades comunitariasd |
679 | |
679 | | |
Gasto en potabilización de agua, letrinas y manejo de desechos sólidose |
30.090 | |
30.090 | |
|
Gastos en acciones preventivas, vacunas, combate de plagas y vectores de enfermedades |
18.620 | |
18.620 | |
|
Vigilancia y control epidemiológico |
254 | |
254 | | |
Incremento en atención hospitalaria, ambulatoria y asistencial |
8.700 | |
8.700 | | |
Mayores costos asistenciales por el incremento de morbilidad |
174 | |
174 | | |
Costo atribuible a la menor capacidad de prestación de servicios |
52 | |
52 | | |
| |||||
FUENTE: CEPAL, El Salvador, Evaluación de los daños ocasionados por el Huracán Mitch, 1998, Sobre la base de cifras del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS). | |||||
a Incluye costos estimados que afectan al sistema de salud pública, la seguridad social y el sector privado lucrativo y no lucrativo. | |||||
b Se refiere a clínicas rurales del MSPAS El instituto Salvadoreño de Seguridad Social (ISSS) no reportó pérdidas en sus instalaciones, ni el sector privado. | |||||
c Incluye una estimación de los donativos de medicamentos de los cooperantes internacionales. | |||||
d Incluye contribución de 200,000 colonos del ISSS. | |||||
e Incluye la compra de agua embotellada por parte de los particulares. |
El costo de las pérdidas en infraestructura asciende a US$ 1,2 y en mobiliario a US$ 540.000 para un total de US$ 1,7 millones. La reconstrucción de la infraestructura dañada sobre la base de un incremento mínimo de la funcionalidad y de equipamiento moderno se estima, según cálculos de CEPAL, en US$ 4,3 millones, con un componente importado de US$ 1,2 millones. Los gastos indirectos se estiman en un total de US$ 9,9 millones.
El Ministerio de Salud movilizó 900 brigadas para atender 159 puestos de atención temporal. En total se estima que los daños provocados por el Mitch en el sector salud ascendieron a 101 millones de colones con un equivalente a US$ 11,6 millones (el cambio de moneda en el momento del desastre era 8,7 colones por US$ 1).
Energía: Con respecto al sub-sector electricidad, las inundaciones y los deslaves causados por las precipitaciones pluviales, no afectaron significativamente la infraestructura eléctrica. Los mayores daños ocurrieron a nivel de la distribución, incluidas algunas sub-estaciones. Como consecuencia del huracán, la capacidad de generación del sistema se redujo por la pérdida temporal de 10 MW que representan el 1,1% de la capacidad total instalada.
Los daños directos se consideran mínimos (US$ 119.400), pero los costos indirectos ascienden a US$ 335,000, principalmente por la sedimentación de las represas del río Lempa, afectado además por el manejo inadecuado de las cuencas hidrográficas. Los costos totales según informe de CEPAL, se estiman en US$ 447.400 y la reconstrucción en US$ 296.200.
Agua, Riego y Drenajes: En cuanto a los sistemas de agua, los daños en las ciudades fueron menores. Se reportaron daños en seis municipios en los departamentos de Usulután, San Miguel, La Libertad y Ahuachapán. En el área rural los daños fueron mayores, con destrucción e inundación de pozos y pérdidas en insumos de tratamiento del agua. De acuerdo a evaluación de CEPAL el costo de los daños directos e indirectos fue de US$ 2,4 millones, de los cuales el 43% correspondió a costos indirectos. Los costos se incrementaron por la utilización de camiones cisterna para el abastecimiento de agua, limpieza de pozos, tratamiento de aguas de consumo y residuales, y reubicación y construcción de nuevos pozos.
En cuanto al riego y drenajes, la infraestructura de riego, con más de 22 años de estar en servicio, sufrió daños menores. Según el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) se valoraron en US$ 1,1 millones (no se estimaron los costos indirectos). El costo de reconstrucción se valoró en US$ 3.7 millones.
Siempre según la CEPAL, en términos macro-económicos, antes del Huracán, el país se encontraba con una base económica relativamente estable, y la actividad económica crecía moderadamente, con estabilidad de precios y del tipo de cambio. Al final del año de 1998 se esperaba un crecimiento del PIB de un 4% y se llegó a un 3.8%; el decrecimiento se puede atribuir al fenómeno Mitch. Para 1999, la tasa de crecimiento PIB que era prevista antes del desastre en 4,0%, se estima que alcanzará entre 2,5 y 3,0%.
El Comité de Emergencia Nacional informó sobre la muerte de 240 personas por causa del huracán, 20 desaparecidas y 84.005 damnificadas, de las cuales aproximadamente 55.000 acudieron a 147 albergues, en especial en los departamentos de Usulután, La Paz, Sonsonate y San Miguel.
De acuerdo con información del COEN, de las 240 víctimas mortales del huracán, se identificaron en los departamentos de San Miguel 157, Ahuachapán 31, Usulután 23, La Unión 10, Sonsonate 7, La Libertad 6, San Salvador 5 y Chalatenango 1. De las 157 muertes informadas en el departamento de San Miguel, 156 sucedieron en el municipio de Chilanguera, sobre la cuenca del río Grande de San Miguel.
Cuadro 3 | |||
|
Total |
Daños directos |
Daños indirectos |
Total |
118,105 |
48,300 |
69,805 |
Viviendas dañadas y destruidas |
31,500 |
31,500 | |
Daños y pérdidas en mobiliario y equipamiento |
16,800 |
16,800 | |
Viviendas provisionales |
41,516 | |
41,516 |
Pérdidas de rentas de viviendas |
28,289 | |
28,289 |
| |||
FUENTE: Naciones Unidas - Comisión Económica para América Latina (CEPAL); El Salvador: Evaluación de daños ocasionados por el Huracán Mitch, 1998. |
Según el informe preliminar de la CEPAL, aproximadamente 1.400 personas deberían ser reubicadas debido a la pérdida total de sus medios de vida; de ellas unas mil residían en el municipio de Chilanguera, departamento de San Miguel.
Cuadro 4 | |
Infraestructura |
Cantidad |
Escuelas |
326 |
Viviendas |
10.372 |
Unidades de salud |
20 |
Kilómetros de carretera pavimentada y no pavimentada afectados |
3.284,3 |
Kilómetros de carretera no pavimentada |
2.665 |
Cantidad de puentes afectados |
68 |
Cantidad de puentes destruidos |
2 |
| |
FUENTE: Comité de Emergencia Nacional. |
La Secretaría Nacional de la Familia registró a 10.384 familias damnificadas que necesitan ayuda solidaria por pérdida de familiares, viviendas, cultivos y otras fuentes de trabajo. La reconstrucción del tejido social de estas comunidades demandará considerables esfuerzos, inversiones y tiempo.
Cuadro 5 | |||||||||
Departamento |
Población totala |
Primariab |
% de la total |
Secundariac |
% de la total |
Terciariad |
% de la total |
Muertos |
Desaparecidos |
Total |
6.075.536 |
55.864 |
0,9 |
28.452 |
0,5 |
262.594 |
4,3 |
240 |
19 |
Ahuachapán |
309.307 |
2.469 |
0,8 |
998 |
0,3 |
3.393 |
1,1 |
11 |
19 |
Cabañas |
152.186 | |
| | | | | | |
Chalatenango |
195.287 |
198 |
0,1 |
55 |
0,0 |
1.562 |
0,8 |
1 |
- |
Cuscatlán |
200.099 | |
- |
30 |
0,0 |
600 |
0,3 |
- |
- |
La Libertad |
646.866 |
4.000 |
0,6 |
1.327 |
0,2 |
5.822 |
0,9 |
7 |
- |
La Paz |
285.285 |
5.341 |
1,9 |
5.000 |
1,8 |
17.973 |
6,3 | |
- |
La Unión |
285.322 | |
- |
3.200 |
1,1 |
14.080 |
4,9 |
17 |
- |
Morazán |
172.951 | |
- |
120 |
0,1 |
84 |
0,8 |
173 |
- |
San Miguel |
466.443 |
1.603 |
0,3 |
7.201 |
1,5 |
46.086 |
9,9 |
2 |
- |
San Salvador |
1.898.515 |
965 |
0,1 |
- |
- |
60.752 |
3,2 |
- |
- |
San Vicente |
158.325 |
4.865 |
3,1 |
800 |
0,5 |
3.008 |
1,9 |
- |
- |
Santa Ana |
535.412 |
397 |
0,1 |
1.250 |
0,2 |
6.960 |
1,3 |
- |
- |
Sonsonate |
432.289 |
6.213 |
- |
8.471 |
2,0 |
28.801 |
6,7 |
6 |
- |
Usulután |
337.249 |
29.813 |
8,8 |
- |
- |
72.171 |
21,4 |
23 |
- |
| | ||||||||
FUENTE: CEPAL, sobre la base de cifras del Comité de Emergencia Nacional. | |||||||||
a) Población estimada a octubre de 1998, sobre la base de proyecciones del Centro Latinoamericano de Demografía (CELADE). |
|||||||||
b) Población gravemente afectada, refugiada en albergues. | |||||||||
c) Damnificados no refugiados en albergues. |
|||||||||
d) Afectados terciarios, que no necesariamente habitan en las localidades gravemente dañadas. |
La situación de emergencia originó un aumento de las enfermedades respiratorias, diarreicas, de la piel y de la conjuntivitis, así como la aparición de casos de cólera, después de más de dos años de ausencia de esta enfermedad en El Salvador. El Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) informó de más de 101.045 consultas médicas en 147 albergues temporales, para el período del 31 de octubre al 18 de noviembre. Entre las consultas atendidas figuraron 25 060 enfermedades respiratorias, 10.897 enfermedades de la piel, 5358 casos de diarrea, 25.574 de conjuntivitis, 299 de traumatismos, 299 de trastornos psicosociales, 23 de intoxicación alimentaria, 19 de paludismo, 18 de dengue clásico y 4 de cólera.
Cuadro 6 |
|
Infraestructura |
Cantidad |
Unidades de salud |
20 |
Sistemas de agua |
155 |
Sistemas de alcantarillado |
14 |
Pozos de agua dañados |
7622 |
Letrinas dañadas |
9193 |
| |
FUENTE: Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS). |
Según informes del MSPAS, veinte unidades de salud sufrieron daños en su infraestructura y deterioro de su equipamiento médico, principalmente en los departamentos de Ahuachapán y Usulután. Esos daños fueron estimados en US$ 1.600.000.
· Asistencia médica permanente en los refugios.
· Atención preventiva: charlas educativas, mensajes por los medios masivos de comunicación.
· Instalación de letrinas en las zonas afectadas.
· Tratamiento del agua, mediante el suministro continuo de soluciones de cloro.
· Actividades sostenidas de control de vectores.
· Limpieza de pozos.
· Renovación y equipamiento de la infraestructura dañada.
· Vigilancia epidemiológica.
El COEN reportó 240 víctimas
mortales, 20 desaparecidos y 84.005 damnificados.
Fotografía: OPS/OMS
El Ministerio de Salud Pública elaboró un plan de acción en el que definió como objetivos minimizar los riesgos y daños, y la difusión de las medidas preventivas y de control de enfermedades que pudieran ser secuelas del Mitch. Las estrategias incluían la difusión de normas y mensajes para todo el sector de la salud, y para la población en general, la coordinación de acciones con las instituciones y organismos del sector, la coordinación de la ayuda y asistencia técnica internacional, y acciones específicas de intervención.
· Dos semanas antes de la emergencia, el MSPAS había realizado un ejercicio de actualización y evaluación de la disponibilidad de medicamentos en hospitales y unidades de salud, con el objetivo de prevenir desajustes en el abastecimiento médico a fin de año. Eso ayudó a que los servicios de salud tuvieran actualizados los inventarios de medicamentos.· Para atender la situación de emergencia, la Dirección General de Salud, por medio de sus dos subdirecciones generales, dispuso: (1) identificar las necesidades inmediatas de medicamentos en los albergues de emergencia y las zonas afectadas, mediante la participación de las direcciones departamentales, (2) destacar en los depósitos centrales un equipo técnico, encargado de la recepción, clasificación y distribución de los medicamentos, que disponía para sus controles de equipo mecanizado.
· En un primer momento las medicinas más utilizadas fueron expectorantes, antihistamínicos, colirios y ungüento oftálmico, antimicóticos y antibióticos. Las necesidades de medicamentos se dieron a conocer en una lista oficial, y las compras inmediatas se realizaron en el mercado local con fondos del gobierno, las empresas privadas y los organismos de cooperación internacional.
· Las donaciones de medicamentos recibidas fueron valiosas, pero en algunos casos las fechas de vencimiento de los productos no permitieron utilizarlos.
Con posterioridad a la emergencia, el Comando Sur de la Armada de los Estados Unidos de América, por medio de su Fuerza de Tareas Conjuntas Águila, apoyó con brigadas la atención médica en las áreas más afectadas.
Los principales problemas de saneamiento ambiental surgidos en la emergencia fueron: contaminación del agua en pozos, sistemas de abastecimiento, manantiales, ríos y lagos; destrucción y deterioro de sistemas de abastecimiento; inundación y enterramiento de pozos y manantiales; destrucción e inundación de letrinas para abono y de fosas; estancamientos extensos de agua; contaminación de alimentos almacenados, en preparación, servicio y consumo; y migración de roedores (ratas y ratones).
Los daños a la infraestructura sanitaria de agua y alcantarillado se localizaron en 56 municipios y afectaron a diversos sistemas hidráulicos: presas, tanques de abastecimiento, caños maestros, redes de distribución, desarenadoras y coladores. De los 489 sistemas hidráulicos existentes, 155 (32%) resultaron averiados. Los sistemas de alcantarillado afectados fueron 14, incluyendo sistemas de aguas negras, drenaje de agua de lluvia y descarga final. También resultaron dañados 7600 pozos y 9200 letrinas, aproximadamente.
El huracán Mitch afectó principalmente las zonas costeras, donde la cobertura de abastecimiento de agua es de un 25% y donde el agua para el consumo se obtiene principalmente de pozos excavados. La dotación de letrinas es de un 53%, principalmente del tipo para preparación de abono, pues el nivel freático es superficial en esa zona. Los avances en materia de saneamiento básico han sufrido un serio retroceso con el Mitch, que puso en evidencia la vulnerabilidad de la infraestructura sanitaria. Puso asimismo en evidencia el deficiente ordenamiento territorial de una urbanización descontrolada, en condiciones precarias e insalubres, con un uso irracional del suelo y un manejo inadecuado de las cuencas hidrográficas.
Como se ha señalado, los daños en la infraestructura sanitaria afectaron principalmente la obtención de agua potable y la adecuada disposición de excretas, aumentando así el riesgo de transmisión de enfermedades diarreicas agudas y del cólera. Las inundaciones y el estancamiento del agua favorecieron la proliferación de mosquitos transmisores del dengue y del paludismo.
La respuesta en esta área fue inmediata, tomando como antecedente la organización y preparación previa y el apoyo financiero de los organismos locales y de cooperación internacional para la compra de equipos, materiales y herramientas para realizar las acciones de choque. En la fase inicial de evaluación de daños ambientales, se establecieron coordinaciones entre inspectores de saneamiento, promotores de salud, líderes comunitarios, instituciones de socorro, miembros del Cuerpo de Bomberos, de la Fuerza Aérea, la Armada Nacional y las ONG. Luego se identificaron los albergues de emergencia o refugios, para acomodar a las personas desprotegidas con condiciones mínimas de seguridad, entre ellos escuelas, iglesias, casas comunales, etc. En los albergues de emergencia se vigiló la calidad del agua, se instalaron letrinas, se controló la preparación y el consumo de alimentos, se inspeccionaron los alimentos preparados y envasados provistos por las instituciones, se controló y organizó la eliminación sanitaria de los desechos sólidos, se practicó el control de vectores (mosquitos, cucarachas y ratones) y se realizaron acciones de promoción de la salud tendientes a mantener la higiene personal y colectiva.
Como resultados cabe mencionar que se iniciaron acciones de limpieza y achicamiento de los pozos inundados, se suministró cloro para uso intradomiciliario, se mejoraron las letrinas para la eliminación de excretas, se adoptaron mejores prácticas sanitarias para el manejo de desechos sólidos y para el abastecimiento y consumo de agua, así como se vigiló la calidad de los alimentos de mayor riesgo, tales como los lácteos y las carnes. Todas estas acciones contribuyeron a disminuir el riesgo de brotes epidémicos.
Entre las lecciones aprendidas, hay que destacar la importancia de asegurar el suministro de agua potable y de mejorar el saneamiento básico a corto y mediano plazo en las zonas rurales y sobre todo en la zonas costeras, para que el fortalecimiento de la infraestructura sanitaria haga menos vulnerable a la población. Debe diseñarse un plan de rehabilitación y reconstrucción de la infraestructura sanitaria que dé respuesta a las carencias y necesidades inmediatas y para ello es decisiva la coordinación de las instituciones gubernamentales y no gubernamentales, de las comunidades y los organismos de cooperación internacional, con el fin de orientar más eficientemente los recursos humanos, la asistencia técnica y los equipos y materiales, en forma oportuna y adecuada. En esta área fue importante la cooperación de Médicos Sin Fronteras, UNICEF COSUDE y OPS/OMS, que aportaron asistencia técnica, equipos de bombeo, cloro, artefactos sanitarios y generadores de energía.
Uno de los principales problemas que se presentaron durante la emergencia fue la aparición de factores de riesgo que favorecen la proliferación de vectores transmisores de epidemias. Tales factores incluyen la acumulación de desechos sólidos, la inadecuada eliminación de excretas, la acumulación de agua estancada en zonas extensas y la escasez de agua para higiene personal y colectiva.
La necesidad inmediata fue la de controlar estos factores de riesgo. Para ello se estableció una prioridad de acciones destinadas al control de vectores en los refugios y zonas afectadas, sobre todo de (1) los mosquitos transmisores del dengue y del paludismo; (2) las ratas y los ratones transmisores de la leptospirosis, que al ver inundadas sus madrigueras escapan y contaminan con sus orines las aguas superficiales; (3) la eliminación de desechos sólidos; y (4) la cremación de cadáveres de animales por la Dirección de Sanidad Vegetal y Animal.
Se establecieron metas para los índices larvales intradomiciliarios del mosquito Aedes aegypti y para el índice malariométrico. Las medidas de control se cumplieron en los refugios y zonas vecinas; en las poblaciones afectadas hubo fumigaciones, control de larvas, eliminación de desechos sólidos y aplicación de rodenticida. Las necesidades de insumos y equipos se centraron en insecticidas (piretroide adulticida, carbamato en polvo humectable, temephos al 1% en gránulos, temephos al 50% emulsificable y bombas termonebulizadoras). También se necesitó reforzar el laboratorio para pruebas diagnósticas de leptospirosis. Se contó con la asistencia técnica de un especialista para el control del dengue y la leptospirosis, que durante dos meses dio apoyo al Ministerio de Salud Pública.
En las primeras seis semanas posteriores al huracán no se evidenció incremento significativo en la incidencia de dengue clásico: los 72 casos registrados fueron menos que los que se presentaron en igual período antes del Mitch. No hubo casos de dengue hemorrágico ni de leptospirosis; en cambio, se notificaron 86 casos de paludismo. En el período de igual duración previo a la emergencia los casos registrados fueron 92. Los datos analizados permiten concluir que las medidas de control adoptadas fueron efectivas para evitar brotes epidémicos.
Entre las lecciones aprendidas cabe resaltar la necesidad de contar con un plan de emergencia actualizado y difundido en todas las instituciones del sector de la salud, la importancia de disponer de depósitos con una reserva permanente de equipos e insumos suficientes que faciliten la respuesta oportuna a cualquier situación de catástrofe. En este aspecto se destaca la cooperación de OPS/OMS, que aportaron asistencia técnica, y de la USAID, que proporcionó equipo e insumos.
La comparación de la prevalencia de enfermedades transmisibles durante dos períodos iguales, uno previo y otro posterior al huracán, muestra que solo ha habido aumentos en las enfermedades diarreicas agudas, las infecciones respiratorias agudas y el cólera (todas ellas relacionadas con la epidemia de Guatemala o con brotes autóctonos en El Salvador posteriores a la emergencia). Sin embargo, se observa un descenso en el dengue clásico, la fiebre tifoidea, la hepatitis A la conjuntivitis hemorrágica y el paludismo, a pesar de que después del Mitch aparecieron tres casos de malaria por Plasmodium falciparum, provenientes de Honduras (contra igual número en el período anterior, provenientes de Guatemala).
Análogamente, ni antes ni después del desastre se notificaron casos sospechosos o confirmados de dengue hemorrágico, ni de rabia humana. Tampoco se han denunciado casos de mordeduras de víboras. Se presentaron cinco enfermos sospechosos de leptospirosis que evolucionaron satisfactoriamente, tres de ellos en el departamento agropecuario de Sonsonate, que sufrió inundaciones a causa del Mitch.
La notificación de casos en los refugios, unidades de salud y hospitales fue oportuna y permanente. Esto permitió que los niveles departamentales y central acompañaran la investigación y el seguimiento para confirmar los casos. Los análisis clínicos, de laboratorio y epidemiológicos facilitaron la orientación de las acciones antiepidémicas para el control de foco, especialmente en las áreas fronterizas con Guatemala y Honduras de donde se importaron casos de cólera, de paludismo por Plasmodium falciparum y la amenaza de leptospirosis. Entre los principales resultados destacables figura el control oportuno de los brotes epidémicos de cólera, malaria y dengue clásico, así como la ausencia de casos de dengue hemorrágico y de leptospirosis.
