cerrar esta libroDesastres Preparativos y Mitigación - Boletín No. 87 - Abril, 2002 (Pan American Health Organization (PAHO) / Organización Panamericana de la Salud (OPS), 2002, 8 p.)
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Editorial

La transparencia no es una calle de un solo sentido

En los últimos años, la comunidad internacional ha enfocado su atención, y con razón, en la necesidad de tener una “buena gobernación” en los países en desarrollo. Ahora, la transparencia y la rendición de cuentas no son solamente eslogans, sino también prerequisitos para la ayuda internacional.

La ayuda humanitaria, que ha sido víctima de abusos y malos manejos - tanto en las Américas como a nivel global - no es la excepción. En el pasado, el uso inapropiado de donaciones, ya sea materiales o financieras, ha privado a las víctimas de los desastres de una importante fuente de ayuda. Por lo tanto, cualquier mejora al sistema en el área de rendición de cuentas beneficiaría a los países afectados por los desastres.

Desafortunadamente, la comunidad internacional, incluyendo las agencias bilaterales, organismos internacionales y ONG, con frecuencia ven la transparencia y la rendición de cuentas como una calle de un solo sentido, una dosis fuerte de medicina que debe ser administrada a los gobiernos locales durante las emergencias o situaciones de desastre. Sin embargo, coordinadores nacionales de desastres en los países de América Latina y el Caribe también han expresado su frustración ante la falta de rendición de cuentas por parte de la respuesta humanitaria externa cuando se trata de coordinar y justificar acciones posteriores a los desastres.


La transparencia debe aplicarse a todos los actores en las operaciones humanitarias. Si bien los gobiernos tienen la responsabilidad de manejar la ayuda de forma transparente y después rendir cuentas, entonces las agencias extranjeras también deben regirse por los mismos estándares cuando manejan otros productos, tales como la información.

Foto: OPS/OMS, J. Jenkins

Como sabemos, la realidad siempre es más compleja. Prejuicios, políticas, territorialismo y otras consideraciones no humanitarias pueden influenciar las acciones de organismos no gubernamentales o de las Naciones Unidas, así como las de los gobiernos locales. ¿Cómo entonces podemos aliviar el sentimiento persistente en los países afectados por los desastres que la respuesta a las emergencias está manejada por los donantes, como resultado de la cobertura de la prensa, en vez de estar dirigida a las prioridades que perciben los gobiernos locales o las comunidades?

Por suerte, el problema está siendo tratado de una manera excepcionalmente directa por la comunidad internacional. El sistema de la Cruz Roja y varias ONG han creado “Sphere”, una iniciativa invalorable para establecer normas para el socorro humanitario y monitorear su conformidad. Se espera que el resultado sea que la transparencia y la rendición de cuentas mejore en las actividades de socorro de las ONG más grandes.

La ONU debe hacer esfuerzos similares para mejorar la transparencia y la participación. Una manera es incrementar las consultas con expertos nacionales en la etapa de planificación, así como durante la puesta en marcha de la operación de socorro. La evolución del UNDAC, el equipo de evaluación y coordinación de desastres de las Naciones Unidas, de un ente predominantemente donante a un equipo de capacidad subregional, es un paso positivo. Otra manera es incluir en evaluaciones externas de las iniciativas humanitarias más importantes de las Naciones Unidas a expertos de países receptores afectados o en riesgo. Compartimos la preocupación de los Países Miembros de la OPS en que los gobiernos donantes son los únicos que tienen representación en los grupos de evaluación de iniciativas importantes como la Unidad Cívico-Militar de OCHA. De hecho, la coordinación civil-militar es un tema de importancia crucial en América Latina. Probablemente este defecto sea el resultado de un énfasis exagerado en los llamados “desastres complejos”, donde los gobiernos no existen o son parte del problema.

El proceso comprensivo de consulta con las misiones diplomáticas de la ONU debe ser complementado con iniciativas similares que permitan la participación de expertos nacionales encargados de la responsabilidad operacional del manejo de los desastres en sus países.

En el lado positivo, la ONU está logrando un progreso significativo en varias áreas. Como se mencionó anteriormente, OCHA está transformando el papel posdesastre del equipo UNDAC, de una herramienta que servía al Coordinador de la ONU a un instrumento para fortalecer a las autoridades locales, quienes tienen la responsabilidad de la ayuda humanitaria y su coordinación. Este papel cambiante, se hizo aparente a raíz de las inundaciones repentinas en La Paz, Bolivia, en febrero de este año, cuando OCHA dirigió el apoyo técnico del UNDAC hacia la municipalidad afectada.

Para confirmar este cambio positivo, OCHA, en colaboración con la OPS y CEPREDENAC, el Centro de Coordinación para la Prevención de los Desastres Naturales en América Central, organizará un taller en Costa Rica a fines de mayo para discutir maneras de mejorar esta coordinación. Representantes de los ministerios de relaciones exteriores, Defensa Civil y el sector salud revisarán experiencias pasadas en la regiones con oficiales de la ONU y expertos de UNDAC.

Todavía queda mucho por hacer para transformar la ayuda humanitaria internacional (especialmente después de desastres naturales en países con gobiernos legítimos y funcionales) de una operación de caridad a corto plazo a un proceso participativo que respeta tanto la autoridad como las limitaciones de las instituciones locales. De especial preocupación es el impacto que intervenciones humanitarias de ejércitos extranjeros puedan tener en lugares donde el liderazgo civil es frágil. Sin duda, se debe buscar un mecanismo para asegurar que la voz de instituciones civiles en países en desarrollo tenga la importancia que se merece, tanto en las operaciones como en las evaluaciones de la ONU sobre el uso de las capacidades militares y civiles.


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En las dos últimas décadas, los países vulnerables a los desastres han acumulado mucha experiencia en el manejo de los desastres. El UNDAC estudiará maneras de incorporar estos conocimientos y la experiencia de los expertos a futuras misiones de evaluación en las Américas.

Al reunirse 25 gerentes de alto nivel de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales se potencia la posibilidad de generar cambios en las acciones de prevención, mitigación y respuesta a los desastres. Desde 2002 este ha sido el objetivo de LÍDERES, un curso intensivo de 18 días en aspectos gerenciales para la reducción de riesgos. Los cursos previos se han realizado en Ecuador, Costa Rica y Argentina.

Curso LÍDERES en México

El cuarto curso LÍDERES se desarrollará en Cuernavaca, México entre el 7 y el 24 de octubre de 2002. Será una excelente oportunidad para ser parte del desafío e intercambiar conocimientos y experiencias con gerentes de desastres de distintas partes del hemisferio. El curso, si bien tiene un componente teórico, depende bastante de la discusión y el análisis de nuevas propuestas. Por lo tanto LÍDERES se convierte en un espacio participativo e interactivo.

Para más información visite la página web: www.disaster.info.desastres.net/LIDERES o comuníquese por e-mail con curso-lideres@paho.org. También se puede contactar a la Dra. Adriana Ramirez Sanchez del Instituto Nacional de Salud Pública de México - coorganizadores del curso - por e-mail en ramirezs@correo.insp.mx.

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