close book: La Salud Mental de los Refugiados (United Nations High Commissioner for Refugees (UNHCR) / Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) - WHO - OMS, 1997, 144 p.)
current section-> open sub-section: Sección 4. Trastornos mentales más frecuentes
View the document(introduction...)
View the documentCinco reglas generales para reconocer y tratar las enfermedades mentales en los refugiados
View the documentEntrevistas para averiguar las causas de una enfermedad mental
View the documentDepresión
View the documentPsicosis aguda
View the documentPsicosis crónica o prolongada
View the documentTrastornos mentales causados por actos o acontecimientos muy dolorosos o terribles
View the documentTrastornos mentales causados por golpizas u otras lesiones en la cabeza
View the documentTrastornos emocionales asociados con preocupaciones o miedos intensos
View the documentTrastornos emocionales relacionados con alteraciones del sueño

La Salud Mental de los Refugiados (United Nations High Commissioner for Refugees (UNHCR) / Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) - WHO - OMS, 1997, 144 p.)

Sección 4. Trastornos mentales más frecuentes

Objetivos del aprendizaje

Después de estudiar esta sección, debes estar capacitado para:

1. Reconocer y tratar la enfermedad mental en los refugiados con arreglo a cinco reglas generales.

2. Hacer entrevistas.

3. Describir los síntomas más comunes de:

- la depresión;

- los episodios psicóticos;

- los trastornos mentales debidos a psicosis prolongadas;

- los trastornos mentales causados por actos o acontecimientos muy dolorosos o terribles;

- los trastornos mentales causados por golpizas u otras lesiones en la cabeza;

- los trastornos emocionales asociados con preocupaciones y miedos intensos;

- los trastornos emocionales relacionados con alteraciones del sueño.

4. Reconocer y tratar a los pacientes con tendencias suicidas, o que están «obnubilados» o no pueden controlarse.

5. Conocer los nombres y las dosis apropiadas de algunos de los medicamentos utilizados para el tratamiento de cada enfermedad.

6. Recurrir al asesoramiento oportuno y al apoyo de la familia y de la comunidad, así como a los procedimientos tradicionales o religiosos de curación, para tratar a las personas con trastornos mentales.

Cinco reglas generales para reconocer y tratar las enfermedades mentales en los refugiados

Para mejor identificar y tratar a los refugiados de tu comunidad que padezcan alguna afección mental, aprende estas cinco reglas generales. Sírvete de ellas cuando entrevistes a refugiados.

Regla 1

Aprende los nombres que se utilizan en tu cultura para las perturbaciones emocionales y las enfermedades mentales.

Aunque tú no seas curandero religioso o tradicional, necesitas saber cómo reconocen y tratan estos las perturbaciones emocionales y las enfermedades mentales. En la primera reunión con los pacientes pregúntales los nombres de las enfermedades que creen tener. Haz la misma pregunta a sus familiares. Pregunta si el paciente ha tomado ya medicinas tradicionales y cuáles. Esta información te ayudará a conocer qué piensa la comunidad que le pasa al paciente y si los remedios tradicionales han servido de algo.

Tal vez trabajes con médicos y enfermeras. Aprende los nombres populares de las enfermedades mentales y qué se hace contra ellas en tu medio cultural. Así podrás transmitir a los agentes de salud esta información que los ayudará a entender mejor la enfermedad del paciente.

Regla 2

Aprende los síntomas más comunes de las enfermedades mentales en tu comunidad.

Conoce las numerosas y diferentes maneras como los refugiados pueden manifestar que tienen una enfermedad mental. Ten siempre esta lista a mano para que puedas compararla con los síntomas que presenten los pacientes.

Regla 3

Procura siempre visitar a los pacientes en su domicilio.

Las visitas domiciliarias permiten observar en qué condiciones viven. Muchos de los problemas se entenderán así perfectamente. Pregunta al esposo, o esposa, y a los familiares y amigos si creen que la persona sufre una enfermedad mental real y por qué piensan así. Sin duda vienen observándola desde hace largo tiempo y pueden contar cosas que ella ha omitido, desea rechazar o está demasiado turbada para decirlas.

Reglo 4

Utiliza términos sencillos y fáciles de entender cuando hagas preguntas a un refugiado para saber si padece una enfermedad mental.

Por ejemplo, si intentas averiguar si tiene alucinaciones, pregúntale con palabras sencillas: «¿Oye usted voces que otras personas no pueden oir?»

Regla 5

En tu primera conversación con los pacientes, diles que no revelarás a nadie nada de lo que te digan ni hablarás sobre ellos sin su permiso.

Todo lo que te diga una persona debes mantenerlo secreto. Así quedará protegida ante sus empleadores, los administradores del campamento, sus familiares u otras personas que acaso deseen averiguar algo que la persona no quiere que se divulgue. Si cuentas a alguien secretos o cosas personales de un paciente, este jamás volverá a confiar en tí.

Entrevistas para averiguar las causas de una enfermedad mental

Cuando entrevistes a alguien que padezca una enfermedad mental, procura averiguar las causas de los síntomas que presenta. Pueden serte útiles las sugerencias siguientes:

· Procura entrevistar a la persona en un lugar tranquilo, lejos de todo ruido y barullo, donde nadie pueda escuchar la conversación.

· Ya en la primera entrevista, la persona debe tener la seguridad de que mantendrás secreto todo lo que te diga. Luego puedes entrevistar a familiares o amigos del paciente, sea en presencia de este o por separado. Pídeles que te digan qué creen ellos que le pasa al paciente y pregúntales qué tratamiento se le ha dado y con qué resultados.

· Averigua cuál es el diagnóstico «popular» o el nombre que usa la gente para referirse a los problemas de la persona. Ten en cuenta que la interpretación o la idea que se hagan la comunidad o la familia de esos problemas pueden estar equivocadas.

· Antes de la entrevista prepara una lista de preguntas. Si te atienes a esa lista, no dejarás puntos importantes sin tocar.

· Haz preguntas concretas como «¿Tiene usted pesadillas?». Evita indicaciones generales como «Hábleme usted de sus dificultades».

· Si la persona está en situación de responder con claridad en la primera entrevista, pregúntale si ha padecido torturas o ha sido víctima de otros actos o acontecimientos muy dolorosos o terribles.

· No preguntes a una mujer si la han violado, aun cuando sospeches que sí. Cuando la mujer tenga plena confianza en tí y piense que lo mantendrás secreto, te lo dirá.

· Averigua qué es lo que la persona espera exactamente de tí. Pregunta siempre: «¿Qué piensa que puedo hacer por usted?».

· Si sospechas que los síntomas tienen una causa orgánica y no puedes averiguar cuál es, envía a la persona a un médico o enfermera.

