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Objetivos del aprendizaje Después de estudiar esta sección, debes estar capacitado para: 1. Conocerte mejor. |
Para facilitar apoyo y tratamiento a los refugiados que atraviesan dificultades emocionales es preciso asimilar primero ciertas aptitudes básicas para prestar ayuda. Esta sección enseña las aptitudes o cualidades básicas indispensables para establecer una buena comunicación.
Para poder ayudar a los demás es ante todo necesario conocerse a sí mismo mejor.
¿Por qué quieres dedicarte a ayudar a otros?
Hazte las preguntas siguientes:
· ¿Por qué quiero ayudar a otros?· ¿Qué gano yo con ayudar a otros?
· ¿De qué manera podrían mis necesidades o intereses personales interferir en mi capacidad de ayudar a otros?
· ¿Qué cualidades tengo que me serán de utilidad para ayudar a otros?
Las personas que se dedican a ayudar a otros prestan un valioso servicio. El ayudar puede ser enriquecedor, pero también difícil y estresante para la persona que ayuda.
Las distintas personas pueden tener razones diferentes para elegir determinado trabajo. Es importante conocerse bien a sí mismo y comprender los motivos por los que uno quiere ayudar. Nadie ayuda con el único y exclusivo fin de hacer el bien a otra persona. A menudo se desea ayudar a otros para sentirse útil y valioso. A veces las personas han sufrido ellas mismas y desean ser generosas con otros para devolver la generosidad que se tuvo con ellas.
Hay también quien necesitó ayuda en el pasado y recuerda lo mal que se sintió cuando no tuvo a nadie que le socorriese. Otros tienen sus propios problemas y creen que si ayudan a los demás también habrá alguien que los ayude a ellos. Es preciso que conozcamos bien las razones por las que queremos ayudar a otros para estar seguros de que esas mismas razones no nos impidan hacerlo.
Es muy importante que quienes prestan ayuda no estén abrumados por problemas que los superen, ya que será difícil sintonizar con los sentimientos ajenos si uno está absorbido por los problemas propios.
¿Cómo soy yo?
Examina cuál es tu personalidad. Pon en claro cuáles son tus valores y creencias.
La siguiente es una lista de atributos y objetivos de carácter personal. Procura aclarar cuáles son los más importantes para tí. Numéralos del 1 al 18, empezando por el 1 y en orden decreciente de importancia. No hay un orden que sea el único correcto. Cada quien tiene su propio orden de prioridad.
salud |
amistad |
paz en el mundo |
necesidades vitales básicas |
fuerza interior |
valores espirituales |
autoestima |
energía |
madurez en el amor |
éxito |
seguridad de la familia |
sensatez |
belleza y naturalidad |
riqueza material |
espíritu de aventura |
ausencia de estrés |
vida sexual satisfactoria |
instrucción |
Pide a amigos o familiares que pongan un número a cada elemento de la lista según la importancia que le concedan y luego compara los resultados.
Pide después a un joven o a una persona mayor que haga lo mismo y compara de nuevo el orden resultante. ¿Qué observas?
Es absolutamente normal que la gente tenga valores diferentes. Cada persona es única y percibe el mundo a su manera.
La mayoría de los refugiados pondrán las necesidades vitales básicas y la seguridad de su familia en los primeros puestos de la lista. Es difícil valorar otras cosas mientras estas necesidades no estén satisfechas.
Características personales requeridas para saber ayudar a los demás
Para prestar una ayuda eficaz a otros es necesario poseer las características personales siguientes:
genuino interés por los demás |
serenidad |
sentido del humor |
ideas claras |
sentido de la responsabilidad |
honradez |
sentido común |
no ser propenso a juzgar a los demás |
confianza en sí mismo |
conocimiento de sí mismo |
actitud positiva ante la vida |
respeto a los demás |
cordialidad |
flexibilidad |
espíritu abierto |
Para ayudar es indispensable respetar profundamente a las personas a las que se quiere ayudar, cualesquiera que sean los valores y creencias de estas. Debes darte cuenta de las diferencias existentes entre tí y la persona a la que ayudas y debes respetar estas diferencias.
Lejos de arrogarte el emitir juicios sobre la vida de otras personas, considérate un invitado. Se te ha pedido que ayudes, no que tomes en tus manos la vida de los demás.
