INTRODUCCIÓN
En los periódicos de tiraje masivo, la importancia que se concede a un desastre depende más bien del número de muertos o lesionados, y en menor grado de la medida en que se perturbó la economía o la sociedad. Con pocas excepciones, las organizaciones de auxilio en desastres también han tendido a reflejar la misma escala de valores. Las noticias de innumerables muertos tienden a despertar el apoyo en el nivel internacional, que se expresa en el envío de medicina, equipo y personal médico. Por ejemplo, en término de 2 semanas del terremoto que asoló a Guatemala en 1976, llegaron al sitio de la calamidad más de 120 toneladas de medicamentos, y meses después del suceso aún no se terminaba la tarea de seleccionarlos y clasificarlos [42, 69]. El caso anterior quizá sea el mejor documentado, pero es común observar ejemplos semejantes en muchas de las grandes calamidades.
Innumerables comentaristas de los aspectos médicos referidos a las medidas de auxilio en desastres también han supuesto que los graves problemas de este tipo necesitan, por obligación, asistencia médica de gran magnitud. Se cuenta con abundante bibliografía acerca de los aspectos médicos en estas situaciones y gran parte de ella está llena de descripciones de temas organizativos de las medidas asistenciales, por ejemplo, la planeación de un hospital, el tratamiento de masas de lesionados, los tipos idóneos de abastos médicos y las técnicas de administración más eficaces que deben adoptarse [47]. Pocos comentaristas se han planteado preguntas fundamentales, como: "¿cuáles son los efectos de los desastres en las poblaciones humanas y quiénes mueren o son lesionados? ¿En que forma varían los desastres de diversos tipos en áreas distintas? En otras palabras: ¿cuál es el problema que importa en realidad en el caso del auxilio médico?
En este capitulo se ha intentado resumir los conocimientos actuales sobre la relación entre algunos tipos frecuentes de calamidades naturales y la muerte y la lesión de los humanos, y también procurar si tales conocimientos contribuyen a lograr un enfoque más racional, la prevención y auxilio en este tipo de situaciones.
FUENTES Y CALIDAD DE LOS DATOS
Los interesados en la atención de situaciones de desastre hemos dependido más bien de la bibliografía publicada, complementada en casos especiales por algunos comunicados oficiales y de organizaciones internacionales. Son escasos los datos sobre los efectos que los desastres causan en la salud, y a menudo, también, su calidad es incierta.
Surgen dificultades de diversa índole. Por ejemplo, las estadísticas oficiales y las provenientes de diversas organizaciones constituyen el segmento mayor de los datos disponibles acerca de las cifras "en bruto" respecto de muertes y lesiones. Dichas estadísticas son de calidad variable. En algunos casos, particularmente en lo que se refiere a aspectos de enumeración relativamente fácil, como las muertes, puede haber exactitud razonable. Tal cómputo puede basarse en el recuento de cuerpos completos, y en grandes áreas, por recuentos que se llevan a cabo de una a otra. Las grandes inundaciones pueden dispersar los cadáveres y las estadísticas oficiales quedan reducidas a simples suposiciones. En algunos casos, el gobierno puede no difundir estadística alguna. Por ejemplo, la cifra muy citada de 650 000 fallecimientos que según algunos comentaristas llegaba al millón en el terremoto ocurrido en Tang-Shan en 1976, hasta donde sabemos, no ha sido negada ni confirmada por el gobierno chino. Las estadísticas oficiales acerca de "lesionados" resultan menos confiables porque en ellas rara vez se define con exactitud el término y en él se pueden incluir innumerables diagnósticos, entre ellos, casos clínicos y obstétricos "rutinarios". En ocasiones, los datos pueden ser sólidos, por ejemplo, las estadísticas referidas a las admisiones a un solo hospital, pero ellas representan solo una parte de un conjunto mucho mayor.
En términos generales, los datos provenientes de países en vías de desarrollo son de menor calidad que los obtenidos en países industrializados. En los primeros, los censos de población a veces contienen errores que comprenden cientos de miles de personas, y sea como sea, también cambian con cada estación, por las corrientes migratorias. Por tal motivo, en pocos casos se puede expresar los hallazgos en términos de tasas estadísticas.
La revisión presente se ha limitado a la exposición de algunas situaciones, por ejemplo, terremotos, vientos destructivos, tormentas, tsunamis e inundaciones. Hemos excluido las guerras y otras como colisiones de trenes y accidentes industriales, los cuales a menudo se clasifican dentro de los desastres pero en realidad ellos no pertenecen a la misma categoría que los de tipo "natural", por sus efectos o por los aspectos y particularidades que plantean en cuanto a prevención y auxilio. En la categoría principal tampoco incluimos las erupciones volcánicas, por la relativa rareza de ellas, y por los efectos muy heterogéneos que se advierten de una erupción a otra en diversas partes del mundo. Este tema lo analizamos en el Apéndice.
TERREMOTOS
Los terremotos acaecen en zonas y franjas bien definidas, y se piensa que los mismos son consecuencia de interacciones ocurridas en los bordes de las grandes placas constituyentes de la superficie del planeta. Casi todos ellos afectan directamente poblaciones humanas y surgen en un anillo angosto que pasa por la cuenca del Océano Pacifico, por la porción oriental de la URSS, y por gran parte del territorio de China, siguiendo el "arco de la sundra" por Nueva Guinea y por zonas Mediterráneas y Transhimalayas. Algunas de las áreas relativamente libres de actividad sísmica son Australia, la porción meridional de India, las zonas occidental, central y meridional de África, y gran parte de Asia. Sin embargo, ningún país está salvo de los terremotos. Algunos de éstos causan pérdida de innumerables vidas, como el que sucedió en Agadir, Marruecos, en 1960 y el que acaeció en 1967, en Koyna, India, que son zonas alejadas de otras de gran actividad sísmica.
Cada año ocurren miles de terremotos de poca intensidad aunque sólo una proporción pequeña de ellos causa pérdida de vidas. No se ha hecho un censo razonablemente completo de la mortalidad por temblores de tierra, excepto en pocos países como Estados Unidos, Japón e Irán. La figura I incluye la distribución de mortalidad por frecuencia de una serie de terremotos ocurridos en el periodo comprendido entre 1903 y 1978 en Irán. Es importante observar que dicho periodo se caracterizó por cambios extraordinarios en la densidad de población, y de cierta forma en el estilo de construcciones.
A pesar de lo señalado, es obvio que el impacto de los terremotos en términos de mortalidad, varia extraordinariamente de un sitio a otro. En lo que va de este siglo, la zona continental de Estados Unidos ha sufrido sólo tres temblores que segaron la vida de más de 100 personas [2], en tanto que en otros países, como China, Turquía, Irán, Italia y otros más de América del Centro y del Sur, ha habido terremotos repetidos, que han dejado miles de víctimas. En algunos países pobres, como Etiopía y Papúa, Nueva Guinea, a pesar de que se suelen resentir los efectos de los terremotos, las consecuencias han sido leves en termino de muertes y lesiones.
FIGURA 1. Distribución por frecuencias,
ríe muertes en 78 terremotos en Irán de 1903 a 1978; datos obtenidos con permiso
de Berberian [9].
Las variaciones en las tasas de mortalidad entre diversos países dependen más bien de las diferencias en los estilos de construcción y de la densidad de los asentamientos humanos. La inmensa mayoría de las personas que mueren en los terremotos son víctimas del colapso de estructuras hechas por el hombre, en particular viviendas caseras. Sin embargo, los daños respecto de los edificios constituyen sólo una de las variables que influyen en el patrón de muerte y lesión por temblores de tierra. Con fines descriptivos convendría dividir el tema en 4 categorías: 1) Las características sísmicas y geológicas de una zona, el diseño y construcción de sus edificios y los aspectos específicos de la construcción de ellos y los riesgos para sus ocupantes; 2) el sitio en que estaban los habitantes, es decir, dentro o fuera del edificio; 3) la edad y sexo de las personas y de los muertos o lesionados; 4) los tipos de lesión, gravedad y fecha de presentación para tratamiento.
Características sísmicas y geológicas de un área y el diseño y construcción de sus edificios; aspectos específicos de la construcción de los edificios y los riesgos para sus ocupantes
La relación entre un terremoto y las fallas estructurales es compleja y excede de los limites de este libro. Sin embargo, dado que adquiere importancia al considerar las causas de las muertes por temblores terráqueos, haremos un resumen de las principales variables.
Características sísmicas y geológicas de un área y el diseño y construcción de sus edificios
Los daños a los edificios en casos de terremotos suelen acaecer por acción de fuerzas horizontales que se ejercen contra las edificaciones, las cuales están diseñadas para resistir fuerzas verticales, o bien por la resistencia desigual de los elementos estructurales, a fuerzas destructivas. Según Iacopy [32], cuatro factores sísmicos y geológicos influyen notablemente en los daños a estructuras fabricadas por el hombre: 1) la fuerza de las ondas vibratorias que llegan a la superficie, y en particular el componente horizontal; 2) la duración de las oscilaciones del terremoto, dado que el efecto acumulativo de una serie de temblores es la causa común del colapso de un muro; 3) la proximidad de una estructura a una zona con fallas o deficiencias; 4) los cimientos o bases geológicas, considerados por muchos ingenieros como el factor más importante en los daños causados por sismos.
La importancia de cada uno de los factores en los daños estructurales varia notablemente de un sitio a otro y de una fecha a otra, y en sismos de intensidades y duraciones diferentes. Nichols [52] describe muy diversos casos en que el daño a las edificaciones se limitó (o peor todavía) a edificios construidos sobre depósitos de aluvión y no sobre suelo firme. Por ejemplo, el sismo que asoló a Caracas en 1965, fue de 6.5 puntos en la escala de Richter y causó graves daños sólo a aquellas estructuras construidas sobre depósitos de aluvión. Cuatro grandes edificios quedaron aplasta dos como una pila de emparedados, y murieron 200 personas, en tanto que otras edificaciones más quedaron inhabitables. La naturaleza selectiva del daño, al parecer fue producto de la coincidencia del periodo fundamental de movimientos del suelo dentro de los depósitos de aluvión y el periodo de ondas fundamentales de edificios de gran altura (10 y 20 pisos), de tal forma que surgió una oscilación "armónica" de las edificaciones afectadas [62]. Se han observado casos semejantes en Turquía, Japón y Filipinas [52].
Sin embargo en los sismos ocurridos en los últimos diez años y que causaron más de 2000 muertes1, tuvieron menor interés las consideraciones sobre sutilezas de características geológicas, asentamientos y datos de ingeniería de las construcciones: los terremotos mencionados aparecieron en zonas que se caracterizaban por un estilo de construcción en la cual, fácilmente podía ocurrir una falla estructural, incluso, en el caso de sismos pequeños, Falla que representaba un peligro particular para sus ocupantes durante el colapso. Las edificaciones en las zonas mencionadas, aunque con grandes variaciones por lo común eran de arcilla lodosa, arcilla y ladrillos, o piedras con poco refuerzo de madera o concreto.
1 Turquia-Lice, Van and Gediz; Guatemala; Nicaragua-Managua; Perú; China-Tang-Shan; Iran-Qir y Tabas-E-Golshan; Argel-EI Asnam; Italia-Campania/Basilicata.
En muchas zonas de América del Centro y del Sur, en las que es frecuente la actividad sísmica varias edificaciones eran de adobe, es decir, arcilla frágil, y los techos eran de teja o láminas de hierro corrugadas. En Irán, la arcilla se emplea profusamente como material de construcción. Saidi [58], al escribir acerca de los efectos del sismo de 1962, el cual causó unas 12 000 muertes en la zona occidental de Teherán, se refirió a las edificaciones de la zona afectada, así: "Las casas eran simples y uniformes, es decir, casas de un piso, y rara vez de dos, en las cuales vivían las familias y el ganado. Las paredes eran de capas gruesas de arcilla seca, que soportaban, a manera de vigas, algunos troncos de árboles de grosor mediano, todo cubierto por una capa más delgada de arcilla y grandes ramas."