La acumulación de desechos sólidos
y la inadecuada eliminación de las excretas fueron factores de riesgo para la
aparición de vectores transmisores de epidemias.
Fotografía: OPS/OMS
El flujo de información a través de un sistema de comunicación eficiente favoreció el seguimiento de la situación epidemiológica por el Ministerio de Salud Pública y otras instituciones tales como el Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), diversas ONG y agencias de cooperación. La comunicación permanente con la prensa escrita, radial y televisiva desempeñó un papel primordial para el apoyo y orientación de las acciones de vigilancia epidemiológica entre la población.
Cuadro 7 | ||||
Enfermedad |
Número de casos |
Diferencia | ||
|
Antes |
Después |
Cantidad |
Porcentaje |
Cólera |
0 |
8 |
8 |
- |
Infecciones intestinales mal definidas |
8.745 |
9.575 |
830 |
+9,5 |
IRA |
53.254 |
54.926 |
1.672 |
+3,1 |
Paludismo |
96 |
81 |
-15 |
-15,6 |
Dengue clásico |
105 |
72 |
-33 |
-31,4 |
Fiebre tifoidea |
53 |
33 |
-20 |
-37,7 |
Hepatitis A |
370 |
270 |
-100 |
-27,0 |
Conjuntivitis hemorrágica |
1.345 |
1.036 |
-309 |
-23,0 |
Rabia canina |
6 |
5 |
-1 |
-16,6 |
Rabia humana |
0 |
0 |
- |
- |
Dengue hemorrágico |
0 |
0 |
- |
- |
Dengue hemorrágico, sospechosos |
0 |
0 |
- |
- |
| ||||
FUENTE: Unidad de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social. |
Entre las principales lecciones aprendidas debe recalcarse la importancia de mantener mecanismos de comunicación adecuada con instituciones locales, las ONG y organismos de asistencia humanitaria. También merece destacarse la coordinación ejercida por el Comité de Emergencia Nacional (COEN) como plexo central de un flujo de información eficiente y de un registro de notificación de novedades, así como para la difusión masiva de normativas y planes de comunicación y educación sanitaria para las acciones de control de enfermedades y vectores.
El proceso de administración de suministros humanitarios se inició el 30 de octubre, antes de declararse la emergencia nacional, como muestra de solidaridad de El Salvador con la hermana República de Honduras. Después que el huracán azotó a El Salvador hubo que canalizar la asistencia a la población salvadoreña afectada.
La administración y el control de los suministros se realizó por medio del software de SUMA (Manejo de Suministros), provista por el Programa de Preparativos para Emergencias y Desastres de la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) y FUNDESUMA, que capacitaron al personal interinstitucional que tuvo a su cargo el manejo de suministros y proporcionaron el equipo de computación. SUMA se instaló en primera instancia para administrar los donativos nacionales, creándose para ello una unidad central en el Centro de Operaciones de Emergencia (COE) y tres unidades de campo: una en la Primera Brigada de Infantería, la segunda en la base militar del Aeropuerto Internacional y la tercera en la bodega El Indio; ello permitió llevar un registro riguroso y un adecuado control de las donaciones.
En los primeros tres días se manejó únicamente la ayuda nacional. A partir del 3 de noviembre se inició la recepción de la asistencia internacional, lo cual hizo necesario consolidar un sistema más amplio de administración. La Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP) fue designada por decreto presidencial para administrar la ayuda y vigilar su utilización óptima. La ANEP estableció el centro de acopio de las donaciones provenientes de países y organismos donantes en las instalaciones de la bodega El Indio. También se formó y consolidó un equipo de trabajo para recibir la ayuda en la rampa militar del Aeropuerto Internacional de El Salvador, con la participación de representantes del Ministerio de Relaciones Exteriores, la Asociación Nacional de la Empresa Privada, la Dirección General de Aduanas, el Aeropuerto Internacional de El Salvador, el Comité de Emergencia Nacional y la Secretaría Nacional de la Familia. Este equipo fue el responsable de recibir y verificar los suministros y de ejecutar la gestión administrativa en el Aeropuerto.
El proceso de recepción y entrega de las donaciones se estableció con claridad desde un comienzo: los envíos eran recibidos y verificados por el personal destacado en el aeropuerto, donde se levantaba un acta de recepción; luego eran trasladados en camiones de empresas privadas y otras instituciones, con custodia permanente por patrullas de la Policía Nacional que brindaban seguridad y verificaban su llegada al lugar de destino. En el depósito central en San Salvador se daba entrada a los envíos, que eran inventariados y clasificados con registros escritos y sobre discos magnéticos. Posteriormente el Centro de Operaciones de Emergencia, basándose en las solicitudes de los Comités de Emergencia Departamentales, despachaba los suministros pedidos. Para su distribución final, los comités departamentales se apoyaban en las municipalidades o los comités de emergencia locales. La participación de las instituciones que integran el Sistema Nacional de Emergencias fue eficiente, profesional y solidaria, posibilitando una administración eficiente de la emergencia y una ayuda humanitaria oportuna.
La información generada por SUMA permitió tener un control detallado de la ayuda internacional recibida. Esa información era transmitida permanentemente al Ministerio de Relaciones Exteriores, responsable de la coordinación de los pedidos a los organismos donantes, embajadas y países solidarios. También se informaba diariamente al Sistema de las Naciones Unidas. Por su parte, la ANEP contrató los servicios de auditoría externa de la compañía Price-Waterhouse y la Corte de Cuentas de la República realizó controles permanentes; estos recaudos garantizaron la transparencia en la administración de los suministros.
Entre las lecciones aprendidas cabe citar: (1) la importancia de mantener y desarrollar mecanismos para la acción coordinada de instituciones, organismos humanitarios y empresas privadas para administrar la ayuda internacional y nacional; (2) la necesidad de contar con personal capacitado previamente para el manejo de los suministros y con el equipamiento logístico requerido para ello; (3) la utilidad de definir mecanismos de control local con las municipalidades y comunidades locales para fiscalizar la entrega de ayuda a los beneficiarios; y (4) el valioso intercambio de experiencias con otros países.
Desde hace cuatro años, a través del COEN, se han desarrollado diversas actividades de preparación para situaciones de emergencia y desastres. Como resultado de estas acciones, se han elaborado planes de emergencia institucionales, de empresas y comunidades. En el sector de la salud la mayoría de los establecimientos del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social cuentan con planes de emergencia que son actualizados periódicamente. La activación de un centro de operaciones de emergencia ha permitido una eficiente coordinación entre organismos gubernamentales, de ayuda humanitaria y de cooperación técnica.
El MSPAS ha realizado simulacros en un 35% de los hospitales del país, incluyendo todos los hospitales principales. Esto ha permitido la activación de los comités de emergencia departamentales y la coordinación de las instituciones que los componen. Este fue un factor importante para que la capacidad de respuesta de las instituciones y organismos de la sociedad civil fuera rápida y organizada, y ayudó a que los perjuicios causados por el huracán no fueran aún mayores. Fue muy valiosa la participación de las instituciones del gobierno y de la sociedad civil en las labores de rescate y evacuación de víctimas, atención de emergencia, y organización y atención de los damnificados en los refugios temporarios.
En respuesta al desastre, el gobierno de El Salvador organizó y movilizó todos los recursos y personal disponible para mitigar el sufrimiento de las víctimas. Las actividades de mitigación y ayuda inmediata se focalizaron en el COEN y sus organizaciones departamentales y municipales. Según el Ministerio de Hacienda, hasta el 17 de noviembre el gobierno distribuyó un total de 1 724 300 dólares en medicinas, combustibles, reparación de carreteras y costos operativos. También distribuyó 386 toneladas de alimentos (arroz, maíz, aceite vegetal, carne enlatada y pescado) donados por el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las reservas de los proyectos en curso.
El coordinador residente de las Naciones Unidas dirigió la respuesta al desastre por parte del Sistema de las Naciones Unidas, por intermedio del Equipo de Operaciones para Desastres de las Naciones Unidas (UN-DMT), y mantuvo contacto permanente con el gobierno salvadoreño para ayudar a coordinar la asistencia ofrecida por los donantes de la comunidad internacional. Las reuniones entre organismos a cargo del UN-DMT se desarrollaron diariamente con representantes del PMA, UNICEF, FAO, UNFPA, UNESCO, OPS/OMS, UNOPS y PNUD, para discutir las necesidades de El Salvador.
El UN-DMT estableció una coordinación periódica con representantes del COEN y del Ministerio de Relaciones Exteriores así como con personal de la USAID, de la Embajada del Canadá y con representantes del BID y del Banco Mundial. Esto favoreció la coordinación y colaboración entre los miembros del Sistema de las Naciones Unidas, el gobierno salvadoreño y los representantes de los gobiernos donantes. A partir del 2 de noviembre, hasta el 28 de noviembre, permaneció en el país el equipo de United Nations Disaster Assessment and Coordination (UNDAC: Evaluación y Coordinación de Desastres, de las Naciones Unidas), que apoyó a las autoridades nacionales en la gestión del desastre y de la información a los donantes.
La Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) recibió el informe de la contribución en efectivo y en especie de la comunidad internacional, valorada en 20 millones de dólares, como respuesta a los efectos del huracán Mitch. Los organismos del Sistema de las Naciones Unidas prepararon la Joint Appeal (Apelación Conjunta) para OCHA, con la finalidad de conseguir recursos para la fase inmediata de la emergencia, y colaboraron en la preparación del informe conjunto del Sistema Operacional de las Naciones Unidas en El Salvador, titulado De la Emergencia Nacional al Desarrollo: ¿Cuál camino seguir para la reconstrucción?, que serla presentado a los diversos organismos y países donantes.
Los organismos USAID, OPS/OMS, PMA, UNICEF y FAO, y varios países de la Unión Europea, dieron una respuesta oportuna y rápida al llamado inmediato de ayuda para la emergencia.
El gobierno de El Salvador ha definido una agenda de tres fases para la atención de la emergencia y la reconstrucción del país: (1) una fase inmediata, desde noviembre de 1998 hasta junio de 1999, (2) una fase mediata durante 1999 y 2000, y (3) una fase de largo plazo del 2000 al 2020. Para cada fase ha estimado los proyectos de intervención y sus costos, pero la mayoría de los proyectos aún no cuentan con financiamiento.
Fase inmediata: diciembre de 1998 a junio de 1999
Para atender las necesidades inmediatas, el gobierno de El Salvador ha destinado un monto de 49,17 millones de dólares EUA, constituido por recursos provenientes del Fondo General de la Nación, préstamos reorientados y donaciones: una Apelación Conjunta (Joint Appeal) preparada por los organismos de las Naciones Unidas solicita US$ 16,2 millones para la fase inmediata.
Los componentes del gasto de esta fase se describen en el cuadro 8.
Descripción de los componentes:
· Paquete Solidario: Incluyó implementos básicos del hogar, materiales para la construcción de viviendas provisionales, letrinas y alimentos, que fueron canalizados por la Secretaría Nacional de la Familia.· Sector de la salud: Incluye el financiamiento para medicamentos, vacunas, insumos, control de vectores, monitoreo del agua, rehabilitación y equipamiento de unidades de salud, a través del Ministerio de Salud Pública.
· Sector agropecuario: Acciones de sanidad animal, limpieza y rehabilitación de canales de riego, drenaje, rehabilitación de infraestructura de pesca artesanal, dotación de implementos agrícolas, fertilizantes, semillas para siembra, etc., a cargo del Ministerio de Agricultura y Ganadería.
· Infraestructura: Reparación, reconstrucción y equipamiento de escuelas, rehabilitación de carreteras, caminos rurales y puentes, principalmente por medio de los ministerios de Educación y de Obras Públicas.
· Agua y saneamiento: Recuperación de pozos de agua y fiscalización de la calidad del agua para consumo humano, control de vectores y educación sanitaria, a cargo del gobierno nacional, con la colaboración de organismos de las Naciones Unidas.
· Seguridad alimentaria: Provisión de granos básicos a la población afectada, por intermedio del Programa Mundial de Alimentos.
· Educación: Materiales escolares y apoyo a la educación no formal, canalizados por la UNESCO.
· Seguridad pública: Acciones de los ministerios de Defensa, de Seguridad Pública y de Justicia.
· Coordinación y administración: Gastos de operación y monitoreo asignados a PNUD para la administración de la Joint Appeal, y al Comité de Emergencia Nacional para coordinación.
El gobierno salvadoreño ha
definido una agenda de tres fases para la atención de la emergencia y
reconstrucción del país, que va desde 1999 hasta el 2020.
Fotografía: OPS/OMS
Cuadro 8 | |||||
Componente |
Joint Appeal(1) |
Plan de Reconstrucción Nacional(2) |
|||
| |
Gobierno |
Préstamos(3) |
Donaciones | |
Paquete solidarlo |
|
1.814,0 | |
2.859,0 | |
Sector de la salud |
3.040 |
3.771,0 | |
| |
Sector agropecuario |
5.669 | |
8.628,6 | |
|
Infraestructura |
|
3.471,9 |
27.195,2 |
25.307,4 | |
Agua y saneamiento |
1.800 | |
| | |
Seguridad alimentaria |
3.708 | |
| | |
Educación |
1.877 | |
| | |
Seguridad pública |
|
1.322,9 | |
| |
Coordinación y administración |
100 |
114,3 | |
| |
Total por fuente |
16.196 |
10.494,5 |
35.823,8 |
28.166,4 | |
| |||||
FUENTES: |
(1) UN-DMT. | ||||
|
(2) Gobierno de El Salvador, «Plan de Reconstrucción y Modernización Productiva de El Salvador, 1999-2020». | ||||
|
(3) Corresponde a préstamos programados y préstamos reorientados del BID, BIRF y BCIE, por una cartera de 51,88 millones de dólares disponibles. |
Cuadro 9 | |||
Sector |
Proyecto |
Fuente de financiamiento |
Monto total |
Educación |
· Tecnología educativa |
BID |
232.100,0 |
|
· Infraestructura educativa | | |
|
· Reforma educativa, fase I | | |
Agua y saneamiento básico |
· Reconstrucción, ampliación y mejoras de la planta de tratamiento del agua del río Lempa |
Gobierno de España |
37.554,3 |
|
· Construcción de una planta de tratamiento de aguas residuales en el río Las Cañas |
Gobierno de Francia |
5.000,0 |
|
· Perforación y rehabilitación de pozos |
Sin financiamiento |
2.842,6 |
|
· Dotación de camiones cisterna |
Sin financiamiento |
780,0 |
|
· Construcción de planta de tratamiento de aguas residuales |
Sin financiamiento |
12.579,4 |
Reactivación agropecuaria |
· Reactivación de la producción pesquera, descontaminación de áreas críticas, ordenamiento de la macrocuenca de Caparrosa, estabilización de suelos en Isla Manguera |
BID |
6.274,4 |
|
· Desarrollo rural sostenible en áreas de fragilidad ecológica |
BCIE |
9.291,0 |
|
· Clima iberoamericano |
Sin financiamiento |
3.345,1 |
Seguridad ciudadana |
· Equipamiento del cuerpo de bomberos |
Sin financiamiento |
2.142,0 |
|
· Equipamiento y modernización del sistema nacional de emergencias |
Sin financiamiento |
2.000,0 |
Vivienda |
· Fondo para vivienda popular de alto riesgo |
Sin financiamiento |
128.000,0 |
Total |
|
Con financiación |
290.219,7 |
|
|
Sin financiación |
151.689,1 |
|
|
Total |
441.908,8 |
Fase de mediano plazo: año 2000 (para buscar financiamiento)
Cuadro 10 | |
Sectores |
Monto total |
Reconstrucción de la infraestructura vial |
14.601,1 |
Rehabilitación de los sistemas de agua y saneamiento ambiental |
21.239,5 |
Reactivación agropecuaria |
10.238,2 |
Apoyo a la reconstrucción a nivel local |
33.128,6 |
Total |
79.507,4 |
|
|
Fuente: Gobierno de El Salvador ibíd. | |
Cuadro 11 | |
Sectores |
Monto total |
Rehabilitación de los sistemas de agua y saneamiento ambiental |
193.793,6 |
Reactivación agropecuaria |
1.069.257,3 |
Total |
1.263.050,9 |
| |
Fuente: Gobierno de El Salvador, ibíd. | |
1. La delegación salvadoreña al Taller sobre lineamientos para la elaboración de un Plan Maestro de Inversión en Salud, celebrado en San Salvador el 11 y 12 de febrero de 1999, ha solicitado que en el documento oficial del país, que ha de presentarse al grupo consultivo de Estocolmo, se considere en forma integral el componente de saneamiento básico, además de incluir proyectos de reforzamiento de la infraestructura de la salud. |
Conclusiones
· La coordinación previa interinstitucional del sector público y las organizaciones de ayuda humanitaria a nivel central (nacional) demostró ser un mecanismo eficaz para la respuesta a la emergencia causada por el Mitch. En efecto, todas las instituciones intervinieres conocían el papel que debían desempeñar en una situación de emergencia nacional. En los niveles departamentales y locales el nivel de coordinación no fue óptimo en vista de que algunas organizaciones no gubernamentales se desplazaron directamente a las áreas afectadas.· Los preparativos para enfrentar situaciones de emergencia, desarrollados por los establecimientos del Ministerio de Salud Pública, han generado en su personal la capacidad de respuesta a las emergencias.
También en El Salvador, Mitch puso
de evidencia el deficiente ordenamiento territorial de una urbanización
descontrolada, en condiciones precarias e insalubres.
Fotografía: OPS/OMS
Recomendaciones
· Fortalecer la coordinación en los niveles departamental, municipal y local de los comités de emergencias, incluyendo a las instituciones de la sociedad civil.
· Ampliar y reforzar el apoyo de los preparativos para afrontar situaciones de emergencia y desastres.
· Incrementar el apoyo a los procesos de capacitación y educación para emergencias y desastres, a fin de ampliar su cobertura a los niveles departamentales, municipales y locales.· Fortalecer el sistema de planificación para emergencias, ampliándolo a todas las fases y etapas del ciclo de los desastres.
· Continuar las acciones de preparación para emergencias y desastres en los diferentes niveles, haciendo participar a otras instituciones del sector de la salud.
Conclusiones
· El mantenimiento de un adecuado control de la situación permite tomar decisiones más acertadas durante las emergencias. El modelo de manejo y control de operaciones aplicado durante la emergencia nacional causada por el huracán Mitch, a pesar de no estar plenamente desarrollado, demostró una funcionalidad adecuada en las áreas de comunicaciones, operaciones y análisis.· La activación de los planes de emergencia para la atención de la salud en el nivel departamental y en los establecimientos del MSPAS permitió una respuesta rápida y efectiva a la emergencia nacional suscitada por el Mitch.
Recomendaciones
· Completar el modelo de manejo y control de las operaciones basándose en las lecciones aprendidas.· Difundir y ampliar en los niveles departamentales, municipales y locales el uso del modelo de manejo y control de las operaciones.
· Los planes para emergencias deben ser actualizados periódicamente y difundidos en los diferentes sectores que han de participar en la respuesta a situaciones de emergencia y desastres.
Conclusión
· La capacitación previa y la definición de procedimientos adecuados para la EDAN permitió su realización en forma eficaz facilitando una visión más objetiva y rápida de la situación e identificando además las necesidades prioritarias para orientar la asistencia humanitaria nacional e internacional.
Recomendaciones
· Revisión y ajuste de los instrumentos de la EDAN, para facilitar su uso.· Diseñar una aplicación informática (software) para elaborar una base de datos que permita administrar eficazmente la información suministrada por la EDAN.
· Que fas tareas de capacitación incluyan prácticas sobre los procedimientos de la EDAN.
· Difundir la EDAN en los niveles departamentales, municipales y locales.
Conclusión
· El sistema de administración de la asistencia humanitaria nacional e internacional mostró su utilidad en cuanto a recepción, registro, almacenamiento y canalización hacia los niveles departamentales. Todo ello permitió manejar con diligencia las donaciones en especie.
Recomendaciones
· Desarrollar mecanismos permanentes para la administración de la ayuda nacional e internacional en situaciones de desastre, tomando en consideración las experiencias nacionales y el intercambio de experiencias con otros países.· Incrementar la formación de recursos humanos para el manejo de los suministros durante las emergencias.
· Disponer de equipo suficiente y adecuado para mejorar el manejo logístico de los suministros.
· Definir mecanismos de control local para fiscalizar la entrega de la ayuda a los beneficiarios.
Conclusión
· Las instalaciones de albergues temporarios cumplieron con su cometido de mantener a las personas a resguardo, pero sus características no permitieron la plena satisfacción de sus necesidades básicas.
Recomendaciones
· Identificar previamente los sitios que serán utilizados como albergues de emergencia y adecuarlos para que satisfagan cabalmente las necesidades básicas.· Reforzar la capacidad local para censar a las personas damnificadas y mantener actualizados esos cómputos en situaciones de emergencia, para facilitar el cálculo de necesidades y el aprovisionamiento.
