Uno de los mitos más comunes relacionados con los desastres naturales es que los cadáveres causan epidemias. Es muy frecuente la falsa creencia de que los cuerpos representan una seria amenaza de epidemias si no se les entierra o quema inmediatamente. Esta amenaza se usa como justificación para darle prioridad al uso de fosas comunes o la cremación de las víctimas - prácticas muy poco recomendables para la salud pública. Además de no tener ninguna base científica, provocan graves faltas en uno de los principios de la dignidad humana, al negar a las víctimas la identificación y entierro apropiados de sus cuerpos.
El uso de fosas comunes con cuerpos de víctimas que han muerto por traumatismos causados por desastres no puede aceptarse dentro del campo de la salud pública. Es más, en este caso, la salud pública no es un argumento. Pero continúa siendo un problema, a pesar de que en la mayoría de los países las leyes locales especifican requerimientos para el entierro apropiado de los cuerpos.
El verdadero argumento que se debe considerar para el manejo de los cuerpos es el reconocimiento que la identificación y su entierro apropiado son, por lo menos, una necesidad humana básica, aunque en terminos legales pueda a veces discutirse si es o no un derecho básico. Cuando alguien muere, hay una necesidad no solo legal y social de identificar a la persona, sino también de dar apoyo moral a los familiares. Despues de la masacre de julio de 1995 en Srebrenica, Bosnia, por más de un año las mujeres de la ciudad se manifestaron en las calles de Tuzla, exigiendo a las Naciones Unidas, la Cruz Roja y otros organismos humanitarios información sobre el paradero de sus esposos; querian saber si aún estaban vivos y en prisión o habían sido masacrados. La angustia mental de los sobrevivientes no es menor después de un desastre natural, y sin embargo en muchas oportunidades hemos presenciado la creación precipitada de fosas comunes. Comparemos esto con los esfuerzos - al parecer interminables - del gobierno de los Estados Unidos, aún 25 años después del término de la guerra de Vietnam, de obtener algún medio de identificación de soldados desaparecidos en acción o prisioneros de guerra. ¿Son acaso las necesidades de los parientes de las víctimas de terremotos y huracanes menos importantes?
El entierro de cuerpos humanos obedece a una variedad de principios religiosos sagrados y tradiciones: el entierro inmediato antes del amanecer para los musulmanes; entierro después de una noche de luto para la religión judía; o entierro después de tres días para los ortodoxos. Esta variedad de costumbres - a través de culturas y religiones - confirman que el respeto hacia los muertos y los sobrevivientes es universal e indivisible.
En ese sentido, es apropiado que la identificación y entierro apropiado de un cuerpo humano estén ligados a instrumentos de derechos humanos internacionales, ya que los derechos humanos son por naturaleza universales e indivisibles a través de culturas, tradiciones y costrumbres. Una parte importante de esta discusión es decidir si se necesita tener un instrumento legal separado que especifique esta obligación.
Parientes de personas desaparecidas en el terremoto de México en 1985 esperan ansiosos por noticias acerca del paradero de sus seres queridos. Mientras tanto, el estadio de béisbol de la ciudad sirvió como morgue temporal. La identificación apropiada de los muertos es más que un asunto legal, es una necesidad humana.
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Actualmente, ninguno de los documentos internacionales básicos de derechos humanos, ni siquiera la Declaración Universal de Derechos Humanos ni el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, hace referencia a la obligación de identificar apropiadamente y enterrar un cuerpo.
Si vale la pena notar que en los "Principios guía sobre desplazados internos" de la ONU, se puso más atencion en especificar el tratamiento que se debe dar a los muertos. Estas guías, aunque no pueden ser usadas legalmente, incluyen referencias a, entre otros, el derecho de los parientes a conocer el paradero de los desaparecidos, el deber de investigar e informar a los parientes sobre este progreso, la necesidad de recolectar, identificar y prevenir la descomposición de los cuerpos para permitir a los familiares un entierro respetuoso, y para proteger las tumbas de personas desplazadas internamente.
Aunque las guías ofrecen estos incentivos, ninguno de los más antiguos tratados internacionales sobre derechos humanos incluyen normas que reflejen la importancia que tiene para los familiares y la comunidad en general, el entierro apropiado de los muertos. Se necesita tomar medidas para asegurar que la jurisprudencia y la interpretación de tratados y leyes internacionales apoyen debidamente a los legisladores en crisis humanitarias. Es importante notar que si se realizaran más analisis legales de los instrumentos de derechos humanos, se podría ayudar a explicar que el fracaso de los gobiernos en identificar apropiadamente los muertos en situaciones de desastre va en contra de obligaciones básicas marcadas por leyes ya aceptadas sobre derechos humanos, siempre y cuando no exista un verdadero problema para la salud pública.
Días después del terremoto de agosto 1999 en Turquía, la prensa dio pie a especulaciones al anunciar que "graves epidemias de enfermedades transmisibles peligrosas eran inminentes debido a la presencia de cadáveres en las áreas afectadas". Esto fue suficiente para desencadenar una campaña de entierros en fosas comunes, negándoles a miles de familias el derecho a saber algo sobre sus familiares desaparecidos.
Tanto la prensa, como los profesionales de salud pública y los legisladores son responsables por causar este daño innecesario a la dignidad humana y los derechos humanos individuales y colectivos.
La necesidad de dejar de propagar mitos sobre desastres es urgente, y se debe llegar a un consenso global sobre el hecho de que el manejo apropiado de los cuerpos después de desastres naturales es más una cuestión de bienestar mental colectivo, una cuestión de ética y dignidad humana, y raramente una forma de evitar enfermedades.
Es responsabilidad de los organismos internacionales - sean o no de salud - de poner este tema en sus agendas de derechos humanos y crear un foro para este tipo de discusión, al nivel regional y global.
Aunque la declaración internacional de derechos humanos, el documento guía sobre principios de derechos humanos, no se manifiesta sobre la identificación y entierro apropiado de los muertos, es un documento basado en el principio inalienable de la dignidad humana, y por lo tanto no puede ser ignorado para hacer este llamado.
La OPS/OMS agradece la contribución del Dr. Michel Thieren,
OMS/EHA y el Sr. Robert Guitteau, Director Ejecutivo, Centro para los Derechos
Humanos, Universidad Americana.
Esta editorial es un resumen de su
colaboración (el texto completo se puede solicitar del editor de este
boletín).
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