cerrar esta libroEvaluación de Necesidades en el Sector Salud con Posterioridad a Inundaciones y Huracanes (Pan American Health Organization (PAHO) / Organización Panamericana de la Salud (OPS), 1989, 68 p.)
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Ver este documento1. Introducción
Ver este documento2. Decisiones criticas
Abrir este fichero y ver el contenido  3. Magnitud del impacto
Abrir este fichero y ver el contenido  4. Morbilidad y mortalidad
Abrir este fichero y ver el contenido  5. Saneamiento del medio ambiente
Abrir este fichero y ver el contenido  6. Vectores
Abrir este fichero y ver el contenido  7. Nivel de alimentación y nutrición
Abrir este fichero y ver el contenido  8. Campos de evacuación
Abrir este fichero y ver el contenido  9. El centro de salud
Abrir este fichero y ver el contenido  10. Sistemas de vigilancia
Ver este documentoBibliografía

1. Introducción

En el transcurso del último decenio, casi no hubo año sin que uno o más países latinoamericanos padecieran extensas inundaciones. Estos fenómenos trastornan las economías, causan estragos en los servicios públicos y a menudo hacen que resulte necesaria la asistencia del extranjero. Las pérdidas económicas, especialmente en el sector de la agricultura, pueden tener efectos paralizantes durante años.

La gravedad de estas inundaciones se ve frecuentemente acentuada cuando las causas naturales se combinan con la desforestación, la defectuosa construcción de diques y otras alteraciones humanas del medio ambiente. Las inundaciones repentinas y violentas también pueden derivar de fenómenos como las crecientes del mar provocadas por huracanes y los maremotos relacionados con movimientos sísmicos. Cuando se producen inundaciones violentas y rápidas se pueden perder muchas vidas humanas.

En términos generales, sin embargo, las inundaciones que causaron estragos en amplias zonas de uno aras otro país, han sido lentas en sus comienzos y de duración prolongada. Por consiguiente, se ha podido prevenir a las comunidades en peligro y evacuarlas en caso necesario.

Pese a estas características de las inundaciones en América Latina, la administración de socorro ha traido aparejadas confusión e ineficacia. Acostumbrada a considerar las catástrofes como fenómenos agudos con un repentino incremento de muertes y daños, la comunidad internacional responde a menudo con costoso equipamiento médico, equipos de especialistas, medicinas de emergencia y hospitales móviles. Sin embargo, basta un examen superficial para comprobar que no hay terreno seco donde levantar hospitales ni se presentan traumatismos agudos que el personal local no pueda manejar. Aunque los informes periodísticos sobre "epidemias" en las primeras etapas de las inundaciones pueden resultar también infundados, las autoridades sanitarias se ven presionadas por la opinión pública para llevar a cabo campañas urgentes de vacunación y efectuar rociamientos aéreos con insecticidas, prestar socorro alimentario de emergencia y adoptar medidas similares.

Paradójicamente, ya que las inundaciones pueden durar varios meses, los verdaderos peligros para la salud se presentan cuando mengua la preocupación por los problemas y se considera concluido el socorro internacional.

El hecho de que no sean apropiadas la sincronización y la naturaleza misma del socorro obedece en parte nada pequeña a la falta de un método adecuado para evaluar las necesidades existentes. Estas necesidades varían con arreglo a la etapa e índole del desastre: terremoto, erupción volcánica o inundación.

Spirgi (1979) define las siguientes etapas:

1. Etapa del impacto: cuando sucede la catástrofe.

2. Etapa de emergencia: cuando se toman las medidas de urgencia para salvar vidas. Esta etapa se ha subdividido en:

- período de aislamiento: cuando se ha roto el contacto con el "mundo exterior" y la comunidad debe depender de sus propios recursos.

- periodo de "convergencia": cuando hay una irrupción de asistencia del exterior (asistencia que a menudo no se ha solicitado y es con frecuencia inútil, por buenas que sean sus intenciones).

3. Etapa de rehabilitación: cuando los servicios esenciales se suministran con carácter temporal. Aquí se pone el acento en medidas ambientales, higiene pública y provisión de albergues de emergencia.

4. Etapa de reconstrucción: definida como "fase de tiempo del retorno permanente a la normalidad".

Con respecto a las catástrofes naturales que comienzan repentinamente, estas etapas están claramente marcadas, no obstante, cuando se trata de inundaciones que crecen lentamente, los límites se desdibujan. Pueden pasar meses hasta que la catástrofe sea reconocida como tal y las autoridades se den cuenta de que existe una situación de emergencia. El periodo de aislamiento puede durar meses, y la rehabilitación y la reconstrucción se pueden superponer con la inundación siguiente.