· Establecer un sistema de administración para el manejo de los albergues temporarios por intermedio de los comités de emergencias, según su jurisdicción.
Marco jurídico vigente
Conclusión
· El marco jurídico vigente no se corresponde con el desarrollo actual de los fundamentos de la defensa civil, que comprende una protección integral de las personas y de su entorno contra las amenazas naturales y las catástrofes de todo origen. Tampoco garantiza la cobertura de todas las fases y etapas del ciclo de los desastres.
Recomendación
· Actualizar el marco jurídico para armonizarlo con las fases y etapas del ciclo de los desastres, de suerte que garantice la protección integral de las personas en situaciones de emergencia.
Figure
El huracán Mitch en Guatemala
Organización Panamericana de la Salud, Representación de Guatemala
El huracán Mitch afectó a Guatemala especialmente entre la última semana de octubre y la primera de noviembre de 1998, y la dimensión de los daños fue cuantiosa, aunque menor que en otros países de la región. Las acciones de alerta y de evacuación salvaron decenas o cientos de vidas humanas, y se contrarrestaron eficazmente los riesgos para la salud de la población en las regiones afectadas.
La reacción positiva y el esfuerzo de todos dejan lecciones que aprender para prepararnos adecuadamente para enfrentar emergencias como la del huracán Mitch. Este documento pretende describir en términos generales la experiencia vivida, enfatizando el papel que jugó el sector salud, señalando las lecciones aprendidas y conclusiones a las que se llegaron, así como sugerir algunas recomendaciones para mejorar el desempeño sectorial ante futuras catástrofes.
El documento no pretende ser una versión completa de la experiencia, dado que es difícil captar toda la complejidad y heterogeneidad del proceso vivido en todo el país durante las semanas de crisis. Sin embargo, se intenta captar algunos aspectos importantes de la experiencia vivida con el objetivo de contribuir a la memoria histórica del país con respecto a los desastres y a la preparación y capacidad técnica que se deben desarrollar para enfrentar similares situaciones a las vividas con el huracán.
Se debe destacar que el documento es el producto del esfuerzo de todas aquellas personas que en su momento generaron la información necesaria para enfrentar el huracán Mitch, destacándose el papel de trabajadores claves del Ministerio de Salud y de consultores de la OPS/OMS, quienes contribuyeron con información escrita u obtenida a través de entrevistas, para dar contenido a la mayor parte de las secciones del documento.
La población guatemalteca es susceptible de sufrir graves daños a su salud debido a las catástrofes naturales, a su precaria situación sanitaria y a la alta tasa e incidencia de enfermedades como la diarrea, el cólera, las infecciones respiratorias, las neumonías, las enfermedades infectocontagiosas, y las transmitidas por vectores, entre otras. Todo esto está asociado a un nivel de pobreza que alcanza el 75,5% de la población, una cobertura de servicios de salud del 40% y un analfabetismo del 35,8%. (MSPAS, 1997)
En lo concerniente a catástrofes naturales o emergencias de otra índole, el país ha realizado esfuerzos para contener o minimizar los daños. Se ha establecido la Comisión Nacional de Reducción de Desastres (CONRED) que reúne a diversos sectores del país y ha diseñado programas de alerta y respuesta para emergencias nacionales. Las experiencias previas a la del huracán Mitch, como incendios forestales o brotes de cólera, han fortalecido las comisiones departamentales que trabajan como parte de la CONRED.
Mapa de Guatemala.
En lo concerniente al sector salud, éste participa en la CONRED a través del Ministerio de Salud y Asistencia Social (MSPAS) y el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS). Este sector ha diseñado planes de emergencia intra y extrahospitalarios, así como sus respectivos comités de emergencia. Antes de la emergencia ocasionada por el huracán Mitch, la mayor parte de los servicios de salud contaban con planes de emergencia o con un comité de emergencia.
El huracán Mitch cruzó América Central. El huracán tocó tierra a inicios de la última semana de octubre, llegando a estar estacionario en las costas caribeñas de Honduras y ocasionando lluvias torrenciales, inundaciones, deslizamientos y vientos de diferentes intensidades. Más de tres millones de personas se vieron afectadas por el huracán, el cual fue considerado como el peor desastre natural ocurrido en la historia de Centroamérica. La destrucción de viviendas y el efecto sobre la agricultura e infraestructura del país están evaluados en pérdidas de millones de dólares. El daño a las autopistas, caminos, puentes, abastecimiento de electricidad, agua, sistemas de comunicación, casas y escuelas constituyen los problemas más significativos. En el caso de Guatemala, el fenómeno meteorológico se movió a velocidades más bajas y, de un total de 22 departamentos, 14 fueron los afectados, según información oficial. La zona este y la costa sur fueron las regiones más afectadas del país.
En el caso de Guatemala los daños fueron menos severos que en otros países de la región. Esto se debió a la trayectoria y el comportamiento del huracán, al programa de prevención de desastres que permitió una alerta y evacuación de la población en riesgo, y al programa de construcción, refuerzo y mantenimiento de la red vial que proporcionó mayor resistencia a los efectos del fenómeno meteorológico. (SEGEPLAN, 1998)
Los datos producidos por la Comisión Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED) en febrero de 1999 indican que 170.000 personas continúan viviendo en zonas de alto riesgo que se han visto afectadas por el huracán. Además, se evacuaron 106.000, otras 110.000 continúan como damnificadas y 268 fallecieron como resultado directo del huracán. Las vías de comunicación sufrieron daños severos, pero en la mayoría de los casos se reabrieron caminos provisionales que permitieron restablecer la comunicación por tierra a la mayoría de los poblados y aldeas del país.
El gobierno guatemalteco diseñó un
Programa de Reconstrucción con dos etapas claras: emergencia y
reconstrucción.
Fotografía: Diario Siglo XXI, Guatemala
Los departamentos considerados como los más afectados son: Izabal, Zacapa, Chiquimula, Alta Verapaz, Jutiapa, Escuintla, Petén y Guatemala.
De acuerdo con los cálculos de la CEPAL1, se estima que el huracán Mitch provocó daños totales en Guatemala por un monto de 748 millones de dólares, de los que el 40% corresponden a daños directos.
1Resumen de los daños extraído del Informe Guatemala: Evaluación de los daños ocasionados por el huracán Mitch, 1998. Naciones Unidas. Comisión Económica para América Latina y el Caribe - CEPAL, México, febrero 1999, pág. 58-60
Tanto los daños directos como los indirectos se concentran en los sectores productivos: 68% de los directos y 83% de los indirectos. Dentro de los sectores productivos, el mayor daño recayó en el sector primario, principalmente el sector agrícola, lo que además impacta fuertemente en la balanza comercial del país, al estimarse un efecto negativo por mayores importaciones y menores exportaciones de alrededor de 444 millones de dólares en el período 1998-2000 (se prevé que se dejarían de exportar productos por un monto de 307 millones de dólares y se requerirían mayores importaciones por un valor de 137 millones de dólares, principalmente de bienes de capital).
Los daños del sector de infraestructura (116 millones de dólares) se explican fundamentalmente por las carreteras y los puentes afectados. Los sectores sociales, si bien presentan daños relativamente menores, deben tenerse en cuenta efectos no medidos sobre las condiciones de bienestar de aquellas personas que perdieron vivienda, trabajo, etc. En otras palabras, cualitativamente, los perjuicios causados en los sectores sociales tienen una significación especial que debe tenerse en cuenta al iniciar la rehabilitación y reconstrucción del país.
En el cuadro 1 se presenta un resumen de los daños, con una columna que presenta una estimación de los costos de reconstrucción en los diferentes rubros. Se incluye un estimado sobre el componente importado del costo de construcción, que sirve para aproximar las necesidades de divisas asociadas a dicho empeño.
Cuadro 1 | ||||||
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Daños |
Daños directos |
Daños Indirectos |
Costo de reconstrucción |
Componente importado | |
Total |
747,8 |
300,0 |
447,8 |
415,5 | |
|
Sectores sociales |
48,1 |
33,0 |
15,1 |
52,2 | |
|
|
Vivienda |
35,3 |
24,5 |
10,8 |
38,0 |
3,0 |
|
Salud |
4,9 |
1,1 |
3,8 |
1,9 |
1,0 |
|
Educación |
7,9 |
7,4 |
0,5 |
12,3 |
2,9 |
Infraestructura |
115,8 |
56,3 |
59,5 |
82,2 | |
|
|
Carreteras, puentes, ferrocarriles |
89,7 |
40,1 |
49,6 |
60,4b |
15,6 |
|
Agua y saneamiento |
16,1 |
10,5 |
5,6 |
13,8 | |
|
Electricidad |
10,0 |
5,7 |
4,3 |
8,0 | |
Sectores productivos |
578,8 |
205,6 |
373,2 |
217,2 | |
|
|
Agropecuario, pesca, forestal |
499,2 |
199,8 |
299,4 |
211,3 | |
|
Manufacturasa |
61,6 |
2,8 |
58,8 |
3,2 | |
|
Comercio, restaurantes, hoteles |
18,0 |
3,0 |
15,0 |
3,0 | |
Medio ambiente |
5,1 |
5,1 | |
63,9 | |
|
| ||||||
FUENTE: CEPAL, sobre la base de cifras de los cuadros 3 al 15. | ||||||
a/ Incluye minería. | ||||||
b/ No incluye ferrocarriles |
Ante los efectos que causó el huracán Mitch, el Gobierno de Guatemala declaró al país en emergencia nacional, solicitando ayuda internacional a través de los organismos y representaciones internacionales, con el objetivo de hacer frente a los daños sufridos a causa del huracán. Canalizó la ayuda nacional e internacional que recibió a través de la Comisión Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED) para que llegara a los damnificados. Se ejecutaron las acciones necesarias para poner en movimiento el proceso de rehabilitación y reconstrucción. Un representante del Ministerio de Salud es el vínculo político-estratégico con los planes y acciones nacionales ante los desastres en la CONRED.
El gobierno de Guatemala hizo público el Programa de Reconstrucción del huracán Mitch, a partir del cual se planifican, coordinan y ejecutan las acciones para superar los efectos del mismo. Este programa plantea una etapa de emergencia y otra de reconstrucción. Esta última etapa tiene los siguientes objetivos fundamentales: normalizar las condiciones de vida de las personas damnificadas, reconstruir los daños físicos causados por el huracán, y recuperar y desarrollar la capacidad productiva del país. (SEGEPLAN, 1998)
El Programa de Reconstrucción se divide en tres momentos:
· La Agenda de 100 Días a partir del Día D que anunció el presidente de la República.· Una Agenda para 1999 que define claramente los compromisos de rehabilitación y reconstrucción que asumiría el gobierno del presidente Arzú.
· La Agenda de Reconstrucción 2000-2004 para perfilar el nivel de esfuerzo que deberá hacer el próximo gobierno.
La Agenda de 100 Días representa el inicio del programa de reconstrucción. Con el propósito de evitar la desestabilización nacional, se definen las siguientes políticas:
· Política de comunicación
· Política social
· Política comercial de emergencia
· Política financiera
· Política monetaria, cambiaría y crediticia
· Política fiscal
La política social incluye acciones en salud, vivienda, empleo y seguridad alimentaria.
Cuadro 2 | |||||
Objeto del gasto |
Asignación sin acuerdo de excepción |
Ejecutado el 1/2/99 |
Comprometidos al 20/2/99 |
Compromisos posteriores al 20/2/99 |
Total de fondos |
Rehabilitación (rehabilitación de centros y puestos de salud) |
3.000.000 |
100.000 | |
2.900.000 |
3.000.000 |
Prevención de emergencia de la diarrea y el cólera |
8.697.430 |
1.847.116 |
1.507.226 |
613.606 |
3.967.948 |
Programa Nacional de Inmunizaciones |
6.935.496 |
1.086.774 |
239.978 |
2.482.621 |
3.809.373 |
Control y tratamiento de enfermedades zoonóticas |
4.905.400 |
| |
980.500 |
980.500 |
Prevención y atención de la malaria |
4.903.401 |
4.368.200 |
3.683.192 |
519.132 |
8.570.524 |
Prevención y atención del dengue |
6.463.100 |
719.780 |
1.029.285 |
2.109.810 |
3.858.875 |
Prevención y atención de enfermedades de la piel |
1.974.800 |
309.259 | |
47.650 |
356.909 |
Programa Nacional de Comunicación Social en la Salud |
2.342.500 |
2.312.542 |
29.900 | |
2.342.442 |
Programa de Logística y Movilización Social |
7.638.773 |
4.030.851 |
2.060.020 |
1.547.902 |
7.638.773 |
Equipamiento para tratamiento ambulatorio emergente |
3.400.000 |
213.064 |
3.471.506 |
125.550 |
3.810.120 |
TOTAL |
50.260.900 |
14.987.586 |
12.021.107 |
11.326.771 |
38.335.464 |
2La información de esta sección está basada en los diferentes documentos que el MSPAS escribió para organizar y planificar las acciones durante la crisis y en las distintas entrevistas realizadas al personal del MSPAS.
Cuando se formó el huracán Mitch, la Unidad de Desastres del MSPAS declaró el estado de alerta nacional y estableció las prioridades para los preparativos en los departamentos del norte del país, zona que en un principio se pensó sería la más afectada por el huracán. Aquellos departamentos que habían pasado por experiencias previas similares tuvieron una capacidad de respuesta mayor. Una de las acciones más importantes fue la evacuación de 18.000 a 20.000 habitantes de la Punta de Manabique, en el Departamento de Izabal.
Con el cambio de dirección del huracán y su entrada al istmo centroamericano, los departamentos del oriente del país, los colindantes con Honduras y El Salvador, así como los departamentos de la costa sur del país, pasaron a ser prioridad ante la emergencia.
Durante los primeros dos días de noviembre y luego del impacto del huracán en el territorio nacional, se definió e inició la organización en el sector salud para poder responder de manera adecuada a la emergencia.
La organización estuvo conformada por un Gabinete Político y una estructura operativa integrada por una Comisión Ejecutiva, por Brigadas de Apoyo Técnico (BAT) a las redes departamentales de servicios de salud y por Brigadas Operativas de Salud (BOS).
El Gabinete Político estuvo liderado por el Ministro de Salud y apoyado por los viceministros y representantes de instituciones del sector. Su función fue eminentemente directiva y estuvo encargado de establecer los lineamientos políticos y de organizar la coordinación intra e intersectoriales con la cooperación técnica y financiera internacional. Sus funciones también abarcaron analizar la situación, aprobar, monitorear y evaluar el plan de manejo de emergencias y sus efectos posteriores.
La Comisión Ejecutiva estuvo dirigida por el primer viceministro de salud, acompañado por las siguientes coordinaciones: Apoyo Técnico, Coordinación de Programas, Coordinación de Hospitales y Sistemas de Apoyo Administrativo. Sus funciones incluyen la elaboración del Plan Nacional, la puesta en práctica de la coordinación ínter e intrainstitucional, la elaboración de lineamientos técnico-normativos, la organización de Brigadas de Apoyo Técnico, y el monitoreo y evaluación de la situación.
Las Brigadas de Apoyo Técnico (BAT) estuvieron dando apoyo a las redes departamentales de servicios de salud del país. Éstas incluyen: coordinador, supervisores de medicamentos, hospitales y técnicos. También se incluyó al facilitador de área y a los asesores específicos nacionales e internacionales.
Las funciones desarrolladas con las jefaturas de las áreas de salud fueron:
1. Evaluación de la situación e identificación de recursos
2. Evaluación de planes y programas, y de la capacidad de respuesta de la red de servicios
3. Establecimiento de prioridades y de acciones de promoción, prevención y recuperación de la salud
4. Movilización de cooperación técnica y financiera
5. Organización de Brigadas Operativas
6. Monitoreo y evaluación
Las Brigadas Operativas de Salud se formaron en el ámbito local, contaron con la coordinación del Jefe de Área, del Jefe de Distrito o del Director del establecimiento. Estas brigadas se integraron o recibieron el apoyo de personal local, de personal de las Prestadoras de Servicios de Salud (PSS), del IGSS, del Ministerio de la Defensa, de las universidades, las iglesias y las ONG. Sus funciones incluyeron la ejecución de programas de promoción, prevención, vigilancia y control de brotes de enfermedades, y recuperación de la salud en el terreno, los albergues y los establecimientos.
Con respecto a los mecanismos de coordinación para la distribución de insumos y medicamentos, las autoridades del Ministerio de Salud y del Programa de Accesibilidad de Medicamentos, conocido como PROAM, y a través de un representante en la CONRED, coordinaban el envío de material biomédico, medicinas y demás insumos para su correspondiente centralización en las bodegas determinadas en PROAM y la División de Ingeniería y Mantenimiento (DIM) y así ser distribuidos en los departamentos afectados.
3La información de este apartado fue obtenida del Programa de Recuperación de la Infraestructura en Salud del Ministerio de Salud y Asistencia Social. Este programa fue diseñado para responder a la demanda de la población ante los desastres naturales.
En términos generales, la red de servicios de salud sufrió pocos daños. En las áreas de salud afectadas por el huracán Mitch se detectaron necesidades de rehabilitación, reconstrucción, ampliación de edificios nuevos y equipamiento, en lo que respecta a puestos y centros de salud y hospitales. Estas necesidades corresponden a 107 comunidades en los departamentos con mayor prioridad, en los cuales se realizó una evaluación de la infraestructura de salud para determinar su estado.
Para responder a las necesidades detectadas, el Ministerio de Salud formuló un Programa de Recuperación de la Infraestructura en Salud afectada por la crisis, cuyo objetivo es mejorar las condiciones físicas y de equipamiento de servicios con el objetivo de lograr niveles óptimos en la atención de la población.
Rehabilitación: se plantea rehabilitar 50 puestos y centros de salud A y B en lo referente a infraestructura de edificios, sistemas de agua y elementos relacionados, sistemas de energía eléctrica, sistemas de ventilación, muros perimetrales y combate de plagas. Para ello, se cuenta con Q. 2.900.000 (US$ 436.090) provenientes de fuentes internas de financiamiento, y se requiere la inversión de Q. 6.000.000 (US$ 902.255) de fondos externos.
Reconstrucción: se determinó que dos edificios sufrieron daños considerables en su infraestructura física y de servicios. Para esto se estableció la necesidad de invertir Q. 500.000 (US$ 75.188), cuya fuente no se ha determinado.
Ampliación: se consideró que, de los edificios evaluados, 3 requieren ampliación de sus ambientes y servicios. Esto eleva la cantidad a un costo de Q. 550.000 (US$ 82.707).
Edificios nuevos: en uno de los municipios se determinó la necesidad de construir nuevamente el edificio del centro de salud, debido al deterioro crónico ocasionado por las lluvias de cada año, cuyo estado se agravó por el paso del huracán Mitch. El monto estimado para esta construcción es de Q. 2.000.000 (US$ 300.752).
Equipamiento: en ocho de los servicios evaluados, se detectó la necesidad de adquirir equipo y mobiliario nuevos debido a su carencia o deterioro. El costo estimado es de Q. 600 000 (US$ 90 225).
Hospitales: en el diagnóstico realizado en la zona de riesgos, se detectó únicamente la necesidad de la reconstrucción de un muro perimetral en el Hospital de Sololá. El costo estimado de esta acción es Q. 160 000 (US$ 24 060).
Con este programa se espera beneficiar a 475 121 habitantes distribuidos en 69 poblados en las zonas de riesgo afectadas por el huracán.
1. La presencia del desastre permitió realizar una evaluación de la infraestructura de los servicios de salud con el apoyo técnico-financiero de la OPS/OMS.2. Se realizó un estudio sobre la necesidad de rehabilitación de la red de laboratorios regionales en el país.
1. El abordaje de la emergencia fue institucional lo que permitió dar una respuesta inmediata, facilitando una cobertura rápida y efectiva de acciones integrales de salud a nivel nacional.2. Deben existir planes de mitigación de los servicios de salud, que permitan realizar evaluaciones periódicas y fortalecimientos de la infraestructura en riesgo.
1. Establecer una política nacional de certificación de la red de establecimientos de salud, basada en la identificación y fortalecimiento de las áreas críticas de la infraestructura de sus servicios.
4Datos provenientes del INFOM, la OPS/OMS y el MSPAS de noviembre-diciembre de 1998.
Las evaluaciones realizadas por el Instituto Nacional de Fomento Municipal (INFOM) después del paso del huracán Mitch, han determinado un total de 396 comunidades con sistemas dañados, lo cual afecta a 424.318 habitantes aproximadamente, y un total de 20.000 letrinas destruidas.
Muchas comunidades y municipios afectados no pudieron desinfectar adecuadamente el agua por no contar con suficiente cloro ni con compartimentos de cloro residual. Algunos municipios solicitaron asistencia técnica para desinfectar el sistema de agua, dado que no contaban con ningún operador encargado del sistema de tratamiento de agua.
Los albergues establecidos en el país no tenían recursos adecuados de agua y de saneamiento para las primeras semanas de la emergencia.
En el Plan de 100 Días del gobierno, una de las metas es: Dotar de agua potable a las comunidades afectadas y habilitar el 75% de los sistemas de agua, alcantarillado y letrinas dañadas, así como reconstruir el 50% de los sistemas destruidos (SEGEPLAN, 1998).