Procura captar lo que piensan y sienten las personas a las que deseas ayudar. Para ello imagínate que estás en la situación de esas personas y procura entender cómo ellas ven el mundo. Pregúntate: ¿Qué piensa y qué siente esta persona de su propia vida? ¿Qué visión tiene del mundo que la rodea? ¿Qué le conviene hacer?
No des por supuesto que sabes cómo se siente otra persona porque así es como te sentirías tú. Cada persona tiene su propia vida y su mundo de valores, necesidades, deseos y creencias.
Para elaborar un plan de tratamiento puede ser útil seguir los pasos básicos siguientes.
1. Crear un ambiente propicio en un lugar tranquilo y al abrigo de indiscreciones.2. Forjar una relación de ayuda basada en la confianza.
3. Saber escuchar.
4. Recabar información.
5. Brindar aliento y apoyo.
6. Fomentar la autosuficiencia.
7. Evaluar los problemas.
8. Elaborar un plan de acción con la persona a la que se quiere ayudar.
9. Organizar el seguimiento.
1. Crear un ambiente propicio en un lugar tranquilo y al abrigo de indiscreciones
Los refugiados tienen a menudo que vivir en el hacinamiento y sin la menor privacidad. No tienen más remedio que amoldarse a esta situación.
Tal vez consideren que hablar contigo no es para ellos lo más conveniente y tengan miedo de que alguien los escuche hablar de sus problemas. Si hablan abiertamente, quizás corran el riesgo de convertirse en tema de conversación o de suscitar en otros resentimiento u hostilidad. Es probable que, si uno sabe que otros pueden oir lo que está diciendo, se calle ciertas cosas de modo que no se pueda estar seguro de cuáles son sus verdaderos problemas. Ser refugiado hace que con frecuencia se pierda el respeto de sí mismo. Es, por consiguiente, indispensable que en lo posible se ayude a los refugiados a recuperar el sentimiento de su propia dignidad.
De ordinario no es difícil encontrar un lugar tranquilo donde hablar. Se puede ir a dar un breve paseo, sentarse en un aula o consultorio que estén desocupados o, incluso, ir a los lavabos a la hora de comer cuando no haya nadie allí. Pide al refugiado que te ayude a encontrar un lugar donde hablar. Esto servirá para crear un clima de confianza y estima.
2. Forjar una relación de ayuda basada en la confianza
Debes ganarte la confianza de las personas con tu comportamiento. No se confía automáticamente en alguien por el simple hecho de que se le haya encargado prestar ayuda. Al principio la gente solo habla de sus problemas de modo superficial, pero, con el tiempo, según te vayas ganando su confianza, serán más francos contigo. Solo entonces podrás realmente ayudarlos.
Aproxímate a la gente con suavidad. La mayoría de los refugiados tienen sobradas razones para desconfiar. Recuerda que debes ponerte en su situación e imaginar cómo se sienten.
3. Saber escuchar
Con frecuencia la gente comienza a sentirse mejor a partir del momento en que se le da la oportunidad de hablar y sentir que se le escucha. Esforzarse por tapar los sentimientos y no hablar de ellos puede ser causa de incomodo emocional e incluso físico. Ignorar o negar la tristeza o el dolor origina mucho estrés. Los problemas de depresión, inquietud constante, miedo incontrolable y dolores o molestias sin causa orgánica, al igual que muchos otros síntomas, pueden provenir de sentimientos que se reprimen y no se les da salida.
A menudo lo mejor que se puede hacer para ayudar es estimular la expresión de los sentimientos, pero para ello es preciso saber escuchar.
Cómo escuchar
· Siéntate de cara a la otra persona.· Mírala de frente.
· Préstale toda tu atención.
· No te dejes distraer.
· Da a entender de rato en rato con un gesto de la cabeza o con palabras que estás escuchando.
El escuchar tiene numerosas modalidades:
· Podemos escuchar las palabras de una persona.· Podemos escuchar el sonido de su voz.
· Podemos escuchar observando cómo mueve el cuerpo según habla.
· Podemos escuchar el silencio y advertir lo que no dice esa persona.
· Podemos prestar oídos al significado que tienen las palabras para la persona que habla.
· Podemos prestar oídos a los sentimientos de una persona.
Nunca des por supuesto que sabes lo que siente una persona. Escucha más bien lo que te diga.