· Procura siempre brindar alguna esperanza de que se mitigará el sufrimiento, pero no lo hagas si no lo piensas sinceramente.

Depresión

Numerosos refugiados sufren depresión. El trastorno mental causado por la depresión puede ser muy fuerte y llevar al suicidio. Los síntomas mismos de depresión pueden además ser discapacitantes e impedir al refugiado estudiar, trabajar o disfrutar.

Las causas más frecuentes de depresión son la pérdida de un familiar o amigo y la enfermedad o muerte de un hijo, así como la pérdida de bienes muy valiosos y la pobreza extrema. Otra causa de depresión puede ser un acontecimiento que resulte embarazoso o vergonzoso en la comunidad, como un embarazo no deseado, la quiebra de un matrimonio o ser despedido de un puesto de trabajo. También pueden causar depresión experiencias muy dolorosas o terribles como la violación o ser atacado y desvalijado por maleantes.

En algunas personas deprimidas no podrás encontrar causa alguna. Algunas depresiones parecen sobrevenir sin motivo identificable.

Casi todos los refugiados se sienten en ocasiones tristes y desvalidos. Pero incluso con estos sentimientos, la mayoría no padecen el trastorno mental llamado depresión. Las personas deprimidas se sienten muy tristes y desvalidas durante meses. Nada les da satisfacción. Creen que nada ni nadie puede mitigar sus sufrimientos. No buscan ayuda porque piensan que su situación no tiene remedio.

Síntomas

Los síntomas más comunes de la depresión son:

- tristeza agobiante y aflicción profunda;
- desesperanza;
- pensamientos de infligirse daño a sí mismo;
- propensión al llanto;
- preocupación constante;
- ansiedad, tensión;
- falta de alegría e ilusión por vivir;
- falta de energía, cansarse fácilmente;
- síntomas orgánicos como cefaleas que no desaparecen;
- alteraciones del sueño;
- pérdida de peso;
- desinterés por las relaciones sexuales;
- dificultad para centrar la atención o recordar;
- sentirse «malo», indigno o menos respetado que los demás.

Las personas deprimidas se quejan con frecuencia de síntomas orgánicos, pero que eso no te desvíe del principal trastorno psicológico que subyace a esos síntomas.

Cómo reconocer a las personas que están deprimidas

1. Averigua en tu primera entrevista si la persona tiene pensamientos suicidas. Pregunta directamente: «¿Piensa usted que no merece la pena vivir?»

Si responde que no, pregúntale: «¿Preferiría usted estar muerto?»

En caso de respuesta afirmativa, pregúntale: «¿Ha pensado usted en matarse?»

En caso de respuesta afirmativa, pregúntale: «¿Ha intentado usted matarse o tiene planes de hacerlo?»

Si responde que sí, pregúntale: «¿Tiene usted el propósito de matarse?»

Averigua si ha hecho planes de suicidarse. Pregúntale también sobre tentativas anteriores de suicidio. Pregúntale cuándo, cómo y cuántas veces lo ha intentado.

2. Averigua si la persona presenta todos los demás síntomas de depresión. ¿Desde hace cuánto tiempo tiene los síntomas? Pregúntale si los síntomas han interferido en sus actividades en el hogar, la escuela o el trabajo. Haz a sus familiares las mismas preguntas.

3. Pregunta a la persona y a sus familiares qué suceso o sucesos han ocurrido que le hayan podido causar la depresión.

4. Algunas personas deprimidas negarán que se sienten tristes o desvalidas. Negarán que tienen problemas aun cuando les haya sucedido recientemente algo malo. Estas personas suelen presentar muchos de los síntomas orgánicos que son indicativos de perturbación emocional en tu medio cultural. Repasa tu lista y compárala con las cosas de que se queja la persona. Los síntomas no tienen causa médica alguna y no responden bien ni a la medicación moderna ni a las hierbas tradicionales y remedios populares. Pregúntale: «¿A cuántos médicos, enfermeras o curanderos ha ido usted?» «¿Le han sido beneficiosos los tratamientos que le han recetado?» «¿Por qué no?» Pregunta a su cónyuge u otro miembro de la familia qué acontecimientos personales o sociales hacen que empeoren los síntomas orgánicos del paciente.

5. Es posible que los pacientes que estén muy deprimidos oigan, vean o huelan cosas que no existen. Haz para comprobarlo preguntas directas como las siguientes: «¿Oye a veces usted voces cuando no hay nadie cerca?» Si su respuesta es afirmativa, pregúntale si esas voces le ordenan que se mate a sí mismo o a otros. Si dice que sí, pregúntale: «¿Siente usted que es capaz de resistir a las voces que le dicen a usted que se mate?» Algunas personas deprimidas dicen también que experimentan sensaciones inquietantes, asociadas eventualmente con la muerte, por ejemplo, que perciben olor a cadáver o se sienten infestadas con culebras o gusanos. Si una persona tiene estas sensaciones, pregunta a sus familiares si tiene ideas falsas tales como que tiene cáncer. ¿Tiene la persona la persuasión equivocada de que padece una enfermedad mortal?

Cómo ayudar a las personas que están deprimidas

1. Ante todo pregúntate: «¿Tiene este paciente pensamientos suicidas y es capaz de infligirse daño a sí mismo?» Lee la lista siguiente y puntea aquellas afirmaciones que le sean aplicables. Es más probable que cometa suicidio si le son aplicables una o más de las afirmaciones siguientes.

· Oye, huele o ve cosas que no existen, (Las personas que oyen voces que les dicen que se maten a sí mismas o a otros son particularmente peligrosas.)

· Cree falsamente que va a morir.

· Tiene un plan detallado de suicidarse o de matar a miembros de su familia.

· Ha hecho tentativas de suicidio en el pasado.

· Padece una enfermedad mortal.

· Vive solo y no se le puede vigilar ni proteger para que no se haga daño.

· Consume alcohol o drogas.

· Tiene a mano algún medio para matarse a sí mismo (por ejemplo, veneno, armas o granadas).

2. Las personas con ideas de suicidio deben ser ingresadas en el hospital inmediatamente o tenidas en observación en su casa o en un centro comunitario hasta que se pueda confiar en que no se harán daño a sí mismas.

3. Si alguien ha intentado suicidarse recientemente, procura apreciar la gravedad de la depresión en que está sumido. Averigua, valiéndote de la lista precedente, si la persona sigue teniendo ideas de suicidio. Si continúa representando un peligro para sí misma, pide al médico o a la enfermera que la retengan en el hospital hasta que se pueda, sin riesgo, dejarla que se vaya a su casa. Probablemente convenga iniciar el tratamiento de esas personas con medicamentos y comenzar la labor de consejo pertinente. Si se les da de alta en ese estado, es posible que intenten de nuevo suicidarse e incluso que algunas lo consigan.

