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View the documentApéndice 3-B: Estuche personal para urgencias
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Enfermería en Desastres - Planificatión, Evaluación e Intervención (OTHERS - OTROS, 1985, 419 p.)

3. Atención y selección en la escena del desastre

Ralph L. Brown, E.M.T.-P., P.A.-C.

El sitio en que ha ocurrido un desastre constituye uno de los medios más difíciles en los que deben actuar las enfermeras. Muchos son ruidosos, peligrosos y confusos. En ellos las enfermeras deben trabajar muy de cerca con personal desconocido para ellas, utilizar equipo con el cual pueden no haber tenido experiencia y seguir algunos procedimientos diferentes a los normales en la práctica clínica diaria. Sin duda, la tensión emocional y física son factores extremos.

Este capítulo examina en detalle los problemas que deben afrontar las enfermeras en la escena de un desastre, los pasos que deben seguir para superarlos y la forma en que pueden aplicar sus conocimientos y experiencia para que la atención del paciente tenga un resultado positivo. La organización del sitio del desastre y el proceso de selección que se lleva a cabo allí mismo son aspectos que destacaremos. El capitulo concluye con sugerencias que pueden utilizar las enfermeras en su preparación para auxiliar estas situaciones.

El reto en la escena del desastre

Los conocimientos de una enfermera para la atención de los pacientes son muy requeridos en una situación de desastre; sin embargo, antes de que las enfermeras estén capacitadas para enfrentar tales circunstancias, es necesario que comprendan los innumerables problemas y dificultades que pueden distraer y desviar sus esfuerzos. Estos problemas pueden dividirse en tres tipos principales: 1) entornos peligrosos; 2) sistemas sobrecargados y 3) atención inapropiada de las víctimas.

Peligros en la escena del desastre

El sitio de la catástrofe puede estar lleno de peligros para la vida o los miembros corporales de la enfermera' los socorristas o las víctimas.

El simple hecho de caminar por escombros o subir por pendientes inclinadas puede lesionar a la enfermera o incluso provocar daño posterior a la víctima del desastre. Entre los principales riesgos que pueden existir en tal situación están los siguientes:

· incendio
· material explosivo
· humo u otros gases tóxicos
· cables de electricidad caídos
· restos que caen
· edificios que se derrumban
· inundaciones
· deslizamientos de tierra o avalanchas
· violencia de multitudes

La enfermera debe estar consciente de los peligros de la catástrofe y valorar el área en busca de los mismos antes de entrar en el terreno de los hechos. Obviamente tales peligros pueden dificultar su aproximación al paciente y la administración del tratamiento; también pueden entorpecer el desplazamiento de los materiales médicos al área de desastre y la extracción de los pacientes de la zona. Si la enfermera es lesionada o muere en un desastre significa una merma o pérdida en el sistema de rescate de por si sobrecargado: una enfermera incapacitada significa que las víctimas no se beneficiarán con sus conocimientos. Además una enfermera lesionada se vuelve una paciente más que debe atender el personal de rescate. Por tal motivo, es absolutamente indispensable que las enfermeras estén conscientes de los peligros de una cátastrofe y los eviten en todo momento.

Sistemas sobrecargados

Desde los sesenta, los servicios médicos de emergencia (SME) han evolucionado rápidamente. En casi todas las comunidades se cuenta con técnicos médicos o paramédicos (TME) perfectamente entrenados y bien equipados para tales situaciones. Estos técnicos médicos en urgencias y los paramédicos están respaldados por los departamentos de bomberos, policía, grupos de rescate y otras organizaciones que pueden ser solicitadas en una catástrofe. En muchas comunidades, las enfermeras participan en el grupo de servicios médicos de urgencia como personal prehospitalario. También los hospitales y su personal han evolucionado en su capacidad de atender a las víctimas de desastres masivos. Sin embargo, sea cual sea tal progreso en la preparación contra desastres, cualquier hecho clasificado como tal fácilmente sobrecarga los sistemas médicos de urgencia en la comunidad, y por ello no funcionan como lo harían normalmente. Por ejemplo, la enfermera que está acostumbrada a laborar en un medio controlado, puede sentirse desubicada cuando se enfrenta a la confusión de una tragedia. Para contrarrestar la desorganización de un sistema de emergencias sobrecargado y que la enfermera siga siendo una auxiliadora eficaz, en estas circunstancias debe entender los fracasos que pueden surgir. Quizá la ley de Murphy que señala que "Todo lo que funciona mal seguirá funcionando mal en el peor momento posible", sea válida cuando se prevean los fracasos de un sistema de urgencias durante un desastre.

Comunicación

Uno de los problemas universales en casi todas las calamidades es la comunicación deficiente. Las enfermeras no deben confiar en su capacidad para recibir o enviar información confiable, especialmente en los primeros momentos de una catástrofe.1 Las frecuencias de radio pueden estar saturadas de información equivocada, debido a que los técnicos médicos en emergencias (TMEs), los paramédicos, los bomberos, la policía, los hospitales y los funcionarios gubernamentales inicialmente es factible que tengan poco conocimiento acerca de la magnitud del desastre. En muchas ocasiones no se notifica a las organizaciones y los hospitales de urgencia de la existencia de un desastre y el personal más valioso acude a la escena de los hechos demasiado tarde. El equipo de comunicación falla porque las líneas telefónicas están rotas, la electricidad falta o están agotadas las baterías de los radios, lo que, además, imposibilita obtener asistencia y materiales médicos. Las enfermeras atrapadas en esta situación muchas veces no saben como pueden ayudar, y por ello deben preveer estos problemas de comunicación y adoptar medidas precautorias para que su actividad no se vea afectada por ellos.

Equipo

Otro problema que puede presentarse es el de la falta de equipo médico y de rescate. El número limitado de ambulancias y vehículos de rescate de una comunidad, resulta inadecuado para enfrentar una situación de tragedia. Inmediatamente se utilizarán camillas, vendas, soluciones intravenosas, férulas y otros materiales médicos, por ello existe la posibilidad de que muchos pacientes se vayan sin éstos. Más aun, muchas veces los equipos para casos de desastre con que cuentan la mayoría de las comunidades, son inadecuados y obsoletos. El equipo adicional quizá no pueda enviarse a la escena de los hechos, o ser dirigido a un sitio equivocado, debido a la deficiencia en las comunicaciones. Gran parte de los planes para situación de desastre comunitarios contemplan acuerdos para el auxilio y el abastecimiento mutuo, por cuyo medio, las poblaciones vecinas se ayudan entre si en caso de catástrofe, pero muchas veces transcurre mucho tiempo antes de que llegue el equipo de socorro. Las enfermeras que afrontan un desastre deben tener claras las limitaciones de equipo con que deberán trabajar.

Mando

En medio de la confusión y los peligros de un desastre, normalmente surge un tercer problema: deficiencias en el mando.2 Las primeras unidades de socorro que llegan a la escena de la catástrofe, por lo general no están muy seguras de quién es su superior, Conforme llega un número mayor de pacientes pueden surgir innumerables "directores". Las órdenes son contradictorias y no se acatan las de mayor importancia. Este problema disminuye en las etapas ulteriores al asumir el mando una persona calificada.

La enfermera que acude tempranamente a un desastre debe preveer la posibilidad de enfrentarse a conflictos en la coordinación del socorro. Es entonces cuando deben entender cuál es su papel en la tragedia y, si es necesario, ser capaz de laborar con una supervisión mínima.