Ejemplo Una mujer de edad viene a un ambulatorio quejándose de que le duele la cabeza. Quiere que se le dé un medicamento y, si el ayudante se atiene tan sólo a lo que ella dice, le dará un analgésico y la enviará a casa. Ayudante (piensa): Le tiemblan las manos. No sé sí será solo por el dolor de cabeza o por otra cosa. Le haré algunas preguntas. Ayudante: Permítame usted que le haga algunas preguntas. ¿Dónde le duele? ¿A veces se hace el dolor más agudo? Mujer: Me duele en el lado izquierdo de la cabeza. Es un dolor agudo que aumenta cuando hablan fuerte alrededor. Ayudante: ¿Cuándo le empezó a doler? Mujer: La semana pasada. Ayudante: Dígame cuándo fue la primera vez que notó el dolor. Mujer: Yo siempre he tenido buena salud. A otros ancianos les han salido problemas de salud en el campamento, pero no a mí. Me siento fuerte y siempre he ayudado a mi hija y a mis cuatro nietos. Ahora bien, la semana pasada tuve de repente este dolor y me quedé en la cama. Ayudante: Dígame qué cosas le pasaron la semana pasada. ¿Hubo alguna novedad? Mujer: Sí. Volvió mi yerno después de pasar tres años en la cárcel. Ayudante (piensa): Le noto tristeza y preocupación en la voz. No ha hablado con el entusiasmo y la alegría que hubieran sido de esperar. Ayudante: ¿Y cómo le ha caído que haya vuelto su yerno? Mujer: ¡Ah, estupendo! Ayudante (piensa): No parece muy animada. Tal vez sea solo una coincidencia, pero me inclino a pensar que comenzó a dolerle la cabeza cuando volvió su yerno. Tengo que hacerle más preguntas para saber cómo se siente. Ayudante: ¿Cómo le cambiará la vida ahora que su yerno ha vuelto? Mujer: Mi hija tendrá que cambiar una serie de cosas. Hemos hecho todo por los niños nosotras solas y nos las hemos arreglado para comer y vivir sin ayuda de él. Él no sabe nada sobre la vida en el campamento. No conoce a los niños. La más pequeña Hora cuando él se le acerca. Todos en el campamento saben que ha estado en una cárcel para presos políticos. Ayudante (piensa): Ahora ya sé por qué le duele la cabeza. El analgésico no le quitaría el dolor. El regreso de su yerno ha significado para ella algo que yo nunca me hubiera podido imaginar. |
4. Recabar información
Necesitas abundante información para comprender los problemas reales de una persona. Para obtenerla debes hacer preguntas e indagar detalles.
Cómo obtener información
Modo de preguntar
Haz las preguntas en forma sosegada y sin apresuramiento. No insistas. Que no parezca un interrogatorio.
Reflexiona en lo que vas a preguntar. Piensa en cómo se sentirá la persona al responderte.
Déjala hablar a su propio ritmo.
Tipo de preguntas
Las preguntas «cerradas», cuya respuesta es sí o no (por ejemplo «¿sientes miedo?»), son poco informativas. Son preferibles preguntas abiertas que den al interrogado la oportunidad de explayarse, por ejemplo: «¿Le importaría explicarme qué es lo que le inspira temor?».
Iniciativa
Dirige la conversación de modo que obtengas la información deseada, pero siguiendo el hilo de los pensamientos de la persona. Si esta habla de la escasez de alimentos, no pases bruscamente a preguntarle sobre la escolaridad de sus hijos. Si deseas que te hable de ellos, dirige la conversación desde la falta de alimentos a la alimentación y la salud de sus hijos y luego a su actividad escolar.
Tipos de información
Cada persona tiene su comportamiento, sus ideas y sus sentimientos. Para ayudar a alguien que tenga un problema emocional es necesario comprender cómo repercuten en el problema ese comportamiento y esas ideas y sentimientos. El modo de preguntar y de orientar la conversación y el tipo de preguntas que se hagan pueden facilitar la obtención de información sobre esos tres aspectos.
Comportamiento
Mucha gente pide ayuda contando lo que hace o le pasa: «Tengo dolor de cabeza», «Mi corazón late muy rápido», «Mi hijo se niega a ir a la escuela», «Mi marido y yo discutimos», «No tengo suficiente dinero», «Lloro continuamente», «No puedo pensar con claridad», «No quiero tener relaciones sexuales».