4. Una vez que se pueda considerar desaparecido el riesgo de que la persona deprimida se autoinflija algún daño puedes, con la colaboración de sus familiares y amigos, intentar resolver los problemas sociales y personales que están en la raíz de la depresión. Esta labor puede empezar ya en el hospital.


Es mayor el riesgo de que una persona se suicide si ya ha hecho algún plan detallado para quitarse la vida

5. Pide a curanderos tradicionales o religiosos que ayuden a las personas deprimidas a superar sus sentimientos de desamparo, culpabilidad o vergüenza.

6. No les hagas reproches ni las critiques ya que así sólo se conseguirá que se sientan peor. Déjalas que poco a poco vayan resolviendo sus problemas con tu ayuda.

7. Anímalas a que vuelvan, a su trabajo o a la escuela lo antes posible. Explícales a ellas y a sus familiares que, en cuanto remita la depresión, se sentirán otra vez bien.

8. Se requieren aptitudes especiales para aconsejar en los casos de depresión e intento de suicidio asociados con violación o violencia sexual. Envía estas personas a asesores que sepan aconsejar a las víctimas de violación. Si ello no es posible, sigue las indicaciones para los casos de violación dadas en el presente manual (ver la sección 9).

Si se puede recurrir a un médico para que examine y trate al paciente:

9. Un médico puede recetar medicamentos como la imipramina, la amitriptilina u otros similares en dosis de hasta 75-150 mg a la hora de acostarse. Es mejor empezar con 25 mg e ir subiendo a dosis superiores en el curso de aproximadamente una semana. Observa si aparecen efectos secundarios como sequedad en la boca, visión borrosa, arritmia cardíaca y aturdimiento o mareo, en especial cuando la persona se levanta de la cama por la mañana. Las personas que padecen enfermedad del corazón deben ser examinadas detenidamente antes de comenzar la medicación.

10. A las personas que están agitadas (no pueden estarse quietas o caminan de aquí para allá constantemente), o tienen ideas extrañas u oyen voces cuando no hay nadie cerca, se les puede administrar un tranquilizante así como uno de los antidepresivos antes mencionados. Para esto se utilizan tranquilizantes del tipo clorpromazina o haloperidol.

11. Ten en cuenta que aquellas personas que parecen deprimidas pero que no mejoran con la medicación y los consejos que se les dan quizá tengan una enfermedad orgánica. Es muy importante que las personas que no mejoran sean examinadas por un médico.

Psicosis aguda

Puede suceder que te traigan una persona que «ha perdido el control de sí misma» o está «confusa».

El refugiado «fuera de control» ha perdido la capacidad de escuchar a los demás. A veces tales personas hablan a gritos o amenazan con hacerse daño a sí mismas o a otros. O también están sentadas tranquilamente en un cuarto y rehusan responder a tus preguntas o seguir tus instrucciones.

Un refugiado está «confuso» si no es capaz de decirte dónde está o qué hora es o en qué día de la semana estamos. A veces no puede decirte qué está haciendo o por qué lo hace o, incluso, quién es él. Una persona confusa puede además perder el control de sí misma.

Cómo reconocer o las personas que padecen psicosis aguda

1. Es muy fácil reconocer a los que padecen psicosis aguda. Te hablarán de ellos sus familiares, amigos o vecinos, preocupados por su comportamiento extraño o por el riesgo de violencia contra sí mismos o contra otros. Es característico, por ejemplo, que una persona con psicosis aguda se esconda en un cuarto con una sábana sobre la cabeza. Si le haces preguntas, te dará respuestas que no tienen sentido. Las personas que han perdido el control de sí mismas no responden ni reaccionan a nada que se les diga para calmarlas.

2. Averigua por sus familiares si el comportamiento de la persona ha cambiado repentinamente. ¿Ha sucedido algo que pueda explicar ese cambio?

3. Recuerda que la confusión y el comportamiento incontrolable pueden deberse a numerosos problemas médicos como los siguientes:

- infecciones agudas, como el paludismo u otras enfermedades comunes;
- carencia de vitaminas (por ejemplo, la pelagra);
- privación de alcohol o drogas;
- lesiones en la cabeza;

Otra causa puede ser un choque emocional súbito, como una violación o la muerte de un hijo.

4. El estado confusional puede deberse no a un problema médico, sino a una enfermedad mental asociada a psicosis crónica (ver la página 52). El episodio psicótico agudo puede ser el inicio de esta enfermedad.

Cómo ayudar a la persona que padece psicosis aguda

1. Trátala con suavidad y calmadamente y dile palabras tranquilizadoras de apoyo.

2. Llévala a un cuarto tranquilo, en una residencia o dispensario donde no haya demasiado ruido. No debe haber nada de que pueda echar mano para hacerse daño a sí misma o a otros. La situación puede empeorar si hay mucho ruido o demasiada gente alrededor.

3. Sujétala si no tiene control de sí misma. No lo hagas con rudeza. Pide a sus familiares y amigos que te ayuden con el fin de evitarte todo daño a tí y a la persona a la que tienes que sujetar. Nunca intentes sujetar a alguien sin ninguna ayuda.

4. Una vez que esté en lugar seguro, pide a unas pocas personas (por lo común familiares o amigos) que la vigilen hasta que no haya ningún riesgo para nadie.

5. Pide al médico o a la enfermera del centro de salud que la examine lo antes posible. Si el estado confusional de la persona tiene una causa médica, esta debe ser tratada por un médico o una enfermera, de ordinario en un hospital.

Si se puede recurrir a un médico para que examine y trate al paciente:

6. Procura que se administren medicamentos para calmar a las personas que sean peligrosas o no se controlen. Si es preciso el médico les dará un tranquilizante, como haloperidol o clorpromazina, para llevarlas sin daños a un centro de salud u hospital.

· En el caso de las personas más difíciles de controlar, el personal del centro de salud o del hospital puede administrar haloperidol: 5 mg cada hora por vía muscular, hasta una dosis total de 15 mg.

· En el caso de las personas menos perturbadas, puede ser suficiente administrar 1-2 mg de haloperidol por vía oral de 2 a 5 veces al día. Si es necesario, se les pueden administrar por vía intramuscular 2 mg de haloperidol cada 4 a 6 horas hasta una dosis total de 15 mg. Cuando estén ya menos alteradas, se las puede medicar con una dosis única de haloperidol por la noche.