Personal

Una de las situaciones más difíciles que se presenta en una catástrofe es el empleo inadecuado del personal. En estas circunstancias, una situación incómoda de por si se vuelve más desesperante. El personal médico necesario para prestar su valiosa experiencia a los pacientes, a veces es designado para realizar labores de rescate o se le confiere un cargo administrativo. Las enfermeras deben estar conscientes de este problema y siempre que les sea posible, evitarán realizar tareas que las desvíen de la atención directa de las víctimas.

Cumpliendo con el reto

La revisión de los problemas en un desastre puede hacer que se tenga una imagen sombría de lo que pueda ocurrir. Sin embargo, las enfermeras que intervienen en él no deben sentir desaliento porque tales obstáculos pueden ser superados si se establecen las siguientes tres metas en un intento por prestar auxilio eficaz en una catastrofe:

1. Cerciorarse de que haya seguridad para el personal y los pacientes.
2. Organizar un sistema eficaz contra desastres.
3. Prestar la atención apropiada a las víctimas.

Cualquier enfermera que intervenga en la escena de los acontecimientos debe percatarse de que su capacidad de atender a los damnificados se verá muy comprometida, salvo que en alguna forma cumpla con las tres metas mencionadas. A pesar de ello, se necesita preocuparse en primer lugar por las metas de seguridad y organización antes de concentrarse en la atención de una víctima (recuadro 3-1).

Formas de obtener seguridad

Todo el personal que interviene en caso de desastre, incluyendo las enfermeras, de be considerar principalmente, el proteger: 1) a si mismos; 2) a sus compañeros y 3) a sus pacientes (en ese orden).3 Nada es más importante que tener la seguridad de que no ocurrirán más lesiones. Un socorrista incapacitado constituye una gran carga para todos los otros participantes en las maniobras de auxilio. En vez de la capacitación formal en seguridad, la enfermera debe confiar en su sentido coman para tomar las precauciones necesarias en este sentido. Algunos de los aspectos por recordar son:

· Siempre evite los gases tóxicos situándose en dirección opuesta al viento.
· Protejase del tránsito colocando luces intermitentes o "destellos" a varios cientos de metros del lugar donde atienda a las víctimas y un punto situado en la vía de la circulación vehicular.

RECUADRO 3 - 1 Valoración de la escena del desastre

La enfermera que entre al sitio de un desastre debe iniciar la evaluación de las tres fases utilizadas para el control de la situación. Si alguna de las metas no es alcanzada, quizá necesite resolver el problema antes de continuar con la atención de las víctimas.

Meta 1: la seguridad del área

La enfermera debe preguntarse a si misma:

· ¿Puedo entrar en el sitio del desastre con seguridad?
· ¿Que riesgos deben evitarse?
· ¿Existen peligros ocultos que necesito identificar?

Meta 2: organización del sistema para casos de desastre

La enfermera debe preguntarse a si misma:

· ¿En donde está la zona de desastre?
· ¿En que sitio está la zona de tratamiento?
· ¿Donde está la zona de transportación?
· ¿Está la persona encargada, laborando en cada una de las zonas?

Meta 3: suministro de la atención más apropiada a los pacientes

La enfermera debe preguntarse a si misma:

· ¿Necesito efectuar la selección de las víctimas?
· ¿Cuántos niveles de prioridad debo establecer?
· ¿Qué personal debe ser asignado a cada nivel?
· ¿Qué tipo de pacientes se asignarán al primer nivel de prioridad?
· Procure que otra persona desvíe el tránsito lejos de donde está usted.
· Coloque los vehículos en posición adecuada para protejerla a usted cuando preste socorro en una carretera de alta velocidad (figura 3-1)
· Evite por completo acercarse a los cables de alta tensión caídos.
· Nunca trate de desplazar a un paciente que pueda estar en contacto con una fuente de energía.
· Señale los peligros que no sean tan obvios para que los adviertan los demás.
· Siempre valore rápidamente los peligros presentes en el terreno de los hechos, antes de penetrar en él.
· Permanezca cuando menos a unos 100 metros de cualquier incendio.
· Nunca entre en una estructura ardiendo.
· Permanezca cuando menos a unos 300 metros de los explosivos.
· Nunca penetre en una zona que pueda contener gases tóxicos.

La enfermera debe recordar que el entorno de algunas calamidades es tan peligroso que quienes penetran en la zona pueden sufrir lesiones o morir. De ocurrir lo anterior, ella no debe entrar nunca a ese sitio, y tratar de persuadir a los demás de que no lo hagan. Esta acción puede significar que la enfermera no atienda a algunas víctimas.

Formas de organizar el sistema: personal presente en el sitio de los hechos

La clave para manejar eficazmente una situación de desastre y atender a los pacientes sin dilación, es organizar un sistema efectivo para caso de calamidades que se base en la utilización adecuada del personal en los sitios más apropiados. El sistema que han desarrollado las organizaciones para prestar auxilio cuando ocurre un desastre, en el nivel local, estatal y federal para controlar grandes urgencias, con frecuencia no es muy conocido por el personal de enfermería. Debido a que las obligaciones de las diversas categorías del personal y la línea legal de autoridad en una zona de calamidad debe conocerse bien antes de que la enfermera se integre a la organización de auxilio, aquí presentamos una explicación breve de los diferentes tipos de personal que participarán en las maniobras de socorro y sus obligaciones, la cual puede ayudar a la enfermera a entender mejor la foma en que se manejan estos casos.


FIGURA 3 - 1 Colocación, por cuestiones de seguridad de los vehículos en la zona del desastre

Nota: Proteja la zona de un accidente en una carretera colocando su vehículo a unos 17 m, en sentido del tránsito, con las luces de emergencia brillando intermitentemente y estacionado con el frente en dirección opuesta al lugar de los hechos. Coloque una fogata en dirección al tránsito vehicular a unos 50 a 100 m de distancia, para que los vehículos que circulen a gran velocidad tengan tiempo suficiente para frenarse.

Departamento de policía

Los encargados de hacer cumplir la ley suelen ser los primeros en recibir aviso en caso de un desastre, por lo que casi siempre llegan al lugar de los hechos antes que nadie. A menudo es un oficial de la policía quien advierte la existencia de la calamidad y notifica a otras organizaciones solicitando ayuda.

Varias organizaciones encargadas del cumplimiento de la ley pueden responder ante una catástrofe (por ejemplo: patrullas de caminos, policía estatal, policías a nivel municipal o local). Estos funcionarios pueden participar en las labores de rescate o en la atención de los heridos, su tarea más importante es mantener la seguridad en el área de la tragedia. También resulta de enorme utilidad para conservar el tránsito de vehículos, alejar a los curiosos, y dirigir al equipo de rescate al interior del área. La seguridad global del personal que interviene en el acontecimiento también está resguardada por los oficiales de policía.