Esa es la manera más fácil de comenzar. Para comprender bien lo que le pasa, di a la persona que te lo explique de manera que puedas hacerte idea de cómo vive y pídele que te exponga sus problemas en detalle.
Intenta saber qué piensa la otra
persona
La gente hace a veces con su comportamiento que se agraven sus problemas, hasta el punto incluso de hundirse aún más.
Pensamientos
Pregunta a la persona qué piensa del problema. ¿Cuáles son realmente los pensamientos que le rondan en la cabeza?
Mucha gente se refiere a sí misma en términos negativos. Dice una y otra vez: «No consigo hacerlo», «Soy una calamidad», «No sirvo para nada», «Soy un estúpido».
Ejemplo Una viuda joven viene a hablarte y se queja; «Lloro continuamente». Ayudante (primero le pregunta qué le pasa): Dígame usted cuándo empezó a llorar con tanta frecuencia. Viuda: Cuando murió mi marido, yo lloraba, pero luego se me fue pasando. Hace poco me estuve preparando para un trabajo que luego no conseguí. Entonces empecé a llorar de continuo. Ayudante: ¿Qué pensamientos le vienen cuando está llorando? Viuda: Pienso que mi vida es un desastre y que nunca mejorará. Ayudante: ¿Piensa usted que podría hacer algo para que su vida sea mejor? Viuda: Me parece que soy tonta y que no puedo hacer nada para mejorar. Como se puede observar, los propios pensamientos de esta persona la han llevado a la convicción de que no sirve para nada. |
Sentimientos
Es muy importante conocer los sentimientos de las demás personas. Se debe animarlas a que los expresen sin tapujos. Esto es con frecuencia difícil ya que numerosas sociedades ven con malos ojos que los sentimientos se expresen abiertamente y creen que uno siempre debe dar muestras de seguridad en sí mismo y de fortaleza.
Si creas un ambiente propicio, muestras interés y escuchas con atención, la mayoría de la gente acabará abriéndose y expresando sus sentimientos. Cuando se dan cuenta de que expresar los sentimientos es algo admitido, los dejan a menudo salir a borbotones. Está bien que les den salida, pero procura evitar toda exuberancia. Conviene calmar a los que parecen hablar demasiado, pero sin reducirlos al silencio.
Las personas te dirán lo que sienten y muchas veces lo mostrarán además llorando, enojándose o dando muestras de frustración o estrés. Está bien así y conviene estimularlo ya que guardar para sí esos sentimientos puede provocar problemas emocionales y orgánicos.
Puede resultar estresante escuchar a una persona que expresa así sus emociones. Mantén la calma y resiste el impulso de hacer algo para que la persona se sienta inmediatamente mejor. Lo primero es dar salida a los sentimientos. No es el momento de hacer planes de mejora o de dar consejos, sino de escuchar y obtener información. No se debe ser demasiado lógico; los sentimientos por lo común no se basan en la lógica.
Cuando la persona dice lo que le sucede, comienza por ahí tus preguntas. Pasa luego a averiguar lo que piensa y, por último, lo que siente.
Ejemplo Joven: No puedo dormir por la noche. Necesito píldoras. Primero el ayudante examina lo que le pasa al joven y lo que hace. Ayudante: ¿Desde hace cuánto tiempo tienes dificultad para dormir? Joven: Desde hace un mes. Ayudante: ¿Eso te pasa todas las noches? Joven: La mayoría de las noches. Ayudante: ¿Cuál es la diferencia con las noches en que puedes dormir? Joven: Que dejo encendidas las luces por toda la casa. El ayudante procura entender lo que siente la persona. Ayudante: ¿Qué sientes cuando estás en la cama? Joven: Me siento cansado. La respuesta hace pensar que el ayudante preguntó demasiado pronto por los sentimientos, pues el joven no estaba todavía dispuesto a compartirlos. El ayudante le pregunta entonces lo que piensa. Ayudante: ¿En qué piensas cuando estás en la cama? Joven: Pienso en cuando vinieron los soldados y me detuvieron. Al joven se le escapan las lágrimas. El ayudante dice algo para darle ánimos. Ayudante: Debe de ser bien molesto tener esos pensamientos noche tras noche. Joven: Sí. Más lágrimas. El ayudante quiere animar al joven a expresar sus sentimientos. Su deseo no es todavía que el joven se sienta mejor, sino que sienta que alguien comparte su dolor. Ayudante: Ya sé que no es fácil comunicar sentimientos tan dolorosos. No tenemos ninguna prisa. Cuando lo desees, puedes seguir contándome lo que sientes. Joven: Estoy echado en la cama y estoy al acecho de cualquier ruido. El silencio me da miedo y los pequeños ruidos también. Enseguida empiezo a sudar. Más lágrimas. Ayudante: ¿Qué es lo que más te asusta? Joven: Pienso que los soldados van a venir de nuevo y que esta vez nos van a matar a todos. |
5. Brindar aliento y apoyo
Hay muchas maneras de mostrar a las personas que estás atento no solo a sus palabras sino también a sus emociones. Lo más eficaz para ello es responder con sentimientos auténticos. Si te dan ganas de llorar, no lo reprimas ni lo ocultes. Muchos de los sentimientos de los refugiados y de las historias que cuentan son muy tristes.