· Entre los efectos secundarios del haloperidol figuran rigidez muscular, desasosiego (no poder estar sentado tranquilamente), babeo y girar los ojos hacia la parte de atrás de la cabeza, Para evitar estos efectos, se debe administrar por vía oral trihexifenidilo en dosis de 2 mg, una o dos veces al día.

Si no se dispone de haloperidol, se puede utilizar clorpromazina. Las personas más perturbadas necesitarán probablemente de 25 a 50 mg de clorpromazina intramuscular. La dosis puede repetirse al cabo de una hora si la persona no se ha calmado y seguir administrándose cada hora hasta que el paciente esté tranquilo, hasta una dosis total de 200 mg.

· En cuanto el paciente pueda cooperar lo suficiente como para tomar la clorpromazina por la boca, se puede pasar de las inyecciones, que pueden resultar muy dolorosas, a la administración oral del medicamento.

· A las personas menos perturbadas pueden administrarse por vía oral 100 mg de clorpromazina dos o tres veces al día en forma de tabletas o jarabe. Vigilar, cuando se utiliza este medicamento, si produce mareo o aturdimiento.

· Si la persona se queja de efectos secundarios similares a los descritos para el haloperidol, se debe administrar trihexifenidilo.

7. Las personas cuyo estado se deba a una causa médica deberán ser tratadas por el personal de un centro de salud. Además del problema médico, habrán de tratarse los eventuales trastornos mentales.

8. Si el estado de la persona tiene por causa una enfermedad mental, como psicosis crónica, será preciso tratar esta (véanse las páginas que siguen).

Diferencia entre la psicosis aguda y la crónica

Algunas personas son psicóticas (por desgracia, la gente suele llamarlas «locas» o «chifladas») por breve tiempo. Esta «psicosis aguda» puede durar días o semanas y sobrevenir una sola vez o varias veces en la vida de una persona.

Otras personas son psicóticas durante períodos más largos. Parte del tiempo parecen estar bien y comportarse con toda normalidad, pero otras veces se comportan de forma extraña que no encaja en el comportamiento «normal» de su comunidad. Cuando entran en un período prolongado como este, puede parecer que tienen una psicosis aguda, pero se trata en realidad de un problema a largo plazo que requiere un tratamiento prolongado. Estas personas padecen «psicosis crónica».

Psicosis crónica o prolongada

En toda comunidad de refugiados puede haber personas con psicosis crónica. Cuando repares en ellas por primera vez, tal vez te parezca que padecen psicosis aguda. Tales personas, si no reciben tratamiento, pueden tener muchos más episodios psicóticos agudos, con lo que a la larga se resentirán su vida familiar y su rendimiento en el trabajo o la escuela. Es necesario identificar a los refugiados que padecen psicosis crónica. Así podrás ocuparte de su enfermedad de manera que puedan seguir viviendo con su familia, continúen trabajando y pasen el menor tiempo posible en el hospital.

A veces, incluso cuando ya no presentan psicosis aguda, siguen comportándose estas personas de manera extraña: parecen desconectadas de la realidad o tienen ideas extrañas que no son verdad. Por ejemplo, se creen Dios o un rey. A veces están persuadidas de que la gente quiere hacerles daño. Con frecuencia oyen voces y ven o huelen cosas que no existen. Dicen, por ejemplo, que oyen la voz de un antepasado suyo, ya difunto, que les habla desde fuera de la cabeza. En ocasiones se unen a la conversación y parecen hablarse a sí mismas.

En la mayoría de las culturas, se llama desconsideradamente «locas» o «chifladas» a las personas que padecen esta enfermedad. O se las evita porque se piensa que están poseídas o que dan mala suerte o que son peligrosas. Sin embargo, estas personas sufren una enfermedad del cerebro. Aunque todavía se desconoce la causa de esta enfermedad, el tratamiento puede con frecuencia serles de gran ayuda. Los refugiados que la padecen no son malas personas, siendo más probable que otros los perjudiquen o engañen a ellos que el que ellos perjudiquen o engañen a los demás.


Hay quienes llaman «locos» o «chiflados» a los que padecen psicosis crónica

Los síntomas principales de la psicosis crónica son:

· ideas falsas;

· oir voces o ver u oler cosas que no existen;

· hablar con mucha rapidez o con mucha lentitud:

· hablarse a sí mismo o hacer comentarios extraños a otros;

· volverse retraído o sobreexcitado;

· comportamiento raro como hacer señas con las manos, gritar, recoger cosas inútiles o tener en lo religioso un comportamiento anormal respecto de la propia cultura;

· dificultad para dormir o sueño alterado:

· perturbarse o asustarse fácilmente ante relaciones íntimas o responsabilidades personales.

Es frecuente que las personas que tienen esta enfermedad la padezcan hasta el final de su vida.

Cómo reconocer a las personas que padecen psicosis crónica

1. Averigua si la persona presenta síntomas de enfermedad psicótica crónica. Pregunta cuando aparecieron los síntomas. ¿Se la ha hospitalizado o tratado alguna vez por psicosis aguda? ¿Qué sucesos pueden haber provocado esos episodios agudos o hecho que empeoraran los síntomas? ¿Qué tratamientos han ayudado a aliviar los síntomas?

2. Haz una lista de todas las veces que la persona ha sido hospitalizada y del tipo de tratamiento que se le dio.

3. Haz tú mismo a la persona estas preguntas:

«¿Oye usted voces cuando está sólo?»

En la afirmativa, pregúntale: «¿Le han dicho a usted alguna vez esas voces que se haga algún daño a sí mismo o a otros?»

Si responde que sí, pregúntale: «¿Le han dicho alguna vez que se quite la vida a sí mismo o a otros?»

Determina lo peligrosa que es la situación apreciando la probabilidad de que la persona siga las órdenes que le dan las voces.

4. Determina si la psicosis se debe a una depresión (véase la página 45). En tal caso, trata la depresión.

5. Al igual que la psicosis aguda, la psicosis crónica puede tener causas orgánicas. Haz de manera que los que presentan síntomas psicóticos sean examinados por un médico o una enfermera en el centro de salud.

6. Averigua en qué aspectos la psicosis ha dificultado a la persona trabajar normalmente en su casa o en la escuela u ocupar un empleo. Pregunta a la familia en qué aspectos queman que mejorase la persona.

Cómo ayudar a las personas que padecen psicosis crónica

Elabora un plan de tratamiento para un período prolongado con los objetivos siguientes:

· Mantener a la persona fuera del hospital impidiendo que la psicosis aguda vaya a más.

· Protegerla de todo peligro.

· Hallar maneras de tenerla ocupada: trabajando, yendo a la escuela o ayudando a otros.