Departamento de bomberos

Los bomberos también intervienen en forma activa en la mayoría de las calamidades. Además de atender a las víctimas, ellos son los responsables de controlar los incendios y otros agentes peligrosos y, por lo general, tienen la experiencia y el equipo para extraer a los damnificados de edificios en ruinas o de vehículos chocados. La enfermera debe saber que generalmente el jefe de bomberos y sus oficiales tienen la responsabilidad legal de dirigir innumerables maniobras en el lugar de los hechos. Es de mencionar que en algunas comunidades el presidente municipal o el jefe de la policía son los responsables de ello.2

Personal del SME (Servicio médico de emergencias)

En casi todas las comunidades, el personal de los servicios médicos de emergencias es el encargado de atender a los pacientes antes de que estos lleguen al hospital. Es probable que la enfermera colabore íntimamente con dicho personal en una catástrofe, y por esta razón se combinan los esfuerzos y experiencia de ambos o con los del equipo paramédico, para de esa manera dar la mejor atención a las víctimas. El personal de los SME en un desastre, comprende a los técnicos propiamente dichos, quienes se pueden encargar de los procedimientos básicos necesarios para conservar la vida de un paciente y proporcionar la atención fundamental de algunos traumatismos. Los técnicos avanzados y los paramédicos también pueden encargarse de los mismos procedimientos y del tratamiento traumatológico en niveles más elevados. Pese a que los técnicos y los paramédicos no cuentan con el respaldo médico de una enfermera están perfectamente preparados para atender a las víctimas en medios prehospitalarios.

Esta área del personal trabaja bajo la autoridad del sistema medico local o regional, que los comunica por medio del radio con otro médico o enfermera o les señala los métodos ya establecidos para que lleven al cabo la asistencia de las víctimas. En muchas comunidades el sistema de los servicios médicos de emergencia envía a una enfermera al sitio de los hechos para supervisar al personal. Independientemente de que los técnicos y los paramédicos continúen sus labores dentro de su sistema clínico normal o que en una catástrofe estén bajo las órdenes de una enfermera, ella y el personal mencionado deben trabajar en perfecta armonía, ya que ambos cuentan con la experiencia y los conocimientos que pueden beneficiar a los pacientes.

El personal de los servicios médicos de emergencia posiblemente provenga de diversas instituciones. Los departamentos de bomberos, policía y organizaciones de ambulancias, pueden enviar ya sea técnicos o paramédicos. En las áreas rurales o las ciudades pequeñas es probable que un número importante de ellos procedan de las asociaciones de voluntarios locales que prestan servicios de ambulancias.

La enfermera, también, debe percatarse de que en muchos sistemas comunitarios para situación de desastre se solicita la participación de un técnico o paramédico jefe, quien actúa como responsable de la selección. Estas personas reciben capacitación adicional para ejecutar esa tarea y pueden tener experiencia en este campo por haber participado en simulacros de desastres o por haber intervenido en calamidades reales.

Personal médico

En algunos programas para caso de desastre, se solicita la intervención de grupos de médicos y enfermeras para que acudan al sitio de los hechos. Su participación puede incluir la atención de las víctimas, la selección de éstas o ambas tareas. En muchos casos la enfermera está por casualidad en el sitio de los hechos. En cualquiera de las dos situaciones mencionadas, ella se encuentra en una situación óptima para cubrir una de las grandes necesidades de una situación semejante: llevar a cabo las medidas necesarias para conservar la vida de un paciente.4 A pesar de que la valoración de las víctimas y la administración de tratamientos más complejos, son las tareas más importantes de una enfermera, ella puede considerar necesario el encargarse de otras labores. Sin embargo, siempre que sea posible, la asistencia de las víctimas tendrá la mayor prioridad.

Líderes del gobierno

Pocos son los líderes de los gobiernos local, estatal o federal que intentan dirigir las maniobras de rescate en el sitio de los hechos; las personas más aptas para esta tarea son los oficiales de bomberos o de la policía. Los funcionarios de gobierno desempeñan sus tareas importantes por medio del centro de operaciones de emergencias (COE).2 Muchos municipios y todos los estados tienen una estructura perfectamente protegida, de manera que pueden albergar a diversos funcionarios y proveerles de mapas del área del desastre, listas de hospitales o de organizaciones de emergencia idóneas, y de un sistema complejo de comunicaciones por radio. Dicho centro coordina la valoración de las necesidades en la escena del desastre y el envío de unidades de apoyo que puedan utilizar los directores en el sitio mismo. También puede dirigir el flujo de víctimas desde el lugar del desastre hacia los hospitales que tengan más capacidad para atenderlas.

Organizando el sitio de los hechos

Una vez que la enfermera se familiariza con el personal que trabaja en la zona del desastre, sabrá en dónde dicho personal debe concentrar sus conocimientos más provechosamente. Para la mejor organización del personal, el lugar del siniestro debe dividirse en tres zonas: 1) de desastre; 2) de tratamiento, y 3) de transportación (figura 32). A cada zona se le asigna diferente tipo de personal.

Zona de desastre

La zona de desastre es la localización real del incidente (colisión de un avión o área en que se derrumbó un edificio). Las víctimas pueden estar dispersas en todo ese entorno peligroso. Debido a que este sitio es, por su naturaleza el de mayor confusión y peligroso en toda el área de la tragedia, constituye un punto difícil para suministrar atención adecuada a los damnificados. Si el personal experto en desastres trata de atender a los pacientes en ese lugar, puede fracasar a causa de la dificultad para trasladar los suministros médicos y por la disgregación del personal. Por tal motivo las actividades por realizar en la zona del desastre, incluyen a las siguientes:

· brindar seguridad en el sitio de los hechos
· lograr el acceso a las víctimas
· estabilizar las condiciones que pueden ser mortales para los damnificados
· desplazar a los pacientes a una zona mejor para su tratamiento

La mayor parte del personal de socorro se envía inicialmente a esta zona para estabilizar y transportar a los damnificados. A medida de que se evacue a un número cada vez mayor de personas de la zona, se efectúa un cambio en el personal. En este momento hay que redistribuir a los técnicos, a los paramédicos y a las enfermeras para que permanezcan con los damnificados en el área de tratamiento; los bomberos y el resto del personal de rescate debe continuar con sus labores de extraer a las víctimas y transportarlas lejos de la zona de desastre.


FIGURA 3 - 2 Organización por zonas del sitio de desastre

Los damnificados deben ser alejados de la zona de desastre lo más pronto posible, incluso, antes de que se les realice una valoración clínica detenida. Para protegerlos en caso de sufrir lesiones ocultas, se les transportará en tablones de madera y no en camillas. Los programas de rescate bien elaborados deben contemplar una provisión abundante de tablones de madera los cuales se pueden hacer de triplay, a un costo razonable y almacenarlos hasta que se necesiten.

En la zona del desastre puede hacerse la selección inicial de los heridos. Los primeros técnicos en medicina de emergencia o enfermeras que lleguen tendrán que identificar a las personas que deben ser transportadas en primer lugar a la zona de tratamiento, ya sea por tener las lesiones al parecer más graves o porque están en el lugar donde los grupos de rescate entran y salen del área.

