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Dr. Miguel Gueri, Asesor Subregional de la OPS/OMS
El 31 de marzo de 1983, a las 8:15 de la mañana, la ciudad de Popayán capital del Departamento del Cauca Colombia, sufrió un sismo de magnitud 5.5 en la escala de Richter.
Popayán, con 115.000 habitantes. es una ciudad de arquitectura típicamente colonial. Muchos de los edificios son antiguos, hechos de adobe y con poco o ningún refuerzo. A consecuencia del terremoto, el 70% de los edificios sufrieron desperfectos de mayor o menor cuantía. Dos mil quinientas viviendas (12% del total) fueron completamente destruidas y 6,680 (34%) fueron severamente dañadas. El terremoto ocurrió cuando se estaban celebrando los oficios del día de Viernes Santo y la Catedral sufrió serios daños. Como consecuencia, el 25% de todas las muertes causadas por el terremoto ocurrieron allí.
Es importante notar que no solamente los edificios antiguos. sino también muchos edificios nuevos sufrieron daños considerables. Esto se debe a que aunque teóricamente estaban construidos según criterios antisísmicos, en la práctica no era así. Por ejemplo, cuando en el plano de un edificio se describen varas de metal de tres metros de largo para reforzar el cemento, con frecuencia se utilizan dos varas de acero de 1.5 m unidas por un alambre. Naturalmente cuando ocurre el sismo, las varas se rompen en la parte en que están unidas.
Inmediatamente después del sismo se instituyó el comité de emergencia con representantes de varias entidades y bajo la presidencia de la Gobernadora del Departamento del Cauca.
Las actividades de socorro se iniciaron inmediatamente; dentro de las primeras tres o cuatro horas llegaron refuerzos médicos del hospital universitario de Cali que apoyaron al hospital San José de Popayán, pero aún así y a pesar de la asistencia de la Cruz Roja, el Instituto de Seguridad Social y otras agencias, los servicios de salud se vieron abrumados por el gran número de heridos, de tal forma que no existe información sobre la mayoría de los casos que fueron tratados y posteriormente enviados a sus casas.
Este es un problema serio que debe preverse y prevenirse en el futuro. Creemos que la solución puede ser la de asignar a cada médico, paramédico, enfermera, etc. un voluntario escribano con la única responsabilidad de anotar los datos básicos de cada persona atendida: sexo, edad, diagnóstico y tratamiento. Estos datos, aún siendo simples, son de gran valor en la planificación futura de la atención.
Hasta ahora, la información que se tiene sobre los lesionados en Popayán se refiere únicamente a los heridos graves que fueron ingresados al hospital San José o referidos al hospital universitario de Cali (228 casos) y a los muertos (102 casos). Considerando la magnitud de la destrucción de edificios, el número de muertos y heridos es sorprendemente pequeño, problablemente debido a que la gran mayoría de la población se hallaba despierta y entregada a sus quehaceres muchos de ellos se encontraban en las calles. Las historias clínicas y los certificados de defunción de casos no atendidos en un centro de salud están siendo analizados y serán objeto de un detallado informe.
Como ha sido la experiencia en otros sismos, los problemas de asistencia médica inmediata decrecieron después de las primeras 8-10 horas. De hecho, hacia las 5 de la tarde ya se habían enviado a Cali todos los casos que hubo que transferir, muchos de ellos en avionetas partir alares, gracias a la colaboración del Aeroclub, mientras que otros fueron transportados por carretera.
Después de atender los problemas inmediatos de ayuda a las víctimas y rescate de heridos, la población comenzó a recuperar sus pertenencias de entre los escombros y a recoger materiales de construcción que pudieran ser nuevamente utilizados. Pronto se establecieron campamentos para los habitantes que habían quedado sin hogar, se cocinaron "ollas comunales" y se repartieron víveres. Una gran cantidad de tiendas de campaña (carpas) fueron distribuidas entre la población - quizás una cantidad excesiva - puesto que es más práctico y sanitario el uso de materiales locales, tales como madera y bambú, para la edificación de viviendas temporales. Muchas de estas carpas fueron erigidas en el solar donde había existido la vivienda o en el patio de la vivienda semidestruida, de forma que los propietarios podían vigilar sus pertenencias.
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Algunas medidas tomadas fueron innecesarias - como echar cal sobre las tumbas que el sismo había abierto. En el cementerio principal se tuvo que rociar con insecticida, y a que la apertura de muchas tumbas provocó una emigración masiva de cucarachas.
Se volvió a vivir la misma experiencia de donaciones de drogas que no tienen ningún uso en estos casos de desastre; algunos productos no estaban clasificados o se consideraban de utilidad dudosa o nula; el plasma, suero y sangre no fueron utilizados en su mayoría (recordemos que sólo hubo 228 heridos de suficiente gravedad como para ser hospitalizados).
Una vez más se comprobó que los grandes desastres no van acompañados por epidemias: la vigilancia epidemiológica ha demostrado que no hubo un marcado aumento de enfermedades transmisibles. No se presentaron problemas mayores en el abastecimiento de agua y alcantarillado; las muestras de agua para investigación de contenido bacteriológico produjeron resultados negativos.
El problema fundamental Con que se enfrenta Popayán actualmente es el de reubicar aproximadamente 3,000 familias que se hallan viviendo en 21 campamentos y 25 "invasiones" (a esto hay que añadir las familias individuales que ocupan viviendas temporales). La gran mayoría de los asentamientos visitados cuentan con saneamiento ambiental adecuado y agua corriente en piletas; además, se ha instalado un promedio de una letrina por cada dos o tres familias.
Los problemas de salud no son mayores a los que podrían esperarse en condiciones normales - quizás el polvo de los derrumbes ha ocasionado una mayor incidencia de enfermedades respiratorias y molestias oculares. Poco después del terremoto se observó un aumento en el número de casos reportados de mordeduras por animales (especialmente perros). No sabemos si realmente esto significa un aumento en el número de mordeduras o simplemente un aumento de informes. Ningún caso de rabia ha sido detectado.
Se pueden observar todo tipo de viviendas temporales, entre ellas, carpas y viviendas de zinc (calamina) ambas sumamente imprácticas puesto que carecen de adecuada ventilación y en el transcurso del día se van conviertiendo en hornos de temperatura insoportable. Parecerían mucho más prácticas las viviendas que se han eregido con madera u otros materiales locales, como guadua (especie de bambú). Hay viviendas hechas de cartón laminado con plástico y viviendas de concreto prefabricado y no podían faltar las viviendas construidas con restos de material de plástico y cualquier producto de la ingenuidad humana.
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