· Educar a la familia y a la comunidad para que no se muestren enojados con el paciente ni lo insulten o hagan sufrir. Hay que explicarles que la persona padece una enfermedad que es la causa de su comportamiento extraño.

Para alcanzar esos objetivos puedes hacer lo siguiente.

1. Gánate la confianza del paciente. Las personas con psicosis crónica pueden ser muy suspicaces. En tal caso, discute abiertamente el problema con la persona afectada. Actúa en forma calmada y amistosa.

Es más importante visitar a la persona con frecuencia que dedicarle mucho tiempo. Procura tener con ella reuniones breves pero frecuentes, al menos una vez por semana. Tal vez la persona no resista más de 15 minutos de reunión contigo. Colabora con ella para ayudarla a evitar personas y situaciones que empeoren los síntomas.

2. Haz un plan para tenerla ocupada. Para ello ponte de acuerdo con el paciente y con su familia. Quien no tiene nada que hacer será presa de dificultades y problemas. La inactividad puede también hacer que empeoren los síntomas. Encuentra un trabajo o actividades que la persona pueda y desee hacer.

3. Ayuda al paciente de psicosis crónica a dejar de consumir alcohol o drogas. Las drogas y el alcohol harán que empeoren los síntomas psicóticos y dificultarán el tratamiento.

4. Si el paciente está de acuerdo, habla con los miembros principales de su familia, con su empleador y con personas religiosas influyentes. Diles que la persona tiene una enfermedad y necesita su apoyo, sugiriéndoles maneras sencillas de ayudar. Pídeles que, cuando empeoren los síntomas del paciente, te lo digan sin demora para que puedas observarlos y examinarlos. Observar los síntomas puede ayudar a encontrar y remediar la causa del trastorno. Cuando un paciente se pone peor tal vez sea necesario aumentar la dosis de la medicación (véase más adelante). Si se ayuda a la persona antes de que se agudicen los síntomas no será necesario hospitalizarla.

Si se puede recurrir a un médico para que examine y trate al paciente:

5. Haz que se administre al paciente un medicamento como haloperidol en dosis de 0,5 a 5 mg al día a la hora de acostarse. En raras ocasiones puede administrarse una dosis mayor, pero se ha de vigilar la aparición de los principales efectos secundarios de este medicamento. (Más detalles en la página 51.)

Para evitar estos efectos, se puede administrar trihexifenidilo en dosis de 2 mg por la mañana y a la hora de acostarse. Si continúan produciéndose efectos secundarios serios será necesario reducir la dosis de haloperidol.

6. Cerciórate siempre de que el paciente toma el medicamento. Si compruebas, por él o por un familiar suyo, que no lo toma, o tú mismo lo sospechas, se le podría inyectar un medicamento cada 2 a 4 semanas. Por ejemplo, se podría inyectar por vía intramuscular flufenazina en dosis de 25 a 50 mg cada 3 ó 4 semanas. Se puede además administrar trihexifenidilo si el paciente se queja de efectos secundarios (véanse los párrafos precedentes).

Cerciórate de que el paciente toma el medicamento. Administra sólo la dosis mínima que sea necesaria para aminorar los síntomas.

Trastornos mentales causados por actos o acontecimientos muy dolorosos o terribles

Estos trastornos emocionales están asociados con sucesos muy dolorosos y situaciones terribles que ponen en peligro la vida. Dichos sucesos son producidos unas veces por otras personas, como en el caso de la tortura o el encarcelamiento, y otras por catástrofes, como un fuerte terremoto en el que muere mucha gente. Afortunadamente, la mayoría de los refugiados que han tenido experiencias personales aterradoras no enferman mentalmente.

Los síntomas más frecuentes asociados con experiencias de violencia o terror vividas por los refugiados son los siguientes:

· Rememoraciones vividas. El refugiado vuelve a vivir en su imaginación la dolorosa y terrible experiencia como si sucediera de nuevo ante sus ojos. Por ejemplo, personas que presenciaron el asesinato de sus padres sienten como que asisten a él de nuevo tal como sucedió varios meses o años antes. Escuchan los ruidos, huelen los olores y sienten las sensaciones que acompañaron al asesinato. Reviven despiertas una y otra vez aquella horrorosa escena.

· Recuerdo constante del doloroso y terrible suceso e incapacidad de dejar de pensar en él.

· Pesadillas.

· Sueño muy alterado.

· Sobresaltarse con facilidad (asustarse con ruidos fuertes y repentinos como los de un portazo o un tonel al caerse de un camión).

· Sentimientos de tristeza y desamparo.

· Temor de quedarse sólo o de salir de casa.

· Temor de que alguien o algo le vaya a hacer daño otra vez.

Los refugiados que presentan estos síntomas suelen estar agotados. Están físicamente rendidos por sus recuerdos cotidianos, las rememoraciones de su imaginación y las pesadillas. Las pesadillas los despiertan en la noche y quedan tan atemorizados que no pueden volverse a dormir. Cuando se levantan por la mañana, están cansados por la falta de sueño y enseguida empiezan de nuevo con sus rememoraciones y sus recuerdos sobresaltadores. Y el ciclo se repite día tras día.

Los refugiados que padecen este trastorno son presa de gran preocupación y se atemorizan fácilmente. Tienen miedo de las cosas más comunes, como de la oscuridad, de encontrarse con otras personas o de viajar en coche o en autobús. Con frecuencia no quieren que se los deje solos. Casi todos los refugiados que son víctimas de este trastorno se sienten desamparados y deprimidos.


Con frecuencia las personas que han sido víctimas de actos o acontecimientos muy dolorosos o terribles no pueden dejar de pensar en ellos

Cómo reconocer a las personas que padecen trastornos mentales causados por actos o acontecimientos muy dolorosos o terribles

1. Ruega a la persona que te hable de las experiencias «muy dolorosas» o «terribles» por las que haya pasado. Recuerda que es preferible hacer al refugiado una serie de preguntas directas como: «¿Ha padecido usted hambre, falta de techo, torturas, prisión, el asesinato o la muerte de miembros de su familia?» No hagas preguntas generales del tipo: «¿Ha pasado usted por alguna experiencia muy dolorosa o terrible?» Averigua si todavía siguen ocurriendo algunos de esos actos o acontecimientos terribles.

2. Determina si el refugiado presenta alguno de los síntomas antes enumerados y con qué frecuencia. Si dice, por ejemplo, que tiene pesadillas, pregúntale si cada noche o una vez a la semana o al mes.

Ten en cuenta que muchos refugiados presentarán algunos de estos síntomas, pero sin estar enfermos. Solo cuando los síntomas sean frecuentes, intensos y agotadores se sentirán enfermos y buscarán apoyo.