En la porción oriental de Turquía, las casas tradicionales están hechas de bloques de adobe, piedras pequeñas de río o mar, o bloques de basalto no pulido. Después del sismo de Varto en 1966, pocas casas hechas de piedra de río o de campo quedaron en pie, y muchos de los heridos y muertos tuvieron tal destino por el colapso de las paredes o los techos de materiales pesados [72]. Se han hecho observaciones similares en el sismo de Lice que afectó en 1975 a la porción oriental de Turquía [41]. El terremoto de Gediz (Turquía) en 1970, en el cual perdieron la vida más de 10 000 personas destruyó o dañó gravemente unas 9 528 viviendas y produjo trastornos de menor cuantía en otras 17 000 [51]. En esta región, Mitchel identificó cuatro tipo básicos de construcción [51]: muros de piedra de río o de campo o de adobe; armazones de troncos cortados a mano (o postes redondos); paredes de teja o ladrillo; y concreto reforzado, aunque muchas casas tenían diseño híbrido. La construcción "mixta" fue la que causó el mayor número de muertes en el sismo de Gediz, en el que "se desintegraron las paredes y toneladas de roca y arcilla aplastaron innumerables zonas habitadas".
Los comunicados de otros sismos ocurridos en el área del Mediterráneo también sugieren que los edificios tradicionales más viejos son los más expuestos a graves peligros durante los terremotos: Sicilia, 1968 [29]; Skopje, Yugoslavia, 1963 [10]; Friuli, Italia, 1976 [31] y el sismo reciente acaecido en la porción meridional de Italia, cerca de Nápoles, en 1980 [63].
Como hemos indicado, el impacto de un sismo en términos de daños a las edificaciones, no es simplemente una función de la distancia a que están del epicentro. Los daños a diversas edificaciones, como las que describimos en relación con el sismo de Caracas, pueden ser selectivos por características especificas de diseño, sitio y estratos geológicos. Sin embargo, en zonas en las que el factor determinante de los daños ha sido el diseño y el método de construcción de las propias edificaciones, los patrones de destrucción de ellas y la muerte y la lesión pueden guardar íntima relación con el sitio del epicentro o con el movimiento de la línea de falla.
El sismo de Tabas-E-Golshan, Irán (1978), en el que murieron más de 20 000 personas, afectó un área en la que la mayor parte de las edificaciones eran de adobe o piedra, o de argamasa a base de adobe. Un estudio de Berberian [9] indicó que el patrón de destrucción guardaba correlación neta con la línea de fallas. Los daños y la destrucción de mayor intensidad, es decir, destrucción de 80 a 100% de las edificaciones y 50 a 85% de víctimas, ocurrieron en un tramo de unos 80 km de las fallas del piso, y a unos 3 km de uno y otro lado de tal línea. Los daños graves dejaron de ocurrir a unos 45 km de la zona de rotura o abertura del terreno.
Se observó un patrón semejante de destrucción y muerte a lo largo de la línea de falla en el terremoto que asoló Guatemala en 1976 [23]. La destrucción masiva en el centro de Managua en 1972, causada por un sismo relativamente débil, dependió del sitio de edificación de la ciudad (véase la tabla 1). Tal zona está intersecada por, cuando menos, cinco fallas de las cuales, cuatro se rompieron durante el terremoto. Ninguna parte de la ciudad estaba a más de 0.5 km de la línea de falla. El sismo destruyo casi todas las edificaciones no reforzadas, de adobe y concreto que estaban sobre las fallas, y las oscilaciones del terreno destruyeron muchas más en zonas vecinas [11].
TABLA 1. Comparación de los efectos de los sismos en Managua, Nicaragua (1972) y en San Fernando, California (1971): datos de Kates y col. [36]
Características y efectos de los sismos |
Managua, 1972 |
San Fernando, 1971 |
Magnitud (escala de Richter) |
5.6 |
6.6 |
Duración de las ondas más potentes, en segundos |
5-10 |
10 |
Área de intensidad Mercallia | ||
VIII-XI, km2 |
66.5 |
500 |
VII-VIII, km2 |
100 |
1 500 |
Estimados | ||
Población del área afectada |
420 000 |
7 000 000 |
Muertos |
4 000-6 000 |
60 |
Lesionados |
20 000 |
2 540 |
Casas destruidas o inseguras |
50 000 |
915b |
a La escala de Mercalli de la intensidad del temblor va de 0 a XII según la experiencia subjetiva de los individuos y la lesión física a las estructuras.
b Esta cifra incluye 65 apartamientos.
En algunas áreas, los deslizamientos de tierra pueden representar un peligro más. Cientos de chozas pobres construidas en pendientes y declives cerca de la ciudad de Guatemala fueron arrojadas al fondo del despeñadero junto con sus ocupantes durante el terremoto de 1976 [57]. El sismo que asoló a Perú en 1970 [13]: "produjo el desprendimiento de una serie de grandes cúmulos de rocas, así como de tierra y otro material. Las casas y campos situados entre despeñaderos inestables quedaron enterradas, o recibieron el impacto extraordinario de rocas, y un gran número de vehículos en las calles llenas de ellos, de una tarde de domingo, quedaron destruidos y sus pasajeros muertos".
La figura 2 indica la relación entre el número de casas destruidas y el de muertes de sus moradores en una serie de sismos ocurridos en Turquía entre 1912 y 1976. La correlación (r) entre el numero de casas destruidas y muertes en esta serie, es de 0.88. En el sismo ocurrido en Tabas-E-Golshan, Irán (1978), la correlación entre el porcentaje de daños a edificaciones y el de personas muertas en 74 aldeas, calculado con base en datos de Berberian [9] fue de 0.76.
La comparación entre lo ocurrido en el terremoto de 1976 en Managua y el que acaeció en el valle de San Fernando en 1971 (véase la tabla 1) ilustra la vulnerabilidad relativa de poblaciones que utilizan estándares diferentes de construcción, ante sismos de magnitud similar. Los temblores mencionados difieren en otros aspectos, como la densidad demográfica y la hora del día en que ocurrió el terremoto, por lo que su comparación es sólo aproximada. Un sismo mucho más potente que sacudiera esta zona de California podría producir un número de muertes similar al ocurrido en Guatemala. Las proyecciones y los cálculos basados en intensidad de sismos 100 veces mayores que el terremoto de 1971, sugiere que cabria esperar que el número de muertes esté entre 10 000 y 1 000 000 de personas, según la hora del día y otras circunstancias [5]
FIGURA 2. Relación entre mortalidad y
numero de casas destruidas en 19 terremotos en Turquía, 1912 1976. Fuentes:
Altay [1] llhan 1331; London Technical Group [41].
Muchos terremotos que han causado un número extraordinario de muertes han acaecido en países en vías de desarrollo, pero hay que señalar que ello no está en función de la pobreza. Varios países de este tipo, que han adoptado medidas antisísmicas han reducido a un número pequeño las muertes y los daños resultantes de los temblores. Por ejemplo, la choza etíope tradicional en las aldeas y también en las edificaciones urbanas están hechas de arcilla y zarzo, frecuentemente sustentadas por una vigorosa estructura de madera y con ello resistentes a los temblores [26]; en Papúa, Nueva Guinea, se utilizan estructuras de similar seguridad en gran parte del poblado. En Bali, se han descrito técnicas tradicionales de construcción orientadas específicamente a resistir sismos [38].
Aspectos específicos de la construcción y riesgos para los ocupantes
Hasta donde sabemos, solamente se ha hecho un estudio para investigar la relación entre aspectos específicos del diseño de edificación y construcción y los riesgos que con un sismo tendrían sus ocupantes, y fue realizado por Glass y col. [23] después del terremoto que devastó a Guatemala en 1976, en el que hubo un saldo de 23 000 muertos y unos 76 000 heridos. El estudio se hizo en la aldea de Santa Maria Cauque, situada a unas 30 millas al oeste de la ciudad de Guatemala. En el momento del sismo, la población era de 1 577 personas que habitaban en casas de una estancia, cuyas paredes eran de adobe o de carrizos de maíz, y los techos de palmas, tejas o lámina de hierro corrugado. El terremoto, que alcanzó los 7.5 puntos en la escala de Richter, ocurrió a las 3.05 horas de la madrugada hora en que los habitantes dormían y duró 39 segundos. No fue precedido de signos premonitorios, y las personas no pudieron protegerse, incluso, dentro de sus edificaciones. Todas las casas del villorrio quedaron destruidas, con excepción de la escuela, la sala de cabildos, la clínica de salud y una casa (edificaciones que eran de concreto reforzado). El saldo fue de 78 muertos y 38 personas con heridas graves (respecto a una definición consúltese la pág. 11). La investigación sistemática hecha por Glass a 259 de los 277 jefes de familia (de cada casa) indicó que las personas fallecidas y las que tenían lesiones graves, vivían en casas de adobe. Excepto una de las casas que no era de adobe todas demostraron colapso, pero en ninguna de ellas hubo lesiones graves ni muertes. No se identifico relación alguna entre la muerte o la lesión y el tamaño de la estancia o de la casa, el número de puertas y ventanas, el número de miembros de la familia, o el sitio que ocupaban las personas dentro de un cuarto en el momento del sismo. Aquellas que estaban cerca de las esquinas, de muros sin soporte o de las jambas de las puertas fueron los que corrieron mayor riesgo, en comparación con los demás. De las características de las edificaciones examinadas, solamente la edad de los bloques de adobe guardó una relación significativa con los traumatismos, y las casas que tenían más de 7 años de construidas tuvieron un incremento 1.6 veces mayor de riesgo para sus ocupantes. Como dato sorprendente, todas las lesiones o las muertes fueron atribuidas al adobe que se desplomo, y ninguna a los materiales de los techos.
Se observó que el estado socioeconómico de una familia guardaba correlación con el tamaño de la casa, pero no con la gravedad de las lesiones.
Sitio de las víctimas {dentro o fuera de edificaciones)
Casi todos los traumatismos por sismos son causados por el colapso de las edificaciones, por ello, cabe esperar que el sitio en el cual se encuentre una persona respecto a la construcción, en el momento del impacto, guardaría relación con el número de muertos o lesionados. En caso de signos premonitorios, a los que concede debida importancia la población, es posible salvar vidas. El sismo del 23 de diciembre 1972 en Managua, fue antecedido por ondas de choque percibidos aproximadamente a las 22 horas del día anterior, como resultado algunas personas durmieron fuera de sus casas y no sufrieron las tres grandes ondas sísmicas de las primeras horas de la mañana siguiente [36]. Podrían citarse muchos ejemplos semejantes.
Lomnitz [40] catalogó una larga serie de sismos en Chile e identificó una relación neta entre el número de muertos y la hora del día en que ocurrió la calamidad. Atribuyó la variación diurna en dicho parámetro a una combinación de factores humanos, pero en su mayor parte a los períodos de ocupación de casas y edificaciones. El cita a Goll [25] quien se refiere a la población chilena, en estos términos "los habitantes intentan escapar a las lesiones corporales saliendo de su hogar ante cualquier temblor moderadamente perceptible, porque nadie puede predecir lo que sucederá..." Según Lomnitz ese tipo de conducta aún se observa en nuestros días.
Cabria esperar un patrón de mortalidad en quienes trabajan en los campos o en ocupaciones al aire libre; otro patrón seria entre los que laboran en oficinas o fábricas. El sismo de San Fernando en 1971, sucedió en las primeras horas de la mañana, antes de los lapsos de más actividad. El colapso de un paso a desnivel en una carretera mató a dos personas y el número hubiera sido mayor si el terremoto hubiera acaecido dos horas después, durante el periodo de mayor movimiento matinal [53].