Como parte de dicho esfuerzo, el INFOM preparó un plan de contingencia para responder a los daños en el sector de agua y saneamiento, e implementó junto con la División de Saneamiento del Medio (DSM) una sala situacional durante las tres semanas de la emergencia. Complementariamente, la DSM preparó los planes de emergencia para el sistema de agua y saneamiento y para el control del cólera y la leptospirosis.
Sistemas de agua dañados
El INFOM y la DSM proporcionaron cloro, palas, pastillas de desinfección de agua, letrinas y otros equipos a los municipios y comunidades que solicitaron ayuda. El INFOM envió personal al interior del país para evaluar sistemas de agua y alcantarillado dañados en docenas de municipios, y el personal de la DSM participó en las brigadas de salud que viajaron a las regiones más afectadas para la atención de comunidades y albergues.
Sistemas de agua
La Agencia Internacional de Desarrollo de los Estados Unidos (USAID) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) trabajaron con las ONGs, y prestaron ayuda a comunidades afectadas por el huracán Mitch, proporcionando agua potable, substancias químicas para la desinfección, envases de almacenaje de agua, comparadores de cloro residual, letrinas y otros materiales.
Diversas ONGs tomaron acciones similares como, por ejemplo, el Plan Internacional que proporcionó 180 barriles de hipoclorito de sodio a 6 áreas de salud a petición del MSPAS; y en algunas comunidades, tales como Ixcán, se han preparado proyectos de agua y saneamiento con el fin de gestionarlos con las agencias donantes.
El INFOM ha iniciado la rehabilitación de los sistemas de agua y alcantarillado en más de 396 comunidades y ya se han cubierto más del 75% de las solicitudes de ayuda en 17 departamentos de la República. El monto invertido se eleva más allá de los US$ 642.127, los cuales provienen de fondos internos del INFOM y han estado dirigidos a la compra de materiales y a saldar gastos de operaciones, de servicios técnicos y de supervisión.
Costo de materiales donados para
desinfección de agua
En cuanto a la entrega de materiales de desinfección de agua, el INFOM y la DSM han atendido 256 solicitudes de las jefaturas y áreas de salud, mediante la inversión de sus recursos, cuya suma asciende a US$ 3.533,80 como mínimo (del INFOM), más el apoyo de otras instituciones nacionales por un monto de US$ 65.731 y US$ 248.783 de organismos internacionales (PNUD, UNICEF, OPS/OMS, Plan Internacional, la Unión Europea, etc.). La inversión total es de US$ 318.048.
El MSPAS y la DSM, en coordinación con el INFOM, han distribuido varios recursos de desinfección y saneamiento, tales como cloro, cal, palas y comparadores de cloro residual, en más de 20 de las 27 áreas de salud.
Con estas acciones, el INFOM y el MSPAS han logrado atender más de 552 solicitudes de diferentes comunidades del interior del país, y las actividades del INFOM para el restablecimiento de los sistemas de agua se han enfocado directamente a las áreas más afectadas, tales como Zacapa, Izabal, Chiquimula, Jalapa, Jutiapa, Santa Rosa y algunos municipios de Guatemala.
Asimismo, se firmaron dos convenios entre el INFOM y PNUD, cuyos fines son la utilización de fondos suizos y holandeses para la emergencia. Estos convenios incluyen recursos para la compra de cloro y la construcción de hipocloradores.
1. La sala situacional que desarrollaron la DSM y el INFOM fue muy útil para coordinar la logística de la situación. Así se evitó en gran medida la duplicación de esfuerzos y se generó un ambiente de solidaridad entre las instituciones. Asimismo, el informe semanal de emergencia que producía el INFOM jugó un papel importante en la planificación de acciones y la toma de decisiones.2. El diseño rápido de instrumentos para capturar información y transmitirla a las áreas de salud permitió contar con un diagnóstico temprano y el registro por regiones de las necesidades de substancias químicas para desinfección y de obtención de letrinas.
3. La agilización de la solicitud de donaciones y su rápida obtención permitió prevenir y controlar enfermedades diarreicas.
4. Las reuniones fronterizas de las autoridades de salud de Guatemala y de El Salvador fueron importantes para mejorar las comunicaciones y la coordinación entre ambos países, en particular, con el fin de mejorar el control y la atención de los casos de cólera.
5. Es importante el papel que jugaron las agencias internacionales para captar donantes y proveedores de insumos de saneamiento ambiental en los Estados Unidos.
6. El almacenamiento permanente de desinfectantes de agua y de equipo en los almacenes del INFOM y la DSM fue importante para la distribución rápida de este material a las comunidades afectadas.
7. La disponibilidad y el uso de datos epidemiológicos del Sistema de Información Gerencial en Salud (SIGSA) fueron importantes para dirigir los recursos de la DSM y del INFOM a las comunidades de alto riesgo.
8. La elaboración de planes de emergencia en agua, saneamiento ambiental y control de leptospirosis permitió una adecuada orientación técnica en los servicios de salud. Estos planes de emergencia también ayudaron en la elaboración y la distribución de guías de consulta y folletos para la desinfección del agua, para la disposición adecuada de excretas y para el manejo seguro de alimentos.
1. Se debe tener un banco de datos sobre organizaciones donantes que apoyen proyectos de saneamiento ambiental y sobre empresas que puedan ofrecer productos o insumos para la potabilización de agua y el saneamiento ambiental, entre otros. El objetivo de este banco de datos es que en momentos de emergencia se tenga disponible dicha información y se puedan satisfacer las necesidades emergentes de una manera ágil y rápida.2. Se debe fortalecer a las instituciones (en especial a la DSM) a nivel central, departamental y municipal.
3. El tema del agua y del saneamiento ambiental debe ser tratado con mayor atención, incluyéndose en los boletines que se editan en momentos de emergencia, con el objetivo de informar y orientar a la población sobre la situación y las medidas de prevención.
4. Se debe fortalecer la Unidad de Prevención de Desastres del MSPAS con la tecnología y logística necesarias para poder comunicarse y actuar con facilidad en momentos de desastres naturales.
5. Se debe fortalecer la coordinación entre la unidad de control de vectores y la DSM a escala nacional.
6. La DSM debe establecer de forma permanente una sala situacional que permita orientar su trabajo según las necesidades y prioridades nacionales.
7. La coordinación interinstitucional se debe ampliar, incorporando organizaciones como la Comisión Nacional de Medio Ambiente (CONAMA) y la AMSA (Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca y del Lago de Amatitlán), con el fin de estar preparados y poder responder a futuros desastres.
5La información de esta sección se basó en documentación proveniente del MSPAS y la OPS/OMS.
Guatemala es un país con alta incidencia y prevalencia de enfermedades diarreicas y, en los últimos años, el cólera se ha incrementado paulatinamente. Esto se debe, entre otras causas, a problemas con la disposición de excretas, a las fuentes y sistemas de agua, y a inadecuados hábitos alimenticios y de higiene. Cuando surgió la emergencia, estas condiciones se exacerbaron y uno de los peligros más importantes fue el cólera. De hecho, durante la crisis se vio que varios de los pacientes enfermos de cólera se habían infectado por la ingestión de alimentos contaminados.
En Guatemala, Mitch afectó a 14 de
los 22 departamentos. La zona este y la costa sur fueron las regiones más
afectadas del país.
Fotografía: Diario La Prensa, Honduras
En lo que respecta a la higiene y manipulación de alimentos, el Ministro de Salud envió a todos los servicios locales de salud, así como a los gobernadores departamentales y a los alcaldes municipales, un oficio circular en el cual se recordaba a todos la importancia de tomar acciones para mejorar y controlar la manipulación de alimentos, adjuntando las reglas básicas de inspección y control de alimentos. Asimismo, tanto México como Cuba enviaron funcionarios expertos con extensos conocimientos en el tema para apoyar las acciones de prevención y control.
Por iniciativa del ministro y del alcalde municipal de la capital, se inició una campaña para mejorar la higiene en los mercados, y como modelo se seleccionó el mercado La Terminal6, ubicado en la capital, por ser el mercado más grande y más complicado del país. Algunos pacientes de cólera en el interior de la República reportaron haber consumido alimentos en este mercado.
6La Terminal es una terminal de buses extraurbanos, al lado de un gran mercado con 5000 ventas fijas y 10.000 ambulantes. En el interior del mercado y en las áreas aledañas hay alrededor de 400 ventas de comida preparada y unos 900 manipuladores de alimentos. El mercado produce diariamente 200 toneladas de basura.
Cólera Casos por semana
epidemiológica 1997-1998
Las acciones tomadas fueron las siguientes:
· Establecimiento de un grupo interinstitucional de trabajo: MSPAS, IGSS, municipalidad.· Suministro de una ambulancia para captar los posibles casos de diarrea y darles tratamiento.
· Inspección y reinspección de las ventas de alimentos.
· Toma de muestras de alimentos de alto riesgo para su análisis de laboratorio.
· Capacitación para los manipuladores de alimentos.
· Organización de los vendedores del mercado con el apoyo de los líderes, quienes se comprometieron a la aplicación de las medidas de higiene.
· Limpieza general del mercado.
· Limpieza de tragantes.
· Intensificación de la extracción de basuras.
· Limpieza y desinfección de los sanitarios.
· Análisis de cientos de muestras provenientes de los distritos de salud por parte del laboratorio oficial del MSPAS.
1. Es primordial asegurar la buena coordinación entre el sector salud y las municipalidades. En la capital se logró por intervención del ministro y del alcalde y en los departamentos y municipios por las autoridades locales de salud.2. Los excelentes resultados obtenidos en el mercado La Terminal no han tenido seguimiento. Si no se da el mismo énfasis al seguimiento como al inicio de las acciones, el gran esfuerzo que se realizó casi está perdido.
3. En el interior de la República no se da suficiente atención al programa de control de alimentos.
4. En los mercados, la extracción de basura y la manipulación de alimentos es el problema principal.
5. El análisis de laboratorio es un apoyo importante para la inspección de alimentos. Sin embargo, el recurso es caro y es importante planificar adecuadamente la toma de muestras. El análisis debe utilizarse para comprobar la efectividad de las acciones tomadas y preferentemente para analizar las muestras de mayor riesgo.
6. Aunque previamente se ha capacitado al personal de salud y se han enviado por escrito las indicaciones sobre el particular, es difícil que estos criterios se apliquen. El resultado es que el laboratorio se ve inundado de muestras cuyos resultados no son útiles para el programa de control.
7. El apoyo internacional fue importante y, en general, no faltaron conocimientos en el país para elaborar un adecuado programa de trabajo.
8. La coordinación intersectorial e intrasectorial es básica para el control de los alimentos y sin ella, los programas de control no funcionan. Sin embargo, es un punto débil en casi todas las municipalidades.
1. Establecer una base legal que formalice la organización de comisiones interinstitucionales de alto nivel y a escala operativa, cuyo objetivo sea el control de alimentos a nivel central y local, con la participación de las municipalidades y de todos los sectores involucrados.2. Fortalecer el programa de control de alimentos a nivel de distritos de salud y a nivel de la dependencia especializada del nivel central.
3. Incluir un representante de las municipalidades en la Comisión Multisectorial de Alimentos.
4. Establecer a nivel internacional una estrategia de ayuda externa en casos de desastre, la cual, en consulta con el país, establezca y movilice recursos para satisfacer las necesidades reales.
7La información fue obtenida del Segundo Informe de la Representación de OPS/OMS del 27 de noviembre de 1998, del Informe Operativo del MSPAS sobre la Emergencia Nacional Semana No. 44 y del Programa de Reconstrucción de la SEGEPLAN.
Las áreas más afectadas por el huracán Mitch fueron: Alta Verapaz, Zacapa, Chiquimula, Jutiapa, Quiché, Petén e Izabal.
Se comparó la situación de salud existente entre la semana epidemiológica #43 (previa al huracán) y la semana epidemiológica #45 (15 días después del huracán). La comparación se realizó entre las 6 principales patologías notificadas por orden de frecuencia: infecciones respiratorias agudas (IRAS), diarreas, neumonía, cólera, malaria y dengue.
Una gran parte de asentamientos
humanos se encuentran en lugares inapropiados y vulnerables.
Fotografía: Diario La Prensa, Honduras
Enfermedades transmitidas por vía
digestiva Guatemala, 1998
Las IRAS fueron la principal causa de morbilidad registrada. En la semana #43, se habían registrado 9.592 casos a nivel nacional, para una tasa de morbilidad de 91,7 x 100.000 habitantes. En la semana #45 se reportaron 18.014 casos, representando un incremento del 88%, para una tasa de morbilidad de 172,3 x 100,000 habitantes.
Las diarreas reportadas en la semana #43, fueron 3.906 casos, para una tasa de morbilidad de 37,4 x 100,000 habitantes a nivel nacional. Para la semana #45, se notificaron 7.127 casos, que representa un incremento del 82%, para una tasa de morbilidad de 68,2 x 100,00 habitantes.
Las neumonías reportadas en la semana #43, fueron: 3.493 casos a nivel nacional, para una tasa de morbilidad de 33,4 x 100,000 habitantes. Durante la semana #45, se notificaron 5.599 casos, que representan un incremento del 60%, para una tasa de morbilidad de 53,5 x 100.000 habitantes.
En cólera, se reportaron 246 casos (sospechosos y confirmados) en la semana #43, para una tasa de morbilidad de 2,4 x 100.000 habitantes, con 16 defunciones (tasa de mortalidad de 0,2 x 100.000) y letalidad de 6,5%. En la semana #45 se reportaron 530 casos de cólera, lo que representó un incremento del 115,4%, para una tasa de morbilidad de 5 x 100.000 habitantes. Durante el mes de noviembre (post huracán) se registraron 26 brotes de cólera, que afectaron a 400 personas con 17 fallecidos para una letalidad de 4,2%.
Distribución de las 10 primeras
causas de enfermedades reportadas por áreas de salud Semana 44 (del 2 al 8 de
noviembre de 1998)
En malaria se reportaron 1.954 casos en la semana #43, con una tasa de morbilidad de 18,7 x 100.000 habitantes. En la semana #45, se reportaron 2.261 casos, lo que representó un incremento del 16%, para una tasa de morbilidad de 21,6 x 100.000 habitantes.
En la Semana #43 se reportaron 92 casos de dengue clásico, para una tasa de morbilidad de 0,9 x 100.000 habitantes. No se reportaron casos de dengue hemorrágico. En la semana #45 se reportaron 163 casos de dengue clásico, lo que representa un incremento del 77%, para una tasa de morbilidad de 1,6 x 100.000 habitantes.
El Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social definió un listado de medicamentos básicos, el cual se ha ido ajustando de conformidad a la morbilidad, existencia de medicamentos en las áreas afectadas, adquisiciones y donaciones recibidas. El Gobierno asignó Q3.000.000 para la compra de medicamentos y otros insumos (en el momento del desastre el cambio de moneda era Q6,65 por US$ 1).
Cuadro 3 |
||
|
Programas |
Beneficiarios |
Programa nacional de inmunizaciones |
7.280.689 | |
Prevención y atención del dengue |
1.206.649 | |
Prevención y atención de malaria |
6.928.286 | |
Control y tratamiento de enfermedades zoonóticas |
2.800.000 | |
Prevención de enfermedades diarreicas y cólera |
5.641.619 | |
Prevención y atención de enfermedades de la piel |
2.800.000 | |
Rehabilitación de centros y puestos de salud |
2.800.000 | |
Programa nacional de comunicación social en salud |
6.910.668 | |
Programa en logística y movilización social |
475.121 | |
Equipamiento para tratamiento ambulatorio |
2.800.000 |
Cuadro 4 | |||
Actividades |
Total todo el país (27 áreas) |
Áreas de salud de alto riesgo |
% |
Abatizaciones |
91.321 |
68.857 |
75 |
Nebulizaciones |
33.885 |
25.103 |
74 |
Exámenes de gota gruesa |
16.307 |
10.057 |
62 |
Aplicación de insecticidas (rociado domiciliar) |
13.540 |
8.135 |
60 |
Inmunizaciones |
13.540 |
286.409 |
58 |
Aplicación de larvicidas |
13.540 |
45.018 |
55 |
Protección y destrucción de muestras de aguas blancas, negras y alimentación en riesgo (acueductos) |
13.540 |
836 |
43 |
| |||
FUENTE: Informe de Brigadas Operativas de Salud y Áreas de Salud al SIGSA |
Se rehabilitaron los sistemas de agua en más de 136 comunidades y el monto invertido para ello alcanzó Q2.946.565.
Se desarrollaron planes de contingencia sobre agua y saneamiento ambiental; elaboración de guías para el tratamiento de las enfermedades transmisibles por agua; recomendaciones técnicas para la potabilización de agua con cloro líquido.
Las acciones emprendidas se concentraron en la ejecución de 10 programas, con los cuales se cubrió al total de la población en riesgo inminente y se aprovechó para extender dichos programas a nivel nacional.
La vigilancia epidemiológica se realizó como parte del plan y del programa desarrollados por el Ministerio, los cuales fueron descritos sucintamente en el apartado sobre Coordinación del sector salud. El éxito que ellos alcanzaron está íntimamente relacionado al acertado desempeño que tuvieron las brigadas, que con diferentes fines se integraron en los servicios de salud a nivel departamental.
A nivel central se estableció un grupo integrado por los jefes de programas normativos, cuyo fin era analizar la información epidemiológica que fue procesada por otro grupo en el que participaba la OPS/OMS. Este trabajo permitía que se apoyara a las jefaturas de área desde los programas normativos. A su vez, producía un informe diario y un informe semanal técnico-operativo sobre el huracán Mitch.
Se utilizó el Sistema de Información Gerencial de Salud (SIGSA), modificándose la regularidad con la que se redactaban los reportes epidemiológicos. Estos pasaron de ser reportes semanales a ser reportes diarios. Además, se establecieron prioridades según las enfermedades para su vigilancia epidemiológica y éstas fueron: malaria y dengue, infecciones respiratorias agudas y neumonías, diarreas y cólera, y leptospirosis. A las pocas semanas, por disposición ministerial, se regresó a la periodicidad acostumbrada, y el proceso de acopio y transmisión de información epidemiológica se regularizó.
Los instrumentos utilizados fueron los que usualmente se usan (SIGSA), pese a que en un momento el apoyo mexicano intentó utilizar los instrumentos que ellos habían diseñado para emergencias o crisis como las del huracán Mitch.
La comunicación durante la crisis se llevó a cabo por vía telefónica, y este fue el medio utilizado por el nivel central para dar indicaciones técnico-normativas a las jefaturas de área sobre lo que se debía hacer conforme a la información analizada a escala central.
Debido al cambio de periodicidad que se impuso en los reportes epidemiológicos de los servicios de salud, la información que se recibía diariamente provenía aproximadamente del 50% de las jefaturas de área, y la información semanal procedía del total de 27 áreas. Esto ocasionó problemas a la hora de comparar los datos.
Los programas del Ministerio de Salud aprovecharon la información obtenida para dar indicaciones locales o a las jefaturas de área de acuerdo a los análisis epidemiológicos que se realizaban.
El personal de las jefaturas de área tomó la actitud apropiada y tuvo la reacción adecuada a las exigencias de trabajo y de vigilancia epidemiológica que la emergencia exigía.
El reporte de mortalidad se realizaba mensualmente y formaba parte del SIGSA. Ello significó que la información sobre la salud del país no reportó muertos inmediatamente después de la crisis, a excepción de ciertas patologías en que la notificación obligatoria es inmediata o semanal (por ejemplo: cólera, rabia, sarampión, polio).
Asimismo, aunque la organización generada por el Sistema Integral de Atención en Salud (SIAS) no fue utilizada en todo su potencial, las brigadas institucionales dieron un importante apoyo en el momento de la emergencia.
1. La coordinación intersectorial fue sumamente importante y fue uno de los aspectos positivos de la reacción ante la crisis. Fue determinante para la eficiencia y eficacia de la misma.2. La modificación en la periodicidad con que se generaban los reportes, de semanales a diarios, afectó la eficiencia en la recopilación y transmisión de la información al nivel central.
3. Se evidenció que cuando se coordina y planifica el sector salud junto con otros sectores, se genera la capacidad de enfrentar grandes catástrofes.
4. Durante la crisis se contó con el oportuno apoyo técnico y logístico para hacer frente a las necesidades que iban surgiendo.
5. El nivel central tuvo que modificar una parte del SIGSA para que la forma de recabar información epidemiológica se adaptara a las necesidades de la emergencia. Dichos cambios van a quedar registrados en el sistema de información para aplicarlos a futuras catástrofes.
Según la CEPAL, 6000 viviendas
fueron totalmente destruidas, en su mayoría de material liviano y muy
precarias.
Fotografía: Diario La Prensa, Nicaragua
1. Se debe mejorar el SIGSA para superar los déficits detectados, en especial el relacionado al registro de brotes de enfermedades.2. Debe quedar permanente el equipo de análisis de información que se aplicó a nivel central para la emergencia, ya que logró interrelacionar o articular de manera efectiva los programas del Ministerio de Salud, de las áreas de salud y del nivel central.
3. Se debe evaluar también la posibilidad de establecer mecanismos permanentes de apoyo técnico interdisciplinario a las áreas de salud, como es el caso de las brigadas diseñadas para la emergencia.
4. Se debe mejorar la vigilancia epidemiológica para algunas morbilidades que son prioritarias para el país, tales como la leptospirosis.