3. Averigua en qué medida los síntomas interfieren en el trabajo, la escuela, las labores domésticas u otras actividades.

4. Pregunta en particular acerca de las pesadillas. Pide a la persona que te las describa con detalle. Giran casi siempre en torno a la dolorosa y terrible experiencia vivida.

Cómo ayudar a las personas que padecen trastornos mentales causados por actos o acontecimientos muy dolorosos o terribles

La perturbación emocional asociada con esas vivencias puede ser debilitante en grado extremo y tan desagradable que muchos refugiados que la padecen se sienten como «en el infierno». Puedes hacer varias cosas para ayudarlos:

1. Diles que lo que les pasa es que tienen una enfermedad y que los inquietantes recuerdos que les asaltan una y otra vez son parte de ella. Diles que han de procurar expulsar de su mente esos recuerdos. Cuando tienen los síntomas, no les pidas que hablen sobre las terribles experiencias que han vivido. Ya en la primera entrevista habrás averiguado qué sucesos provocaron la enfermedad. Hacer demasiadas preguntas acerca de la experiencia vivida puede hacer que se sientan peor. En una fase ulterior, cuando empiecen a sentirse mejor, tal vez necesiten reflexionar sobre lo que han vivido.

2. Cuando haya habido violación o violencias sexuales, haz como se propone en la sección 9, página 135.

3. Diles que, una vez que se sientan mejor, te gustaría que te contaran su vida, pero eso únicamente si ellos presienten que les va a ser de alguna utilidad. Espera, pues, a que ellos tomen la iniciativa de contarte las dolorosas experiencias vividas.

4. Da consejos que reconforten a los pacientes. Si los miembros de una familia dividida desean juntarse de nuevo, ayúdales a hacerlo. Anima a los familiares a que se apoyen mutuamente.

5. Ayúdales a resolver los problemas sociales o laborales que haya causado la enfermedad.

6. Si procede, envíalos a consejeros religiosos o curanderos que les ayuden a comprender y aceptar su tragedia. Esto tal vez les ayude además a rehacer su vida. Piensa que los ritos, ceremonias y prácticas religiosas pueden serles muy beneficiosos.

Si se puede recurrir a un médico para que examine y trate al paciente:

7. No todos los que padecen este tipo de trastorno necesitan medicamentos, pero a algunos pueden serles beneficiosos. Las alteraciones del sueño y las pesadillas pueden eliminarse rápidamente con medicamentos, o yerbas tradicionales y remedios populares, o con una combinación de ambas cosas. Los medicamentos pueden también tratar la depresión que casi siempre acompaña a esta enfermedad. Estos medicamentos solo deben ser prescritos por personas que tengan el adiestramiento y la experiencia apropiados.

· Se pueden tomar a la hora de acostarse medicamentos como la imipramina o la amitriptilina, en dosis de hasta 100 mg.

· Vigila si aparece sequedad de la boca, visión borrosa y arritmia cardíaca, especialmente si se sabe que el refugiado padece enfermedad del corazón.

· Con ambos medicamentos, lo mejor es empezar con una dosis de 25 mg y aumentarla luego si es necesario en 25 mg cada pocos días. Estos medicamentos suelen ser eficaces contra la mayoría de los síntomas, pero las pesadillas pueden seguir resistiéndose.

· Si continúan las pesadillas, puede ser aconsejable para eliminarlas tomar propanolol (10 mg a la hora de acostarse) con los otros medicamentos.

Trastornos mentales causados por golpizas u otras lesiones en la cabeza

Tal vez algunos refugiados hayan sufrido lesiones en la cabeza, les hayan golpeado en la cabeza mientras los torturaban, les hayan metido la cabeza en bolsas de plástico o hayan sobrevivido a tentativas de ahogarlos. También pueden producir lesiones en la cabeza los bombardeos o ataques con proyectiles, el ser arrojado de un camión, caerse de un lugar alto o rodar por una pendiente muy empinada.

El cerebro puede sufrir fácilmente daños de resultas de una caída o de una golpiza que no parezcan fuertes al refugiado. Después de curarse las heridas o contusiones exteriores, pueden quedar secuelas mentales discapacitantes o desagradables.

Los síntomas más frecuentes de trastornos mentales causados por golpes u otras lesiones en la cabeza son los siguientes:

- dolores de cabeza;
- mareos;
- cansancio y falta de vitalidad;
- pérdida o alteraciones del sueño;
- disputas o peleas sin motivo;
- llorar o reir con suma facilidad;
- olvidar las cosas fácilmente;
- incapacidad de centrar la atención;
- incapacidad de pensar con claridad;
- preocupación de que la mente esté «descompuesta»;
- incapacidad de seguir trabajando o ayudando en las tareas familiares.

Cómo reconocer a las personas que padecen trastornos mentales causados por golpizas u otras lesiones en la cabeza

Es posible que los refugiados que tienen este problema, o sus familiares, no puedan reconocer una enfermedad mental causada por lesiones en la cabeza, especialmente si estas sucedieron hace muchos años.

1. Pregunta a los refugiados si les han golpeado en la cabeza o si han tenido otras experiencias en las que la cabeza haya podido sufrir lesiones, como heridas de guerra o intentos de ahogo o sofocación. En caso afirmativo, averigua cuándo ocurrió eso y si el refugiado perdió el conocimiento. Si así fue, averigua cuántas horas o días o meses pasaron hasta que lo recobró. Cuanto más tiempo haya estado inconsciente el refugiado, mayor es la probabilidad de que le haya quedado alguna secuela mental del suceso que le hizo perder el conocimiento.

2. Haz preguntas para comprobar si ha habido pérdida de memoria. Por ejemplo: «¿Olvida usted las cosas con facilidad? ¿Siempre le andan diciendo sus familiares que usted pierde las cosas? ¿Comienza usted a hacer la comida y luego la olvida sobre el fuego hasta que se quema?»

3. Averigua si la persona que sufrió una lesión en la cabeza ha advertido algún cambio en su propio comportamiento desde que se produjo la lesión. Indaga también la opinión de sus familiares. ¿Se enoja o pone violenta la persona con facilidad? ¿Llora fácilmente? ¿Se ha hecho difícil convivir con ella en casa o en el trabajo? ¿Se sienten frustrados o molestos los miembros de su familia, por ejemplo su cónyuge? ¿Desde hace cuánto tiempo pasa esto?

4. Muchas personas que han tenido una lesión en la cabeza se preocupan de que su mente o cerebro se haya podido «descomponer». Averigua si tienen esta preocupación preguntando directamente: «¿Siente usted que algo va mal en su mente?» Si dice que sí, pregúntale: «¿Qué cree usted que va mal?»