Zona de tratamiento

Es necesario establecer una segunda zona hacia la cual se debe llevar a los pacientes para que reciban tratamiento. Generalmente se les sitúa a unos 150 metros de la zona de desastre, salvo que el entorno sea tan peligroso que obligue a alejarlos aún más. La zona de tratamiento es un área mejor en la cual se lleva a cabo la atención de los pacientes, porque en ella se puede concentrar el equipo y el personal y que de alguna forma están ya un poco alejados de la confusión que priva en la zona de la catástrofe. En una situación extrema las enfermeras deben pasar la mayor parte de su tiempo en esta zona, y las actividades por realizar allí son las siguientes:

· selección de pacientes para asignarlos a las categorías de tratamiento
· valoración detenida de cada víctima
· tratamiento de lesiones
· preparativos para su transportación

Las víctimas deben disponerse en hileras, de acuerdo con la gravedad de sus lesiones, y las que tengan la máxima prioridad se colocan en la fila que se transportará en primer término, los de la segunda prioridad se colocan en la siguiente hilera, y así sucesivamente. Los extremos de cada hilera deben estar muy cerca de la zona de transportación para que los socorristas desplacen a los damnificados a las ambulancias sin tener que "brincar" sobre otras víctimas (Fig. 3-3)

Zona de transportación

Los directores o líderes en la zona de desastre deben establecer la de transportación, tan pronto se hayan delimitado las de la catástrofe y la de tratamiento. La zona de transportación debe estar localizada junto a la de tratamiento y lo suficientemente despejada como para que entren y salgan los vehículos de urgencias. Estos últimos serán dirigidos por el centro de operaciones de emergencias para penetrar en la zona de transportación y para descargar material o personal. Una vez hecho lo anterior, las ambulancias u otros vehículos idóneos pueden recoger a los pacientes y transferirlos a los hospitales. El personal que trabaja en este sitio está integrado principal mente por oficiales de la policía o por bomberos. (Consúltese el capitulo 5, correspondiente a las tareas de la enfermera durante la transportación de un herido.)

El responsable de las actividades en un desastre

La división del trabajo y la demarcación de las diferentes zonas, sin embargo, no constituirán por si un sistema que funcione eficazmente en un desastre. Se necesita que una persona capaz asuma el control del área de la catástrofe. La mayoría de los programas para situaciones de este tipo incluyen tres posiciones de control importantes: 1) El encargado en desastres 2) el responsable de la selección; 3) el encargado de la transportación.

Encargado en desastres. La dirección general de la atención en un área de desastre en la mayoría de las comunidades es responsabilidad del jefe de bomberos. Como el encargado en desastres el jefe o alguno de sus subordinados es el encargado de establecer las tres zonas mencionadas y de asignar personal a las mismas, la mayor parte de los esfuerzos del encargado en estos casos debe orientarse a dirigir las actividades en la zona mencionada, y por ello el puesto de mando debe colocarse junto a esta zona.

Responsable de la selección. El responsable de la selección puede ser un técnico médico, un paramédico, una enfermera o un médico en la zona de tratamiento y debe cubrir dos funciones: 1) valorar rápidamente el estado clínico de la víctima y asignarla a una categoría de prioridad en la zona de tratamiento, y 2) asegurarse de que sea asignado el personal médico para atender a estos damnificados en la zona.

Muchos expertos piensan que las enfermeras deben delegar la tarea de selección a otra persona con menos conocimientos clínicos, ya que en ella se realiza sólo la valoración básica pero no la administración del tratamiento.4 Pueden utilizarse mejor los conocimientos y experiencias de la enfermera en la valoración detenida de las víctimas y en su tratamiento.5 Sea quien sea el encargado de selección, las enfermeras deben comprender los principios de toma de decisiones en la selección de las víctimas. Ellas continúan llevando a cabo la valoración de los pacientes y a veces pueden necesitar aconsejar al responsable de la selección respecto a los cambies en el estado clínico de una persona, los cuales obligan a cambiar a la misma a otra categoría de prioridad.


FIGURA 3 - 3 Disposición de los pacientes en la zona de tratamiento

El responsable de la selección debe de estar en la entrada de la zona de tratamiento, de manera que todos los damnificados que penetren en ella, pasen ante el para que los asigne a una categoría.6 Debe efectuar esta tarea en menos de 30 segundos para así asegurar el tránsito rápido de pacientes a través de la zona. Si el flujo de heridos es demasiado grande para un solo encargado de selección, pueden asignarse a algunos asistentes que colaboren en la valoración de las víctimas a medida que pasen por esta zona.

Esta valoración de selección puede realizarse de forma competente con la práctica, y es semejante a la revisión inicial expuesta en el capitulo 2. La enfermera a quien se le solicita que practique dicha exploración conforme la víctima llega a la zona de tratamiento, puede basar dicha exploración en cuatro aspectos:

1. Pulso y respiraciones de la víctima.
2. Nivel de conciencia.
3. Descripción del estado clínico de la víctima por parte de los socorristas que la transportaron.
4. Revisión rápida de las principales áreas y órganos del cuerpo para detectar problemas obvios.

La categoría que asigna el encargado de selección después de la exploración es sólo tentativa. El personal de los servicios de emergencia o una enfermera independientemente iniciarán una valoración más detenida, y pueden señalar al responsable de selección la necesidad de reasignar a la víctima a otra hilera. Esta especie de trabajo en equipo entre el personal de la zona de tratamiento permite la mejor atención de un gran número de víctimas en un corto tiempo.

Encargado de transportación. La persona responsable de dirigir los vehículos de emergencia, tanto dentro de una zona de desastre, como fuera de ella, es el encargado de transportación. Probablemente sea un oficial de policía y él estará en la zona de transportación, pero cerca de la de tratamiento y debe colaborar con el personal médico para asegurarse que, en primer lugar, los pacientes colocados en las hileras de prioridad más alta sean transportados a los hospitales.

Atención médica apropiada

Selección de los pacientes

La enfermera que supervisa o trata a las víctimas de un desastre se enfrenta a diversos tipos de pacientes. Por tal motivo, para que un sistema de auxilio brinde ayuda eficaz, es esencial que se administre el tratamiento preciso a cada tipo de damnificado y que se sepa que la asistencia apropiada para un paciente en una situación ajena a la de desastre, quizá sea inapropiada en las condiciones de una calamidad. Por ejemplo, las personas gravemente enfermas en situaciones clínicas normales pueden tener un buen diagnostico debido a la excelente atención que reciben a troves del sistema médico de urgencias. Los grupos completos del personal médico pueden concentrar sus esfuerzos para salvar la vida de un solo paciente que ha sufrido un accidente automovilístico trágico o que presenta una grave urgencia quirúrgica. Sin embargo, la persona afectada de este tipo de problemas en una situación de desastre masivo, quizá no pueda ser salvada, debido a que el poder humano y el equipo necesarios para atender a un solo paciente en estado critico, deben utilizarse para un gran número de víctimas. Las prioridades normales cambian en una catástrofe. El paciente en estado crítico que en circunstancias comunes recibiría la atención heroica del personal para salvarle la vida, quizá deba colocarse en una categoría de baja prioridad para salvar a las personas con un pronóstico superior en una situación de desastre. Para entender con más precisión como tomar estas decisiones de selección, la enfermera debe revisar los siguientes tipos de víctimas que se encuentran en un desastre y su posición en las categorías de prioridad.

Muerte probable. En esta categoría estarán las personas que han sufrido una lesión o enfermedad que probablemente será mortal, dependiendo de la atención que reciban. Las personas con lesiones craneoencefálicas masivas, paro cardiaco, y las que han sufrido un traumatismo extenso del tórax, son ejemplos de víctimas muy graves con un pronóstico muy pobre en circunstancias normales. Por lo general, se acostumbra asignar a este tipo de víctimas a las categorías de prioridad más bajas, durante una calamidad.