5. Se debe fortalecer la capacidad operativa de los laboratorios, dado que hubo problemas con la confirmación de casos. De hecho, en algunos departamentos del país existió una gran diferencia entre los casos sospechosos y los confirmados.
6. Se debe aprovechar la organización comunitaria desarrollada por el Sistema Integral de Atención en Salud (SIAS) y generar liderazgo, capacidad de conducción y coordinación Ínter e intrasectorial.
8La información de esta sección se basa en informes de la OPS/OMS y del consultor de SUMA que estuvo en el país apoyando la aplicación del programa.
El Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social definió un listado de medicamentos básicos para enfrentar la emergencia derivada del paso del huracán Mitch por Guatemala. Esta lista se fue ajustando de conformidad a la morbilidad, existencia de medicamentos en las áreas afectadas, adquisiciones y donaciones recibidas.
Los donativos procedentes de los organismos de las Naciones Unidas respondieron a las necesidades planteadas en la lista básica de medicamentos. Sin embargo, éste no fue el caso de los medicamentos provenientes de países amigos y del sector privado, los cuales enviaron medicamentos que no se ajustaban a las necesidades, sus cantidades eran mínimas, y en algunos casos, estaban vencidos o próximos a vencer, con la consecuente problemática que esto conlleva para las autoridades de salud. Un ejemplo de esto fue un donativo valuado en Q. 89.000 (US$ 13.906), del cuales sólo un 40% respondía a las necesidades de medicamentos y otros insumos para la emergencia.
Parte de los problemas en las donaciones pudo deberse a que en el inicio de la emergencia no se publicaron por todos los medios de comunicación las necesidades de medicamentos y el lugar de recepción de los mismos, lo cual condujo a los problemas planteados.
La situación general a la que se enfrentó SUMA se caracterizó por los siguientes puntos:
1. Dificultad para el registro continuo y actualizado de los suministros disponibles.2. El registro de los suministros se realiza predominantemente de manera mecánica y, en algunos casos, computarizada, aunque en programas poco flexibles.
3. Limitación en la logística tecnológica para el manejo de los registros.
4. Ausencia de un sistema de manejo de suministros único y homogéneo para el registro adecuado de la ayuda humanitaria.
5. Horario parcial de trabajo para el manejo de los suministros en las áreas en donde se establecieron.
6. Personal con entrenamiento deficiente en el manejo de ayuda humanitaria.
7. Heterogeneidad en los criterios técnicos para el manejo de suministros.
Durante la emergencia no se
utilizó el programa SUMA para manejar las donaciones. El registro de los
suministros fue muy deficiente.
Fotografía: Diario Siglo XXI, Guatemala
Por disposiciones gubernamentales, la Comisión Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED) recibió toda la ayuda internacional y nacional, la clasificó y posteriormente la distribuyó a las zonas de desastre, aun cuando existieron otros centros de acopio para la recepción de ayuda humanitaria.
En el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) existe una bodega central para el manejo de suministros en el Programa de Accesibilidad a Medicamentos (PROAM). Esta bodega está dividida en dos sectore: uno está designado como Bodega de Compras y el segundo como Bodega de Donaciones.
Durante la emergencia del huracán Mitch, no se utilizó el programa SUMA para manejar la información sobre donaciones de insumos y distribución de los mismos a las diferentes áreas declaradas en estado de emergencia, a pesar de estar instalado en el sistema de la CONRED y de contar con 62 personas capacitadas para su uso.
Se utilizaron hojas electrónicas generalmente creadas en Excel para el manejo de información y cada institución (Ministerio de Salud, Vicepresidencia de la República, INFOM, CONRED, organismos internacionales) desarrolló por separado sus propias hojas. Ante esa diversidad de datos, se requirió el apoyo de un experto en el programa SUMA.
Dicho experto comenzó a trabajar cuatro días después de que surgiera la emergencia. Concentró su asesoría en el Ministerio de Salud, debiendo iniciar todo el proceso: instalación del programa, capacitación de personal para la alimentación de datos, recolección de información, etc.
1. Ausencia de recursos humanos capacitados en SUMA. Había 62 personas entrenadas en el manejo de SUMA a escala nacional, 20 de ellas pertenecen al MSPAS, pero no se obtuvo su apoyo para la utilización del software, lo cual repercutió en el proceso de aplicación del sistema.2. Limitación en la logística de equipos y materiales para los procesos de identificación, clasificación y reparto de suministros.
3. Los recursos humanos que trabajan en las bodegas eran insuficientes y ejecutaban diversas labores, lo cual retrasaba el proceso de manejo de suministros, el ingreso de datos a SUMA y el envío de la ayuda.
4. Registro deficiente de la ayuda humanitaria, tanto para el proceso de ingreso a las bodegas, como para su correspondiente traslado a las zonas de desastre, evidenciándose así un registro insuficiente de datos.
5. La sistematización del trabajo en las bodegas presenta carencias en cuanto a la integración adecuada y la respuesta oportuna a las zonas de desastre.
6. Carencia de un programa integral para el manejo de los suministros.
La información generada representó la consolidación de las donaciones de medicamentos y productos médico-quirúrgicos menores y de las compras llevadas a cabo por el Ministerio de Salud para responder a la emergencia. Asimismo, ya se contaba con información esencial elaborada en hojas electrónicas, razón por la que el programa SUMA no se aplicaba.
En el caso del gobierno, el Ministerio de Salud utilizó los cuadros consolidados. La comunidad internacional no usó el programa. El Sistema de Naciones Unidas conoció las ventajas del programa, pero al no ser utilizado por el gobierno en forma global, no llegó la información de donaciones que podría haber sido generada en el programa SUMA.
1. Las instituciones involucradas en hacer frente a los desastres consideran al programa SUMA como una herramienta de gran valor para el manejo de las donaciones. Sin embargo, a pesar de tener el programa instalado en la CONRED y de contar con personal capacitado en su manejo, no existe sensación de pertenencia, lo cual se demuestra al no utilizarse el programa SUMA.2. Varias personas capacitadas no se encuentran dentro del sistema o están ocupando otras posiciones, lo cual no permitió involucrarlas en el manejo del programa. Por lo tanto, es necesario contar con personal capacitado en la metodología del programa SUMA, que esté identificado antes de que suceda una emergencia y que pertenezca a un nivel técnico-operativo.
3. Debe establecerse una organización a escala nacional que permita que SUMA opere oportunamente y con todas las facilidades técnico-operativas.
4. Se verifica nuevamente que el mayor problema al que se enfrenta un país después de un desastre es el manejo de suministros.
1. Es necesario reforzar la coordinación entre las diferentes instituciones y los lazos de cooperación entre los organismos gubernamentales y no gubernamentales, con el propósito de establecer una política de intercambio de información.2. Sin el apoyo político y un equipo nacional fortalecido y plenamente familiarizado con los procedimientos de llegada de suministros a un país, siempre se va a contar con una información parcial de la ayuda humanitaria recibida directamente en los puertos de entrada. Es necesario que las autoridades nacionales e internacionales involucradas en la recepción de suministros tomen las iniciativas necesarias para poner en funcionamiento un sistema de manejo de suministros desde el principio de la operación.
3. Si bien el personal en las instituciones varía en las disciplinas y existe dificultad para mantener un contacto directo, se debe aprovechar las ventajas de la tecnología (Internet) para mantener un contacto más fluido con los usuarios del sistema.
4. Se recomienda el establecimiento de estrategias nacionales articuladas dentro del proceso de preparativos para desastres del Estado.
5. Se deben preparar equipos de capacitación de SUMA y diseñar una estrategia y una metodología de trabajo estándar para el manejo de suministros.
6. Es esencial diseñar un programa nacional para el manejo de suministros.
7. Es necesario continuar las capacitaciones con el apoyo directo de las instituciones comprometidas en el manejo de suministros. De este modo, se facilitará el proceso de aplicación del sistema y de recibimiento de los requerimientos de las instituciones usuarias.
8. Se debe dar seguimiento a las Bodegas SUMA establecidas en el MSPAS para continuar con el proceso de registro.
9. Es necesario que el MSPAS capacite a un núcleo de personas en el manejo de suministros en situaciones de emergencias y desastres, teniendo en cuenta la experiencia adquirida.
9La información de esta sección está basada en informes de la OPS/OMS y en el documento sobre Misión Interinstitucional para preparar la propuesta de un programa conjunto de apoyo a la reconstrucción y transformación de la Región III de Guatemala (Borrador para discusión).
El Sistema de Naciones Unidas en Guatemala ha tenido un trabajo corporativo importante. Antes de la crisis, ya se habían constituido diferentes grupos temáticos, lo cual ayudó a la reacción coordinada que el sistema tuvo antes, durante y después de la crisis.
El grupo temático de salud coordinado por la OPS/OMS ha estado conformado por PNUD, UNICEF, FNUAP, AID, GTZ y la Unión Europea. Durante la crisis, el grupo se reunió cuatro veces conducido por el Ministerio de Salud. Se crearon varios grupos de trabajo: Vivienda e Infraestructura, Macroeconomía y Empleo, Población, Desarrollo Rural, Saneamiento Ambiental, Salud y Educación.
La capacidad de coordinación de los grupos y el trabajo en equipo de las agencias del Sistema de Naciones Unidas con otros organismos internacionales se ha visto fortalecido por la coyuntura.
Antes de la emergencia, el sistema de Naciones Unidas había iniciado la actualización del plan global de coordinación y había contratado a una empresa para actualizar los respectivos planes de emergencia, sin que esto representara un desembolso para las diferentes agencias del sistema. Se habían iniciado las negociaciones entre las agencias a escala local con el fin de presentar la propuesta sobre el establecimiento del puesto de Oficial de Seguridad del Sistema de Naciones Unidas, con el papel primordial de coordinación y de fuente de información. Aunque cada agencia realizó esfuerzos para agenciarse de sistemas alternativos de comunicación, fue evidente la necesidad de utilizar tecnología que sea menos vulnerable a los desastres, como por ejemplo teléfonos vía satélite (SmartSat), útiles en caso de que el país quedara incomunicado.
Para apoyar la reconstrucción y transformación de una de las regiones más afectadas del país, el Sistema de Naciones Unidas está preparando una misión interinstitucional para desarrollar un programa de trabajo en la Región III, integrada por los departamentos de Chiquimula, Zacapa, Izabal y el Progreso. Este programa contemplará las prioridades temáticas y geográficas de intervención, la participación de los diferentes actores e instituciones y la temporalidad del programa.
10Esta sección se basa en informes preparados por la OPS/OMS sobre la crisis que originó el huracán Mitch.
La comunidad internacional respondió inmediatamente ofreciendo ayuda para la atención del desastre. Con posterioridad a la crisis, el país fue visitado por el Secretario Adjunto de las Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios y las misiones de la CEPAL y la Unión Europea. Asimismo, se hizo presente el gobierno de Francia a través del Presidente Chirac, el gobierno de España por medio del Príncipe de Asturias y el gobierno de Estados Unidos a través de la Primera Dama, la señora Hillary Clinton.
Algunas de las acciones propuestas por las diferentes misiones coincidieron con otras iniciativas también auspiciadas localmente por el Banco Mundial y por el BID. A continuación, se presentan los ofrecimientos que presentaron los diferentes representantes de países y organismos:
El Banco Mundial, a través de su representante local, acordó negociar el financiamiento de proyectos en salud basándose en la reconversión de créditos del Banco. Se acordó que las acciones en salud estuvieran dirigidas hacia las siguientes actividades: 1) saneamiento básico, 2) radiocomunicaciones, 3) rehabilitación de la red de laboratorios regionales y 4) rehabilitación de centros de salud.
Saneamiento básico: para esta actividad el INFOM consideró financiación para:
· Evaluación y reparación de sistemas de agua potable.
· Evaluación y reparación de sistemas de alcantarillado.
· Vigilancia y control de la calidad del agua.
Valor: Q. 25.000.000 (US$ 3.759.398,5)
Radiocomunicaciones: sujeto al estudio que realizará la Unión Europea a solicitud del gobierno.
Rehabilitación de la red de laboratorios regionales: para esta actividad el estudio realizado por el Laboratorio Nacional de Salud del Ministerio de Salud consideró financiación para:
· Adquisición de equipos, elementos reactivos y medios de cultivo.
· Reparaciones de edificios.
Valor: Q. 16.000.000 (US$ 2.406.015,04)
Rehabilitación de centros de salud: pendiente del informe de conformidad a lo expresado por el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social.
Total de la financiación requerida hasta la fecha: Q. 41.000.000 (US$ 6.165.413,5)
La Unión Europea (UE) llevó a cabo una misión en noviembre encabezada por la Sra. Emma Bonino. La UE inició conversaciones con el gobierno para tratar de evaluar las áreas hacia las cuales debería dirigirse la fase de reconstrucción con el apoyo de la UE. Se indicó que 100.000.000 de ECUS (US$ 120.000.000) se destinarían a la reconstrucción de Centroamérica y que una parte sustantiva de ellos sería desembolsada a través de las ONG.
Francia, a través del presidente Chirac, anunció la condonación de la deuda de Guatemala con Francia por un monto de 55 millones de dólares, así como la participación de personal de rescate y de un buque hospital para la atención del desastre en Izabal.
España, a través del Príncipe Felipe de Borbón, anunció la donación de US$ 9.000.000 para Guatemala. Estos fondos serán destinados a la rehabilitación productiva del país y serán canalizados por las ONG. Además, el gobierno español está estudiando la posibilidad de condonar la deuda de Guatemala contraída con ese país.
Estados Unidos, por medio de la Señora Hillary Clinton, entregó aportes de US$ 13,5 millones para programas de educación y salud dirigidos especialmente al sector indígena. De ellos, US$ 1,6 millones estarán destinados al Programa Mother Care y a la donación de un monitor fetal para el hospital Hermano Pedro de Bethancourth.
1. El alerta y la respuesta nacional del Ministerio de Salud para disminuir los efectos del huracán Mitch pueden considerarse como positivas, pese a los daños y pérdidas humanas y materiales que lamentablemente no fue posible evitar.2. La experiencia acumulada debe aprovecharse de manera sistemática en el país, lo cual permitiría que se reaccionara con mayor eficacia y pertinencia ante los desastres naturales.
3. Aunque se desarrollan planes y programas para preparar a los servicios de salud para hacer frente a los desastres, se requiere que estos incorporen áreas como la mitigación y la evacuación, y que se les de continuidad en el tiempo.
4. El personal de salud fue muy consciente en su labor durante la crisis e hizo grandes esfuerzos por reducir el impacto que tuvo el huracán en las condiciones de salud de la población.
5. La coordinación intersectorial y las experiencias previas a todos los niveles fueron un elemento clave para lograr el éxito que se tuvo en el alerta y la respuesta ante el huracán.
6. Si bien en la actualidad existen avanzadas tecnologías de comunicación como Internet y correo electrónico, la radio y el teléfono todavía deben considerarse en la planificación como herramientas muy útiles para los casos de emergencia. En particular, se hizo evidente la importancia de la comunicación por radio.
7. Aunque se organizó y actuó rápidamente a escala central, el nivel departamental o local es el que lleva a cabo las acciones inmediatas ante un desastre. El conocimiento y la preparación de una emergencia a esos niveles son elementos cruciales para reducir el impacto de fenómenos naturales.
8. El comportamiento y las dimensiones de los fenómenos naturales son impredecibles. En los últimos años se han identificado nuevos fenómenos, tales como la Corriente del Niño, que afectan de una manera nunca antes conocida a la naturaleza y a las condiciones de vida de las sociedades, por lo que prepararse para prevenir o mitigar su impacto es cada vez más urgente.
1. Con la emergencia se crearon nuevas estructuras que han demostrado tener grandes resultados en términos de coordinación y logros técnicos. Por lo tanto, valdría la pena valorar su permanencia.2. Se deben formular planes e integrar comités de emergencia, así como dar seguimiento a estos y a los previamente existentes, involucrando aspectos de coordinación interinstitucional, capacitación, simulacros, mitigación y evacuación, entre otros.
3. Se deben formular y poner en práctica planes de fortalecimiento de las redes de comunicación que funcionaron durante la crisis, y equiparlas con radios o con la tecnología que se considere adecuada.
4. Si bien se debe fortalecer el nivel central en cuanto a la preparación para desastres, es evidente la prioridad que tiene el nivel departamental y local, dado que es el primer contacto y la línea de acción inmediata ante una crisis.
5. La capacidad técnica acumulada y los aportes externos que aumentan nuestra capacidad de respuesta deben ser aprovechados de la mejor manera posible en momentos de emergencia.
6. Sistematizar la experiencia de la crisis generada por el huracán Mitch con el fin de retroalimentar los planes ya diseñados y ayudar a mejorar nuestra capacidad de respuesta.
7. Se debe definir de antemano el sistema de información a utilizar durante una catástrofe, en lugar de improvisarlo en el momento.
8. Estudiar y actualizar las recomendaciones nacionales e internacionales que están definidas para casos de desastre, con el propósito de conocerlas y poderlas aplicar en momentos de crisis.
Figure
El huracán Mitch en Belice
Preparado por Carlos Fuller para la Organización Panamericana de la Salud, Representación de Belice
El huracán Mitch planteó una amenaza seria para Belice durante la última semana de octubre de 1998. Aunque el huracán no azotó al país, suscitó una respuesta extraordinaria del gobierno, los organismos de apoyo y el pueblo de Belice. Fue causa de la evacuación más numerosa jamás realizada en este país. En el presente informe se examinan el Plan de preparación de Belice para huracanes, su ejecución, la amenaza del Mitch, la eficacia de la respuesta, la evaluación del gobierno de su respuesta, las lecciones para aprender y las recomendaciones para mejorar los planes de Belice de preparación para huracanes y para casos de emergencia y de desastre en general. El informe se basa en la publicación Belize Disaster Management Plan/Hurricane Preparedness (Plan de Belice para la gestión de desastres. Preparación para huracanes, vol. I, revisado en julio de 1997), los informes de varios Comités de Operaciones y organismos que respondieron a la amenaza, las recomendaciones al ministro principal, la correspondencia interministerial acerca de la respuesta y los esfuerzos de recuperación, y la correspondencia personal con funcionarios de los sectores públicos y privados.
El presente documento se publica a título de registro de las medidas adoptadas ante la amenaza del Mitch. Los organismos que intervienen en casos de desastre podrían utilizarlo al refinar sus planes de preparación en esta materia. Es posible que la Organización Nacional de Gestión de Emergencias (NEMO) tenga en cuenta este informe, junto con sus recomendaciones, cuando revise el Plan Nacional para Emergencias.
La Oficina del Primer Ministro y del Ministro Principal, los ministerios de Relaciones Exteriores, de Desarrollo Económico, y de Salud, y la Fuerza de Defensa de Belice prestaron asistencia excepcional, entre otras cosas, proporcionando gráficos al Centro de Información Territorial y al Servicio Meteorológico Nacional.
Belice cuenta con un plan de preparación para huracanes desde los años sesenta, que se adoptó como consecuencia de las calamidades ocasionadas por los huracanes en varias ocasiones. Huracanes memorables que han devastado Belice son el de 1931, el Janet en 1955 y el Hattie en 1961.
Mapa de Belice
El plan se ha actualizado varias veces, pero en 1997 fue objeto de una revisión fundamental. En él se prevé que una Organización Nacional de Gestión de Emergencias (NEMO) se encargará de poner en práctica el plan de Belice para emergencias. La NEMO está integrada por los miembros del gabinete y presidida por el primer ministro. El secretario del gabinete desempeña la secretaría de la NEMO. Su cometido es informar al primer ministro sobre cualquier amenaza potencial de emergencia y recomendar la activación de la NEMO. También se ocupa de velar por que el país esté siempre preparado para responder a los desastres.
El plan prevé, además, la creación de una Oficina Nacional de Gestión de Emergencias, que comprende un coordinador nacional de operaciones en casos de desastre, el personal operativo y los presidentes de los diez Comités de Operaciones. Hasta la fecha (febrero, 1999) no se ha nombrado al coordinador nacional y no se cuenta ni con personal ni con una oficina exclusivos. El secretario del gabinete es el coordinador nacional de operaciones en casos de desastre y delega las funciones cotidianas usuales de la gestión de desastres al personal de otros ministerios y departamentos del Estado.
La NEMO cuenta con diez Comités de Operaciones que entran en funciones en diferentes etapas de una emergencia:
· el Comité de Educación, Comunicación y Advertencia;
· Medidas Médicas y de Socorro;
· Vivienda y Albergue;
· Búsqueda, Rescate y Aprobación Inicial;
· Servicios Públicos;
· Recolección, Control y Distribución de Alimentos y Materiales;
· Evaluación Inicial y Evaluación de Daños;
· Asistencia del Exterior;
· Transporte;
· Ambiente.
Un secretario permanente preside cada Comité de Operaciones. Cada distrito, cada poblado y la ciudad de Belice están obligados a tener su propio Comité de Operaciones para Emergencias. En cada municipio el alcalde preside el comité local. El primer ministro nombra a los presidentes de los comités distritales. Los comités deben funcionar en coordinación con la NEMO (véase la figura 1).
Cada comité se encarga de confeccionar su plan de intervención para emergencias. El Reglamento de Servicios Públicos estipula que cada ministerio y cada departamento del gobierno están obligados a preparar planes para emergencias de toda índole (párrafos 194 y 195 del Reglamento de Servicios Públicos, No. 153, 1996).