5. Averigua si la persona puede trabajar y ayudar a su familia en las tareas domésticas. Entrevista al cónyuge o a otros familiares. Por ejemplo, pregúntales: «¿No puede su padre trabajar o echar una mano en casa?» «¿Por qué no?»

6. Si llegas a la conclusión de que un refugiado padece una enfermedad mental causada por una lesión en la cabeza, es importante averiguar si hay otras enfermedades orgánicas o mentales asociadas. Averigua si tiene problemas médicos como ataques, fuertes dolores de cabeza o imposibilidad de hacer uso de alguna parte de su cuerpo. Averigua si está ciego o tiene problemas de vista u oído, o sensaciones extrañas en el cuerpo. También esto puede haber sido provocado por la lesión en la cabeza. Si la persona tiene alguno de estos problemas, coordina la ayuda que le das con la del médico o enfermera del centro de salud.

7. Examina si el refugiado padece depresión (véase la página 45). La depresión hará que empeoren todos los síntomas atribuibles a la lesión en la cabeza. Si tratas la depresión, mejorará la mayoría de estos síntomas.

Cómo ayudar a las personas que padecen trastornos mentales causados por golpizas u otras lesiones en la cabeza

Muchos síntomas causados por lesiones en la cabeza no se pueden curar por completo, en particular los relativos a la memoria y el aprendizaje de nuevas cosas, pero todos se pueden mitigar. También se puede ayudar al refugiado a superar muchas de las discapacidades asociadas con esta enfermedad.

1. Si la persona tiene depresión u otro trastorno mental, su tratamiento eliminará o aminorará muchos de los síntomas de la lesión en la cabeza.

2. Di al refugiado que tiene una enfermedad mental causada por la lesión en la cabeza. Explícaselo también a sus familiares. Diles que estás haciendo algo para ayudarle. Esto disminuirá su preocupación de que la mente del refugiado está «descompuesta» para siempre y de que la situación no tiene remedio.

3. Si el paciente que ha padecido una lesión en la cabeza tiene ahora cefaleas crónicas, hazle entender que tu tratamiento de la lesión le aliviará los dolores de cabeza, pero sin centrar la atención en estos y sin que sea preciso administrar para ellos analgésicos más fuertes que la aspirina o el paracetamol. Si el tratamiento de la lesión, incluidos los medicamentos antidepresivos, no alivia las cefaleas, concierta una cita con un médico o enfermera para que examinen de nuevo a la persona.

4. Si ha perdido memoria pero sabe escribir, enséñale a utilizar una agenda o un cuadernito donde anotar lo que le interese no olvidar.

5. A las personas con estos trastornos conviene asignarles tareas rutinarias y repetitivas. Así las aprenderán haciéndolas una y otra vez.

Si se puede recurrir a un médico para que examine y trate al paciente:

6. Se pueden administrar medicamentos en caso de irritabilidad y accesos de cólera. Si el paciente no recibe ya tratamiento antidepresivo, se le puede dar amitriptilina o imipramina contra la depresión, comenzando con una dosis de 10 mg de uno u otro medicamento, una o dos veces al día. A veces también puede ser eficaz el haloperidol, en dosis de 1 ó 2 mg una o dos veces al día.

7. Cuida de que quienes tienen ataques convulsivos sean tratados en un centro de salud: tendrán probablemente que tomar un anticonvulsivante, por ejemplo fenobarbital, al menos una vez al día. En ocasiones se han de administrar otros anticonvulsivantes hasta 3 ó 4 veces al día.

Trastornos emocionales asociados con preocupaciones o miedos intensos

Los refugiados tienen muchas preocupaciones y temores. Han de hacer frente a numerosos problemas que no tenían antes de ser refugiados, como falta de techo y de alimentos adecuados, desempleo y peligro de bandidos o conflictos armados. La mayoría de los refugiados piensan además mucho en todo lo que han perdido y se preocupan por su futuro y en especial el de sus hijos.

A veces estos miedos y preocupaciones abruman a los refugiados, hasta que sucede algo que ya les es imposible sobrellevar y desarrollan síntomas físicos o emocionales severos. Ni familiares ni amigos pueden hacer nada por aliviarlos.

Las preocupaciones y temores intensos suelen ir acompañados de una depresión leve que por lo común no perturba grandemente las actividades laborales o escolares del paciente. Este sólo solicitará tu ayuda cuando los curanderos tradicionales u otros proveedores de atención médica no consigan mitigar sus síntomas. Tal vez haya recurrido también a las drogas o el alcohol pero sin obtener mejoría duradera alguna.

Los síntomas mentales más comunes de estos trastornos son:

- preocupaciones y temores agobiantes;
- dolores musculares, adolorimiento, espasmos o sensación de debilidad;
- desasosiego, cansarse con facilidad;
- nerviosismo o ansiedad;
- sobresaltarse fácilmente por sonidos fuertes o repentinos;
- dificultad para dormirse y sueño ligero;
- irritabilidad y quejas continuas;
- incapacidad de mantener centrada la atención en el trabajo o en el juego.

Los síntomas orgánicos de estos trastornos son:

- latidos cardíacos rápidos e irregulares;
- aliento corto;
- manos sudorosas o frías y pegajosas;
- boca reseca y nudo en la garganta:
- mareo y aturdimiento;
- náuseas;
- diarrea;
- sofocos o escalofríos;
- dolores de cabeza;
- micción frecuente;
- impotencia o eyaculación prematura.

Algunas personas tienen también problemas especiales como los siguientes:

· Ataques de pavor (o pánico), que duran de algunos segundos a varios minutos, con sudores, nerviosismo extremo, sensación de ahogo o sensación de que uno va a morir o sufrir gran daño o volverse loco.

· Miedo enorme de objetos o situaciones comunes, como cuchillos, espacios cerrados, espacios abiertos, gatos, pollos u otras cosas.

· Gran miedo de salir de casa o estar en lugares públicos.

Cómo reconocer a las personas que tienen trastornos emocionales asociados con preocupaciones o miedos intensos

1. Haz preguntas a los refugiados sobre cada uno de los síntomas anteriores. Compara sus síntomas principales con tu lista de los síntomas más comunes de angustia emocional en la comunidad. Las personas con trastornos emocionales presentarán muchos de estos síntomas.

2. Pregúntales: «¿A quiénes ha acudido usted en busca de ayuda?» Ponte en contacto con esas personas. Por lo común son familiares ancianos, curanderos tradicionales, sacerdotes, médicos o enfermeras. Averigua cuál puede haber sido, a juicio de ellos, la causa de los trastornos y qué han hecho para poner remedio.

