Desde los inicios de la humanidad los fenómenos naturales han creado en el hombre una mezcla rara de miedo irracional y de fascinación a lo incomprensible. Sin embargo, estos sentimientos originales fueron transformándose con los siglos en un miedo bien fundado frente a los daños que a su vida, salud y propiedad ejercían estos mismos fenómenos.
Es muy probable que la frecuencia, magnitud e intensidad de los fenómenos naturales no haya variado con el tiempo, una buena excepción podría ser las sequías y las inundaciones estacionales, pero la que si ha variado es la densidad de la población en el planeta, su distribución geográfica, sus hábitos de construcción y de comportamiento frente al equilibrio ecológico; estas variables han hecho que estos fenómenos unidos a una mayor vulnerabilidad aumenten el riesgo a la aparición de un desastre. Este ha sido el caso en los últimos 20 años en la región de América Latina y el Caribe; terremotos, inundaciones, huracanes, erupciones volcánicas, deslizamientos, sequías y otros han producido muertos, heridos, discapacitados y un enorme costo tanto financiero como social que ha hecho que muchos de los países afectados no solamente vieran retrasado su proceso de desarrollo sino, en muchos casos, interrumpido.
Frente a este panorama, muchos países y organizaciones internacionales han comenzado un trabajo serio y sistemático orientado a mejorar las políticas de Prevención, Mitigación y Preparación para casos de Desastre. Indudablemente el reto para tratar de evitar, disminuir o al menos responder mejor a un desastre es grande y conlleva decisiones del más alto nivel y una labor intersectorial permanente.
Este trabajo será posible si todos los niveles, desde el político hasta el comunitario de base, ponen su esfuerzo en la tarea común. Desde este punto de vista, la preparación y la prevención en el nivel comunitario "local" es esencial ya que éste sufre de frente los efectos de los desastres, por ello que desde hace varios años y luego, lastimosamente, de experiencias dolorosas (terremotos en México y El Salvador, huracanes en México, Nicaragua y el Caribe; erupción en Colombia, inundaciones en casi toda América y el Caribe), organismos afines como la Cooperación Italiana y Centro Colaborador de la OMS para desastres/Roma y la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud, están trabajando en el desarrollo de metodologías de capacitación e investigación para ser aplicadas al nivel comunitario o local que, insistimos, es el primer nivel de prevención y respuesta.
El manual que presentamos es uno dé los esfuerzos encaminados a este objetivo, representa el trabajo, aporte técnico, experiencia y sacrificio de muchas personas; contiene el saber de aquellos anónimos trabajadores comunitarios que han sufrido el desastre, que han perdido sus casas y familiares y que nos han dicho lo que ellos deben saber para evitar tragedias futuras. Refleja igualmente al saber de autoridades técnicas de muchos gobiernos de la región que nos han enseñado cómo hacer el texto más sencillo e inteligible sin perder el contenido técnico, está incluida la experiencia y madurez en estas líneas de los organismos internacionales mencionados.
Estamos convencidos que esfuerzos como éste, donde participan todos estos niveles con el aporte importantísimo que brinda la experiencia del trabajo conjunto "pisando el barro y removiendo escombros con las manos", dará como resultado que estos países puedan enfrentar mucho mejor los retos que impone la convivencia con los fenómenos naturales, si en el futuro cercano tenemos menos heridos y muertos y menos casas derrumbadas, el esfuerzo de todos habrá dado los frutos deseados.
Esperamos que este manual sea un aporte significativo para este logro conjunto.
Dr. Hugo Prado Monje ASESOR SUBREGIONAL
PROGRAMA DE
PREPARATIVOS DE SALUD PARA CASOS DE
EMERGENCIA
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