Estado crítico. En una catástrofe muchas personas sufren lesiones gravísimas que pueden causar la muerte, como son neumotórax a tensión o hemorragia intraabdominal, pero si son atendidas en un hospital en un término de 30 a 60 minutos de haber acaecido el problema, su pronóstico puede ser satisfactorio. Si son transportados y tratados rápidamente en un hospital, habrá que asignarlos a una categoría de alta prioridad; si no pueden llegar pronto al hospital su pronóstico será tan insatisfactorio que la enfermera puede incluirlos en un nivel de baja prioridad.

Estado grave. El paciente con el mejor pronóstico en una catástrofe es aquel que tiene un trastorno grave, es decir, lesiones tales como múltiples fracturas, o neumotórax. No están en peligro de muerte inminente y su tratamiento no requiere de la participación de todo el personal médico. Hay gran probabilidad de que el enfermo con lesiones graves sea salvado dentro de un sistema sobrecargado, y por tal motivo, se le asigna la más alta prioridad de tratamiento y transportación.

Estado estable. Las víctimas sin trastornos que amenazan la vida pero que necesitan de atención médica en el hospital, son muy abundantes en la mayoría de las catástrofes. Las personas que sufren una fractura cerrada de la pierna o una quemadura de segundo grado en una zona pequeña del cuerpo, constituyen un ejemplo de esta categoría. Ellas pueden esperar algunas horas mientras se les trata en un hospital y aún así tener una recuperación excelente. Cabe incluirlas en una categoría media o inferior de prioridades.

Lesiones menores. Los damnificados que presentan abrasiones y contusiones y que pueden recibir atención médica en el lugar del desastre y vuelven a su hogar, o pueden acudir por si mismos a sus médicos particulares, constituyen un grupo de sujetos con lesiones menores, cuya prioridad en el sistema de jerarquización es baja.

Muerte. Generalmente las muertes se relacionan con un desastre. La víctima que ha fallecido en el lugar de los hechos debe colocarse en la categoría más baja de prioridades.7 En un desastre, rara vez se ejecutan las maniobras de reanimación cardiopulmonar, pues es casi imposible "resucitar" a una persona que ha sufrido un paro cardiaco, dadas las circunstancias de desastre. El tratamiento requeriría del uso de personal y equipo con el cual se pueden obtener mejor resultados en pacientes más viables.6 El cadáver debe tratarse con respeto y ser llevado a un área alejada de la zona de tratamiento. En un sistema simple de selección, el fallecido se coloca en la misma hilera de los pacientes con lesiones graves y mortales.

Sistemas de selección

Existen innumerables sistemas de selección y muchas comunidades han diseñado ya uno de ellos dentro de sus programas en caso de desastre. En algunos sistemas se pide colocar a los pacientes en una de las tres categorías de prioridad, en tanto que otros pueden tener hasta cinco o seis niveles. Una mirada a los dos sistemas típicos de selección puede ayudar a las enfermeras a adoptar cualquiera de ellos.

Sistema de tres categorías

El sistema más sencillo de selección cuenta tan sólo con tres niveles de prioridad para colocar a los pacientes (Recuadro 3-2).8 Este tipo de sistema funciona adecuadamente para grupos pequeños de víctimas o cuando la confusión en el terreno del desastre es extrema. El sistema mencionado también es útil de establecer cuando la enfermera debe iniciar el programa de selección sin auxilio de otras personas. Siempre es posible ampliarlo a un sistema de cuatro o cinco categorías, si así lo exigen las circunstancias.

En un sistema de tres categorías, los pacientes viables, en caso de recibir tratamiento en los primeros 30 o 60 minutos, son asignados a la hilera de máxima prioridad en la zona de tratamiento. En la segunda hilera se coloca a los pacientes estables; y a los que tienen la posibilidad de fallecer o ya murieron, se les coloca en la tercera hilera junto con las personas con lesiones menores que pueden esperar algunas horas para su atención. Estas personas deben estar separados de los cadáveres.

Sistema de cinco categorías

La enfermera puede utilizar un sistema más complejo de cinco niveles de prioridad (Recuadro 3-3), el cual prefieren un gran número de comunidades y que está elaborado con base en los sistemas militares.5 La diferencia principal entre este sistema y el de tres categorías es la adición de categorías separadas para los pacientes con lesiones menores y los fallecidos.

RECUADRO 3 - 2 Sistema de selección de tres niveles de prioridad

Primera prioridad

· Problemas de cualquier tipo en las vías respiratorias
· Casi todos los tipos de lesiones en el tórax
· Deterioro de los signos vitales
· Sospecha de hemorragia interna
· Hemorragia externa severa no controlada
· Lesiones craneoencefálicas con disminución del nivel de conciencia
· Quemaduras de espesor parcial y total que abarquen de 20 a 60% de la superficie corporal
· Algunos tipos de urgencias médicas, como status epilépticus o choque insulínico sulínico

Segunda prioridad

· Fracturas abiertas
· Fracturas múltiples
· Lesiones de la columna
· Desgarres grandes
· Quemaduras de espesor parcial y total que abarquen de 10 a 20% de la superficie corporal
· Urgencias médicas como angina de pecho o coma diabético

Tercera prioridad

· Quemaduras menores
· Fracturas cerradas
· Luxaciones y esguinces
· Desgarres menores
· Abrasiones y contusiones
· Lesiones probablemente mortales como aplastamiento del cráneo o quemaduras de espesor total que abarquen de 80% a 100% de la superficie corporal
· Paro cardiaco
· Persona evidentemente muerta

Casos Especiales

La mayor parte de los pacientes pertenecen a algunos de los niveles de prioridad ya señalados; sin embargo, hay que tener presente unas cuantas situaciones inusuales. El personal lesionado con frecuencia se coloca en la hilera de más alta prioridad para su tratamiento y transportación, a pesar de no presentar heridas muy graves. Esta regla básica de rescate ayuda a levantar el ánimo de los demás socorristas. De manera similar, si entre las víctimas de la catástrofe se encuentran los familiares de algunas personas que intervienen en el rescate también se les coloca en la prioridad más alta, por la misma razón. Deben darse consideraciones especiales a los pacientes demasiado agitados o violentos, ya que pueden distraer al personal de sus tareas y hacer que disminuya el ánimo, razón por la cual la enfermera debe decidir si los coloca en la hilera de mayor prioridad, a efecto de alejarlos de la escena de los hechos tan pronto como sea posible.