3. Numerosas enfermedades orgánicas pueden causar síntomas similares a los de los trastornos emocionales. Si no hay ninguna causa social o personal a la que se puedan achacar los síntomas, envía a las personas que hayan perdido peso o no respondan a tu tratamiento a un médico o a una enfermera para que las examinen.

4. Averigua si el refugiado está deprimido (consulta la página 45). ¿Es profunda la depresión?

5. Averigua si el refugiado padece psicosis (consulta la página 49). Si la padece, esta es la causa más probable de los síntomas.

6. Averigua si la persona toma drogas o alcohol para combatir los síntomas, en qué cantidad y desde hace cuánto tiempo.

Cómo ayudar a las personas que padecen trastornos emocionales asociados con preocupaciones o miedos intensos

1. Ocúpate de que el médico o la enfermera diagnostiquen y traten la enfermedad orgánica, depresión, psicosis o problemas de drogas y alcohol que pudiera haber. Brinda toda la ayuda que puedas y dales la información que poseas.

2. Averigua cuáles son los acontecimientos y situaciones de carácter personal o social que provocan los temores y preocupaciones. Si el paciente está de acuerdo, habla sobre ello con sus familiares y amigos, con su empleador y con miembros de la comunidad religiosa a la que pertenezca. Procura persuadirlos a que ayuden a la persona a resolver sus problemas.

3. No hagas promesas que no puedas cumplir. Hay problemas que nadie puede resolver, ni siquiera las autoridades del campamento.

4. El curanderismo tradicional y prácticas religiosas como la oración y la meditación pueden ser muy útiles. Si no se ha hecho ya antes, envía al refugiado a un curandero tradicional o un sacerdote para ver si pueden hacer algo.


Recibir malas noticias sobre algún familiar puede perturbar el sueño

Si se puede recurrir a un médico para que examine y trate al paciente:

5. Los miedos y preocupaciones pueden a veces tratarse con un medicamento como el diazepan en dosis de 5 a 15 mg dos o tres veces al día. Estos medicamentos pueden provocar somnolencia, por lo que pueden ser peligrosos si la persona conduce un vehículo o trabaja con maquinaria. El diazepan puede además causar dependencia. Es muy conveniente que el médico no administre esos medicamentos durante más de un mes. La persona que tome diazepan debe comenzar inmediatamente a hacer ejercicios de relajación (consulta la sección 2). Al cabo de algunas semanas la persona sabrá relajarse y no necesitará ya la medicación.

Recuerda que lo mejor en estos trastornos es ayudar a los refugiados a resolver sus propios problemas, a poder ser con el apoyo de familiares y amigos. Si eso no es posible, ayúdalos a vivir con sus problemas, lo cual no se consigue con medicamentos.

6. Los medicamentos utilizados contra la depresión (consulta la página 45) pueden ayudar a los refugiados que tienen ataques de pánico, temor de objetos o situaciones cotidianos o miedo a los lugares públicos.

Trastornos emocionales relacionados con alteraciones del sueño

Casi todos los refugiados tienen problemas de sueño. Las alteraciones del sueño son frecuentes en todas las enfermedades mentales con las que te encontrarás. Pueden ser causadas por enfermedades orgánicas, en especial si hay dolores o molestias, y por el abuso de drogas o de alcohol.

Los problemas de sueño que se te presentarán con mayor frecuencia serán los causados no por enfermedades, sino por cambios en las condiciones de acampamiento: por ejemplo, fenómenos meteorológicos extremos, como tormentas o sequía, o preocupaciones por nuevas reglas de reasentamiento, la situación legal o administrativa de los refugiados, la distribución de alimentos o actividades militares.

También pueden alterar el sueño la suma pobreza y situaciones personales difíciles e imprevistas, como cuando se reciben malas noticias sobre un miembro de la familia.

Cambios radicales en las condiciones de acampamiento o en la situación personal o social de un refugiado pueden agravar un problema de sueño ocasional. El refugiado dormirá ahora mal no solo dos o tres veces en la semana, sino todas las noches. Quizás vuelva a vivir en sueños las malas experiencias del pasado o se angustie por su situación actual. El insomnio y los malos sueños harán que se sienta cansado al día siguiente, hasta que este ciclo cotidiano de mal dormir y de cansancio acabe por agotarlo.

Cómo reconocer o las personas que padecen trastornos emocionales relacionados con alteraciones del sueño

1. Determina cuáles son los trastornos y perturbaciones orgánicos o mentales que puedan ser la causa de que el refugiado duerma mal. Cerciórate de que el refugiado no está deprimido. Si tiene pesadillas frecuentes, tal vez está padeciendo las consecuencias de un trastorno emocional consecutivo a un acontecimiento muy doloroso y terrible.

2. Interroga al refugiado, a sus amigos y vecinos y a las autoridades del campamento para saber si se han producido cambios radicales en la vida del campamento que puedan estar siendo para él hondo motivo de preocupación.

3. Pregunta al refugiado y a sus familiares cuándo empezaron los problemas de sueño y cuáles pueden haber sido los aconteciminentos personales o sociales causantes.

Cómo ayudar a las personas que padecen trastornos emocionales relacionados con alteraciones del sueño

1. Trata los trastornos médicos o mentales que estén impidiendo a la persona dormir bien. Averigua si tiene preocupaciones que puedan ser la causa de que duerma mal.

2. No des somníferos a quien tenga problemas de sueño desde hace tiempo. Aunque esos somníferos le ayuden a dormir unas pocas noches, no servirán de nada a la larga. Los somníferos pueden ser aceptables durante algunas noches para ayudar a alguien que esté muy afectado por algún contratiempo, pero después deben suprimirse.

3. Envía al refugiado a un sacerdote, persona religiosa destacada o curandero tradicional. La medicina popular, la oración, la meditación y las prácticas religiosas pueden resultar utilísimas.

4. Da consejos al refugiado en relación con las preocupaciones que puedan estar haciéndole dormir mal.

5. Ayuda al refugiado a encontrar un lugar relativamente tranquilo para dormir: un lugar donde se sienta seguro y no sea interrumpido de continuo por ruidos fuertes, niños o personas que entran en la casa o el cuarto a cualquier hora de la noche. Una visita al domicilio del refugiado te ayudará a ver si es posible encontrar un lugar así.

6. Ten presente que, aun haciendo todo lo que esté en tu mano, tal vez no puedas resolver por completo sus problemas de sueño. Probablemente no puedas remediar las condiciones de hacinamiento en que vive, la pobreza ni sus problemas con la policía o las autoridades de inmigración.

7. En la sección 2, página 30, se hacen algunas sugerencias sencillas para ayudar a dormir bien.

view previous section view next section