El Plan de Preparación para Huracanes contiene normas escritas explícitas para la activación de la NEMO y del plan para emergencias, que tiene cuatro fases.
La primera fase se declara si
(1) hay una depresión tropical al sur de los 21 grados de latitud Norte y al oeste de los 80° de longitud Oeste, o(2) hay una tormenta tropical o un huracán al sur de los 21 ° de lat. N y entre los 80° y 83° de long. O, o
(3) una tormenta tropical o un huracán llegarán a las costas de Belice en un plazo de 36 horas.
La segunda fase se declara si
(1) hay una tormenta tropical o un huracán al sur de los 20° de lat. N y entre los 83° y 85° de long. O, o(2) una tormenta tropical o un huracán llegarán a la costa beliceña en un plazo de 24 horas.
Figura 1
La tercera fase se declara si la tormenta tropical o el huracán están al sur de los 20° de lat. N y al oeste de los 85° de long. O, o si se espera que el sistema azote al país en cuestión de horas. Las latitudes y longitudes mencionadas sirven únicamente como elemento de juicio para tomar las decisiones al declarar las fases del plan para emergencias. El tiempo que se necesita para ejecutar las acciones de preparación para el huracán es el factor crítico. Este elemento desempeña una función mucho más importante en la advertencia que emite el meteorólogo jefe a la NEMO.
La cuarta fase se declara cuando el sistema ya no representa una amenaza para el país.
El plan estipula que el jefe de Meteorología informará al primer ministro de todas las tormentas que se aproximen al país cuando se localicen al sur de los 21° N y al oeste de los 75° O. Esta información también se transmite a ciertos organismos, como las compañías de servicios públicos y la Fuerza de Defensa de Belice (BDF), puesto que precisan de más tiempo para desplegar sus recursos en respuesta a las emergencias.
El plan dispone un sistema de banderas de advertencia que se usan para anunciar cada fase izándose en centros de señales designados en el plan.
Todos los años, antes del comienzo de la temporada de huracanes, el gobierno publica un folleto sobre estos meteoros. Contiene una lista de los nombres que se les darán a los huracanes, los refugios a los que habrá que acudir dado el caso, un gráfico de seguimiento del huracán, e información útil para responder al riesgo de los huracanes.
Se prevé que los Comités de Operaciones y las Organizaciones de Distrito y de Belmopan para Emergencias preparen sus planes antes del comienzo de la temporada de huracanes y los presenten al coordinador nacional de operaciones para casos de desastre.
El plan enumera las responsabilidades de los comités pertinentes durante cada fase de la emergencia. Sin embargo, no enumera las acciones que habrá que efectuar para cumplir con esas responsabilidades. Esa labor se delega a los presidentes de los Comités de Operaciones, encargados de elaborar los planes para emergencias de sus respectivas jurisdicciones.
La sede de la NEMO se encuentra en la Oficina del Primer Ministro. En caso de emergencia nacional, se establece un Centro Logístico Nacional para Emergencias en el Nuevo Edificio Administrativo, en Belmopan. El plan indica los organismos y el personal requeridos para atender el Centro, y especifica sus funciones.
Aunque Belice cuenta con un plan de gestión de desastres, no tiene ningún funcionario de tiempo completo dedicado a la gestión de emergencias ni tampoco un centro de control dedicado exclusivamente a emergencias.
El nombre genérico de las depresiones tropicales, las tormentas tropicales y los huracanes es ciclón tropical. Las corrientes atmosféricas impulsan los ciclones tropicales como si fueran las comentes de un río. Durante el verano, estas corrientes suelen empujar los ciclones tropicales en una trayectoria oeste-noroeste, haciéndolos virar gradualmente hacia el norte y por último al nordeste, donde se disipan sobre las aguas frías del Atlántico Norte. Sin embargo, las trayectorias se tornan más erráticas en octubre y noviembre debido a que la atmósfera se halla en transición del verano al invierno boreal.
La depresión tropical que posteriormente se intensificaría para convertirse en el huracán Mitch se formó la noche del miércoles 21 de octubre de 1998 en el sudoeste del mar Caribe, al nordeste de Colombia. Desde el principio, las comentes atmosféricas que impulsarían al Mitch fueron muy débiles. Primero, su trayectoria formó un bucle en sentido contrario al de las manecillas del reloj y luego empezó a desplazarse hacia el norte. En determinado momento incluso se desvió al este para seguir luego al norte. Sin embargo, fue evidente que con el tiempo el huracán empezaría a desplazarse hacia el noroeste para dirigirse a la península de Yucatán.
Las aguas del Caribe occidental estaban excepcionalmente templadas. Si se daban las condiciones atmosféricas adecuadas, era probable que el Mitch se convirtiera en un fuerte huracán de categoría 3, o más. Ambas predicciones se cumplieron: rumbo al norte, hacia Jamaica, el Mitch se intensificó rápidamente alcanzando el viernes por la tarde la clasificación de huracán. El sábado comenzó a virar hacia el noroeste mientras continuaba intensificándose. Siguiendo una trayectoria más inclinada al oeste, el domingo 25 el Mitch pronto se convirtió en un huracán violento: su fuerza aumentó hasta alcanzar la categoría 5, la máxima de la escala. Pero no se detendría allí. El lunes, el Mitch produjo vientos de 290 km por hora, convirtiéndose en el cuarto huracán más intenso jamás registrado en la cuenca del Atlántico y el huracán más intenso del mes de octubre en la historia de Belice.
En esta etapa el Mitch se estaba dirigiendo lentamente hacia Belice. Había indicios de que esa semana tocaría tierra en algún lugar de la península de Yucatán. Las corrientes que impulsaban el huracán seguían siendo muy débiles. Aunque la información con que se contaba sugería diferentes trayectorias futuras, en general mostraba que el Mitch permanecería en alguna parte del noroeste del Caribe hasta el fin de semana.
Por consiguiente, Belice estaba seriamente amenazada. Los mapas de los vientos y las marejadas mostraban que todo el país corría grave peligro. En caso de que un huracán de la categoría 5 entrara por la costa cerca de la ciudad de Belice, la marejada podría alcanzar más de 6 metros de altura. La marejada al norte y al sur de la ciudad y en la bahía de Chetumal se elevaría hasta 7,6 metros.
Fuertes olas destruyeron la
mayoría de los muelles de las islas, erosionando las costas expuestas y causando
fuertes inundaciones.
Fotografía: OPS/OMS
Los intentos de ejecutar los planes de defensa según el modelo preestablecido fracasaron con el huracán Mitch porque los valores de la marejada excedieron los extremos de la escala. Sin exagerar, el Mitch podría haber producido una marejada de 7,60 m en la ciudad de Belice.
En cambio, el huracán Hattie (1961) alcanzó la categoría 5 al aproximarse a Belice, pero se había debilitado cuando llegó a tierra firme con vientos sostenidos máximos de 220 km/h. Entró por la costa entre la ciudad de Belice y Dangriga en dirección al sudoeste impulsando sobre la capital una marejada de 3 a 4,5 metros.
Si un huracán de categoría 5 hubiera llegado a Belice, los daños producidos por el viento habrían sido extremos. Se habrían destruido prácticamente todas las viviendas y la vegetación existentes en un radio de 80 km del centro de la ciudad. Se habrían dañado gravemente los techos de las viviendas hasta 160 km del centro. Los escombros llevados por el viento habrían multiplicado las víctimas y los daños. Las viviendas que se hubieran salvado del viento habrían sido azotadas y socavadas por la marejada y las enormes olas. Y sin duda, la pérdida de vidas entre las personas no evacuadas de estas zonas habría sido muy elevada. Si el Mitch hubiera atravesado el centro de Belice de este a oeste, las consecuencias para el país habrían sido catastróficas.
Por suerte, el Mitch nunca entró por la costa. El ojo llegó a unos 290 km y luego, el martes, siguió lentamente hacia el sur para detenerse a unos 50 km al norte de la costa hondureña, donde permaneció durante unas 36 horas azotando con sus vientos huracanados las islas de la bahía y la costa. Las franjas de lluvia que alimentaban el ojo del huracán produjeron una precipitación abundante en Honduras, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Algunas estaciones meteorológicas hondureñas notificaron más de 100 centímetros de lluvia en cinco días. Es casi seguro que otros puntos de Honduras y Nicaragua recibieron más lluvia, pero no pudo saberse a ciencia cierta pues unas 200 estaciones en ambos países fueron arrasadas por las inundaciones y los deslizamientos de tierra y lodo.
Las franjas de vientos huracanados no permanecieron mucho tiempo en Belice. Como este país no es tan montañoso como sus vecinos, no se registraron lluvias de tanta intensidad. No obstante, en determinadas zonas centrales sí cayeron cerca de 40 cm de agua durante esa semana produciendo inundaciones. El centro de Belice se vio sumamente afectado.
El Mitch tocó tierra firme el jueves 29 a lo largo de la costa norte de Honduras, con carácter de tormenta tropical. Se desplazó hacia el sur y luego viró al oeste cruzando al sur de Guatemala, donde se debilitó hasta el grado de depresión tropical. Atravesó Guatemala y entró en México por el sur, donde se disipó el domingo 1° de noviembre. Sin embargo, sus restos se desplazaron al norte, y reapareció en el Golfo de México. Allí fue reclasificado como tormenta tropical. Tocó tierra firme nuevamente por el oeste de la península de Yucatán y luego volvió al Golfo de México dirigiéndose al nordeste. Cruzó finalmente el sur de la Florida y luego se adentró en el Atlántico, donde pronto se transformó en un sistema no tropical por acción de las frías aguas del océano.
La intensidad y el desplazamiento lento del Mitch hacia Belice generaron turbionadas excepcionales que alcanzaron la costa de Luisiana (EUA). La altura de las olas en el Caribe, a mar abierto, sobrepasó los 12 metros. Estas olas llegaron a Belice el lunes 26 de octubre y azotaron las costas incesantemente hasta el viernes 30. Destruyeron prácticamente la totalidad de los muelles de las islas costa afuera, erosionaron sustancialmente las costas expuestas y causaron acrecimientos en otros lugares. Algunas islas quedaron divididas por las aguas y otras se inundaron. Las olas socavaron, desplazaron o sepultaron muchas estructuras y construcciones.
Las abundantes lluvias inundaron muchas regiones del interior. Cuando los caminos de acceso se anegaron, algunos residentes quedaron atrapados en los albergues de emergencia. Estos refugios estaban situados en distintas zonas del país, como Monkey River y Gracy Rock. Debieron soportar la escasez de alimentos mientras pasaba el huracán y en varias ocasiones las fuerzas militares tuvieron que llevarles suministros de emergencia. Los pobladores de terrenos bajos y de algunas llanuras aluviales tuvieron que evacuarlas debido a las inundaciones; así ocurrió en San Ignacio y Luisiana.
Un fenómeno extraño se registró durante varios días después de que terminó la emergencia y a medida que el Mitch, convertido en depresión tropical, cruzaba América Central y recorría el Golfo de México. Dos veces al día, mareas excepcionalmente altas inundaban la ciudad de Belice y otras tierras bajas. El fenómeno puede explicarse por varias causas convergentes:
· esa semana había marea de sicigia (pleamar anual máxima cuando la conjunción del Sol y la Luna refuerza mutuamente su atracción gravitatoria sobre la Tierra);· las tierras bajas ya estaban inundadas por la abundante lluvia;
· las aguas de la tormenta corrían con fuerza río abajo;
· un fuerte viento del este empujaba el mar contra el continente;
· el nivel del mar se mantuvo elevado por la presión atmosférica baja y la descomunal entrada de agua dulce desde Honduras;
· el Mitch puede haber inducido un efecto de seiche (oscilación del agua para adelante y para atrás).
Es necesario lanzar una campana de
educación pública sólida y eficaz sobre los preparativos en el hogar para
afrontar situaciones de emergencia.
Fotografía: OPS/OMS
La entrada de agua salada y los desechos contaminaron algunas fuentes de agua dulce. La inundación también entrañó riesgos para la salud: se notificaron cinco casos de cólera en Belmopan, y el gobierno puso en marcha un programa para neutralizar un brote epidémico. La OPS ayudó a evaluar la situación y se estableció una comisión encargada de vigilar el suministro de agua y de iniciar un programa de cloración masiva. Esto fue muy importante pues se estaba en vísperas de la temporada turística.
El jefe de Meteorología informó al secretario del gabinete la noche del miércoles 21 en cuanto se formó la depresión tropical, en vista de su proximidad al país. De ahí en adelante debía mantenerse al tanto del huracán al secretario del gabinete, al primer ministro y a la NEMO. Las sesiones informativas del viernes fueron especialmente importantes, pues se advirtió a los organismos que había la posibilidad de que surgiera una emergencia ese fin de semana y que el personal crítico tendría que estar listo para atender cualquier eventualidad.
A las 3 de la mañana del domingo 25 el jefe de Meteorología comunicó al secretario del gabinete que el Mitch podría amenazar a Belice en las próximas 36 horas. La primera reunión de la NEMO se programó para las 17. A las 13.45 el gobierno declaró la primera fase, o fase preliminar, del Plan de Advertencia de Huracanes. Se dio la orden de izar una bandera roja en los edificios públicos. La NEMO se reunió a las 17 para evaluar el estado de preparación de los Comités de Operaciones y acordó establecer su sede en la sala del gabinete, en Belmopan, donde se reunió oficialmente el lunes.
El sistema de advertencia se vio seriamente afectado la noche del domingo cuando cayó un rayo en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional Philip Goldson, donde funciona la oficina del Servicio Meteorológico Nacional. La descarga eléctrica averió prácticamente todo el equipo meteorológico de seguimiento. También se interrumpió la comunicación telefónica, que no se restableció por completo hasta el martes. Por suerte, el Servicio Meteorológico contaba con un equipo de emergencia y pudo obtener datos meteorológicos de otras fuentes por medio de la Internet.
Las abundantes lluvias y las
marejadas produjeron inundaciones en las tierras bajas y en la costa. Los
sistemas de aguas servidas y las fosas sépticas se desbordaron contaminando
muchos pozos.
Fotografía: OPS/OMS
Las comunicaciones en toda Ladyville se averiaron, incluso en la sede de la Fuerza de Defensa de Belice. También quedaron incomunicadas telefónicamente otras zonas del país. La empresa operadora de las telecomunicaciones afirmó que habían estado cambiando el soporte lógico de su sistema de conmutación. Aunado esto a la carga extraordinaria de llamadas de emergencia, el sistema telefónico dejó de funcionar temporalmente casi por completo el lunes 26. Afortunadamente, el martes pudieron repararse las fallas.
Surgieron otros problemas con las comunicaciones porque no se envió personal con radiotransmisores a los albergues de emergencia. Los Comités de Operaciones de los distritos tampoco tenían acceso a equipos de comunicaciones independientes de la red. Por consiguiente, el sistema telefónico se recargó enormemente.
Las estaciones de televisión suspendieron las transmisiones al aire el lunes 26, cuando empezaron a desmantelar sus equipos para ponerlos en resguardo. Los operadores de cable sí continuaron transmitiendo alimentados permanentemente por las cadenas Weather Channel y CNN. Resultaron ser una excelente fuente de información para la población beliceña. Las radioemisoras siguieron en el aire todo el tiempo, dando una cobertura amplia y difundiendo información de modo sistemático. La estación Love FM estableció su centro de emisión en la sede de la NEMO. Las emisoras radiaban información actualizada tan pronto la recibían. El personal de la NEMO y del Servicio Meteorológico Nacional fue entrevistado a menudo para que explicara los boletines y aconsejara precauciones. Casi toda la población tuvo acceso continuo a los boletines meteorológicos y a los mensajes de advertencia durante los días del huracán.
La NEMO y los Comités de Operaciones entraron en funciones el lunes 26 por la mañana. Se decidió proceder a la evacuación voluntaria de los cayos y las zonas costeras bajas. Sin embargo, las comunidades locales, alarmadas por la fuerza del Mitch y su trayectoria, se adelantaron a la decisión de la NEMO y ya habían comenzado a evacuarse. La evacuación de San Pedro y Cayo Caulker fue particularmente exitosa. Se evacuó a un total de 7000 personas de San Pedro, 2000 por aire y 5000 por barco. Aproximadamente 462 personas se alojaron en los albergues de emergencia de ese lugar, mientras que en Cayo Caulker se refugiaron 123 personas en los albergues. Se estima que unas 2000 personas fueron evacuadas de Cayo Caulker, principalmente por barco. La evacuación concluyó el martes, cuando el mar estaba muy picado y las ráfagas del viento eran demasiado intensas para permitir el movimiento de barcos y aviones. Por consiguiente, muchas personas que se quedaron en las islas no lo hicieron por propia voluntad sino que debieron permanecer en ellas por falta de tiempo. Lamentablemente, muchas familias fueron separadas durante la evacuación.
Casi todos los residentes de la costa y los cayos hicieron caso de las advertencias y evacuaron sus hogares. Una gran parte se fue a Orange Walk, Belmopan, San Ignacio/Santa Elena y Benque Viejo. Se estima que entre 60.000 y 75.000 personas fueron evacuadas. Un alto porcentaje lo hizo en vehículos privados. El gobierno proporcionó transporte gratuito por medio de autobuses de alquiler y de la Fuerza de Defensa de Belice.
Los turistas, en su mayoría, también abandonaron el país, sobre todo hacia los Estados Unidos. Cerca de cien turistas se quedaron en Belice. Se estima que 3000 personas salieron del país por aire en 15 vuelos comerciales regulares y 4 vuelos fletados entre el domingo y el martes, cuando se cerró el aeropuerto internacional. Los vuelos entrantes durante este período se limitaron a los pasajeros que volvían a su hogar o que tenían un refugio seguro.
La Autoridad del Aeropuerto de Belice (BAA) empezó sus operaciones de emergencia el domingo 25 instalando contraventanas antihuracán, obteniendo suministros de emergencia y disponiendo equipo y personal. También atendió las solicitudes de otros organismos que necesitaban proteger sus equipos. La BAA reabrió el aeropuerto el jueves 29.
Muchos residentes y negocios empezaron a prepararse para el huracán el lunes y concluyeron sus preparativos al día siguiente. Los preparativos consistieron en la instalación de las contraventanas antihuracán, la adquisición de provisiones de emergencia, la fijación de muebles y artefactos para que no los arrastrasen el viento o las aguas, y la evacuación, cuando fue necesaria.
A las 14 del lunes, la NEMO declaró la segunda fase, o primera fase roja, del plan de huracanes: una advertencia de huracán. El objeto fue dar a la población más tiempo de día para que tomara medidas para prepararse y señalar la seriedad de la amenaza. El martes se declaró la tercera fase, o segunda fase roja. Se izaron las banderas correspondientes en ambas ocasiones. Luego se abrieron en todas partes los refugios para huracanes. El primer ministro interino ordenó la evacuación de los residentes de la zona costera la noche del martes a las 21.
Casi ningún albergue de emergencia estaba preparado para recibir a los damnificados. En muchos casos estos se presentaron antes que los albergues se abrieran al público. En la ciudad de Belice y en Belmopan, se informó de personas que irrumpieron en los refugios y ocuparon áreas que no se les habían asignado.
Las características físicas de los albergues no eran apropiadas. Algunos edificios eran estructuralmente inadecuados, con techos y revestimiento de cinc; otros no tenían ventanas. Varios edificios tenían paredes exteriores de ladrillo con orificios para ventilación. Muchos albergues carecían de contraventanas antihuracán y los ocupantes improvisaron barricadas utilizando muebles valiosos y materiales didácticos, tales como pizarrones. Las instalaciones sanitarias fueron insuficientes en casi todos los refugios, al igual que las áreas para preparar los alimentos.
Hubo también escasez de albergues: fueron pocos los refugios en los que la gente no estaba hacinada. Las residencias privadas también fueron ocupadas al máximo de su capacidad. Algunos refugiados sencillamente se fueron en sus vehículos al interior del país y permanecieron en ellos, estacionados en la calle o en lotes baldíos.
Hubo escasez de albergues y la
gente acabó hacinada en los pocos existentes. Sus características físicas y
sanitarias no eran apropiadas.
Foto: OPS/OMS
Muchas comunidades estaban superpobladas y la infraestructura no pudo soportar esa sobrecarga: las instalaciones de agua potable y aguas servidas de Belmopan quedaron muy afectadas.
El cuadro 1 proviene de la Oficina de Asistencia a Desastres en el Exterior de los EUA (OFDA) con correcciones y datos complementarios del Ministerio de Desarrollo Económico y del Comité de Emergencias de San Pedro.
El Ministerio de Desarrollo Económico estima que 28.049 personas se refugiaron en 166 albergues en todo el país. Las personas que llegaban a los albergues no estaban debidamente preparadas: algunos traían artículos personales voluminosos, y aun enseres y animales domésticos. Otros no traían una cantidad adecuada de alimentos, agua o ropa de cama.
El miércoles 28 la NEMO dio instrucciones al Comité de Alimentos para que proporcionase una comida a los refugiados en los albergues. El Comité no había incluido esto en su plan. Normalmente este comité activa su programa de alimentos después que pasa la tormenta. Sin embargo, como en este caso la gente no estaba bien preparada e iba a permanecer mucho tiempo en el refugio, el programa de alimentos pasó a ser esencial.