En general no se registran brotes de enfermedades espectaculares y bien definidas como secuelas inmediatas de una inundación. En cambio, se produce un lento y extendido deterioro de las condiciones generales de salud, que con demasiada frecuencia pasa a formar parte de una disminución crónica del nivel de salud de la comunidad afectada. Cuanto más dure la inundación, es tanto más probable que converjan factores de riesgo que pueden derivar en epidemias. A menos que esté alerta ante este proceso, el sector de salud puede comprobar que tiene entre manos un problema explosivo mucho después de que se haya declarado la situación de "emergencia" y de que haya cesado la asistencia externa.

¿Cuál es, entonces, la mejor manera de proteger la salud de la población afectada y cómo hacer buen uso de los suministros destinados al socorro? ¿Cuáles son las medidas que la situación exige y cuándo se deben adoptar?

La información estratégica que se haya reunido es crucial para tomar estas decisiones. Aunque el personal nacional y extranjero dedicado a tareas de socorro y rehabilitación reúne datos rutinariamente, el proceso de selección es muy subjetivo y su exactitud depende de la experiencia de la persona que lo realiza. Con el transcurso de los años, ha crecido el número de quienes cuentan con esa experiencia. No obstante, todavía no se han sistematizado por escrito los métodos adoptados para seleccionar indicadores confiables de las necesidades sanitarias.

Por consiguiente, precisa disponer de una metodología uniforme para evaluar rápidamente las necesidades. Si se aplicara, este método permitiría adoptar medidas correctas en el corto plazo y – o que es más importante en el caso de las inundaciones – establecer un sistema de control a más largo plazo para alertar a las autoridades sanitarias con respecto a riesgos tardíos.

Sabemos por experiencia que los efectos principales que en materia de salud produce una inundación, abarcan cuatro áreas fundamentales: determinadas enfermedades transmisibles, saneamiento del medio ambiente, alimentación y nutrición, y vectores. Por lo tanto, el equipo de evaluación enviado desde un centro determinado debe estar compuesto, en teoría, por un epidemiólogo, un técnico sanitario, un nutricionista y un experto en control vectorial. Si el país afectado depende en alto grado de un organismo internacional o bilateral para conseguir la asistencia que necesita, también debe formar parte del equipo un funcionario técnico de ese organismo. Sin embargo, la meta debe ser que los países desarrollen su propia capacidad en este ámbito; esta meta se puede alcanzar desarrollando un método acertado para evaluar daños y necesidades y adiestrando a terceros para que lo apliquen.

Esta publicación es un paso en ese sentido. Presenta una metodología para seleccionar datos pertinentes de fuentes apropiadas. El método se basa en la premisa de que, por más que cada inundación ofrezca sus propias peculiaridades, se deben adoptar decisiones fundamentales que son comunes.

Habida cuenta de la naturaleza política de las situaciones de emergencia, habrá que tomar estas decisiones, sean acertadas o equivocadas. La adopción de una metodología uniforme de evaluación rápida debe servir de base para perfeccionar el proceso de toma de decisiones, llevándolo al sólido terreno de la técnica.

En la práctica, el equipo de evaluación a que hacemos referencia a lo largo de estas páginas está compuesto frecuentemente por una sola persona. Aunque aquí se emplea la palabra "equipo", un individuo puede aplicar eficazmente el método descrito si consigue que lo ayuden otros que puedan suministrarle la información requerida.

Esta primera contribución al establecimiento de un método uniforme para evaluar las necesidades en materia de salud después de inundaciones, se debe considerar como documento de trabajo; su mejoramiento gradual permitirá sin duda que las tareas de socorro y rehabilitación desarrolladas nacional e internacionalmente entren con rapidez en una era de eficacia fundamentada.

Aunque las inundaciones que empiezan lentamente constituyen aquí el tema fundamental, en general se puede aplicar el mismo enfoque a los huracanes cuando, como ocurre a menudo, los vientos abren paso a diluvios. Cuando se trata de huracanes, las diferencias principales son: periodo de aislamiento más corto, menor extensión geográfica del área afectada y, en el caso de algunas islas, necesidad de socorro alimentario más inmediata y aguda.

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