Cómo brindar aliento y apoyo
· Habla con voz amable y suave.· Con tu cuerpo puedes mostrar el interés y la preocupación que sientes. Siéntate cerca de la persona, pero no demasiado cerca, con el cuerpo ligeramente inclinado hacia ella.
· Ofrécele un pañuelo para que se pueda enjugar los ojos o un vaso de agua.
· Muestra preocupación en la expresión de tu cara.
· Si procede, toca a la persona en el brazo para mostrarle simpatía.
· Acomoda tus reacciones a los sentimientos de la persona, no a los tuyos propios. Si un hombre te cuenta con lágrimas cómo lo trasladaron a la fuerza al campamento de refugiados, escucha y haz, por ejemplo, la observación: «Me imagino por lo que me dice qué triste tuvo que ser para usted».
· Procura no mostrar tu interés y preocupación de manera que la persona se sienta incómoda y cortada en la manifestación de sus emociones.
· Muchas personas se sentirán muy aliviadas después de hablar con franqueza, sabiendo que alguien las escucha y se interesa por ellas.
6. Fomentar la autosuficiencia
Es importante promover la autosuficiencia de las personas a las que se quiere ayudar. Aunque estés disponible para ayudar en momentos de dificultad, tu disponibilidad es temporal.
Debes mostrar a las claras que confías en la capacidad de las personas de ayudarse a sí mismas. Muchas se sienten a disgusto cuando necesitan ayuda. Si te comportas como dando a entender que eres tú quien mejor sabe lo que más les conviene, puedes hacer que se sientan aún más ineptas.
Sentirse dependiente o incapaz suele inspirar a la gente sentimientos de enojo y resentimiento, lo que empeora los problemas. La mayoría de los refugiados llevaban una vida normal antes de que tuvieran que desplazarse. Debes mostrarles respeto por el hecho de haber sobrevivido a experiencias tan terribles y manifestarles la convicción de que, aunque estén de momento sumidos en un mar de dificultades, poseen la suficiente energía para resolver sus propios problemas. Ayúdalos a recuperarla de nuevo. Si haces tú lo que podrían hacer ellos o les dices qué se debe hacer y cómo, estás transmitiendo el mensaje de que te parecen ineptos. Ayuda a la gente a ayudarse a sí misma. Hay un viejo proverbio que dice:
Si te doy pescado comes un día.
Si te enseño a pescar comerás durante toda tu vida.
7. Evaluar los problemas
Para elaborar un plan de acción necesitas primero evaluar los problemas. Piensa en lo que te ha dicho la persona: a menudo los problemas de los que te ha hablado no son los únicos puntos a considerar.
· Examina lo que hace y padece la persona, así como sus pensamientos y sentimientos, y en qué grado cada cosa contribuye al problema.· Examina la situación en que vive y las dificultades prácticas con que tropezará para introducir los cambios necesarios. Algunas vías de afrontar el problema tal vez no sean practicables por razones de pobreza, restricción de movimientos, riesgos físicos debidos a conflictos políticos o por otros motivos.
· Examina la familia y la comunidad a las que pertenece la persona y cómo influyen en ella los demás.
Después de examinar todos estos factores, haz una primera evaluación de cuáles son los problemas por resolver.
Es posible que la percepción que las personas tienen de sus problemas cambie después de conversar contigo. La siguiente vez que hables con ellas pregúntales cómo ven ahora sus problemas y cuáles son ahora los que a su juicio requieren mayor atención?