Cuadro 1 | ||||||||
Ubicación |
Albergues |
Personas |
Alimentos |
Agua |
Saneamiento |
Higiene |
Daños por el viento |
Inundación |
Dist. Corozal |
24 |
3320 |
Adecuados |
Adecuada |
Deficiente |
Mala |
Ninguno |
Mínima |
Dist. Orange Walk |
28 |
3264 |
Adecuados |
Adecuada |
Deficiente |
Mala |
Ninguno |
Mínima |
Cayo Caulker |
6 |
123 |
? | | | |
Moderados |
Extensa |
San Pedro |
22 |
462 |
Adecuados |
Adecuada |
Adecuado |
Adecuada |
Moderados |
Extensa |
Ciudad de Belice |
16 |
4033 |
Necesarios |
Necesaria |
Deficiente |
Mala |
Ninguno |
Extensa |
Belice rural |
7 |
1165 |
? | | | | | |
Belmopan |
20 |
5477 |
Adecuados |
Adecuada |
Deficiente |
Mala |
Ninguno |
Nula |
Dist. Cayo |
46 |
5218 |
Adecuados |
Adecuada |
Deficiente |
Mala |
Ninguno |
Mínima |
Stann Creek |
9 |
1965 |
Adecuados |
Adecuada |
Deficiente |
Mala |
Ninguno |
Mínima |
Toledo |
15 |
1605 |
Adecuados |
Adecuada |
Deficiente |
Mala |
Ninguno |
Nula |
La Fuerza de Defensa de Belice (BDF), organismo ejecutor clave del Comité de Alimentos, se reunió el viernes 23 para examinar sus funciones en el plan de emergencias. Organizó la recolección, el transporte y el almacenamiento de los víveres y otros productos esenciales. Sin embargo, el lunes, cuando el presidente del Comité ordenó la ejecución del plan, varios participantes claves no pudieron cumplir sus obligaciones. El equipo pesado de la Autoridad Portuaria para cargar los contenedores estaba ocupado en otras tareas. Además, los sitios de almacenamiento no pudieron recibir los productos el lunes puesto que habían dado asueto a sus empleados para que protegieran a sus familias y sus efectos personales.
Por lo tanto, la recolección y el transporte de los suministros se aplazó hasta el martes. Las empresas privadas de camiones no lograron proveer los vehículos y conductores para que ayudaran. El equipo pesado para descargar los contenedores no se colocó en los lugares previstos. Algunos proveedores cerraron sus depósitos esa mañana y por ende el Comité no tuvo acceso a esas provisiones. No todos los suministros fueron a parar a los depósitos designados sino que fueron desviados a otros sitios. Esto resultó ser un grave obstáculo en el programa de preparación de alimentos. Al final del día la reserva de suministros estaba por debajo de lo requerido y las provisiones se entregaron incorrectamente.
El miércoles se le pidió a la BDF que pusiera en práctica el programa de preparación de alimentos, a pesar de que no se le había asignado esta tarea en el plan de emergencias. Hubo que conseguir equipos para cocinar, localizar los contenedores que se habían desviado a otros lugares y transportarlos a los sitios de preparación de alimentos. Algunos de los camiones tuvieron dificultades que hicieron más lenta la operación. Al abrir los contenedores, se descubrió que algunos contenían provisiones totalmente inapropiadas, tales como colas de cerdo, manteca de cerdo, aderezo para ensaladas y alimento para perros. El Comité tuvo que ingeniárselas para obtener provisiones de los pocos minoristas que todavía estaban abiertos. Después de la dificultad inicial para poner en marcha el programa de preparación de alimentos, la BDF lo ejecutó admirablemente durante los siguientes dos días pues esta operación concluyó el viernes. Durante su transcurso se proporcionó una comida diaria durante tres días a un costo estimado de BZ$ 375.000.
Muchos de los suministros para
alimentar a los albergados fueron totalmente inapropiados.
Foto: OPS/OMS
Los funcionarios de salud habían determinado antes del comienzo de la temporada de huracanes que los establecimientos de salud de la ciudad de Belice, Corozal Town y Dangriga no podrían resistir los vientos huracanados. El Hospital de Orange Walk acababa de ser remodelado. El plan de salud estipulaba el egreso de los pacientes para que los atendieran sus familiares, y la evacuación de los casos críticos a los hospitales de Belmopan, Orange Walk y San Ignacio. Sin embargo, el plan nunca previo la evacuación total de la ciudad de Belice. Hubo un retraso en la ejecución del plan ya que el lunes el personal principal estaba en Chetumal, asistiendo a una reunión con sus colegas mexicanos. Por fin pudo ponerse en práctica el plan y se destinó el personal a diversos centros de salud. Sin embargo, muchos refugios no tuvieron enfermeras durante las primeras doce horas y se advirtió en ellos considerable escasez de suministros médicos. El Hospital de Belmopan tampoco tenía capacidad física para recibir la cantidad adicional de pacientes evacuados. Por suerte, no hubo ninguna emergencia médica grave. Hubo un nacimiento en un refugio y otras tres embarazadas fueron transportadas a establecimientos médicos equipados para el parto. No se registraron víctimas durante todos esos movimientos de pacientes y parturientas. Una persona anciana enferma murió en la ciudad de Belice durante el traslado de su hogar a un automóvil que la evacuara a Belmopan.
La NEMO experimentó dificultades con el transporte pues los vehículos para ayudar en la evacuación y el traslado de damnificados fueron insuficientes. Al parecer, no había una lista de los vehículos gubernamentales disponibles, o bien los funcionarios encargados no los pusieron a disposición de los comités.
El Comité de Asistencia del Exterior mantuvo a sus embajadas al corriente de las condiciones en Belice. Coordinó la intervención de los representantes de gobiernos extranjeros y organismos internacionales presentes en el país y les proporcionó la información rutinaria de la NEMO. Fue capaz de remitir las solicitudes de asistencia a estos representantes y a las embajadas. Lamentablemente, estas solicitudes no llegaron al Ministerio de Relaciones Exteriores en los formatos apropiados para los procedimientos y el soporte lógico del SUMA. Hubo que cambiarles el formato, con la asistencia de la Cruz Roja, que además debía realizar sus propias tareas, haciendo más lento el proceso.
Los organismos de las Naciones Unidas coordinaron sus actividades de ayuda con el Comité de Asistencia del Exterior utilizando su Plan Interinstitucional de Intervención en Casos de Desastre. Fue preciso que su presidente, el titular del PNUD, se desempeñase como centro focal y mesa coordinadora del intercambio de información y los pedidos de ayuda.
La evacuación de la ciudad de Belice la dejó vulnerable a la delincuencia. El miércoles la NEMO ordenó a la Policía y a la BDF que pusiera en práctica una operación de patrullaje intenso. Así se detuvo rápidamente el saqueo y se hicieron varios arrestos. Además de ser un elemento crucial del Centro de Operaciones de la NEMO, encargado de ejecutar el programa de alimentación y del patrullaje, la BDF también ayudó en la evacuación por tierra, mar y aire. El arma marítima también realizó operaciones de búsqueda y rescate en el mar, gracias a las cuales se perdieron muy pocas embarcaciones. Casi todas ellas estaban preparadas y rápidamente fueron trasladadas a Belice y Guatemala en procura de fondeaderos seguros.
Cuadro 2 | ||
Calles y drenajes municipales |
$2.591.041,39 | |
Carreteras y caminos de acceso |
$1.940.623,50 | |
Erosión de playas y costas |
$3.450.000,00 | |
Daños al arrecife |
$5.000.000,00 | |
Rehabilitación de muelles |
$2.987.500,00 | |
Reparaciones de los refugios para huracanes |
$550.000,00 | |
Daños a los equipos meteorológicos |
$193.800,00 | |
Reembolso por alimentos y albergues |
$100.804,81 | |
Pérdidas agrícolas |
$2.052.712,00 | |
Fondo de crédito para: | | |
|
reparaciones de establecimientos turísticos |
$811.900,00 |
|
reparaciones de equipos de pesca |
$1.078.312,00 |
|
reparaciones de los muelles |
$162.500,00 |
Total |
$19.593.024,70 |
A las 9 de la mañana del viernes la NEMO redujo su advertencia a la fase preliminar, o primera fase. El sábado se declaró que había pasado el peligro y que la emergencia había concluido.
El Comité de Medidas Médicas y de Socorro empezó la evaluación de las condiciones ambientales para prevenir un brote epidémico. Solicitó el apoyo de la OPS/OMS, que intervino proporcionando un equipo de expertos para que realizaran una rápida evaluación de la situación después del huracán, determinaran los posibles riesgos de transmisión de enfermedades, elaboraran un plan de acción para colaborar en la vigilancia y prevención de epidemias y en el control de alimentos, agua y enfermedades transmitidas por vectores, y prepararan una propuesta para la lucha antichagásica.
El Comité del Ambiente y el de Evaluación de Daños entraron en acción después de que hubo cedido la amenaza. Se estima que el Mitch le costó al país aproximadamente BZ$ 20 millones en intervención y daños. El cuadro 2 contiene cifras proporcionadas por el Ministerio de Desarrollo Económico.
La principal función del sector de la salud durante una emergencia es poner en práctica el plan del Comité de Medidas Médicas y de Socorro de la NEMO. El Comité está integrado por los siguientes miembros:
· secretario permanente del Ministerio de Salud (como presidente),
· representante del director de los Servicios de Salud,
· director de Higiene Ambiental,
· administrador del Hospital,
· oficial principal de Enfermería,
· representante de la Cruz Roja de Belice,
· representante de la OPS/OMS,
· representante de la Oficina de Medicina Veterinaria,
· representante de la Asociación Médica y Dental de Belice.Las atribuciones del Comité son:
1. Establecer un plan para la distribución eficaz de los suministros médicos que se necesiten.2. Contar con suficientes existencias de suministros médicos para emergencias.
3. Disponer el establecimiento de unidades hospitalarias de urgencia en los sitios designados.
4. Velar por que existan recursos adecuados para el transporte de quienes necesiten atención médica inmediata.
5. Determinar procedimientos eficaces para el envío de equipos médicos a los sitios del accidente o desastre.
6. Adoptar las medidas necesarias para disponer debidamente de los cadáveres, y
7. Elaborar un programa para prevenir brotes de enfermedades como consecuencia del desastre. El sector de la salud también está representado en otros comités de la NEMO.
El superintendente de Salud Pública es miembro del Comité de Búsqueda, Rescate y Aprobación Inicial. La Sociedad de la Cruz Roja de Belice participa en el Comité de Recolección, Control y Distribución de Alimentos y Materiales y en el Comité de Asistencia del Exterior. Un funcionario médico superior y un representante de la Cruz Roja son miembros de los Comités de Emergencias de los distritos y municipios.
El Plan de Gestión de Desastres requiere que el Comité Médico se active durante las etapas de intervención y recuperación del Plan para Huracanes. Es obvio que si el Comité va a actuar durante estas etapas, habrá de encargarse de los preparativos durante la alerta, pero esto no está claramente especificado en el plan, que no estipula ninguna responsabilidad para el Comité durante la primera fase, cuando urge hacer los preparativos.
En caso de emergencia médica, por ejemplo una epidemia, el director de los Servicios de Salud activa la etapa de alerta del plan de emergencias. De igual manera, en el caso de un grave accidente de tránsito, el jefe de la Unidad de Urgencias y Accidentes ejecutaría la etapa de alerta.
En los distritos, el plan incluye efectivamente al sector de la salud desde un principio en el plan de emergencias por huracanes. Durante la primera fase, los funcionarios médicos de distrito tienen la obligación de establecer unidades hospitalarias de urgencia, inspeccionar los suministros de primeros auxilios y asignar los suministros y el personal a los refugios para huracanes. Los inspectores de Salud Pública deben adoptar medidas para que los refugios cuenten con abastecimiento de agua y otros suministros esenciales, tales como linternas y pilas, por ejemplo.
En la segunda fase, los médicos y la Cruz Roja deben asegurar la dotación de personal idóneo en todos los refugios. Los pacientes hospitalarios deben ser dados de alta para ser puestos bajo el cuidado de sus familiares y los casos críticos deben ser trasladados a hospitales de urgencias.
En la fase verde, la función primordial del Comité de Salud es prevenir un brote de enfermedades. También se requiere que el Departamento Médico y la Cruz Roja proporcionen recursos al Comité de Búsqueda y Rescate.
El secretario permanente del Ministerio de Salud asistió a la primera reunión de la NEMO el domingo 25 a las 17 horas. La finalidad de esa reunión fue evaluar el estado de preparación de los Comités de Operaciones.
Aunque la primera fase se declaró la tarde del domingo, el Comité de Medidas Médicas y de Socorro no convocó su primera reunión hasta el lunes a las 14, porque muchos funcionarios de salud de alto nivel habían ido a Chetumal a reunirse con sus colegas mexicanos para inaugurar la Semana de la Salud en la Frontera. No habría sido práctico reunir antes al Comité con tantos funcionarios imprescindibles ausentes. Aun así, en esa reunión no hubo ningún representante de la Cruz Roja de Belice, de la OPS/OMS, de la Oficina de Medicina Veterinaria ni de la Asociación Médica y Dental de Belice. La OPS/OMS y la Cruz Roja ya estaban ejecutando sus planes de preparación para huracanes, cerciorándose de las condiciones de seguridad de sus edificios y equipos, asistiendo a sus empleados y preparándose para la evacuación.
El plan del Ministerio de Salud en caso de huracán está bien desarrollado. Dispone el establecimiento de dos unidades hospitalarias de urgencia en la ciudad de Belice, una en el norte y otra en el sur, para proporcionar atención sanitaria a todos los residentes. Sin embargo, la inspección reveló que ambas unidades resultaron completamente inadecuadas.
Fue evidente que los establecimientos médicos de la capital de Belice no habrían resistido los embates directos del huracán Mitch porque no se encontró ningún sitio capaz de resistir un huracán de la categoría 5. Por consiguiente, los establecimientos de la ciudad de Belice fueron completamente evacuados a Belmopan y Orange Walk. El hospital de Airport Camp se eligió como centro para prestar servicios a la capital, pero se omitió disponer el transporte de personal médico y suministros a ese hospital para dotarlo del personal necesario.
El Hospital Psiquiátrico de Rockville también fue evacuado debido a la amenaza de inundación del río Sibun. Los establecimientos asistenciales de Belmopan veían rebasada su capacidad. El hospital no estaba en condiciones de tratar a más pacientes ni de satisfacer las demandas planteadas por la superpoblación. Que el personal de salud haya podido prestar servicios en esas condiciones es testimonio de su empeño y desempeño profesional.
En el plan de salud no se consideró la evacuación integral de la ciudad de Belice. Esto afectó la asignación de personal a los diversos refugios, según lo estipulado en el Plan Nacional para Huracanes. Aunque la NEMO recomendó la evacuación de la capital, se abrieron 16 refugios oficiales donde se alojaron más de 4000 personas. Hubo entonces que destacar personal médico a las zonas evacuadas, lo cual es obviamente una incongruencia en la ejecución del plan de huracanes, que da instrucciones contradictorias y dificulta por ende la toma de decisiones.
La intensidad del huracán llevó a que se evacuara a más gente de la que se había previsto en el plan, y con ello se excedió la capacidad de los refugios habilitados. Por consiguiente, hubo que buscar otros albergues de emergencia. Además algunos refugios se llenaron antes de ser habilitados oficialmente. Todas esas circunstancias hicieron que faltara personal médico en algunos albergues durante las primeras doce horas. Posteriormente, todos los refugios fueron atendidos como era debido. Esto posibilitó que el personal médico pudiera ver las condiciones en que se desenvolvían: estaban superpoblados y carecían de instalaciones sanitarias adecuadas. Se alertó entonces a los funcionarios sanitarios de alto nivel acerca de las consecuencias, y muy pronto se efectuaron acciones correctivas. Lamentablemente, no estaba funcionando ningún sistema de vigilancia epidemiológica organizada ni sistemática, por lo que no se documentaron oportunamente los problemas de salud.
Los suministros médicos escasearon. El Plan para Desastres del Ministerio de Salud estipula que esos suministros médicos para emergencias deben estar empacados previamente, listos para su entrega inmediata al comienzo de la temporada de huracanes. Las limitaciones presupuestarias habían impedido la ejecución de esta tarea previa del plan y a ello se debió la falta de suministros médicos en los albergues. Fue una suerte que la BDF pudiera proporcionar cierta asistencia, pero pronto se agotaron sus limitados recursos. Si hubieran tenido que responder a una emergencia en alguna otra parte del país, no habrían contado con suministros médicos para afrontarla pues se habían consumido en las primera etapas del desastre.
El Proyecto de Rehabilitación Agrícola de Río Hondo proporcionó suministros de urgencia al Comité de Huracanes de Orange Walk. La OPS/OMS y la Cruz Roja de Belice también proporcionaron material médico por intermedio de la NEMO.
El Comité Médico sí informó al Comité de Asistencia del Exterior de sus necesidades y le proporcionó una lista detallada de los suministros que se necesitaban. Sin embargo, la lista no estaba debidamente ordenada y hubo que corregir su formato para satisfacer los requisitos de los organismos de intervención. Aunque los funcionarios de salud habían recibido adiestramiento en la metodología del SUMA y poseían el equipo y el soporte informático para poner en práctica el sistema del SUMA, no se los pudo utilizar. Al parecer, todo el equipo había quedado almacenado y no había acceso a él. El miércoles se envió una solicitud oficial de Belice a los organismos donantes.
Los equipos médicos también carecían de equipo de comunicaciones adecuado. El personal de los refugios carecía absolutamente de tales equipos. Había cinco ambulancias preparadas para atender los albergues de la ciudad de Belice y de Belmopan, pero los conductores tampoco tenían acceso a los equipos de comunicación, de modo que no se pudo aprovechar este valioso recurso.
Felizmente, no hubo ninguna emergencia médica grave, y el sector de la salud pudo responder adecuadamente a todos los incidentes que ocurrieron. Solo se registró el deceso de una anciana enferma que murió en el momento en que se disponía a evacuar la ciudad de Belice rumbo a Belmopan.
Cuando se declaró la fase verde, el Comité Médico y de Socorro puso en práctica su plan para prevenir brotes de enfermedades infecciosas. La composición del Comité tuvo la obvia desventaja de no incluir a un epidemiólogo.
Las condiciones insalubres y el hacinamiento, que prevalecieron durante cinco días, causaron un aumento de las enfermedades infecciosas, entre otras, diarreas, infecciones de las vías respiratorias y conjuntivitis. Si hubiera funcionado una vigilancia epidemiológica adecuada, habría mejorado la respuesta del sector salud al terminar la emergencia.
Las abundantes lluvias y las marejadas produjeron inundaciones en las tierras bajas y en la costa. Los sistemas de aguas servidas y las fosas sépticas se desbordaron contaminando los pozos, principal fuente de agua en los cayos y las zonas rurales. Grandes sectores de la población estuvieron en peligro de sufrir infecciones transmitidas por el agua, como el cólera y la hepatitis, y enfermedades transmitidas por vectores, como el paludismo y el dengue. Se notificaron cinco casos de cólera entre la población de los refugios en las afueras de Belmopan.
San Pedro, Cayo Caulker y la ciudad de Belice fueron muy afectadas por inundaciones provenientes del mar. Otras localidades en la parte central de Belice, donde el drenaje fue deficiente, sufrieron inundaciones significativas por las lluvias.
El pueblo de Crooked Tree padeció extensas inundaciones y algunas casas quedaron completamente rodeadas por el agua. El camino de acceso quedó intransitable y hubo que recurrir a embarcaciones para auxiliar a la población. La proximidad de la laguna y el drenaje sumamente lento hicieron de la inundación continuada un problema a largo plazo. La amenaza de las enfermedades transmisibles por el agua en la zona requirió vigilancia constante.
Las autoridades sanitarias ya habían observado la presencia de anticuerpos para el dengue de los tipos 1, 2 y 3, en diferentes grupos de población. Por lo tanto, esas personas corrían el riesgo de padecer la fiebre del dengue hemorrágico. También se señaló que el brote reciente de malaria Falciparum en el Distrito Cayo se exacerbaría por el aumento de la población de mosquitos Anopheles causado por la abundante lluvia.
Las autoridades también previeron que la repercusión del Mitch en los países vecinos podría desencadenar una oleada de refugiados ambientales y económicos que acudieran a Belice agravando las tensiones en una infraestructura sanitaria relativamente endeble.
Se presentó una solicitud de asistencia para afrontar estos desafíos, que incluía suministros médicos, reforzamiento de los servicios de extensión, un programa de lucha antivectorial, pruebas del agua y el equipo de tratamiento correspondiente, una campaña de sensibilización del público, consultores para evaluar el daño a los edificios y la vulnerabilidad a las amenazas de desastres futuros, así como programas de extensión para emergencias, dirigidos a los refugiados. El costo total de la ejecución de estos programas se estimó en US$ 165.600.
El Ministerio de Salud también convocó a una reunión conjunta con el Ministerio de Servicios Públicos y el Departamento del Medio Ambiente para evaluar el abastecimiento de agua del país. Se recomendó y se ejecutó un plan de acción para probar el abastecimiento y poner en práctica un programa de tratamiento del agua ante cualquier riesgo de contaminación. Esta medida fue especialmente importante para poder iniciar la temporada turística.