FIGURA 3. Tasa de lesiones graves y
mortales según edad y sexo en Santa María Cauque Los números en la parte
inferior de las barras representan la cifra absoluta de lesiones. Reproducido
con permiso de Glass y col [23].
Las callejas estrechas también entrañan otros riesgos para quienes salen de una casa o edificación. En las poblaciones costeras de Perú, en 1970, se señaló que [13]: "las personas que instintivamente habían salido a las calles anchas, con los primeros temblores, no sufrieron daños, y muchos de los atrapados en las casas derruidas, provistas de techos endebles, pudieron ser rescatados. A diferencia de lo anterior, en la población montañosa de Callejón de Huaylas las personas que reaccionaron de forma semejante al ocurrir los primeros temblores, quedaron de inmediato sepultadas en las callejas estrechas por toneladas de cascote y mampostería caídos de ambos lados de la calle, provenientes de los techos pesados de las casas". En la parroquia de Venzone, dañada en el sismo de Friuli en 1976, Hogg [31] observó que "los grupos ágiles sufrieron más daños que los ancianos o niños, y ello se debió a que corrieron por las calles, que a diferencia de las poblaciones modernas, son especialmente angostas, y fueron aplastados por la mampostería, que se desplomaba" (véase también mortalidad según edad y sexo).
Edad y sexo de los habitantes y de lesionados o muertos
Se cuenta con pocos datos confiables acerca del impacto de los terremotos sobre los grupos de una población, aunque las pruebas disponibles sugieren que los sismos pueden afectar a conjuntos de personas distintos de forma muy selectiva. Los datos publicados de los que tenemos conocimiento, se limitan a los estudios realizados en tres aldeas, los cuales se llevaron a cabo después del sismo que asoló a Guatemala en 1976; algunos datos más generales recabados en Managua; Venzone (parroquia de Friuli, Italia); de Ashkabad (1948) y Tashkent (1966), regiones también afectadas en la URSS.
El estudio hecho por Glass y col. [23] en el poblado de Santa Maria Cauque, especificó tasas de muerte según la edad y el sexo, y los daños graves sufridos por la población. Los daños graves, según Glass, se determinan por medio de pacientes que necesitaron hospitalización o vigilancia extrahospitalaria por más de dos semanas, e incluyeron fracturas graves (n = 30), contusiones intensas (n = 4) y heridas abiertas (n = 4). Se observó que las tasas de mortalidad fueron altas en víctimas de muy corta edad o muy viejas, pero que los índices fueron relativamente bajos en personas que oscilaban entre los 15 y los 44 años (véase fig. 3). En el estudio, también, se constató que en los bebés menores de un año de edad, las tasas de mortalidad fueron más bajas que las de sus hermanos mayores. El riesgo de muerte en los niños de más corta edad (los últimos en nacer) fue menor que el de su hermano siguiente de más edad dentro de la escala familiar. El riesgo de muerte fue mayor para el penúltimo hijo y disminuyó en relación con él, al aumentar la edad; el peligro para el primogénito o hijo de mayor edad fue el mínimo. Glass atribuyó este hecho a que el bebé de menor edad normalmente dormía con su madre y así recibía su protección; se advirtió que dicho bebé, por lo común, compartió el destino de la madre en la supervivencia (n = 28) o la muerte (n = 5) en comparación con la muerte de la madre sola (n = 1) o el niño solo (n = 1).
FIGURA 4. Mortalidad en dos poblaciones
de Guatemala, según edades. Sumpango: 244 muertes en una población de 10 232
habitantes; Patzicia: 377 muertes en una población de 10 850 personas. I os
datos se tomaron de los histogramas publicados por de Ville de Goyet y
col. [70]
Un patrón semejante de mortalidad según la edad se observó en dos poblados guatemaltecos afectados por el mismo terremoto [71] (fig. 4); en el que asoló Managua, a Nicaragua en 1972 [23] y en los dos ejemplos mencionados de la URSS. De las personas que fallecieron en el sismo de Ashkabad en 1948, 47% fueron mujeres y 18%, varones. En Tashkent (1966) hubo, casualmente, 25% más de víctimas entre mujeres que entre varones [7].
Hogg [31] en Venzone (véase fig. 5) encontró un patrón distinto de mortalidad según la edad. En dicha parroquia de Friuli hubo una mortalidad relativamente mayor en un grupo de personas de mayor edad (45 a 54 años) y la investigadora atribuyó a la salida de las casas de los miembros más ágiles de la población, quienes después hallaron la muerte aplastados por los muros que caían sobre las calles.
La frecuencia de lesión grave registrada por Glass y col. [23] en Guatemala, aumento de forma sostenida con la edad (véase fig. 3). Sólo siete personas de un total de 38 con lesiones graves tenían menos de 29 años de edad, y el peligro de lesión siempre fue mayor en las mujeres que en los varones, en casi todos los grupos. El patrón que observó Glass es semejante a la distribución por edad y sexo, de las fracturas del cuello del fémur (cadera) en los Estados Unidos que afectan en forma predominante a ancianas y posmenopáusicas a causa de la debilidad de sus huesos osteoporóticos. No se cuenta con más datos acerca de las tasas de lesión o muerte según edad y sexo, obtenidos de otros terremotos.
Tipos de lesión, gravedad y momento en que acude la víctima a tratamiento
Tipos de lesión
Los individuos atendidos en hospitales y otros centros de tratamiento constituyen la única población de la cual se han publicado estadísticas referidas a los tipos de daño sufridos en terremotos, y sin duda, presentan "distorsiones" incluso si se trata de pacientes con lesiones graves. El término "lesionado", aunque se usa libremente en los comunicados acerca de los sismos, nunca se ha definido de forma apropiada. Puede incluir, como en el caso de Guatemala [70], cualquier tipo de afección médica, sin importar su causa. Sin embargo, no ha habido registros específicos concernientes a los tipos y frecuencias relativas de lesiones menores observadas después de terremotos.
FIGURA 5. Mortalidad en Venzone,
Friuli, Italia, según edades, en el terremoto de 1976. Los números en las barras
representan las cifras absolutas de muertes. Datos obtenidos de Hogg
[31], calculados con datos de población de Friuli Venezia-Giulia para
1976, señalados en la referencia 55.
En las tablas IIa y IIb se presentan datos de los siete ejemplos publicados en los que se hizo un análisis con base en el tipo del total de las víctimas que acudieron a instalaciones médicas. Todos presentan los datos con diversas categorías diagnósticas, y cada uno representa un periodo distinto posterior a la calamidad. Los datos del sismo de Lar, en la zona meridional de Irán, en 1960, incluyen los casos de 85 individuos gravemente heridos que fueron transferidos a un hospital en Shiraz [58]. Los pacientes de Jalapa (Guatemala), fueron enviados para la práctica de radiografías, al hospital de esa misma ciudad [70]. Los datos reunidos Whittaker y col. [76] en Managua en Ashkabad (URSS) [7] quizás sean los mas útiles. Los primeros son representativos de víctimas que acudieron para la "selección" primaria, y los segundos abarcan todas las categorías de heridas por sismos. En San Fernando (1971) se incluyeron en detalle las razones por las cuales se proporcionó asistencia hospitalaria, pero este temblor, ocurrido en una zona que cuenta con servicios muy evolucionados y con estilos de edificaciones muy diferentes, quizás no sea de fácil comparación con otros ejemplos. Los datos del sismo de Bali en 1974, en que hubo 573 personas muertas, se refieren únicamente a los pacientes hospitalizados [39].
Los datos de la tabla IIa sugieren que gran parte de los heridos sufren fracturas y que el sitio de ellas está distribuido de forma bastante uniforme en el cuerpo. La sugerencia de Ville de Goyet y col. [70] después del terremoto de Guatemala, referente a que las fracturas de la clavícula pueden ser las lesiones más comunes, posteriores a un temblor de tierra han sido apoyados sólo en parte por los datos obtenidos en Managua, en que dicha lesión comprendió únicamente el 10% de todas las fracturas.
TABLA IIa. Tipo y porcentaje de lesiones (fracturas) registradas después de los sismos de Managua, Nicaragua (1972), Bali (19741, Guatemala (1976) e Irán (1962)
Managua |
Bali1 |
Guatemala |
Irán2 | ||||
Mano |
6 |
extremidades superiores |
3.9 |
extremidades superiores |
3.2 |
extremidades superiores e inferiores |
57.6 |
Muñeca |
4 |
extremidades inferiores |
18.8 |
extremidades inferiores |
6.4 |
vértebras |
11.8 |
pelvis |
8.2 | ||||||
Antebrazo |
8 |
columna |
3.9 |
clavícula |
11.5 |
lesiones de cara | |
Codo |
2 |
otras causas |
73.4 |
pelvis |
2.5 |
y cabeza |
10.6 |
otras causas |
76.4 |
lesiones del tórax |
11.8 | ||||
Húmero |
7 | ||||||
Cadera |
4 | ||||||
Fémur |
7 | ||||||
Rodilla |
5 | ||||||
Tibia |
9 | ||||||
Tobillo |
9 | ||||||
Pies |
10 | ||||||
Clavícula |
10 | ||||||
Columna |
6 | ||||||
Pelvis |
8 | ||||||
Cara y maxilar inferior |
6 | ||||||
Número de pacientes aproximada mente |
300 |
202 |
157 |
85 |
Datos obtenidos de Leimina [39], Saidi [58], de Ville de Goyet and Jeanée [71] y Whittaker y col. [76].
1 Pacientes hospitalizados unos tres días
después de ocurrido el terremoto.
2 Otros 26 casos se
clasificaron en "lesiones menores, deshidratación y gastroenteritis".
Después de salir a la luz los datos del terremoto de Ashkabad, además de los que se presentan en la tabla II, las fracturas de la clavícula y el omóplato en combinación comprendieron sólo 9% de todas las fracturas atendidas [7]. Al parecer también son frecuentes las heridas graves sin fracturas o que se agregaron a ellas.
Long [43] señala como lesiones internas predominantes, el estallamiento de vejiga y las lesiones de vías urinarias, y él las atribuye a que el sismo se manifestó a las 3:00 horas de la madrugada, momento en el cual la vejiga de las víctimas estaba llena.
Whittaker y col. [76] observaron después del terremoto de Managua que gran parte de las lesiones eran por aplastamiento: "las víctimas tuvieron hinchazón intensa de la extremidad afectada, formación de vesículas y grados diversos de afectación de nervios, que se manifestaron por falta de sensación y de función motora. Por lo común, la circulación estaba intacta..., a diferencia de los tipos más corrientes de traumatismo, las fracturas óseas casi siempre tuvieron importancia secundaria..." A pesar de lo señalado, no pudo corroborar con todo detalle la insuficiencia como componente del síndrome "de aplastamiento"2 porque los pacientes no permanecieron en el hospital por un lapso lo suficientemente largo. Uno de ellos con grave aplastamiento de las piernas, que estaba en choque al ser hospitalizado, expulsó orina de color pardo obscuro, señal de mioglobinuria. de Ville de Goyet y Jeannée [71] no identificaron casos documentados de síndrome de aplastamiento después del terremoto en Guatemala, a pesar de investigaciones repetidas. A diferencia de ello, el síndrome al parecer fue lo suficientemente común después del sismo de Agadir en 1960, al grado de que en un grupo de 429 personas lesionadas, evacuadas a Casablanca [50] hubo 22 casos de gravedad variable del cuadro mencionado. En Ashkabad se identificó el síndrome por aplastamiento en 3.5% de todas las lesiones después del terremoto [7]. En opinión de los autores, no hemos hallado otra descripción del síndrome de aplastamiento en la bibliografía reciente relativa al tema. No se sabe si dicha falta de información denota la ausencia real del síndrome o simplemente hubo fallas de observación. Al parecer no existen características de los sismos de Agadir o Ashkabad que los tornen diferentes a las catástrofes ocurridas en áreas similares, y por tal motivo, sospechamos que el problema depende de fallas de observación.