RECUADRO 3 - 3 Sistema de selección de cinco niveles de prioridad

Primera prioridad

· Problemas de cualquier tipo en las vías respiratorias
· Casi todos los tipos de heridas en el tórax
· Deterioro de los signos vitales
· Sospecha de hemorragia interna
· Hemorragia externa profusa no controlada
· Lesiones craneoencefálicas con disminución del nivel de conciencia
· Quemaduras de espesor parcial y total que abarquen de 20 a 60% de la superficie corporal.
· Algunos tipos de urgencias médicas, como status epilépticus o choque insulínico sulínico

Segunda prioridad

· Fracturas abiertas
· Fracturas múltiples
· Lesiones de la columna
· Desgarres grandes
· Quemaduras de espesor parcial y total que abarquen de 10 a 20% de la superficie corporal
· Urgencias médicas, como asma o angina de pecho

Tercera prioridad

· Quemaduras menores
· Fracturas cerradas
· Luxaciones y esguinces
· Desgarres menores
· Abrasiones y contusiones

Cuarta prioridad

· Pérdida severa de sangre con choque profundo y prolongado
· Exposición aguda de todo el cuerpo a una radiación de 500 rads
· Lesiones por aplastamiento de la cabeza
· Quemaduras de espesor parcial y total que abarquen de 80 a 100°70 de la superficie corporal

Quinta prioridad

· Paro cardiaco
· Personas indudablemente muertas

Colocación de marbetes

Casi todas las comunidades cuentan con un método para marcar a los pacientes con un marbete, para que el personal asistencial conozca el estado general de cada víctima. Estos marbetes también pueden contener información clínica importante, como los signos vitales y los medicamentos administrados a la víctima.6

Los sistemas de marbetes son muy convenientes, pero poseen algunas limitaciones cuando las comunidades utilizan procedimientos diferentes en la significación de los mismos. Algunos procedimientos utilizan un marbete rojo para distinguir a un paciente de mayor prioridad, en tanto que en otros sistemas dicho color indica la prioridad más baja. Muchas comunidades colocan dibujos en el marbete (un conejo o la luz roja de un semáforo) para indicar la prioridad de la víctima.

En algunos casos los marbetes para casos de desastre, posiblemente lleguen después de que muchos damnificados ya fueron desplazados de la zona de tratamiento. Cuando la enfermera no cuenta con los marbetes, puede fijar con algun adhesivo un trozo de papel en el brazo o el tórax del paciente y escribir en él los datos clínicos del mismo.

Las enfermeras que están frente al dilema de un sistema confuso de marbetes o ante la ausencia definitiva de él, pueden resolverlo con frecuencia al colocar un trozo de cinta adhesiva en la frente del paciente y escribir en él "primera prioridad" "segunda prioridad" y así sucesivamente. Estas palabras escritas serán entendidas con toda claridad, pues el uso de algunos símbolos puede ser interpretado de forma errónea. Estas etiquetas también pueden superponerse a los marbetes existentes para asegurarse de que todos entienden la categoría de la selección de la víctima. Si al valorar de nuevo a la víctima, mientras espera que se le transporte, se advierte que ha cambiado su estado clínico puede modificarse la información del marbete o elaborar uno nuevo para indicar el cambio.

Ejemplo de una catástrofe

Para ilustrar las maniobras de auxilio eficaces en un desastre, imagine los hechos que involucran a dos participantes ficticios en una catástrofe (Recuadro 3-4). El escenario del accidente es un campo de beisbol y la emergencia es el derrumbe de una sección de gradas. Uno de los participantes es un joven que se lesionó al derrumbarse las gradas y cl otro es la enfermera que llega poco después de ocurrir el suceso.

Preparándose para un desastre

Las enfermeras pueden mejorar en grado sumo su capacidad para auxiliar en desastres, al hacer preparativos con anterioridad. Dedicar a dichos preparativos unas cuantas horas al mes en el transcurso de un año o dos puede significar la diferencia entre actuar de forma ineficaz, o aplicar los conocimientos y la práctica de enfermería, como todo un elemento
competente, para salvar la vida de los damnificados.

RECUADRO 3-4 Ejemplo de un caso

Las gradas se derrumbaron a eso de las 22.30 horas de una noche de verano, lesionando a 70 personas y causando una falla en el suministro eléctrico que sumió a toda la zona del desastre en la oscuridad.

El despachador de emergencia con el numero 911 que había sido alertado por los vecinos envió a un oficial de la policía para investigar. Él, después de valorar la situación, pidió una ambulancia y un camión de bomberos. Cuando llegaron los técnicos médicos en emergencias (EMTs), treparon a la parte más alta del graderío en compañía del oficial y allí descubrieron a un gran numero de personas lesionadas y atrapadas. Al percatarse de que la magnitud del desastre era mayor de lo que un sistema de urgencias normal podía manejar, pidieron la colaboración del despachador, quien activo el programa para casos de desastre de la comunidad. Inmediatamente llegaron al sitio de los hechos más policías, técnicos médicos en emergencias y bomberos, con sus equipos y material adecuados para estas situaciones. Se notificó al jefe de bomberos, al centro de operaciones de emergencias y otras autoridades. El COE avisó a hospitales locales y regionales, que a su vez tomaron algunas medidas para coordinar las labores de apoyo en la catástrofe.

Al pasar en su automóvil por el estadio de beisbol, una enfermera vio llegar a los camiones de bomberos que se estacionaban para prestar ayuda. Observó la escena de caos: personas que corrían, gritos pidiendo auxilio y metal aplastado. Insegura en un principio acerca de la forma en que podría ayudar, vio a los oficiales de la policía tratando de alejar a los curiosos de los cables de la luz que se hablan caído y a los técnicos médicos y bomberos tratando de rescatar a las víctimas de entre las ruinas. Se percató de que al realizar tales maniobras, trataban de que la escena del accidente fuera un sitio seguro, con lo cual cumplían la primera meta de la atención en casos de catástrofe.

En este momento la enfermera advirtió que la mejor forma como podía ayudar era organizando el área del desastre, que es la segunda meta del programa para casos de tragedias. Una zona de pasto en el campo de juego, muy cerca de la carretera, fue el sitio ideal para establecer la zona de tratamiento, y varios técnicos médicos la auxiliaron para desplazar a los primeros tres damnificados al área. Antes de que los técnicos regresaran a la zona del desastre se había llevado a cabo la valoración del estado de las tres víctimas y se iniciaba el tratamiento de las mismas.

Durante ese tiempo, los funcionarios comenzaron a asignar personal al Centro de Operaciones de Emergencia para recibir los reportes de la situación del desastre, solicitar la ayuda de las comunidades vecinas, reclutar personal y equipo adicionales. Todos los hospitales locales pusieron en marcha sus propios programas para situación de desastre y hablan notificado al COE respecto al número y tipo de pacientes que podían recibir.

Una de las víctimas, un joven que percibió las primeras señales del desastre, como el ruido de las gradas al caer y el parpadeo de las luces, quedó atrapado debajo de una montaña de tablones de madera y vigas de metal. Imposibilitado para moverse y auxiliar a otras víctimas, sólo pudo esperar hasta que un socorrista llegara con una lamparilla de mano, le hiciera una señal y le pidiera que esperara.

Mientras tanto, la enfermera al advertir que los técnicos médicos no se sentían cómodos realizando las tareas de selección, se ocupó ella misma del proceso en las víctimas que comenzaban a llegar en un número cada vez mayor. Se colocó a la entrada de la zona de tratamiento y rápidamente examinó a cada persona que le llevaban. Trabajó con rápidez, y determinó el nivel de conciencia y la frecuencia del pulso de cada víctima También, revisó el cuerpo de cada uno de los damnificados para saber si había sufrido alguna lesión grave, y recibió los reportes del personal de rescate, respecto de lo que hablan encontrado cuando rescataron a las personas y las llevaron a la zona de tratamiento.

La enfermera comenzó a clasificar a las víctimas de acuerdo con sus necesidades, utilizando el sistema de selección simple de tres niveles de prioridad. Los accidentados que necesitaban tratamiento y transportación inmediatos fueron colocados en la primera hilera por los técnicos médicos y la enfermera dio instrucciones al personal médico que estaba con ella, para que concentrara sus esfuerzos en atender a esos pacientes. También colocó en la frente de cada lesionado un trozo de cinta adhesiva en que escribió el nivel de prioridad al que pertenecían.