La comunidad internacional proporcionó fondos de emergencia a través de la OPS/OMS, de acuerdo con el siguiente detalle. Holanda, US$ 25.000; OFDA/USAID, US$ 26.500. La OPS también proporcionó sus propios fondos especiales: US$ 17.000 para ayudar al Ministerio de Salud a poner en práctica su programa de agua y saneamiento, y otros 20.000 para medicamentos y otros suministros.
A petición del Ministerio de Salud, la OPS/OMS arregló la visita de un equipo técnico compuesto de un ingeniero sanitario del Programa del Caribe para Situaciones de Desastre, un epidemiólogo y un especialista en lucha antivectorial del CAREC, para que hicieran una evaluación epidemiológica minuciosa y elaboraran un plan de acción. Este equipo se reunió con los principales funcionarios de salud e inspeccionó zonas del país vulnerables o de alto riesgo: Cayo Ambergris, Belmopan y el Cayo Stann Creek, y los distritos de Belice y Orange Walk. En las visitas de campo, el equipo hizo pruebas del abastecimiento de agua y de otras masas de agua. Se detectó la posible infección por vectores y se observó que en general las condiciones ambientales favorecían la transmisión de enfermedades. Los técnicos visitantes llegaron también a la conclusión de que las consecuencias del Mitch en los países vecinos y la extensa comunidad agrícola migratoria podían atraer a Belice muchos refugiados de ese origen.
El equipo felicitó a las autoridades sanitarias por las acciones realizadas para afrontar la emergencia, manejar una evacuación masiva, organizar los refugios y la alimentación, y prevenir brotes infecciosos. Sin embargo, se mostró preocupado por la lentitud de la respuesta del Ministerio de Salud en la intervención y las fallas de coordinación con otros sectores de la NEMO.
Los especialistas visitantes formularon varias recomendaciones para mejorar la intervención del sector de la salud en casos de desastre. Algunas son para el corto plazo, tendientes a resolver problemas actuales, y otras a mediano plazo, para ser adoptadas antes de la temporada de huracanes de 1999. Asimismo, el equipo hizo recomendaciones para la vigilancia epidemiológica y otras a corto plazo, y de mediano a largo, para la lucha antivectorial, salud ambiental y saneamiento. Estas recomendaciones se entregaron al Ministerio de Salud, que las tuvo en cuenta al preparar sus pedidos de asistencia.
Un equipo técnico de OPS/OMS
realizó una evaluación epidemiológica minuciosa y elaboró un plan de acción a
corto y mediano plazo para mejorar la intervención del sector salud en casos de
desastre.
Foto: OPS/OMS
Durante el evento Tradewinds 98, la OPS/OMS había ayudado con el adiestramiento a principios del ejercicio. Realizó cuatro talleres de una semana sobre administración de albergues, agua y saneamiento, damnificados en masa y la metodología del SUMA. Algunas de esas experiencias se aplicaron durante el Mitch. Sin embargo, es necesario hacer una difusión más amplia entre el personal de ejecución y promover la utilización de los procedimientos del SUMA. Es preciso encontrar un sitio apropiado con infraestructura adecuada para instalar el equipo, para mejorar la entrega oportuna de suministros.
También es menester que los funcionarios sanitarios de alto nivel estén en la sede de la NEMO y en el Centro de Control de Emergencias para coordinar las medidas de respuesta. Esa información debe luego ser difundida rápidamente a las autoridades sanitarias sobre el terreno. Debe mejorarse la participación del sector de la salud en la NEMO para que empiece a actuar en la etapa de alerta. Un paso en tal dirección podría ser el cambio de nombre del organismo por el de Comité para Casos de Desastre Sanitario.
Grandes sectores de la población
estuvieron en peligro de sufrir infecciones transmitidas por el agua y sus
vectores.
Foto: OPS/OMS
Belice es miembro del Organismo Caribeño de Respuesta de Emergencia a Desastres (CDERA). En marzo y abril de 1998 Belice auspició el ejercicio Tradewinds 98, organizado por CDERA todos los años para adiestrar al personal de gestión de desastres de sus estados miembros y poner a prueba los planes del país anfitrión de intervención en casos de emergencia.
El Ejercicio del Desastre fue una serie de sucesos en vivo. Se simuló un huracán que afectara al país. Varios de los sucesos en vivo practicados se convirtieron en realidad durante el Mitch. Se hizo un ejercicio de evacuación de San Pedro; San Ignacio se evacuó debido a inundaciones; se realizó un ejercicio de búsqueda y rescate en Cayo Caulker; y estalló un incendio durante la amenaza del huracán.
Aunque se encontraron algunos problemas durante el ejercicio, en general salió bastante bien. Sin embargo, los organismos de intervención sabían del ejercicio y estaban preparados. En algunos casos, el equipo y el personal fueron reasignados cerca de los sitios del desastre. Sería beneficioso conocer la evaluación oficial de la CDERA al respecto.
Sin embargo, los integrantes natos de la NEMO y del Centro de Operaciones no realizaron el ejercicio durante todo el período, como lo requería el plan de Tradewinds 98. Esta función se delegó a funcionarios subalternos y ello pone de manifiesto una significativa debilidad del Plan de Belice para Emergencias.
No hay ninguna Oficina de Preparación para Casos de Desastre, ni coordinador ni personal de tiempo completo para atender situaciones de emergencia. Estas responsabilidades se asignan a los funcionarios como tareas adicionales a sus cargos y responsabilidades habituales. Hay muchas personas adiestradas en todos los elementos de la gestión de desastres en el país y especialmente entre los planteles gubernamentales. Este adiestramiento suele llevarse a cabo como parte de las funciones inherentes al cargo, pero, cuando esos funcionarios son designados para asumir otras tareas y cargos, en su nuevo puesto no tienen oportunidad de utilizar su capacitación en materia de desastres.
Los secretarios permanentes (SP) son los presidentes de los Comités de Operaciones. Estos SP pueden ser reasignados a otros ministerios de improviso y, además, no pasan a ser presidentes de los comités por su capacitación en materia de desastres sino por su cargo de secretarios permanentes. A su vez, los presidentes de los Comités de Emergencias de los distritos son seleccionados por el primer ministro; pero como el ocuparse de esta selección no suele considerarse función prioritaria del jefe del gobierno, a menos que el secretario del gabinete lo inscriba en su agenda oficial, esos cargos podrían no haber sido llenados al ocurrir una emergencia.
Los ciudadanos y ciudadanas que se desempeñan como alcaldes de los municipios asumen la presidencia de los respectivos Comités de Emergencias. Si son miembros de la oposición al partido del gobierno, no les resulta fácil obtener el acatamiento inmediato y el apoyo de los organismos gubernamentales responsables de intervenir en una emergencia. Esos organismos pueden optar por aguardar las órdenes directas de la NEMO o de los ministerios de que dependan.
El Plan de Preparación para Emergencias establece la composición y las atribuciones de los Comités de Operaciones. Sin embargo, no contiene los respectivos planes operativos de estos comités ¡y algunos de ellos todavía no han podido confeccionarlos! Por consiguiente, un SP que asume la presidencia de un comité puede no contar con la documentación adecuada para orientar su actividad. Una grave falla en el Plan es que no está previsto un Comité para Huracanes, es decir, un grupo de funcionarios de primer nivel en condiciones de tratar todos los componentes de la respuesta a la amenaza. Así, por ejemplo, el jefe de Meteorología interino nunca estuvo presente en las reuniones posteriores de la NEMO, después de que terminó el ejercicio de orientación inicial. Anteriormente, había sido el brazo derecho del secretario de gabinete, ayudando en la preparación de los boletines y comunicados de prensa y proporcionando asesoramiento a los comités en las diversas etapas de la respuesta.
Muchos comités no habían llevado a cabo los ejercicios de preparación para huracanes, con actividades tales como la revisión de los albergues de emergencia, la asignación de tareas a los funcionarios, la compilación de inventarios, el ensayo de los equipos, etc. No había ningún plan de evacuación. El Comité de Transportes no tenía un inventario de los vehículos a disposición de la NEMO. Los albergues se hallaban en muy mal estado y su lista no se había actualizado, ni se había estimado su capacidad. Tampoco se había calculado la cantidad de personas que requerirían albergue de emergencia. Los suministros médicos de urgencia eran insuficientes y no estaban preparados para su rápida distribución.
El Plan de Preparación para Huracanes se basa en las experiencias anteriores del país. Belice ha pasado generalmente por una etapa preparatoria de dos días con evacuación limitada. Los pobladores se han refugiado en los albergues de emergencia durante uno o dos días y luego los han dejado para comenzar las operaciones de recuperación. Belice nunca había tenido que afrontar un huracán de la fuerza del Mitch ni había emprendido una evacuación de esta magnitud. Sus ciudadanos nunca habían tenido que permanecer mucho tiempo en los refugios. El gobierno nunca había tenido que poner en práctica un programa de alimentación durante la etapa de respuesta, sino en la etapa de recuperación.
La NEMO estaba integrada por altos funcionarios de un gobierno que había asumido el cargo menos de dos meses antes. Los SP acababan de ser reasignados y apenas se estaban familiarizando con sus ministerios. La preparación para casos de desastre puede haber sido una inquietud secundaria, especialmente a fines de la temporada de huracanes.
Como mecanismo de coordinación, la NEMO no estaba preparada para la gestión de la emergencia aunque muchos de los organismos de ejecución se hallaban bien preparados. Hubo, en consecuencia, dificultades al inicio de la respuesta. Una vez que se determinaron los organismos o las personas adecuadas, el mecanismo funcionó y las tareas se llevaron a término. Pero al principio sencillamente hubo demasiados problemas, principalmente la falta de coordinación entre los organismos y la gente.
A pesar de estas deficiencias, la evacuación se desenvolvió con eficacia, aun cuando no estaba prevista ni planificada. Si el huracán hubiera azotado en forma directa el país, gracias a ella se habrían salvado muchas vidas. Pero no deja de ser una pena y un motivo de preocupación que muchos de los albergues de emergencia en los que se refugiaron los damnificados no fueran adecuados y que habrían resultado seriamente dañados por un impacto directo del huracán, con la consiguiente pérdida de vidas.
En el plano local, los Comités para Emergencias de los distritos y municipios funcionaron eficazmente. La evacuación de San Pedro se inició localmente, adelantándose a la NEMO, y se ejecutó principalmente en el nivel local, con poca asistencia de aquella. Esta decisión ha salvado vidas porque se habría perdido un tiempo precioso esperando las directivas del organismo central.
Los informes de Corozal, Orange Walk y San Ignacio señalan que los funcionarios locales actuaron con prontitud y eficientemente, a menudo sin directivas suficientes de la sede de la NEMO, principalmente por fallas en las comunicaciones. No obstante, la mayoría de esos funcionarios pudieron realizar sus preparativos para el huracán oportunamente, aunque diversos elementos de su plan fracasaran porque algunos no lograron cumplir con sus obligaciones.
El gobierno reconoció que tuvo problemas al tratar de ejecutar el plan para casos de desastre. Tan pronto terminó el ejercicio, solicitó de los ministerios y otros organismos sugerencias para mejorar el plan y asignó al ministro principal la responsabilidad de adecuarlo. Asimismo se le designó para ello como su asistente ejecutivo a un secretario del gabinete anterior. Se recibieron muchas sugerencias y se presentó un documento del gabinete con recomendaciones para las mejoras.
Se contrataron consultores para evaluar los edificios con respecto a su uso durante las emergencias y para que estimasen los costos de su rehabilitación en los casos que lo requiriesen. Además se ha recibido financiamiento para construir nuevos refugios contra huracanes: serán cinco edificios multifuncionales que se construirán en Belmopan, y sendos en Orange Walk, Dangriga y Punta Gorda. Y el gobierno está negociando un préstamo con el Banco de Desarrollo del Caribe (CDB) para la expansión del sistema de agua y desagües para la zona conurbana de Belmopan, de modo que puedan ser atendidas 20 000 personas más durante emergencias.
El gabinete ha acordado nombrar un Coordinador de Desastres de tiempo completo con el nivel de secretario permanente, y se ha gestionado y obtenido un préstamo del CDB para contratar los servicios de consultoría de CDERA a fin de lograr el fortalecimiento institucional de la NEMO.
El gobierno había recibido recientemente financiamiento para la ejecución de su programa de vivienda, que incluía la creación de ciudades satélite alrededor de la ciudad de Belice como elemento principal del programa. Pero el huracán Mitch puso de manifiesto la vulnerabilidad de esos lugares y ahora una comisión está reevaluando esos sitios y proponiendo ubicaciones alternativas más seguras en zonas cercanas a Orange Walk Town, Belmopan y La Democracia.
Belice está situado en la franja de riesgo expuesta a los huracanes tropicales, cuya actividad tiene carácter cíclico. Como desde los años cincuenta hasta principios de los setenta los meteoros tropicales frecuentaron la región, Belice respondió a menudo a las amenazas que plantearon y por ende actualizó y ejecutó con bastante regularidad su Plan de Huracanes.
El final de los años 70, los años 80 y 90 fueron generalmente calmos. Esa inactividad llevó a cierta complacencia en los niveles gubernamentales y el crecimiento demográfico a lo largo de la zona costera vulnerable no fue acompañado de oportunos ajustes en el Plan de Huracanes. Los meteorólogos creen que el Caribe occidental, que incluye a Belice, está entrando otra vez en un período activo. Por consiguiente, es importante que el país esté debidamente preparado para afrontar esa amenaza.
Belice tuvo suerte de no haber sido víctima de toda la furia del Mitch. La amenaza y la respuesta deben servir de ejercicio, y la intensidad de ese huracán debe considerarse el peor de los casos en que basar un eficaz Plan de Huracanes.
Después del desastre del Hattie, en 1961, Belice puso en práctica un plan de emergencia para huracanes bastante eficaz, que funcionó bien durante los huracanes Carmen y Fifí, en 1974, y Greta, en 1978. Aunque estos tres huracanes penetraron en Belice, se perdieron solo dos vidas. Un sistema apropiado de advertencia, adecuadamente ejecutado, puede evitar la pérdida de muchas vidas.
Belice tiene la suerte de contar con bastante territorio continental y recursos naturales suficientes como para poner en práctica un programa adecuado de control de huracanes con el personal de salud y otros funcionarios capacitados de que dispone.
· Es esencial que se cree una Oficina de Preparación para Casos de Desastre, de tiempo completo, y que se nombre un Coordinador para Casos de Desastre. Este puesto debe estar a un nivel respetable, que obtenga respuestas efectivas de todos los organismos del país. El cargo debe ser ocupado por alguien bien conceptuado por los organismos encargados de intervenir en las emergencias. Además, ese funcionario deberá tener habilidades para poder interactuar eficazmente con los medios de comunicación y la población en general.· El Plan de Gestión de Desastres debe comprender los planes de todos los organismos de ejecución, los comités de operaciones, los comités de los distritos y de los municipios. Personas capacitadas en la gestión de desastres deben presidir esos organismos en todos los niveles.
· Debe compilarse una lista de las personas con experiencia en preparativos y gestión de situaciones de emergencia. Durante los últimos quince años muchas personas de los sectores público y privado han recibido adiestramiento en diversos aspectos de la gestión de desastres y la respuesta a estos, y han participado en los ejercicios de desastres realizados en el Caribe y América Central. Muchos profesionales de la administración pública han recibido adiestramiento en la preparación para casos de desastre como parte de su capacitación formal. Todas estas personas deben tener participación en el Plan para emergencias y ocupar cargos en los que puedan aplicar su adiestramiento, al margen de su actual puesto administrativo.
· Hay muchos organismos en Belice que participan en actividades de concientización del público en materia de preparación para casos de desastre. Su labor se debe aprovechar para lanzar una campaña de educación pública sólida y eficaz sobre los preparativos en el hogar para afrontar situaciones de emergencia. Esto permitirá aliviar la carga impuesta a los recursos del gobierno.
· Se debe crear un plan de evacuación que estipule a cuántas personas se evacuará, las zonas, las rutas de evacuación y el inventario de los vehículos disponibles. Se debe estimar la capacidad de las carreteras para determinar el tiempo de preparación necesario, previo al comienzo de la evacuación. Hay que preparar y destacar a policías de tránsito que dirijan el flujo de vehículos de manera uniforme y ordenada.
· Se tiene que encontrar un edificio con instalaciones de emergencia adecuadas y designarlo Centro Nacional de Respuesta a Emergencias. Debe contar con instalaciones de emergencia de comunicaciones, corriente eléctrica y abastecimiento de agua. También debe tener salas de conferencias y un área disponible para las sesiones de información a la prensa. El edificio debe ser autónomo, con instalaciones que permitan comer y dormir en él a quienes durante varios días deban conducir una emergencia nacional o regional desde sus dependencias. Ese edificio debe estar situado en Belmopan.
· El gobierno de Belice debe promover el desarrollo y crecimiento de Belmopan y desalentar la urbanización de zonas vulnerables, además de procurar la rehabilitación de la capital de Belice. Belmopan se creó en respuesta a la destrucción de la capital beliceña en dos ocasiones: por el huracán de 1931 y por el Hattie, de 1961, con la convicción de que otros huracanes seguramente azotarían al país en el futuro. No obstante, la respuesta de la población e incluso del gobierno para movilizarse ha sido lenta. Se estimaba que Belmopan iba a tener una población cercana a los 35.000 habitantes en el año 2000, pero hoy es de apenas 7000 habitantes.
· Deben prohibirse los asentamientos y la urbanización de las dunas del lado del mar. Toda la construcción debe hacerse detrás de esas dunas. Hay que desaconsejar la limpieza de manglares para la construcción, porque los manglares y las playas están en la zona costera dinámica y sirven de amortiguadores entre la tierra y el mar, y siempre estarán sujetos a inundaciones ocasionales. Pueden resistir huracanes y otros violentos embates de origen meteorológico si no se los perturba y reduce, ya que dependen de los huracanes para su salud y regeneración. Estas zonas son también las más vulnerables a los efectos adversos de los cambios climáticos a largo plazo y de la elevación del nivel del mar.
· Además de Belmopan, hay otras poblaciones que se deben considerar adecuadas para refugiarse de los huracanes: son Orange Walk Town, San Ignacio/Santa Elena y Benque Viejo. Estos pueblos están lo suficientemente lejos de la costa para no verse afectados por las marejadas impulsadas por los huracanes. La intensidad del viento se reduce por la fricción cuando el huracán llega a esas zonas. Las construcciones en lo alto de los cerros son Vulnerables a los vientos fuertes. Los edificios erigidos en los cerros expuestos deben tener características estructurales que les permitan resistir los vientos más violentos. Los valles a veces crean un efecto de túnel que también puede intensificar los vientos. A pesar de sus ventajas, las poblaciones mencionadas están cerca de ríos. Por consiguiente, es fundamental levantar mapas de las llanuras aluviales correspondientes para poder evaluar los riesgos de inundación. La construcción en las llanuras inundables debe limitarse a actividades de temporada, con estructuras que resistan sin deterioro las inundaciones o que no sean muy costosas de reemplazar. Por último, se debe evaluar la infraestructura, para estimar la capacidad de cada municipio en materia de agua potable, eliminación de desechos, electricidad y sistemas de comunicación.
· Como se señaló en el punto anterior, deben trazarse mapas de las llanuras aluviales para todas las poblaciones cercanas a los ríos. Si se considera que son demasiado vulnerables a las inundaciones, habrá que reasentarlas.
· A los secretarios permanentes y otros altos funcionarios del gobierno, obligados a intervenir o a prestar apoyo en la preparación para casos de desastre o durante las emergencias, se los debe capacitar en la gestión de desastres. Pueden ser cursos cortos e intensivos de uno o dos días para que puedan impartirlos expertos internacionales.
· La función del sector de la salud en la NEMO debe mejorar. Tiene que haber un representante de salud destacado en el Centro de Emergencias para la coordinación con los demás comités. Para recalcar la importancia de la salud, se considera útil cambiar el actual nombre por el de Comité de Desastres de Salud o Comité para Casos de Desastre Sanitario.
Belize Airports Authority Hurricane Emergency Plans
Belize Defence Force Hurricane Standing Orders.
Belize Disaster Management Plan, Hurricane Preparedness, Vol. I (Revised July 1997), National Disaster Coordinator, National Emergency Response Organization.
CARECs Duty Travel Report, Belize City, Lewis, Rawlins and Vlugman, November 15, 1998.
Evaluation of Food Gathering and Transportation to BDF Camp in Ladyville (Preparation for Hurricane Mitch), Williams, Dr. Albert, General Manager, Belize Marketing Board, November 5, 1998.
A Guide Booklet for Collection, Control and Distribution of Food and Materials Committee, 17 February 1992.
National Meteorological Service, 1998 Hurricane Plan.
PAHO/WHO Belize Representation, Response to Hurricane Mitch, Disaster Focal Point.
Public Service Regulations, 1996 No. 153 of 1996.
Storm Hazard Assessment for Belize: Storm Surge and Wind Hazard Maps, The Caribbean Disaster Mitigation Project.
Summary of the Preliminary Assessment of the Environmental Impacts Caused by Hurricane Mitch, Environmental Subcommittee of NEMO, November 24, 1998.
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