2 La compresión de un miembro por varias horas, como la que ocurre después de que el individuo queda atrapado debajo de escombros de mampostería causa daño de músculos y ocasiona: a) edema de la zona lesionada, hemoconcentración, hipotensión arterial y choque; b) la liberación de productos del músculo dañado, como mioglobina, que aparece en la orina y que puede ocasionar insuficiencia renal [12].
TABLA IIb. Tipos y porcentajes de lesiones registradas después de los terremotos de San Fernando, California (1971), Ashkabad, URSS (1948) Y Tashkent, URSS (1966)
San Fernando |
Ashkabad |
Tashkent | |||
admisiones en hospitales |
atención extra-hospitalaria | ||||
Laceraciones y desgarros |
- |
57.8 |
lesiones de tejidos blandos |
31.8 |
- |
Contusiones |
- |
10.5 |
fracturas de huesos largos |
17.3 |
21.1 |
Abrasiones |
- |
7.8 |
lesiones de la cabeza |
15.0 |
36.7 |
Fracturas |
53.3 |
23.9 |
lesiones de la columna |
5.0 |
3.4 |
Lesiones de la cabeza |
24.8 |
- |
lesiones de la pelvis |
4.0 |
0.0 |
Quemaduras |
14.3 |
- |
lesiones del tórax |
4.0 |
- |
Lesiones del dorso |
7.6 |
- |
lesiones de órganos abdominales |
0.2 |
- |
otras lesiones |
22.7 |
38.8 | |||
Numero de pacientes |
1051 |
1 7682 |
Aproximadamente |
4 000 |
se desconocen |
Datos con permiso de Beinin [7] Y Olsen [53]
- =
No se menciona la categoría de la lesión.
1 La clasificación de 110 hospitalizaciones ulteriores fue: origen cardiaco = 41; psiquiátrico = 26; médico general = 8; y el resto = 35.
2 La clasificación de 560 pacientes extrahospitalarios que fueron atendidos ulteriormente fue: reacción emocional = 210; trastornos cardiacos = 140; el resto = 210.
Gravedad de las lesiones
La mayoría abrumadora de las personas lesionadas en los terremotos tiene daños menores o lesiones que obligan solamente a tratamiento extrahospitalario. En Ashkabad, la proporción entre lesiones "graves" y "leves", según el comunicado, fue de I:9.4 y en Tashkent, de 1:15.9 (7). En Khorasan, Irán (1968), la proporción entre individuos hospitalizados y no hospitalizados que recibieron tratamiento fue de 1:29.6 [48] y en San Fernando, de I:17 [53]. La información en muchos artículos revisados es incompleta, pero por la magnitud del número total de víctimas, se deduce que sólo una minoría necesito hospitalización.
Momento de presentación de la víctima a los centros de tratamiento
El factor mencionado es de gran importancia cuando se considera el suministro de auxilio en casos de urgencias. Las admisiones al hospital de campo estadounidense (fig. 6b) que se instaló en Chimaltenango, Guatemala, el cuarto día después del sismo de 1976, aumentaron rápidamente desde el primer día de operación, y alcanzaron su punto máximo en el segundo día. Después de esa fecha disminuyeron con gran velocidad una segunda "ola" de menor proporción, de hospitalizaciones fue causada por la eficiencia cada vez mayor de la operación de rescate, para transportar a las víctimas de áreas periféricas. Las comunicaciones hablan sido seriamente entorpecidas en los primeros días después del sismo, y el número total de camas de hospital disponibles disminuyó por el cierre de algunos nosocomios después de un intenso sismo residual [70]. Las admisiones a las tiendas de urgencia por servicios hospitalarios en Managua 1972 (fig. 6c) muestran un incremento y decremento definidos y semejantes, pero en un lapso más breve [76]. En San Fernando (fig. 6a), zona perfectamente equipada con medios de transporte y hospitales, el patrón de admisiones mostró incremento y decremento aún más repentinos [53].
Una de las preguntas formuladas por Glass y col. [23] en Santa Maria Cauque fue acerca del efecto que tuvo un servicio mejor y más rápido de rescate, sobre las tasas de mortalidad. El investigador mencionado observó que seis personas (7%) de las que fallecieron no cesaron de comunicarse hasta el amanecer, tres horas después del sismo, pero no fueron rescatadas por la oscuridad de la noche y la distancia entre las casas.
FIGURA 6. Número de pacientes
internados en hospitales en los días que siguieron a tres terremotos. a) San
Fernando 1971: todas las hospitalizaciones y pacientes extrahospitalarios. Datos
de Olsen [53]. b) Chimaltenango, Guatemala 1976: número de
admisiones (línea llena) y ocupación de camas (línea de guiones) en porcentajes,
al hospital de campo estadounidense Datos de la gráfica publicada en el articulo
de Ville de Goyet y col [70]. c) Managua, Nicaragua, 1972: pacientes
admitidos en el hospital tienda de urgencias estadounidense, datos obtenidos de
Whittaker y col. [76].
CICLONES3 Y TORNADOS
3 También reciben el nombre de huracanes en la cuenca del Caribe y zona occidental del Atlántico y "tifones'' en la porción occidental del Pacifico; en términos meteorológicos constituyen el mismo fe nómeno.
Los ciclones y tornados no forman un grupo homogéneo de fenómenos naturales, si se consideran en términos de muertes y lesiones. A semejanza de los terremotos, surgen en zonas del planeta relativamente demarcadas con características geográficas y patrones de asentamientos humanos, muy diferentes. En el caso de los ciclones, los daños causados por los vientos suelen ser agravados por los desbordamientos, lluvias torrenciales y por las inundaciones violentas conocidas como marejadas. En está sección nos limitamos a ejemplos en los que las lesiones, la muerte y los daños fueron resultado directo obtenidos de: 1) ciclones no acompañados de inundaciones o marejadas; o 2) aquellos fenómenos en que fue posible separar con claridad razonable, los efectos. La división es algo arbitraria y también nos ocuparemos de ellos someramente en el apartado de inundaciones (pág. 29). Hasta donde sabemos, no ha habido una descripción útil de muertes o lesiones que sean consecuencia de otro tipo de vientos destructores.
Ciclones
Los fenómenos de este tipo comienzan con la formación de zonas de hipobáricas es decir con las "depresiones" mencionadas en los pronósticos del tiempo, las cuales se originan en las zonas templadas, de las latitudes ecuatoriales. Conforme el aire caliente y húmedo es arrastrado tangencialmente a la zona hipobárica, el sistema persiste y se ve intensificado por la liberación de calor, producida por la condensación en las alturas grandes. La forma de un ciclón tropical, en las fotografías de satélite, es la de una gran espiral de nubosidad de unos 500 kilómetros de diámetro, con un "ojo" central y tranquilo. Los vientos más fuertes comprenden una banda circular alrededor del ojo, y puede llegar a velocidades de 240km/h. El viento puede disminuir de velocidad del centro a la periferia, aunque a 160km del ojo del ciclón, puede haber vientos superficiales incluso de 64km/h.
Los ciclones se forman sobre el mar y se disipan rápidamente a su paso por tierras continentales, y por ello sus efectos han sido sentidos más bien por marinos y por poblaciones de zonas costeras. Muestran variaciones estacionales en su aparición en diferentes partes del mundo.
Se han publicado pocos datos sobre el número de muertos y heridos por ciclones, y por ello, no hay certeza de que se haya registrado de forma precisa la mortalidad de algunos de los menos devastadores de India y Bangladesh. La pérdida promedio de vidas en los Estados Unidos durante 1955 a 1969 por ciclones, han sido de 75 al año [74]. Presentamos descripciones de datos fiables de dos desastres de este tipo.
Ciclón de Darwin en 1974. A la medianoche del 14 de diciembre de 1974, el ciclón tropical Tracy asoló Darwin, la capital del territorio norte de Australia, con una población de 45 mil personas. La ciudad sufrió graves daños; 90% de todas las casas fueron destruidas o tuvieron graves desperfectos, sólo 500 casas pudieron ser habitables en forma continua [49,75]. La velocidad del viento llegó a 150 millas por hora (240 km/h) y 49 personas murieron muchas por "asfixia por aplastamiento" [75]; 140 tuvieron lesiones graves y unas I 000 más, heridas de menor cuantía. Las víctimas comenzaron a acudir al hospital de Darwin cuando el viento amainó después del amanecer, y casi todos los 500 pacientes atendidos hablan acudido antes de comenzar la noche [27]. Cientos de ellos fueron tratados en los centros de primeros auxilios de la periferia, y en el primer día fueron hospitalizados 112 pacientes [75].
De las personas que recibieron atención extrahospitalaria la mayoría tenía desgarros y laceraciones por fragmentos de vidrios y restos de otros materiales, y unos cuantos "fracturas cerradas y otras heridas". No se atendieron casos de quemaduras [27]. De los sujetos hospitalizados, en promedio, la mitad de ellos tenía desgarros graves, y la otra mitad lesiones por proyectiles, por aplastamiento o caídas, y algunos, ambos tipos de heridas [27]. Gurd y col. [27]4 hicieron una clasificación de los diagnósticos en los individuos hospitalizados; 35 casos de tipo quirúrgico fueron tratados en el hospital de Darwin.
4 Heridas penetrantes del abdomen, un caso; herida penetrante del tórax, un caso; amputación bilateral de pies, un caso; otros desgarros graves, 60 casos; paraplejía, 5 pacientes; otras lesiones de la columna, 7 pacientes; fractura de pelvis, 6 víctimas; lesiones graves craneoncefálicas, dos casos; lesiones abdominales no penetrantes, 3 casos; otros traumatismos no penetrantes, 50 casos. En algunos pacientes se hicieron varios diagnósticos.
Se adoptó la norma de suturar de forma primaria las heridas, y por ese motivo algunas víctimas más tarde tuvieron infecciones en ellas. Un varón sufrió tétanos después de un desgarro en la frente que fue suturado dejando en ese sitio un fragmento de madera. Después del ciclón, durante las tareas de despejar escombros y búsqueda de las víctimas [27] hubo "un número no precisado" de lesiones accidentales o más bien de tipo penetrante en los pies.
Huracán Liza, que afectó Baja California. A las 16:00 horas del I de octubre de 1976 el huracán Liza se abatió sobre Baja California. Las velocidades máximas del viento fueron de 165 km/h y en 7 horas cayeron 20 cm de precipitación pluvial. El área tenía unos 130 mil habitantes, de los cuales 60 mil vivían en la Paz. Cuando se desbordó una presa de 4 metros de alto, 450 personas murieron ahogadas. Se rescataron 405 cadáveres, pero no fue posible hacer cálculos precisos de los desaparecidos porque había una gran población de inmigrantes no registrados, de bajos ingresos.
"Se observó la ausencia de lesiones graves" [73]. En la Paz, las lesiones no fueron lo suficientemente intensas como para obligar a la hospitalización. Recibieron tratamiento 200 individuos de manera extrahospitalaria y las lesiones de poca monta incluyeron cortadas, excoriaciones y equimosis. El único traumatismo importante fue consecuencia de un choque de autobuses después del huracán.
Otros ciclones. Los relatos de los efectos de ciclones tropicales, en lo mejor de los casos, han hecho sólo una enumeración sencilla de muertos y heridos sin entrar en detalles, como ocurrió con el huracán Beulah, que en el cuál murieron 18 personas el 21 de septiembre de 1967 en la porción meridional de Texas y fueron heridas más de 8 000 [54].