Al aumentar el numero de víctimas, se formaron dos hileras para lesionados de la segunda prioridad, y después, tres hileras. Hubo de tomarse decisiones difíciles: colocar a un paciente con heridas profundas y masivas que le ocasionarían una hemorragia mortal, al final de la tercera hilera, de modo que otros pacientes mas viables pudieran recibir atención.

El joven que quedó debajo de los escombros, finalmente fue liberado, y llevado sobre un tablón a la zona de tratamiento por el personal que le hizo una revisión inicial para saber si tenía alguna lesión mortal. Cuando llegó a la zona de tratamiento, la enfermera le tomó el pulso, y revisó su cabeza, palpó su tórax y su abdomen, y observó sus extremidades para saber si tenía alguna hemorragia oculta. El socorrista indicó a la enfermera que el joven posiblemente tenía una fractura. Resultó ser la única lesión obvia, de manera que se colocó al joven en la hilera de segunda prioridad. Por primera vez se le midió su presión arterial, lo cual se repitió varias veces antes de llegar al hospital. Quince minutos después de su rescate, la enfermera y el técnico médico de urgencias hablan inmovilizado su pierna colocando vendajes en sus abrasiones y raspones, y lo habían cubierto con una manta.

Al llegar las unidades de apoyo de las comunidades vecinas (30 minutos después de iniciado el desastre), la enfermera pidió a los paramédicos que continuaran con la selección para que ella pudiera dedicarse a las víctimas que no hablan recibido tratamiento. Un grupo de enfermeras, paramédicos y técnicos medicas en emergencias trabajaban en conjunto para aplicar sueros intravenosos, aspiración, trajes antichoques, intubación nasotraqueal y otras técnicas terapéuticas. Los pacientes después de haber sido valorados y tratados, estuvieron listos para su transportación, de acuerdo a las prioridades que se les hablan asignado.9 Los muertos fueron transportados al depósito de cadáveres de la ciudad, por los empleados de las funerarias de la localidad.

90 minutos después de que se derrumbaron las gradas, la enfermera volvió al hospital en donde trabajaba. Fue llevada en la misma ambulancia que transportaba al joven con la pierna fracturada, y ella auxiliaba al técnico en la atención de los pacientes mientras se dirigían al hospital.

Preparación personal antes de un desastre

Muchas enfermeras se preparan personalmente para dominar las maniobras de auxilio en desastres, al ampliar sus conocimientos y su práctica médica en situaciones de emergencia. Pueden iniciar su entrenamiento efectuando venoclisis o pasando tiempo adicional en el departamento de urgencias, a efecto de revisar los procedimientos especiales de tratamiento para problemas ortopédicos, quemaduras y otras lesiones. Un departamento de urgencias con un gran volumen de trabajo también es un sitio excelente para practicar la selección. La enfermera podría beneficiarse si asiste a clases de primeros auxilios o incluso completa un curso de técnico médico en urgencias. Puede adquirir experiencia al tratar personas fuera del hospital, de forma conjunta con los técnicos médicos en urgencias o con los paramédicos, en la ambulancia de la localidad. Muchas comunidades ofrecen pláticas o conferencias dentro del servicio acerca del manejo de un desastre. La revisión periódica de este libro también puede ser útil para que la enfermera se prepare para afrontar situaciones similares.

La enfermera que tiene ante sí la posibilidad de trabajar fuera del hospital en situaciones de catástrofe debe dedicar tiempo a conocer en detalle el programa de la localidad para tales eventualidades. Los departamentos locales de bomberos y el centro de operación de emergencias suelen estar bien dispuestos para explicar a quien lo solicite, cual es su participación en un desastre, y describir lo que ellos esperarían del personal de enfermería, en tales contingencias.

Una de las formas de preparación más eficaces para afrontar desastres es participar en los simulacros de la localidad. Estos incidentes simulados con saldos masivos de víctimas son de enorme utilidad para poner en práctica los conocimientos expuestos en este libro. La enfermera puede adquirir una notable experiencia al participar en ellos, la que mejorará su capacidad rápidamente para actuar en un desastre real.

Suministros de auxilio en casos de desastre

Muchas comunidades solicitan la participación del personal de enfermería para preparar los suministros que se utilizarán durante el desastre, de modo que se puedan almacenar en un sitio seguro y sacarlos para su empleo en el momento idóneo. Generalmente es mejor tener dichos depósitos de materiales en varios sitios estratégicos; uno de ellos puede estar en el servicio central del hospital y otros en el departamento de bomberos o en el lugar de un posible desastre, como el aeropuerto. Los suministros médicos más importantes que deben guardarse en dichos depósitos son material de curación para traumatismos y soluciones endovenosas, todos en gran volumen. Otros materiales necesarios incluyen tablones, férulas y mantas (Consúltese el Apéndice 3-A). Los productos con fecha de caducidad deben ser renovados cada año, de la reserva activa del hospital.

Estuche personal contra desastres

Las enfermeras también deben considerar sus propias necesidades en los preparativos para caso de desastre. Los artículos personales y familiares, son esenciales para brindar seguridad y comodidad a cualquier persona involucrada en una situación extrema. La enfermera puede empezar a preparar el material personal al integrar un "estuche" médico, como un botiquín completo de primeros auxilios que pueda transportar en la cajuela de su automóvil (véase el Apéndice 3-B). El estuche incluye material médico utilizable por la enfermera en el sitio del desastre en caso de que los vehículos de urgencia no hayan llegado con sus suministros. También pueden emplearlo para tratar a los miembros de su familia u otras personas en situaciones ajenas a una tragedia.

La enfermera que se prepara para situaciones de desastre debe también reunir una cantidad pequeña de material y artículos para supervivencia (véase el Apéndice 3-C); de este modo, ella y sus familiares pueden contar con ropa adicional, refugio, alimento y agua. Los artículos de supervivencia pueden conservarse en casa y en la cajuela del automóvil. Tomar pequeñas precauciones, como las anteriores, puede ser de enorme utilidad para que la enfermera sobreviva al desastre y conserve su eficiencia en la atención de los pacientes.

Resumen

Un desastre es uno de los retos mas grandes que ponen a prueba la capacidad de una enfermera para atender a los pacientes. La escena del desastre es un medio extraño, caracterizado por la confusión, la urgencia y quizá el peligro. La enfermera que interviene en una situación semejante posiblemente tenga que resolver los problemas de seguridad y organización en el sitio mismo de los hechos, en tanto presta sus servicios médicos a innumerables víctimas. Para desempeñar satisfactoriamente su tarea, ella debe saber quiénes serán las personas que intervengan en las maniobras de socorro; y también debe saber cómo se organizará a dicho personal. Un aspecto básico para el concepto de la asistencia adecuada de las víctimas durante una catástrofe es el cambio de los procedimientos médicos normales por los que se utilizan para casos de desastre. El conocimiento que la enfermera tenga de los conceptos de selección, le ayudará para proporcionar a las víctimas la mejor atención dentro de un sistema médico sobrecargado. Los preparativos para situación de desastre permiten a la enfermera desempeñar su labor en la mejor forma posible durante una catástrofe.

