Aun 24 horas después de ocurrido el terremoto, era imposible obtener información fidedigna sobre la destrucción que había causado. Al ir aumentando minuto a minuto los informes de traumatizados y víctimas, la prensa exigía que se informara sobre las actividades que el gobierno estaba realizando al respecto. Al aeropuerto continuaban llegando aviones cargados con donaciones espontáneas de socorro, a pesar de que aún no se habían abierto los caminos hasta la zona del desastre, ni se habían evaluado las necesidades. Mientras el personal de socorro aguardaba instrucciones, los funcionarios del comité nacional de emergencia debatían si se debía dar prioridad a los embarques alimentarios, a las vacunas o a los voluntarios médicos. Cuando finalmente llegaron a un acuerdo, la fase de emergencia había pasado. El ejercicio de simulación había terminado.
Simulacro y simulación
Los ejercicios de simulación constituyen un medio por conducto del cual los administradores de salud tratan de familiarizar al personal con las condiciones especiales que se plantean en las emergencias. Una de las dificultades con las cuales tropiezan muchos países propensos a los desastres naturales es que, a pesar de que los desastres pueden ser de gran magnitud, suelen ser infrecuentes cuando se los compara con la vida de un individuo. Rara vez se cuenta con una continuidad institucional en la forma de personal calificado que se haya desempeñado en desastres anteriores.
Un sustituto de la experiencia concreta en desastres es la reescenificación física de las medidas que debieran adoptarse, de acuerdo a planes específicos. La evacuación de hospitales, la clasificación, transporte y distribución de las víctimas, y la ubicación, clasificación y distribución de los suministros de socorros en emergencia son ejemplos de medidas cuya eficacia dependerá de la rápida ejecución de acciones específicas. Los ejercicios de entrenamiento de esos procedimientos durante un desastre simulado (o simulacro) son útiles a fin de poner a prueba la capacidad de una dependencia para ejecutar con celeridad un plan preestablecido. Al mismo tiempo, permiten evaluar la efectividad de los procedimientos propiamente dichos.
El breve episodio descrito al principio de este artículo forma parte de un ejercicio de simulación diferente. En el caso de un desastre natural, es menester adoptar con rapidez decisiones sustantivas y administrativas; una decisión errónea puede causar pérdidas innecesarias de vidas y de recursos financieros y materiales. El ejercicio de simulación "en el aula" tiene por objeto resolver este problema que se le plantea al personal de administración.
Este tipo de ejercicio de simulación se ha utilizado provechosamente en el Caribe y América Latina. Se pone énfasis en el proceso de la adopción de decisiones sustantivas en plazos brevísimos y en una situación en la que se carece de información fidedigna. Mediante la interacción entre sí, los participantes son expuestos a diferentes puntos de vista y aprenden por conducto de sus tentativas por llegar a un consenso.
El ejercicio de simulación no tiene por objeto poner a prueba la competencia de los participantes en forma individual, ni evaluar procedimientos específicos. En cambio, busca de crear una situación de tensión y realzar la capacidad de los participantes para pensar con rapidez y sentido crítico en su calidad de miembros de un comité de emergencia, al tiempo que coordinan la información con otros organismos. El objetivo principal de la simulación suele ser ayudar a los participantes a comprender que el plan nacional para casos de desastre se debe formular y conocer por anticipado, y que la información espontánea recibida se debe evaluar críticamente y comprobar activamente mediante evaluaciones sobre el terreno. Dentro de ese amplio contexto, se destacarán problemas o medidas de socorro específicos a fin de fortalecer las ulteriores discusiones de carácter sustantivo.
Aunque el "guión" especifico y la información varían con arreglo a las necesidades nacionales, el método general utilizado es siempre el mismo. Se forman grupos de no más de 12 personas (preferiblemente de ocho a diez personas). A cada participante se le asigna el papel de un miembro del comité nacional de emergencia de un país afectado por un desastre. Se pide a los participantes que se identifiquen a conciencia con la función que se les ha asignado y que actúen de conformidad con la información que reciben en dicha capacidad. El coordinador del grupo, que no participa en las discusiones o decisiones, distribuye la información a un ritmo cada vez más acelerado. La información tiene por objeto simular los informes confusos y los datos contradictorios que típicamente se observan en los centros de socorro en casos de emergencia.
Al ir pasando el tiempo, se insta al grupo a presentar un plan de acción por escrito. Con mucha frecuencia, habrá transcurrido casi una "semana" (un día en el ejercicio) entre el momento en que ocurrió el desastre y el momento en que los participantes comienzan a actuar como una unidad coherente en condiciones de ordenar medidas significativas de socorro. El observador, que 11a llevado cuenta del progreso del grupo durante él día, sé incorpora al final del ejercicio para evaluar los problemas observados durante el ejercicio.
Los ejercicios de simulación son particularmente útiles cuando se realizan al principio de un curso más largo. De este modo, los participantes estarán altamente motivados para hallar respuestas a algunas de las frustrantes preguntas que se les plantearon durante la simulación.
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