Hay menos información sobre ciclones "mas pequeños" en países pobres. El ciclón que asoló la isla de Masirah, Oman, en junio de 1977 causó la muerte de 2 personas y lesiono a otras 48 más. Las lluvias torrenciales que asolaron la vecina provincia de Dhofar, elevaron el saldo a 103 muertes, aunque no se supo si fueron por la inundación, el ciclón o el derrumbe de las casas [64]. El ciclón que arrasó Sri Lanka en noviembre de 1978, el cual fue el peor de la historia de la isla en términos de vidas segadas y daños a la propiedad, mató a 915 personas [66]. El ciclón se acompañó de una marejada de proporciones modestas, pero una vez más, no sabemos el número de fallecimientos causados por el meteoro, el derrumbe de casas o el ahogamiento. El comunicado de la UNDRO [66] indica que en una franja de 35 km de vientos intensos, volaron los techos de más del 50% de las edificaciones. Los edificios de una zona que tenían paredes de ladrillo o concreto, en su mayor parte quedaron intactos. Sin embargo, en algunos casos, los techos al caer arrastraron consigo las paredes. En áreas rurales hubo destrucción completa de albergues de construcción liviana. Una gran proporción de las casas con muros de adobe también quedaron destruidas cuando el viento barrio con los techos y la lluvia torrencial se ensañó con las paredes. Algunos albergues en todas las zonas fueron destruidos por árboles derribados. En áreas en que hubo precipitación pluvial abundante, se señalaron casos aislados de muerte por ahogamiento. En el manual sobre el ciclón Sri Lanka [61] Resstler indicó que "no hubo un gran número de personas con heridas graves en relación con la magnitud de los daños a la propiedad" y que "las lesiones más comunes fueron desgarros, fracturas y equimosis, y las graves incluyeron fracturas compuestas, lesiones de la columna y craneoencefálicas y daños graves por aplastamiento..."
Tampoco se identificaron con claridad las causas de muerte y daño durante los huracanes David y Frederick que en 1979 se abatieron sobre Dominica y la República Dominicana [67,68]. Se sabe que hubo un total de 2 000 muertos, aproximadamente, y 4 000 heridos más. Cuando menos en un caso, murieron más de 100 personas cuando se derrumbó una iglesia que habla sido utilizada como albergue [68].
Tornados
El tornado se asemeja a un ciclón en que es una masa de aire en movimiento, aunque de menores proporciones. No se conoce en detalle el mecánismo por el que se forman los tornados pero, según algunos expertos, comienzan con pequeños vórtices débiles formados por corrientes de aire alrededor de edificaciones y otros obstáculos. Una vez formado el vórtice se refuerza y es perpetuado por una corriente de aire caliente hasta el centro de la columna en espiral. En todos los continentes los tornados pequeños han sido llamados con nombres diversos, pero sólo en algunos países y en algunas estaciones alcanzan proporciones realmente destructoras.
Casi todos los comunicados sobre tornados y los daños que causan, que han salido a la luz pública o provienen de Estados Unidos, aunque también algunos vienen de URSS, Japón, Bangladesh, China, Australia, Bermudas y Fiji [65]. Por ejemplo, en Bangladesh se describió el caso de un tornado en Noakhali, población provinciana, en la cual hubo 70 muertos y 5 000 heridos [37]. Incluso en Inglaterra se han señalado los últimos 20 años más de 400 tornados. En junio de 1967, el meteoro causó la muerte de 20 personas en Francia, Bélgica y los Países Bajos [35]. En los Estados Unidos los tornados muestran una notable variación en frecuencia, según las estaciones, y muchos ocurren entre abril y julio, en las últimas horas de la tarde.
La velocidad del aire que asciende en el centro del vórtice del tornado puede ser enorme y es la que ocasiona gran parte de los daños al "ser aspirados" y ascender por los aires objetos, como automóviles y hasta durmientes y vías de ferrocarril5. La enorme diferencia de presión en un tornado puede hacer que las casas "exploten" al disminuir repentinamente la presión exterior. Un tornado puede dejar una estela de destrucción de 500 a 1 000 metros, en su trayecto. Cuando cruza una zona urbana puede ocasionar destrucción casi total de casas y otras edificaciones.
5 Sin embargo, investigaciones más recientes han objetado esta opinión [35]: el daño del tornado puede resultar principalmente del ascenso aerodinámico causado por la alta velocidad del viento a lo largo de los techos, más que por la diferencia de presiones. das en forma ambulatoria; 15 a 20 minutos antes del impacto los anuncios de radio y televisión permitieron adoptar medidas de protección de carácter urgente.
Descripciones de cinco tornados. En la bibliografía estadounidense relativa al tema hay algunas descripciones precisas y adecuadas de los efectos de los tornados como los de: Worcester (9 de junio de 1953); Topeka (8 de junio de 1966), los que asolaron Indiana (11 de abril de 1965); Dallas (2 de abril de 1957), y Wichita Falls (10 de abril de 1979). La semejanza de sus efectos permite hacer un resumen breve de ellos.
1) Condado Worcester: 16.30 horas del 9 de julio de 1953 [4]. En la zona central de Massachusetts, durante una hora un tornado viajó unas 35 millas, y abarcó una franja de cerca de 200 metros hasta media milla, por zonas rurales, y áreas suburbanas y densamente pobladas de la ciudad de Worcester. Casi toda edificación en su trayecto se derrumbó, incluidas fábricas, pero de manera especial casas particulares pertenecientes a personas de la clase media. Sólo en la ciudad de Worcester el tornado en su ruta afectó a más de 8 000 personas En su trayectoria, abarco zonas en que había más de 20 000 personas. El resultado fue: 94 personas muertas, 85 de ellas de forma inmediata; 490 sufrieron lesiones que obligaron a su hospitalización, y otras más sufrieron daños de poca monta. No hubo en el área afectada un pronóstico meteorológico eficiente que previniera a la población y pocas personas sabían del desastre inminente. Algunas, incluso, salieron de sus casas para contemplar el alud de granizos, que terminó por aplastarlos.
2) Dallas: 16.30 horas del 2 de abril de 1957 [20]. El meteoro nació en el área suroeste de Dallas y se dirigió al norte a razón de 25 millas por hora, en una senda continua de 100 metros de ancho, con un trayecto de unas 16 millas. Muchas de las estructuras en la vía que siguió el tornado se derrumbaron explosivamente. Mató a 10 personas y 183 necesitaron hospitalización. Dado que el fenómeno fue visible en toda su trayectoria, ello hizo posible proteger a innumerables personas con alguna anterioridad.
3) Indiana: 20.10 horas del 11 de abril de 1965 [46]. Tres tornados asolaron distintas áreas del estado de Indiana, el saldo fue de unas 140 muertes. Uno afectó la población de Lebanon (a unas 30 millas de la zona noroccidental de Indianapolis) y mató a 17 personas inmediatamente. Dos hospitales locales recibieron a 24 pacientes y 37 personas más fueron tratadas de manera extrahospitalaria.
4) Topeka: 19.15 horas del 8 de junio 1966 [6]. El tornado viajó a razón de 35 millas por hora y siguió una trayectoria de 22 millas de largo y de 400 a 800 metros de ancho. Dentro de la ciudad destruyó totalmente un área de 4 cuadras de ancho y 8 millas de largo, 633 casas, y hubo 12 personas muertas, a las que se agregaron otras 2 más por problemas cardiacos. Fueron hospitalizadas 70 personas y 316 trata
5) Wichita Falls: 18.15 horas del 10 de abril de 1979 (24). La potencia del tornado según la escala Fujita6 fue de 4 puntos, con lo cual quedó dentro del 3% de los tornados más fuertes registrados en los Estados Unidos. El meteoro destruyó o volvió inhabitables 3 000 casas al pasar por la ciudad. Causó la muerte de 47 personas y dejó cientos de lesionados.
6 La escala Eujita clasifica los danos por e: tornado de 0 a 5. El número 4 corresponde a una velocidad máxima del viento de 335 km/hora [74]
Aspectos en relación con la muerte y la lesión. Las observaciones publicadas sobre los tornados aportan algunos datos sobre cuatro aspectos en relación con la muerte y las lesiones: 1) el sitio en que estaban las personas que murieron y fueron heridas en el momento del impacto; 2) la causa de la muerte; 3) los tipos de lesión; y 4) algunos datos relacionados con la edad y el sexo.
1) Sitio de las personas en el momento del impacto. Los daños y lesiones causados por un tornado son impresionantes, pero se limitan a una zona perfectamente demarcada. Solamente un articulo [6] señala datos del sitio de los muertos y lesionados en relación con el área de destrucción; en el tornado de Topeka se observó que todos los individuos que murieron estaban dentro de la zona de trayectoria principal del tornado, y todas las lesiones graves se observaron en una banda un poco más ancha.
Existen en este caso datos acerca del sitio específico en que estaban las personas muertas y lesionadas dentro del recorrido del tornado, aspecto de interés especial por su importancia para iniciar las medidas de protección y de aviso para los residentes de zonas en que surgen frecuentemente, este tipo de meteoros. De las 17 personas muertas en el tornado de Lebanon, Indiana, en 1965, 10 estaban en su hogar, y 7 conducían vehículos automotores. De los 24 individuos hospitalizados, 20 estaban en su casa; en muchos casos la casa literalmente "voló" y la víctima fue rescatada a varios metros de distancia. 4 sujetos hospitalizados conducían automotores en el momento de la tormenta y en todos los casos el vehículo fue arrastrado por el aire y arrojado por los campos [46]. Uno de los pacientes falleció en la sala de admisión del hospital. 3 personas que estuvieron dentro de automóviles lograron vivir "pero gran parte de sus compañeros de viaje fallecieron inmediatamente por grave traumatismo craneoncefálico" [46].
El tornado de Wichita Falls produjo 43 muertes por traumatismo y 59 casos de lesiones graves. Del grupo de personas muertas 26 (60%) y 30 de las que sufrieron lesiones graves (51%) eran ocupantes de vehículos [24]. Sólo 5 víctimas murieron en su hogar en el momento del meteoro. "De las 59 personas lesionadas en sus vehículos, 43 (73%) intentaban utilizarlo expresamente para salir de la zona del tornado. Las casas de 20 de las víctimas mencionadas, incluidas 8 de las que murieron, según la encuesta de la Cruz Roja, no sufrieron desperfectos o si los hubo, fueron mínimos..." En Wichita Falls personas que vivían en "casas rodantes" fueron las que estuvieron expuestas a mayor peligro, aunque en este grupo sólo hubo 4 casos de lesiones graves y ninguna muerte. Glass [24] calculó que el riesgo relativo de muerte o lesión grave en diversos grupos era de 3: 1 000 personas en el caso de quienes habitaban en casas estacionarias; 23: 1 000 en automóviles, y 85: 1 000 en casas móviles o rodantes.
TABLA III. Causas de muerte en los tornados de Indiana y Topeka
Topeka |
Lebanon, Ind. | ||
Lesiones de cabeza y tórax |
4 |
Lesiones de cráneo y encéfalo |
14 |
Lesiones de tórax |
4 |
"traumatismo por aplastamiento de tórax" |
2 |
Lesiones de la cabeza |
2 | ||
Traumatismo masivo |
1 |
fractura de columna cervical y daño medular |
1 |
Choques, abrasiones y laceraciones |
1 | ||
Total |
12 |
17 |
Datos obtenidos con permiso de Beelman [6] y Mandelbaum y col. [46].