Referencias

1. Sellers T: "Mass casualty picture is EMS a its worst". Emergency Department News, April 1982, 1-11.

2. Bever DL: SAFETY: A Personal Focus. St. Louis, Times Mirror/Mosby, 1984, pp. 269, 271.

3. Caroline NL: Emergency Care in the Streets, ed 1. Boston, Little Brown & Co., Inc, 1979, p. 441.

4. Butman AM: Responding to the Mass Casualty Incident: A Guide for EMS Personnel. Westport, Connecticut, Emergency Training, 1982, pp. 69, 135.

5. Emergency War Surgery. United States/NATO, Comville, Ariz.: Desert Publications, 1982, pp 156, 158.

6. Grant HD, Murray RH Jr, Bergeron DJ: Emergency Care, ed 3. Bowie, Md, Robert J. Brady Company, 1982, pp. 341, 346.

7. Gazzaniga AB, Iseri LT, Baren M: EMERGENCY CARE: Principles & Practices for the EMT-Paramedic, ed 2. Reston, Va.: Reston Publishing Co., Inc, 1982, p. 383.

8. Americen Academy of Orthopaedic Surgeons: Emergency Care and Transportation of the Sick and Injured, ed 2. Chicago, George Banta, 1977, p. 34.

9. Hafen BQ, Karren KJ: Prehospital Care & Crisis Intervention, ed 2. Englewood, Colorado, Morton Publishing Co., 1983, p. 543.

Apéndice 3-A: Suministro para una situación de desastre

Cajas de material para atender traumatismos.

Debe haber en cada depósito, diez cajas del material básico para atender traumatismos. Cada una contiene lo siguiente:

Equipo para vías respiratorias.

10 cánulas bucofaríngeas de diversos tamaños
2 jeringas de irrigación de 50 ml con sondas de succión
2 "abre bocas"

Instrumentos

2 lamparillas de mano con baterías adicionales
2 tijeras para vendas
4 bisturíes desechables
4 pinzas hemostáticas desechables

Material para curación de traumatismos

200 apósitos esterilizados de 10 cm x 10 cm
50 compresas ABD
100 vendas elásticas no esterilizadas de 7 cm de ancho
50 vendajes triangulares
10 apósitos de gasa vaselinada
10 rollos de cinta de 2.5 cm
5 frascos de un litro de Betadina (yodopolivinilpirrolidona)

Caja con material endovenoso

En cada depósito debe haber tres cajas con material endovenoso para uso de las enfermeras o los paramédicos. Cada caja debe contener lo siguiente:

20 frascos de un litro de solución lactada Ringer
20 equipos (catéteres) IV para adulto
5 equipos (catéteres) IV para niños
40 agujas Angiocath de diversos tamaños
10 agujas para vena de cuero cabelludo, de diversos tamaños
5 torniquetes hechos de dren de Penrose de 1 pulgada (2.5 cm)
50 torundas con alcohol
5 rollos de cinta adhesiva de 1 pulgada (2.5 cm)

Equipo suplementario

El siguiente equipo se almacena junto con las cajas, para usarse según lo requiera la situación:

50 tablones
50 camillas
100 mantas (cobijas)
50 férulas de cartón para piernas
50 férulas de cartón para brazos
10 férulas de tracción semicirculares
25 collares cervicales

Apéndice 3-B: Estuche personal para urgencias

El estuche debe llevarse en una caja para herramientas, ésta debe ser fuerte y guardarse dentro de la cajuela del automóvil.

Sección de material para las vías respiratorias

5 cánulas o sondas bucofaríngeas de diversos tamaños
1 jeringa de irrigación de 50 ml con una sonda de succión
1 barra abrebocas
1 mascarilla de bolsillo o mascarilla con válvula y balón
1 equipo de cricotirotomía

Instrumentos

1 estetoscopio
1 esfigmomanómetro
1 par de tijeras para cortar vendas
1 par de pinzas hemostáticas
1 par de pinzas de disección
2 bisturíes desechables
1 termómetro

Material traumatológico

20 apósitos de gasa esterilizados de 10 cm x 10 cm
10 apósitos de gasa esterilizados de 12.5 cm x 22.5 cm
2 apósitos esterilizados de 25 cm x 75 cm
10 vendas elásticas no esterilizadas de 3 pulgadas (7.5 cm) de ancho
4 vendas elásticas no esterilizadas de 2 pulgadas (5 cm) de ancho
2 vendas elásticas no esterilizadas de 1 pulgada (2.5 cm)
2 vendas Kerle
4 vendas triangulares
1 rollo de cinta adhesiva de 1 pulgada
1 rollo de cinta adhesiva de 2 pulgadas
2 gasas vaselinadas
2 férulas de alambre
50 "caritas" (benditas) de 1 pulgada (2.5 cm)
2 compresas frías (químicas)
2 compresas calientes (químicas)
1 par de guantes esterilizados
1 collar cervical de espuma de caucho, delgado (tamaño mediano)

Equipo endovenoso

2 litros de solución lactada de Ringer (en bolsa)
2 equipos con catéteres para extensiones
2 equipos de tubos para venoclisis
4 agujas para vena de cuero cabelludo
6 agujas Angiocath
1 torniquete hecho de dren de Penrose
20 torundas con alcohol

Sección medica

jarabe de ipecacuana
glucosa
ácido acetilsalicílico
(aspirina)
acetaminofen
mezcla de hidróxido de aluminio y de magnesio y cimeticona
clorhidrato de seudoefredina
clorhidrato de tripolidina y de seudoefredina
pomada antibiótico
suero contra mordedura de serpientes
cinta para cordón umbilical
recetario y medicamentos inyectables (dependiendo de cada enfermera)

Artículos diversos

abatelenguas
aplicadores con punta de algodón
alfileres de seguridad
cuadernos de notas y pluma
moneda fraccionaria
cerillos
luces intermitentes y baterías adicionales

Apéndice 3-C: Equipo personal contra desastres

Esta lista sugiere el equipo adecuado para la supervivencia personal y también para situaciones de desastre. Gran parte del material puede conservarse en una o dos cajas resistentes y almacenarse en algún gabinete o en la cajuela del automóvil, para su fácil acceso en caso de una emergencia.

Ropa de trabajo: guantes de piel, botas fuertes, overoles, anteojos de seguridad, casco y mascarillas con filtro

Ropas calientes: calcetines adicionales, ropa interior larga, suéter, capa, gorro de lana y guantes

Refugio y calor: mantas (cobijas) o bolsa de dormir, cojines de hule espuma, poncho o impermeable iluminación: luces intermitentes, lamparillas de mano o de minero, baterías y focos adicionales, velas y cerillos

Nutrición: cantimploras o botellones de plástico para agua, bocadillos y alimentos enlatados, utensilios, estufa portátil y tabletas de combustibles, abrelatas

Herramientas: navaja de bolsillo; pala; sierra; hacha; cuerdas; cables pasa corriente; luces de alerta para carretera; extinguidor de incendios; caja pequeña de herramientas con martillo, sierra para metal, pinzas, llave inglesa y destornilladores

Comunicaciones: radio portátil AM-FM con baterías adicionales; cojincillos y lápices, libros de referencia para supervivencia y de tipo médico, mapas de carreteras y brújula, radio de banda civil

Material médico: estuche personal para urgencias, collar cervical, férulas hechas de cartón y papel periódico, recetario personal

Material de salubridad: papel sanitario, jabón, cepillo y pasta dentales, bolsas pequeñas de plástico para basura

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