Sé flexible en tus ideas. Es necesario que tanto tú como el refugiado perciban los problemas de modo similar para que ambos puedan trabajar juntos en la elaboración de un plan de acción.
8. Elaborar un plan de acción con la persona a la que se quiere ayudar
Determinar los problemas con claridad
La evaluación habrá servido para definir los problemas con claridad. Determina los problemas que necesitan ulterior elaboración.
Determinar los objetivos
Especifica los objetivos que la persona desea alcanzar. Si dice, por ejemplo: «Siempre estoy cansada», pregúntale qué es lo que quiere. Supongamos que responde: «Quiero tener la suficiente fuerza para cocinar para mis hijos».
Decidir el problema por el que empezar
Si son muchos los problemas, conviene ponerlos por orden de prioridad e irlos afrontando uno a uno.
Elaborar el plan de acción
Es importante que discutas con los refugiados las posibles maneras de hacer frente a sus problemas. Hay muchas maneras de alcanzar un objetivo. Cuando ayudas a otras personas, bríndales ideas y anímalas a que aporten las suyas propias. Deben elegir las vías de acción que más les convengan.
Discute con ellas cómo se sentirán cuando logren sus propósitos. La gente con frecuencia tiene miedo de sentirse bien o de tener éxito en el logro de sus objetivos. Examina tanto las ventajas como los problemas que entrañará el éxito. Pregúntales cómo reaccionará su familia y su comunidad si logran lo propuesto. Otras personas pueden tener una enorme influencia. Tal vez la persona sienta inquietud ante los efectos negativos que puede tener el éxito.
Averigua qué hará la persona si le falla su plan. ¿Cómo se sentirá? ¿Cómo reafirmará la confianza en sí misma para hacer un nuevo intento? ¿Qué hará después?
Tal vez te sientas tentado a dar consejos y a decir a la gente lo que tiene que hacer, en especial si te pregunta: «¿Qué piensa usted que debo hacer?». No te dejes arrastrar: en realidad a la gente no le gusta que le digan lo que tiene que hacer. Con frecuencia se siente bloqueada y necesita que le ayuden a ver otras alternativas. Toda persona necesita elegir la vía por la que avanzar y hacerlo le reforzará la confianza en sí misma.
Anotar el plan de acción
Con frecuencia es útil poner por escrito el plan de acción y para algunos resulta provechoso tener copia de él. Puede servir de ejemplo el plan siguiente.
Plan de acción
Nombre: .............. |
Fecha: 2 de agosto de 1995 | |
Seguimiento: Reunión en el plazo de un mes para comprobar los resultados. | ||
Problemas |
Objetivos |
Acción propuesto |
1. Cefaleas diarias |
Reducir el número de cefaleas |
Hacer cada mañana ejercicios de relajación |
2. Soledad y aislamiento |
Hacer una amistad |
Conversar cada mañana 15 minutos o más con un vecino |
3. Una hija suya es agresiva con otros niños |
Mejorar el comportamiento de la hija |
Observar a la hija cuando juega con otros niños. Mostrarle otras maneras de comportarse cuando se irrita. Inscribirla en actividades preescolares. |
La persona actúa
La persona se sirve ahora del plan de acción para mejorar su situación y perfeccionarse.
9. Organizar el seguimiento
El tipo de seguimiento será diferente según los casos. En algunas situaciones tendrás que reunirte con la persona periódicamente y fijar un calendario de reuniones será parte del plan de acción. La gente necesita saber que podrá contar contigo y verte con regularidad. En otros casos, te reunirás con la persona ocasionalmente o incluso una sola vez. Conviene establecer un plan de acción que la persona confíe en poder cumplir sin ayuda ajena.
A veces es preferible fijarse pocos objetivos, aumentando así la probabilidad de alcanzarlos. El sentimiento de éxito ayuda a las personas a mostrarse más ambiciosas la siguiente vez que se fijen objetivos.
Es importante que cuando se recuperan tengan la sensación de que la mejoría se debe a sus propios esfuerzos. Esto les inspirará confianza para poner empeño en ayudarse a sí mismas en el futuro. Si alaban tus esfuerzos y no los suyos propios, no aumentará su autoestima. Tu meta más importante es ayudar a los demás a que se ayuden a sí mismos.
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