2) Causas de muerte. De los cinco estudios acerca de los efectos de los tornados, dos aportaron algunos datos relativos a la causa de muerte. En Worcester, varias personas sufrieron decapitación, en tanto que otras murieron por aplastamiento grave del cráneo [4]. En estas últimas, hubo algunas en las que el cráneo estaba vacío, y el viento (al parecer) había arrastrado por completo la masa encefálica. En 2 o 3 pacientes que fallecieron poco después de la lesión, se observó aplastamiento del tórax y del tronco. En Indiana, 14 de las 17 personas que murieron inmediatamente en el condado, sufrieron traumatismo craneoencefálico intenso que Mandelbeum y col. [46] atribuyeron a los riesgos propios de los vehículos automotores y a las lesiones causadas por objetos desplazados a grandes velocidades. Una proporción relativamente grande de los casos de muerte en Topeka se debió también a lesiones de cabeza y tórax (Véase la tabla III).
3) Tipos de lesión. Los tipos de lesiones observados en víctimas hospitalizadas en cada uno de las tornados, muestran gran semejanza (véase tabla IV). Surge una proporción elevada de lesiones craneoencefálicas, como fracturas de cráneo y de otros huesos, desgarros y excoriaciones. En el tornado de Indiana, en todos los pacientes se observó lesión importante y extensa de tejidos blandos. Entre las víctimas de los tornados hay una gran proporción de heridas fuertemente contaminadas. "En muchos casos, en plano muy profundo de la lesión de tejidos blandos se incrustan materiales extraños, por ejemplo, astillas de madera, alquitrán, tierra y estiércol" [46]. En Worcester, en muchos pacientes hubo un patrón similar de contaminación de las heridas [30]: "algunas de las víctimas presentaban exulceraciones extensas y profundas atribuidas al efecto abrasivo de la tierra y de los materiales extraños que viajaban a grandes velocidades. En dichos casos, la fuerza del impacto hizo que volaran las ropas desgarradas". En Topeka se observó que las lesiones eran las típicas de los tornados: "tierra, rutura y desgarro de ropas, heridas, cortaduras y abrasiones, equimosis..." [6].
La contaminación de las heridas al parecer es un notable factor contribuyente de la elevada tasa de sepsis, posoperatoria, incluso en medios en que las víctimas recibieron atención especializada y en ellas se hizo desbridamiento quirúrgico experto y rápido. En Worcester [4], los autores hicieron un esfuerzo para calcular la tasa de sepsis de las heridas, y observaron que tal complicación era frecuente tanto en heridas menores como en heridas mayores. Los cálculos de las tasas de sepsis en lesiones menores variaron de 50 a 66% de todos los casos. El 27 de julio de 1953, unas 7 semanas después del tornado, 612 víctimas aún recibían atención en su hogar, en su mayor parte, por sepsis de las heridas. Hight y col. [30] analizaron la evolución posoperatoria de pacientes después del tornado de Worcester e identificaron sepsis en 12.5 a 23.0% de pacientes ortopédicos y neuroquirúrgicos, con laceraciones. Además, hubo 3 casos de gangrena gaseosa y ninguno de tétanos. En Indiana, no hubo casos de gangrena gaseosa [46]. Después del tornado de Wichita Falls una anciana tuvo tebanos [24].
TABLA IV. Porcentaje de lesiones graves después de tres tornados
Worcester1 |
Dallas2 |
Wichita Falls3 | |
Fracturas | |||
Cráneo (incluido lesión craneoencefálica grave) |
17.0 |
21.9 |
14.3/7.84 |
Extremidades superiores |
10.2 |
- |
16.1/13.6 |
Extremidades inferiores |
9.3 |
- |
21.4/15.5 |
Costillas |
7.1 |
- |
19.6/11.7 |
Cintura escapular |
4.6 |
- |
- |
Pelvis |
2.2 |
- |
3.6/2.9 |
Caderas |
1.1 |
- |
- |
Nariz |
0 9 |
- |
- |
Columna cervical |
0.7 |
- |
- |
Lesión del dorso, incluidas fracturas |
3.3 |
- |
8.9/5.85 |
Maxilar inferior |
0.4 |
- |
- |
Otros sitios |
- |
43.7 |
1.8/1.9 |
N |
257 |
21 |
48/33 |
Otras lesiones | |||
Ojos |
6.2 |
- |
- |
Riñones |
2.0 |
- |
- |
Vaso |
1.3 |
- |
- |
Quemaduras |
1.1 |
- |
- |
Desgarros y contusiones graves, traumatismo de tejidos
blandos |
32.6 |
28.1 |
14.3/40.8 |
Choque |
+6 |
- |
- |
Lesión en tórax |
-7 |
6.3 |
- |
Amputación traumática |
+ |
- |
- |
N |
195 |
11 |
8/23 |
Datos obtenidos con permiso de Bakst y col. [4], Fogelman [20] y Glass y col. [24].
1 Worcester: 452 lesiones en 438 pacientes. Los datos
quizá corresponden a pacientes hospitalizados.
2 Dallas: los datos
coresponden a 32 pacientes de 74 admitidos en el hospital Park
Memorial.
3 Wichita Falls: pacientes hospitalizados y que
estuvieron durante una semana, cuando me nos en el nosocomio.
4 La
primera cifra señala el diagnóstico primario en la admisión al hospital, y la
segunda el diagnóstico secundario.
5 Clasificadas como fracturas
vertebrales.
6 Lesiones señaladas y que
ocurrieron.
7 Categorías no aplicables.
Dos estudios han indagado específicamente las causas de contaminación bacteriana de heridas sufridas durante los tornados. Después del acaecido en Lubbock, como a las 9.30 horas del 11 de mayo de 1970, los estudios bactereológicos del material de heridas, hechos por Gilbert y col. [22] indicaron infección frecuente con bacilos aerobios gramnegativos, la cual atribuyeron a la intensa contaminación por tierra. La fuerza de la contaminación ha sido ilustrada adecuadamente por un paciente del tornado de Lubbock, que "seguía expulsando pasto por tos, a 4 días después de la lesión". Después del tornado del 11 de abril de 1965, en el condado de Elkhart, Indiana, Ivy [34] comparó la frecuencia y los tipos de infecciones de las víctimas con un grupo "testigo" de personas accidentadas en vehículos de motor y observó que la frecuencia de infección era mucho mayor en personas que hablan sufrido tornados, con una incidencia ligeramente superior aunque, no significativa, de infecciones por enterobacterias.
4) Datos específicos por edad y sexo. En Wichita Falls se calcularon las tasas de lesiones mortales y graves (no mortales) según edad y sexo [24]. Se observó que los índices aumentaban con la edad, y personas mayores de 60 años tuvieron una frecuencia 7 veces mayor de lesiones que las que tenían menos de 20 años. Las mujeres mayores de 40 años tuvieron un mayor peligro de lesión que los varones, y por arriba de los 60 años, tal diferencia fue casi del doble. De las 12 personas que murieron en el tornado de Topeka 161, 9 eran varones y 3 mujeres. No se obtuvieron datos acerca del sexo de los heridos graves. De los 9 varones mencionados, 7 tenían 59 años o más las 3 mujeres eran de más de 90 años. Las 24 personas hospitalizadas después del tornado de Indiana correspondieron a uno y otro sexo por igual. Los limites de edad fueron de 4 a 80 años, aunque 8 personas tenían entre 70 y 80 años [46].
Por todo lo expuesto, los tres comunicados indican que el riesgo aumenta con la edad, pero puede variar con el sexo. Los relatos de los tornados no indican las razones de tal diferencia, pero quizás se deba a desigualdades en el sitio en que estaban las víctimas en el momento del tornado, es decir, en un automóvil, en su hogar en una casa rodante.
Variaciones en e/riesgo de tornados dentro de los Estados Unidos. La mortalidad por tornados en la porción meridional de los Estados Unidos es mucho mayor que en el resto de ese país Sims y Baumann [59] han demostrado que no se debe a la mayor frecuencia o intensidad de los meteoros en tales áreas, a una mayor frecuencia de tornados nocturnos o a un mejor sistema de precauciones y avisos premonitorios. Las diferencias en los estilos de edificación, en tales zonas, sugiere que el riesgo debe ser el inverso o contrario a lo observado en la realidad. Las viviendas con estructura de madera que suelen usarse en el sur estadounidense, por una mejor ventilación y un equilibrio más rápido de presiones, resisten la destrucción o se desbaratan en fragmentos, en tanto que los inmuebles de mampostería que se usan en el norte se desploman "en un solo bloque". Sims y Baumann sugieren, con base en un estudio de actitudes, que la diferencia en los índices de mortalidad pudiera ser causada cuando menos, parcialmente, por la reacción ante las señales de aviso y precauciones. Los sureños tienen un "mayor grado de fatalismo, quizá desconfianza y poca atención hacia los sistemas de precaución y señales".
MAREJADAS CICLÓNICAS, TSUNAMIS Y OTROS DESBORDAMIENTOS
Los desbordamientos e inundaciones son los más comunes de los desastres naturales y causan más muertes que cualquier otro tipo de calamidad. Casi todos los países están expuestos a sufrirlos. Un cálculo aproximado basado en el análisis de una serie de grandes desastres naturales, sugiere que las inundaciones, incluidas las marejadas, comprenden, en promedio, la mitad de los desastres y ocasionan una proporción semejante de muertes [17].
Las inundaciones pueden ocurrir por varias causas y hasta donde concierne a este capitulo, ha sido imposible una clasificación totalmente satisfactoria de ellas. En términos generales, surgen de: 1) el caudal excesivo de ríos; 2) la precipitación pluvial y la nieve; 3) la rotura de presas y lagos glaciales; 4) las marejadas y los tsunamis.
Sin embargo, ante la incidencia de las inundaciones en escala mundial y la diversidad de circunstancias que privan en zonas diferentes, las categorías que incluimos son de utilidad limitada. Al considerar el número total de muertes, parecería que la clasificación principal debería hacerse entre las dos primeras categorías, en que es posible huir de la zona de desastre y el número de muertes suele ser pequeño; y las dos categorías en las cuales en zonas densamente pobladas pueden morir miles de personas. Desde la perspectiva de este capitulo, tal discusión sólo tiene interés academice porque es muy poca la bibliografía importante sobre el tema. En cierta medida, pudiera reflejar el hecho (como ocurre con los grandes meteoros) de que las inundaciones de cualquier tipo al parecer causan pocas lesiones de cualquier intensidad en los supervivientes. Muchos relatos de inundaciones específicas indican mortalidad total, pero no mencionan, o rara vez lo hacen, excluyen un problema específico proveniente de las lesiones entre los supervivientes. Las marejadas y los tsunamis tienen características específicas que describiremos.
Marejadas ciclónicas
El fenómeno mencionado es causado en parte por la diferencia de presiones dentro del ciclón y en parte por los fortísimos vientos que actúan directamente en mares, lagos o ríos y hacen que una masa de agua por arriba del nivel del mar general se desplace con la misma velocidad que el viento ciclónico (quizás sólo a unas 10 millas por hora, aproximadamente). El efecto del impacto de dicha masa de agua sobre la costa depende de varios factores: la velocidad con que se desplaza el frente del ciclón; el ángulo del lecho marino; los efectos de embudo de bahías y estuarios y quizás, de mayor importancia, la altura de la marejada. Las olas que viajan en la parte más alta de la marejada también pueden causar daños. Después de golpear la costa, la marejada puede desplazarse tierra adentro con gran velocidad, y su impacto sólo puede ser detenido por las tierras altas. El agua puede comenzar a retirarse, pero puede quedar retenida por los vientos potentes y persistir en la zona a la que llegó hasta que se haya desplazado el "ojo" del huracán, lo cual dura unas 3 a 5 horas.
