cerrar esta libroDesastres Preparativos y Mitigación - Boletín No. 47 - Julio, 1991 (Pan American Health Organization (PAHO) / Organización Panamericana de la Salud (OPS), 1991, 8 p.)
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El ciclo de desarrollo: La perspectiva completa

Imagínese un terremoto de magnitud ocho que sacuda una metrópolis densamente poblada de América Latina o un huracán devastador que azote a una isla del Caribe, causando miles de muertos. De inmediato, la comunidad internacional o se pondría en acción. A nivel nacional se reactivarían y pondrían en marcha los planes de contingencia elaborados para las ocasiones de ese tipo. Sin embargo, las catástrofes como las señaladas también ponen en marcha otros engranajes: comienza el ciclo del desastre.

Casi de inmediato, todos piensan en la respuesta. De hecho, las medidas rápidas y eficaces que se toman durante las primeras horas y días después del desastre son las que más influyen en las vidas que se salvan: los parientes y vecinos buscan a las víctimas y las rescatan, en tanto que los pobladores y el personal médico local proporcionan atención de urgencia cuando todavía sirve de algo. Sin embargo, la respuesta a los desastres dura poco, y por lo general se pasa a la etapa de rehabilitación en el lapso de una semana.

Durante la fase de rehabilitación se reanudan las actividades y los servicios normales, adoptándose medidas provisionales a fin de volver a una vida normal en la medida de lo posible. Se colocan láminas de plástico en las viviendas cuyo techo ha sido arrancado por los vientos huracanados; el personal de los hospitales, que no puede usar las salas de operaciones dañadas por el terremoto, trata a los pacientes en tiendas de campaña. La rehabilitación es el período de transición del ritmo frenético de la situación de emergencia a la reconstrucción.

Durante la etapa de reconstrucción, que puede durar varios años, las actividades se centran en la restauración permanente de las instalaciones y los servicios.

Respuesta, rehabilitación y reconstrucción - estos son los componentes del ciclo de socorro. Es fácil entusiasmarse con el socorro. Es altruista, y sus efectos son inmediatos, tangibles y visibles. El público, y en especial la prensa, prestan mucha atención al socorro y a las organizaciones que lo suministran.

Pero ¿existe la posibilidad de que toda la energía y los recursos que dedicamos al socorro en realidad esté drenando los recursos disponibles para las actividades a más largo plazo? ¿No es hora de colocar el ciclo del socorro en su justa perspectiva y examinar el panorama general en el cual el ciclo del desarrollo desempeña una importante función?


El subdesarrollo aumenta la vulnerabilidad de los países a los desastres. Sin embargo, el crecimiento y el desarrollo descontrolados pueden ser igualmente peligrosos; por ejemplo, cuando se forman urbanizaciones alrededor de plantas químicas o industriales.

Foto: Julio Vizcarra/OPS

Existe una relación compleja entre los desastres y el desarrollo. Por una parte, si no hay desarrollo - asentamientos humanos, instalaciones industriales e infraestructura compleja - los desastres no pueden causar pérdidas humanas o materiales. Por otra parte, a medida que los países se van desarrollando, cambiando la forma en que construyen sus viviendas o en que cultivan la tierra, es posible que su vulnerabilidad a los desastres aumente. No hay expresión más evidente de ello que el vínculo entre el desarrollo industrial y el riesgo de desastres tecnológicos.

El subdesarrollo también aumenta la vulnerabilidad de la población. Donde escasea la educación y abunda la pobreza, existe el subdesarrollo. El resultado es, a menudo, viviendas inseguras, construidas en zonas muy propensas a los desastres.

No se necesita un verdadero desastre para poner en marcha el ciclo del desarrollo, pero los desastres influyen mucho. Con frecuencia nos encontramos con toda una generación que no conoce en come propia los efectos de los desastres.

Sin embargo, sobrevivir un desastre basta para impulsar a la gente a pensar en la forma de evitar que se produzca una segunda vez. Una forma de hacerlo consiste en llevar a cabo actividades de prevención y mitigación.

Cuando hablamos de prevención, nos referimos a las medidas para evitar que un peligro natural cause un desastre. La construcción de represas para detener o frenar las inundaciones en las zonas de alto riesgo es un ejemplo de medidas de prevención. Cuando se toman medidas para evitar otros brotes de cólera o para frenar la propagación de la enfermedad, se trata de medidas de prevención.

La mitigación también forma parte del ciclo del desarrollo para evitar los desastres. Las medidas de mitigación no evitan necesariamente un desastre, pero pueden aliviar los daños. Por ejemplo, si se construyen hospitales capaces de resistir terremotos o vientos huracanados, permanecerán en pie para atender a las víctimas de los desastres, en vez de convertirse en parte del problema.


El ciclo del socorro para casos de desastre es sumamente visible y puede eclipsar a las actividades vinculadas al desarrollo a largo plazo. Es importante colocar todas las actividades para la reducción de desastres en su ¡asta perspectiva.

El fortalecimiento de la estructura física de los hospitales existentes es una buena inversión desde el punto de vista económico, tal como se comprobó en un terremoto reciente que se produjo en Centroamérica, donde los hospitales reacondicionados sufrieron muchos menos daños.

Sin embargo, la prevención y la mitigación no siempre son perfectas. De hecho, no siempre son posibles. Por esa razón, los preparativos para casos de desastre son importantes.

El concepto de los preparativos se basa en la premisa de que continuarán produciéndose desastres, pero también toma en cuenta el efecto que tendrán en la población. Los preparativos para casos de desastre consisten en preparar a la población local y a las autoridades nacionales para responder en forma rápida y eficiente a los desastres.

Para estar preparados, no es necesario movilizar una gran cantidad de recursos en cada país o acumular suministros, equipo y aparatos electrónicos en previsión de un gran desastre. De hecho, muy pocos países en desarrollo pueden darse ese lujo. El propósito de los preparativos es aprovechar al máximo los recursos disponibles, por más escasos que sean. Los preparativos para casos de desastre comienzan con la formulación de hipótesis de la situación que se plantearía en caso de un desastre y con un inventario de recursos locales. Los preparativos fortalecen las instituciones nacionales porque se asignan claramente las funciones para las situaciones de emergencia, se trazan las estructuras jerárquicas y se fomenta el diálogo entre los distintos organismos.

La prevención, la mitigación y los preparativos, así como la respuesta, rehabilitación y reconstrucción, son componentes de la reducción de los desastres naturales, que constituye la meta del Decenio Internacional de las Naciones Unidas para la Reducción de Desastres Naturales. Al centrar nuestros esfuerzos en actividades que desempeñen una función en el ciclo orientado hacia el desarrollo, aprovecharemos las oportunidades que nos ofrecen los desastres de llevar a cabo reformas genuinas y mejoras duraderas.

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