De todas las zonas del mundo los países que están en las costas del Océano Índico y en particular en la bahía de Bengala, han sido los que han sufrido en su mayor parte ciclones y marejadas. En la porción septentrional de la bahía mencionada, una combinación singular de grandes marejadas, la configuración en "embudo" de las costas, tierras bajas y planas, y una gran densidad de población han generado algunas de las cifras mayores de mortalidad en estos tipos de desastres. 13 de los 19 ciclones tropicales "importantes" identificados por Frank y Hussein [21] en un lapso de unos 250 años sucedieron en India o la porción oriental de Pakistan. En el mismo periodo las naciones occidentales sufrieron sólo 3 calamidades similares. De 1960 a 1970 la sólo porción oriental de Pakistan (Bangladesh) perdió, en promedio, 5 000 habitantes/año por tal causa, excluidas las muertes por el ciclón y marejada intensísimos de 1970.
Ciclón de la porción oriental de Bengala en noviembre de 1970. Un ciclón y la marejada extraordinaria que lo acompañó se abatieron en la región costera meridional del Pakistan oriental (Bangladesh) los días 12 y 13 de noviembre de 1970. La calamidad afectó unas 650 millas cuadradas y de ellas la mitad resintieron los daños directos de la marejada. La densidad de población de tal zona era de 330 personas por kilómetro2, compuesta más que todo por agricultores (80%) y pescadores (12%). Casi todos los ciclones nacen en la Bahía de Bengala en primavera y verano, y la aparición del ciclón fuera de dichas estaciones complicó la tragedia, al abatir la zona cuando se había recolectado la cosecha y 100 000 trabajadores vivían en los campos. Los albergues de ellos estaban hechos generalmente de tallos de yute y bambú, por lo común constaban de una sola habitación, y en el techo tenían palma o algunas veces láminas de hierro acanaladas.
Sommer y Mosely hicieron dos estudios [60] después del ciclón: el primero, entre el 28 de noviembre y el 2 de diciembre, se ocupó de las necesidades médicas y el abasto de agua inmediatos, y el segundo entre el 10 de febrero y el 4 de marzo de 1971, compiló información para auxilio y reconstrucción a largo plazo. Los estudios se diseñaron con gran cuidado y puede considerarse que son representativos de la población afectada.
Muerte y lesiones. En la primera encuesta se calculo, que la mortalidad fue de 240 000 individuos, 14.2% de la población. Las secuelas después del ciclón en gran parte se limitaron a cortadas, equimosis pequeñas y fracturas ocasionales, aunque una entidad clínica que fue denominada "síndrome del ciclón" fue muy común y comprendió abrasiones intensas de brazos, tórax y muslos, lo cual atestiguó la tenacidad con que los supervivientes se abrazaron y aferraron a árboles para soportar la embestida de la marejada. En la segunda encuesta se estudió una muestra más grande (3 000 familias, que representó 1.4% de la población afectada) y se hicieron indagaciones más detalladas. Se observó que la mortalidad variaba en función de la distancia relativa a la costa. En una zona tierra adentro se calculó que la mortalidad era de 4.7%, la cual aumentó a 46.3% en la "unión" costera gravemente afectada (la subdivisión administrativa más pequeña); en muchas islas alejadas de las costas murieron poblaciones completas. También se supo que de 77 000 pescadores que trabajaban en el área afectada y que vivían muy cerca de la costa, 46 000 murieron [21].
Mortalidad según edad y sexo. De las personas fallecidas, más de la mitad fueron niños menores de 10 años, grupo que representó sólo la tercera parte de la población. La mortalidad también fue mucho mayor en personas que tenían más de 50 años de edad. Las estadísticas fueron mejores en varones que en mujeres, excepto en los grupos de menor edad. Las tasas mayores de supervivencia se observaron en varones adultos entre los 15 y los 45 años, lo cual concordó con la impresión de que "en la tormenta, de forma selectiva murieron los que eran muy débiles para asirse a los árboles, los viejos, los muy jóvenes, los enfermos y desnutridos, y las mujeres, en general". Las cifras de mortalidad comentadas son semejantes a las que se han observado después de algunos terremotos (fig.7).
FIGURA 7. Tasas de mortalidad según
edad y sexo en el área afectada por el ciclón y marejada del Bangladesh en
noviembre de 1970. Las cifras de los varones se basaron en 1 359 muertes
enumeradas, y para las mujeres en 1 538 muertes Datos de las gráficas publicadas
por Sommer y Mosley [60]
Ciclón y marejada de Andhra Pradesh
La noche del 19 al 20 de noviembre de 1977, un ciclón con lluvias torrenciales y una marejada afectaron parte de la zona costera de Andrha Pradesh en la región suroriental de la India. Una franja larga de la costa recibió el impacto de los meteoros, pero la peor parte de la catástrofe se manifestó en el Delta del Río Krishna. En la parte delantera de tal zona la ola llegó a tener más de 5 metros de altura y tenía todavía un metro, tierra adentro. Dicha onda se desplazó a la zona a razón de unas 10 millas por hora y penetró en tierra firme unos 15 kilómetros. El ciclón y la marejada, de consuno, afectaron una zona de 7 500 millas2 y en 6 a 7 horas cayeron aproximadamente 400 mm de lluvia.
La calidad de los datos disponibles sobre este desastre es más inadecuada que la del ciclón de la porción oriental de Bengala, incluso en esta situación es posible identificar un patrón muy semejante de muertes y lesiones. La marejada, el ciclón, la lluvia torrencial los tres fenómenos en conjunto, afectaron a un total de 710 000 personas en 2 302 poblaciones; del total murieron 8 504 y desaparecieron 3 000 [16]. De los fallecimientos, 6 734 personas correspondieron al distrito de Krishna y 1 519 a Guntur. En siete distritos vecinos murieron sólo 68 personas [16]. Dentro del distrito Krishna la mayor parte de las defunciones ocurrieron dentro de la zona afectada por la marejada. Cohen y Raghavulu [14] dieron cifras distintas de mortalidad en el distrito de Krishna (8 033), pero indicaron que de esas cifras 6 892 perecieron en el área de la marejada. La mayor parte de las defunciones en el distrito se observaron en Devi, población situada en la punta de la desembocadura del Río. Incluso en dicha población hubo enormes variaciones en la mortalidad publicada (varió de O a 81.9% en la población antes del ciclón): de 33 aldeas de las cuales se pudo contar con datos, 5 (15%) perdieron más de la mitad de su población, y en 18 (55%) falleció más de 10% de sus componentes [14].
Casi todas las 1 519 personas que según se supo murieron en Guntur, fallecieron como consecuencia de derrumbes de edificaciones, por los fuertes vientos y las lluvias torrenciales [16].
De las 6 892 personas muertas en la zona de marejadas del distrito Krishna, 1 291 fueron varones adultos, 1 944 mujeres adultas y 3 657 niños. Los grupos anteriores no han sido especificados con exactitud, pero todo sugiere un patrón de mortalidad similar al observado en Bengala en 1970 [14].
Las lesiones a los supervivientes se debieron principalmente a la caída de las viviendas y a objetos impulsados por el viento y el agua. Los casos de tipo ortopédico fueron 177 y abarcaron en su mayor parte fracturas de las extremidades, y las víctimas fueron evacuadas a un hospital gubernamental. Hubo cinco casos de lesión medular y paraplejía y 16 personas fallecieron en el hospital por múltiples lesiones [16]. Los casos quirúrgicos menores consistieron más bien en desgarros y heridas penetrantes de pies, por caminar sobre espinos. Según Winchester [77] gran parte de las lesiones fueron cortaduras y equimosis pequeñas y muchas de las víctimas sufrían choque y exposición a los elementos, lo cual indicó la necesidad mayor de contar con personal paramédico que con personal médico.
Tsunami otras inundaciones
El tsunami es un fenómeno resultante de los desplazamientos repentinos del lecho marino, causado en su mayor parte por terremotos subacuáticos. Los movimientos desplazan grandes volúmenes de agua y con ello producen ondas de poca amplitud pero de longitud grande que viajan con una velocidad apenas proporcional a la raíz cuadrada de la profundidad del agua. En los océanos profundos la onda puede viajar a 750 km/hora. Al llegar a aguas pesqueras y poco profundas aumenta la amplitud de la ola y puede llegar a tener 20 m o más en las bahías en que hay un efecto de "embudo". El tsunami puede ocasionar daños y muertes en puntos muy alejados desde el origen de la ola. Por ejemplo, el originado en un terremoto en Chile, en 1960, causó 61 muertes en Hawai [2].
El peligro de que aparezcan tsunami, para fines prácticos, se limita a países con litorales en el Océano Pacífico, aunque en raras ocasiones han acaecido en el Atlántico. El ejemplo más conocido quizá sea el del terremoto de Lisboa en 1755, que ocasionó grandes marejadas, incluso, en las Islas Barbados e inundaciones en Noruega y Alemania [74].
Los autores no hemos hallado descripciones precisas de mortalidad y daños por tsunami aunque ha habido comunicados del total de muertes en incidentes específicos. Se ha dicho que el tsunami ocasionado por la explosión del volcán Krakatoa en 1883, causó la muerte de 36 000 personas por ahogamiento en Sumatra y Java [2]. En 1896, 27 000 individuos fallecieron en Java por un tsunami después del sismo de Sanriki en Japón. En fecha reciente, 1976, se dijo que un tsunami de más de 6 m de alto mató a "miles" de personas en Mindanao, en las Filipinas y prácticamente borró del mapa a algunas aldeas [45]. Haas [28] señala que en este tsunami se calculó que murieron 5 820 personas junto con las desaparecidas, y de ese grupo, 85% fueron víctimas de los oleajes que penetraron tierra adentro incluso a casi media milla. Sin embargo, en los Estados Unidos, donde se cuenta con estadísticas razonablemente exactas, las víctimas del tsunami han sido sólo 396 muertos y 640 lesionados durante el periodo que medió entre 1906 y 1965.
Con base a la naturaleza física del tsunami, cabe suponer que sus efectos serían muy semejantes a los de una gran presa que se rompiera y desbordara, es decir, la mortalidad absoluta estaría en función de la magnitud del tsunami y de otras características, así como de la población del área afectada, pero que entre los supervivientes habría pocas lesiones graves.
Rebosamiento de la presa de Vaiont. A las 22.40 horas del 9 de octubre de 1963, un alúd enorme, calculado entre 200 y 400 millones de metros cúbicos de tierra, cayó detrás de la presa Vaiont, en el norte de Italia, y como consecuencia se derramaron más de 100 millones de toneladas de agua sobre el bordo de la presa y cayeron en el Valle del Río Piave, sepultando casi por completo la población de Longorone y algunas zonas aledañas. En el propio Longorone, murieron 1 269 de los 1 348 habitantes del poblado, y en sitios cercanos murieron 727 personas más.
Quarentelli [56] en un estudio hecho por el Grupo de Investigación de Desastres señala que "hubo una proporción extraordinariamente grande de muertos en relación con los lesionados, quizá a razón de 40 muertos por cada víctima que no murió. Incluso, en términos absolutos sólo hubo 60 a 80 lesionados". También señala que tal dato tuvo consecuencias interesantes para la operación de rescate: "Las organizaciones a distancia y los centros de control de organizaciones todavía más distantes que operaron en la zona de desastres, se preguntaron por qué los grupos afectados directamente no pidieron material médico, facultativos, mantas y objetos de otros tipos. Al trabajar con la imagen común de desastres, es decir, de que siempre hay más lesionados que muertos, era difícil que entendieran que en la catástrofe mencionada prácticamente no hubo supervivientes".
Después de peticiones repetidas del exterior en cuanto a porque no se habla solicitado la ayuda de ese tipo, algunos "funcionarios en el sitio del accidente casi pensaron que se les acusaba de no cumplir con sus responsabilidades porque no hicieron tales peticiones".
Rapid City, Dakota del Sur. El 9 de junio de 1972, lluvias torrenciales ocasionaron inundaciones y graves daños en el curso del Río Rapid Creek, que pasa por Rapid City, Dakota del Sur. Poco antes de la media noche se desmoronó una presa y al volumen de agua del riachuelo se agregó un muro de 1.6 m de agua que mato a 238 personas. "No se cuenta con cifras exactas del número y tipo de lesiones. Hay que destacar que este desastre en particular, no produjo un número grande de lesiones graves. Con excepción de tres o cuatro quemaduras y un número pequeño de fracturas, muchas de las víctimas recibieron tratamiento de desgarros, excoriaciones y exposición a los elementos. En el hospital St. John's, se internaron 77 pacientes y 330 fueron atendidos en la sala de urgencias en las 48 horas que siguieron a la inundación" [15]. La ocupación de camas en el hospital mencionado, incluso con los que fueron transferidos de otro hospital inundado, no excedió de 90%[19].
Inundación de los Países Bajos. La inundación en la zona mencionada, que ocurrió el lo. de febrero de 1953, fue consecuencia de la rotura de un "polder", que afectó áreas extensas del país y produjo 1 795 muertes más bien por ahogamiento. Después de la inundación se identificaron 6 problemas médicos [3]: 1) identificar y rescatar los cadáveres; 2) evacuar a los enfermos y ancianos; 3) suministrar médicos con el material corriente; 4) establecer hospitales de urgencias para atender a los evacuados; 5) restaurar los servicios sanitarios y de higiene; 6) emprender medidas contra las epidemias. Los datos señalaron específicamente que las personas lesionadas, en forma de grupo, no constituyeron un problema médico.
En la figura 8 se muestra la mortalidad por la inundación, según edad y sexo de las víctimas. Hay que señalar que las tasas fueron calculadas por empleo de una población que quizá no fue totalmente representativa de la que vivía en el área inundada.
Inundación de Bristol, Inglaterra, 10/11 de julio de 1968. Entre las 5 y las 1 7 horas de los días 10 al 11 de julio de 1968 cayeron en la ciudad de Bristol en la zona occidental de Inglaterra, 13 cm de precipitación pluvial. Se inundaron más de 3 000 casas, tiendas y otros edificios y también resultaron afectadas otras áreas sur occidentales de Inglaterra, pero el daño fue mayor en Bristol, porque el río Avon corre por el centro de la población. La lluvia máxima coincidió con la corriente grande de primavera, que bloqueó el desaguadero en el río. El agua no llegó más arriba de los techos del piso bajo, y en muchos casos cedió después de unas 10 horas y dejó una fina capa de lodo. Un hombre quedó ahogado en la inundación.
FIGURA 8. Mortalidad según edad y sexo,
en la inundación del lo de febrero de 1953 en Países Bajos. Los números en la
base de las barras representan las cifras absolutas de muertes Datos obtenidos
ríe Baesjou [3]. Se calcularon con datos poblacionales del 31 de
diciembre de 1952 y el Anuario Estadístico de los Países Bajos para 1953-1954,
Oficina Central Holandesa de Estadísticas.
Bennet [8] investigó la mortalidad, auxilio por médicos generales, envíos y admisiones a hospitales, de los ocupantes de 88 casas inundadas (población=316) y un grupo testigo de 132 casas no afectadas (población = 434) en un lapso de 12 meses antes y después de la inundación. Observó que las visitas al quirófano en la población inundada, de la que se tenían registros (66% del grupo afectado por la inundación, y 52% sin inundación) aumentaron en 53% (varones 81%, mujeres 25%) aunque no hubo cambios sustanciales en el número en personas que acudieron a tales servicios. El grupo que no sufrió la inundación tuvo una cifra levemente inferior en el número de consultas y operaciones. La diferencia entre el número de visitas a los servicios quirúrgicos respecto de varones que sufrieron inundación y quienes no la sufrieron fue estadísticamente significativa (P <0.001) y también la diferencia en un número de visitas dentro del grupo inundado, con respecto al periodo anterior y ulterior a la inundación. El incremento en el número de visitas a los servicios quirúrgicos por parte de mujeres no fue significativo. Los envíos al hospital, del grupo que resintió la inundación, excedieron del doble en el año después del accidente, y comprendieron en su mayor parte varones. Las admisiones del hospital mostraron la misma tendencia.
Las razones para la hospitalización "fueron casi similares a las de una selección aleatoria" e incluyeron insuficiencia arterial, lesión sin relación con la inundación, y cirugía "rutinaria" pero no hubo un solo diagnóstico que sugiriera relación física directa con la calamidad.
Las tasas de mortalidad también se calcularon para todas las casas en la ciudad y el condado de Bristol que hablan sufrido la inundación entre el 10 y 11 de julio de 1968 y para los que no la hablan sufrido. Se hizo una comparación entre el número de muertes en los domicilios inundados para los 12 meses anteriores y posteriores a las inundaciones, con el resto de la ciudad (área no inundada) pero, como dato sorprendente, la mortalidad en el grupo que resintió la inundación aumentó en 50%, de 58 muertes en el año anterior al desbordamiento, a 87 en el año siguiente. El incremento más notable correspondió al grupo de 45 a 64 años, las muertes en varones aumentaron de 7 a 20 y en mujeres de 5 a 9, y se observaron más bien en el tercer trimestre después de la inundación. Por lo demás, los incrementos predominaron en personas mayores de 65 años, especialmente mujeres mayores de 75 años (9 muertes antes de la inundación, en comparación con 19 después de ella); para el resto de Bristol, es decir, zonas no inundadas, las defunciones disminuyeron en 1 %. El incremento de la mortalidad en el grupo que sufrió la inundación fue significativo a nivel estadístico (p 0.02).
La causa de la muerte se definió con base en los certificados de defunción, pero se pensó que sólo los diagnósticos de cánceres específicos eran lo suficientemente viables como para hacer comparaciones exactas antes y después de las inundaciones. En el grupo que vivía en la zona inundada hubo 9 muertos por cáncer; en el año siguiente hubo 21 fallecimientos. En el resto de Bristol, es decir, zonas no inundadas, las muertes por cáncer en los mismos períodos fueron de I 010 y 1 060, respectivamente. La diferencia entre los dos grupos mencionadas no alcanzó significación estadística.
Bennet [8] no identificó una causa física directa para el incremento en la mortalidad, relacionada o sin relación con la inundación. Intentó explicar su observación en términos de los efectos psicológicos del desastre.
Lorraine [44] describió un patrón similar de mortalidad en la Isla Canvey, situada en el sureste de Inglaterra, después de inundaciones ocurridas en 1953.
DESASTRES SECUNDARIOS
La idea popular de que después de los terremotos y otros desastres ocurren en rápida sucesión incendios, rotura de presas, marejadas y otras secuelas, rara vez se observan en la realidad. Después de un desastre natural los supervivientes se exponen a dos peligros principales; en primer lugar, está el verdadero desastre "secundario" desencadenado por la calamidad primaria, como seria la rotura de una presa, y al parecer ello ha ocurrido sólo después de terremotos, y en raros casos. En segundo lugar, existe un riesgo más regular, aunque mucho menor, de lesión física en el medio alterado que priva después de accidente.
Incendios
Después de los terremotos de 1923 en Tokio y 1906 en San Francisco hubo grandes incendios. En Tokio, el fuego probablemente produjo más víctimas que el propio sismo [74]. Los edificios sumamente inflamables y muy próximos fueron pasto de las llamas que destruyeron tres cuartas partes de Tokyo/Yokohama. En temblores más recientes rara vez ha habido incendios, y ello se debe quizá a que las zonas afectadas tenían en que se usó arcilla o roca como material primario, o zonas en que pudieron extinguirse incendios pequeños, como el caso de San Fernando. En ella, las quemaduras fueron el accidente de 7% de todos los individuos extrahospitalarios atendidos después del sismo de 1971 [53]. Whittaker y col. [76] observaron algunos pacientes tratados por quemaduras después del terremoto de Managua en 1972, pero con base en otras relaciones no hubo grandes incendios.
Avalancha
En 1970 un terremoto en Perú produjo una avalancha masiva del Monte Huascarán (6 665m), el que se desprendió de la montaña un bloque enorme de hielo y piedras de 800 por 300 metros. En menos de dos minutos, la avalancha se desplazó unos 16 km en sentido horizontal y sepultó diez aldeas pequeñas, como parte de la población de Ranrahirca y casi todo el poblado de Yungay [13].
Por supuesto, es posible que después de los terremotos surjan muy diversos tipos de desastres secundarios: el rebosamiento de la presa Vaiont desplazó ocho grandes tambores de cianuro de potasio de una fábrica local [56], aunque fue posible recuperarlos intactos. Los riesgos en plantas atómicas por terremotos pueden ser muy graves, y también cabe imaginar otros que son "secundarios" al sismo.
Otros riesgos
Pocos autores mencionan casos de muerte o lesiones en supervivientes de secuelas de terremotos y otras catástrofes naturales. Whittaker y col. [76] destacó dos problemas específicos después del movimiento telúrico de Managua: en primer lugar, aumentaron las lesiones como consecuencias de accidentes automovilísticos y de motocicletas después del sismo; y en segundo lugar, surgió el trauma del caos social en que "pistola y machete sustituyeron a las normas legales establecidas". Innumerables pacientes fueron tratados de sus heridas7. Hubo muertos entre gente que se dedicó a búsquedas entre edificios dañados [29], y heridas penetrantes de los pies, que han acaecido después de algunos tipos de desastre [16,27]. Sin embargo, todo lo anterior al parecer no constituyó un problema médico significativo.
7 Este patrón de conducta al parecer es muy raro después de los desastres naturales [18] y pudiera depender de circunstancias políticas del país, en ese momento.
CONCLUSIONES
Con base en las pruebas limitadas que hemos expuesto en este capitulo, cabe llegar a algunas conclusiones. Los ejemplos son pequeños, pero la relación entre los efectos físicos de cada tipo de desastre y el patrón observado de muerte y daño es lo suficientemente directa, que incluso si no podemos aceptar las conclusiones como "normas" cuando menos cabe deducir que son válidas en muchas partes del mundo.
1) Los efectos de los desastres, en términos de número absoluto y relativo de personas muertas y lesionadas, guardan relación con el tipo de calamidad. Después de terremotos, ciclones y tornados, es muy probable que las lesiones por traumatismos sean mayores que el número de fallecimientos, a veces por un factor de dos o tres tantos. Es posible que el número de muertos exceda al de lesionados, causados por todos los tipos de inundaciones, incluidas las marejadas ciclónicas. Es probable que sea grande el número absoluto de lesiones graves, es decir, en miles de personas, sólo después de grandes sismos. El número de lesiones graves causadas por todos los tipos de inundaciones, ciclones y tornados, en relación con los producidos por terremotos, posiblemente sea pequeño.
2) Después de movimientos telúricos es probable que las lesiones pequeñas, es decir, que no necesitan de internamiento en hospitales, exceda al número de lesiones graves en una proporción de 10:1.
3) El patrón de lesión observada al parecer es relativamente específico del tipo de desastre, incluso entre países diferentes. El caso de los tornados, cuando menos en los Estados Unidos, el patrón de lesiones y daños es muy específico.
4) Con la rara excepción de terremotos seguidos por graves incendios, la gran mayoría de lesiones aparece durante el impacto principal del desastre. El periodo en que se necesitan servicios de urgencia varia con la magnitud del área afectada y sus comunicaciones. Es probable que se limite a la primera semana después de la calamidad, y más exactamente en los primeros 3 a 5 días.
5) La muerte y la lesión afectan de manera diferente a diversos grupos, según edad y sexo, y al parecer se salvan más bien los adultos en edad económicamente activa, particularmente los varones.
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